La suave brisa movía su cabello rubio y lo hacía ondularse al compás del viento. Los últimos rayos del sol se retiraban lentamente dejando solo sombras a medida que retrocedía. Su piel se puso fría entonces y ya no pudo contener la respiración.
Había intentado contener la respiración porque era eso o gritar. ¿Y eso de qué serviría ahora? Solo permanecía inmóvil y maltrecho en aquella pila de rocas, como una hoja seca que cae de la rama que siempre la sostuvo, y muere allí. Sus ojos rojizos y bien abiertos miraban fijamente al cielo, como buscando algo entre las nubes. Quizás una explicación, quizás una respuesta.
Su cuerpo estaba moreteado y lastimado. La sangre que salía de su piel se deslizaba por sus brazos y manchaba el suelo, ¿y qué?. Alguno de sus huesos no parecía encajar, de ahí provenía un intenso dolor. Pero nada de eso importaba, no, nada.
Él solo seguía inmóvil mirando al cielo, con los ojos llenos de lágrimas. Esas lágrimas se empujaban unas a otras hacia afuera, deslizándose por las mejillas del rubio.
Apretó su labio inferior con sus dientes usando toda la fuerza que tenía, todo para no gritar, todo para no desvanecerse.
Pero nada de eso importaba, ya no.
...
INOLVIDABLE
by ProtaMakorrian
...
Sus ojos estaban cerrados pero no estaba precisamente dormido. Sus sentidos se habían agudizado bastante los últimos años, notaría de inmediato que no estaba solo de no estarlo. La delicada cama atrapaba su cuerpo con suavidad, y la tibieza de las sábanas calentaban su sangre luego de una fría y larga noche. Aun con todo, su mente estaba en paz. Bakugo no sentía nada.
Un pelirrojo lo miraba fijamente desde una silla al costado. Había algo en la manera de dormir del rubio que hacía que no pudiera despegarle de encima la mirada. Quizás era eso, o solo se acostumbró a verlo dormir hasta que despertara cada mañana. Con todo, no decía nada, solo aguardaba.
- ¿Por qué estás aquí? -exclamó de pronto la voz del rubio, filosa y algo somnolienta. Aun mantenía la misma posición que durante la noche, con un brazo por encima de su rostro tapando sus ojos. No se había movido ni un centímetro, pero sabía que Él estaba ahí.
- Estabas pensando en mí -respondió Kirishima en medio de una sonrisa.
Y así solían comenzar sus mañanas siempre, era algo rutinario, pero siempre lo disfrutaba como si fuera la primera vez.
El pelirrojo se levantó de la silla y caminó hacia la cama donde yacía Bakugo, dejando sus zapatos en el suelo y subiéndose arriba con él. Entonces quitó el brazo de Bakugo de encima de su propio rostro y cruzaron miradas. Ese momento era todo lo que necesitaban para despertar de buen humor. El pelirrojo se inclinó levemente para acercarse al rubio y rozar sus labios, mientras lo hacía, sus brazos iban recorriendo los de él hasta que sus manos se encontraban y sus dedos se entrelazaban de la misma forma en la que sus vidas se habían entrelazado hace tiempo.
Luego de besarlo unas pocas veces, Kirishima se acostó a su lado y puso su cabeza sobre el pecho de Bakugo. La fuerza con la que retumbaba su corazón era un indicio claro de que estaba emocionado y Kirishima disfrutaba de escuchar ese compás cada día, porque sabía que cada uno de esos latidos era para él y por él. A nadie más le pertenecía el sonido de su corazón.
- Había olvidado como se oía -confesó el pelirrojo en voz baja- También lo tersa que es tu piel y lo suave que son tus labios.
- Cállate, que me pones nervioso -refunfuñó el rubio.
No era que Bakugo no disfrutara aquellas palabras o las atenciones de Kirishima, de hecho sí lo hacía, y mucho, pero de una manera que sólo él entendía y que solo Kirishima podía traducir.
- Ha pasado tanto -agregó el pelirrojo mientras se levantaba de la cama y con su mano buscaba la mano del rubio, hasta juntar ambas palmas- ¿Sientes eso?
Bakugo sonrió de inmediato, era una sonrisa sincera y honesta, quizás hasta vulnerable.
- Lo siento.
- Ayer no se sentía tan real e intenso como lo es hoy.
Bakugo se levantó también y ambos quedaron sentados sobre la cama intercambiando miradas. El rubio levantó su mano y tocó la mejilla de Kirishima en una delicada caricia, este último sonríe entonces.
- Siempre tuviste las manos frías, lo cual es muy extraño porque tu kirk es de calor.
- Gracias por venir cada mañana -exclama Bakugo.
- Claro -responde- Me gustan estos minutos contigo cada mañana, pero es momento de que te levantes, Midoriya te debe estar esperando.
Al instante, Bakugo voltea el rostro mientras deja salir un soplido de sus labios que bambolea el cabello que se acostaba sobre su frente, y le cambió el semblante con premura.
- Deku -esbozó con amargura- ese tonto infeliz.
- Sé bueno con él -ordenó Kiri- ha hecho grandes esfuerzos para volverte a sacar al ruedo. Y bueno, me gustaría acompañarte pero yo también tengo cosas que hacer hoy.
El rubio abandona de inmediato su entrecejo arrugado que comenzó a tener desde que el joven Midoriya apareció en la conversación hasta ese momento.
- ¿Nos vemos a la noche? -preguntó Bakugo con los ojos bien abiertos, recibiendo como respuesta un pequeño golpe en el brazo y una carcajada de parte del pelirrojo-
- ¡Pero por supuesto!
Y así terminó la conversación, como todas las mañanas. Bakugo fue al baño a asearse y luego vestirse, y no cualquier vestimenta, sino con su indumentaria de héroe.
Había pasado algún tiempo desde la última vez que la usó. Ya ninguno era estudiante, no. Todos trabajaban para alguna agencia de héroes y para el momento ya eran bastante experimentados. A veces, varias agencias se unían para atender un caso en la ciudad, y de paso intercambiaban conocimientos. Esa era precisamente la razón por la que Bakugo vería a Izuku ese día y, aunque iba algo tarde ya, tampoco hizo muchos esfuerzos por apurarse.
El joven Midoriya por su parte se encontraba en una banca de la plaza haciendo algunas anotaciones en su cuaderno de héroes, cada vez más explícito, cada vez más atiborrado de información. Llevaba unos cuarenta minutos esperando pero en su mente solo habían pasado quince minutos pues solía distraerse y divagar con facilidad.
Entonces siente pasos que vienen hacia él y, levantando la mirada ve llegar a Bakugo.
- Kacchan!
El imponente rubio echó un escupitajo al suelo mientras seguía caminando hacia el peliverde con su entrecejo fruncido y sus temibles y fornidos brazos. No se detuvo a saludarlo siquiera, sino que siguió su paso dejándolo atrás mientras decía...
- Espero que estés preparado para lo de hoy, Deku. No pienso hacer de niñera ni salvarte de ningún peligro.
Acostumbrado a recibir comentarios duros de parte del rubio durante toda su vida, el joven Midoriya pareció tomar aquello como un cumplido, pues se levantó de la banca con una sonrisa y comenzó a caminar a la par del otro joven.
- ¡Kacchan! Me alegra tanto que estés de vuelta.
- Sí, Sí -esbozó sin interés mientras metía su meñique en el oído-
- Ya todos los chicos extrañábamos tus habilidades en el campo, es bueno tenerte de vuelta luego de...
Al instante una mirada asesina se posó sobre Deku y lo paró en seco. Este se sintió bastante atemorizado.
- Eres un inútil hasta para dar ánimos. -suspiró el rubio y siguió su camino- Y bueno... ¿Qué se supone que debemos investigar hoy?
- Ah bueno... -Deku sacó su libro de apuntes y lo abrió en un espacio marcado- Hay ciertos rumores de que hay una red de esclavización de personas cuya clasificación de kirks es Textil en las afueras de la ciudad. All Might quiere que confirmemos o desmintamos sin intervenir.
- ¡Patrañas! Hoy tengo ganas de acción -sonrió con una expresión bastante decidia mientras chocaba puños-
- No no, Kacchan, no debemos intervenir, solo quieren que...
- ¡Cállate, Deku! ¡Arruinas mi regreso!
A las agencias de héroes con frecuencia llegaban rumores, denuncias y testimonios de parte de la gente que atestiguaba o tenía sospechas de que un crimen se estaba cometiendo. Antes de actuar, los héroes tenían que confirmar o desmentir tales reportes, de manera que primero se enviaba un comando de reconocimiento. Depende de la gravedad del asunto y, según sea el caso, se autorizaba a los del comando para ejecutar acción o se solicitaban refuerzos. Bakugo y Midoriya estaban en la primera fase.
Les tomó algunas horas salir de la ciudad y de pronto la bulliciosa escena urbana cambió por una más rústica y tranquila. Acompañada de colinas y pendientes empinadas que había que subir con destreza. Por suerte, esto no le faltaba a ninguno de los dos.
- Según mi radar, estamos cerca -exclamó Izuku.
- ¿Dónde es?
- Hay un edificio abandonado a unos metros. Funcionaba antes como fábrica química pero desde el gran incendio ya no volvió a abrir.
- Ya veo... Tal parece que unos bravucones tomaron el edicio para hacer sus fechorías. Los asesinaré a todos.
A pesar de que Bakugo estaba volviendo a ser el mismo Kacchan de siempre, rompiendo las reglas, desatendiendo las más sencillas órdenes y apestando a la hora de trabajar en equipo. Pero precisamente eso, el ser el mismo Kacchan de siempre era lo que alegraba un tanto el corazón de Izuku. Él sabía perfectamente que desde hacía un año las cosas no habían sido fáciles para Bakugo, para ninguno, pero menos para él. Las circunstancias le habían cambiado en un instante y esa presión lo afectó bastante.
Nadie hablaba de lo que pasó y nadie se atrevía siquiera a tocar el tema, a pesar de que a veces fuera necesario, pero Izuku siempre trató de estar allí para él. Y aunque Bakugo rechazó mil veces su ayuda, el hecho de que estuviera retomando su carrera como héroe ese día, indicaba que finalmente había una mejoría. Tenía que hacer que Bakugo aprovechara esa nueva oportunidad para sanar, que la abrazara con fuerza y no la dejara ir. Después de todo, merecía ser feliz de nuevo.
- Según el aparato, hay unas 30 personas dentro, Kacchan -informó Midoriya mientras ambos se pegaban a las paredes de afuera del edificio, buscando una ventana que les permitiera mirar-
- Es una gran cantidad, es probable que sí hayan rehenes. Debemos atacar con moderación.
- Kacchan, No vamos a atacar!
- Cierra la boca, tonto Deku -replicó.- Liberaremos a estas personas hoy.
Acto seguido siguieron bordeando el edificio hasta que encontraron una polvorienta ventana que les serviría para entrar luego de romperla, y así lo hicieron.
Cayeron en alguna bodega polvorienta en la parte oeste del edificio. Teniendo mucho cuidado pero sin perder la premura, ambos comenzaron a explorar el edificio.
Se avistaban grandes maquinarias de procesamiento químico en todos lados del edificio, pero estaban oxidadas, llenas de polvo y muchas de ellas, chamuscadas por el incendio. El lugar además era bastante grande y hasta los pasos producían eco.
- Escucho algo por allá. -indicó Izuku y ambos caminaron hasta lo que parecían ser unas escaleras oxidadas que se elevaban hasta una plataforma. Desde allí se podía ver hacia el otro lado de la sala, que estaba cercada por una pared y la adornaban polvorientas ventanas.
- Allí, veo gente -exclamó Bakugo en forma de gruñido.
Izuku fijó su vista y pudo observar personas sentadas en filas frente a unas máquinas. Parecían estar cociendo, pero la ventana estaba algo lejos y era demasiado pequeña para deducir cuántos estaban en esa habitación, y aunque el radar de Midoriya detectara las fuentes de calor, no podía distinguir entre rehenes y secuestradores. Era algo que debían hacer, y que podría resultar en algo muy peligroso.
- Kacchan, debemos avisar para que nos den apoyo.
- No -replicó Bakugo- esto termina hoy.
El rubio lucía seguro, con aquel temple y aquella firmeza que solía tener y que parecía haber perdido. Sus ojos parecían llamaradas intensas que de ninguna manera parecían aplacarse por su miedo o su inseguridad. Izuku sólo lo miraba fijamente, sorprendido, sin poalabras.
En otro momento, en otras circunstancias habría defendido la idea de ir por ayuda. Pero reconocía esa mirada en Bakugo, conocía ese temple. Y confiaba en él.
Finalmente, el rubio observó al peliverde y le dijo...
- Esto es lo que haremos.
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Dentro de la habitación, unas personas cubiertas hasta el cuello con telares gruesos estaban enfrascadas enfrente de unas máquinas de coser. Sus movimientos parecían sincronizados. Nadie decía nada, todo permanecía en el mismo orden y silencio.
Frente a ellos, tres hombres fornidos observaban a todos trabajar. Uno de ellos salía frecuentemente a hacer rondas de vigilancia y volvía entonces, pero nada en especial ocurría aparte de eso.
De pronto, una inmensa explosión retumbó desde afuera enviando una onda expansiva que destrozó fundamentos y arrojó cientos de rocas en todas direcciones en medio de una nube de polvo.
- ¿Qué paso? -exclamó aturdido uno de los hombres recobrando el juicio luego de caer
Al instante y, como un soplido en el viento, un niño de pelo verde entró a una velocidad sobrehumana, saltando en todas direcciones pero con un patrón fijo. Tomó a dos rehenes, cada uno en sus brazos y dando un fuerte salto, destruyó las ventanas y los arrojó hacia afuera.
- ¡Matenlo! -ordenó uno de los hombres, pero un silbido repentino distrajo su atención. Voltearon y vieron a otro chico, uno rubio chocando puños y mirándolos fijamente-
- Prepárense a morir, inútiles.
Varias explosiones retumbaron entonces. Izuku seguía ignorando lo que pasaba con Bakugo. No sabía si necesitaba ayuda o estaría bien solo, pero su único objetivo era sacar a todos los rehenes lo más rápido que pudiera, solo así podría reunirse con Bakugo y prestar apoyo. Así que se esforzó en ser más rápido y más eficiente, concentrando la mayor parte de su energía en las piernas para ganar movilidad.
En cuatro viajes más, arrojó a los últimos dos rehenes a la grama afuera del edificio y se detuvo entonces a descansar.
Todos, cubiertos hasta el cuello con telares estaban allí parados inmóviles como un robot que no tiene programación o no recibe una orden. Exasperado e impaciente, Izuku comenzó a gritarles...
- ¡Corran! ¡Aléjense de aquí!
A pesar de sus gritos y de las explosiones que se escuchaban desde dentro del edificio, ninguno de los rehenes se movió, es más, ni siquiera parecía interesarles.
- ¿Qué sucede con ustedes? ¡Váyanse ya!
De pronto, la voz de Bakugo gritó con desespero desde dentro.
- ¡DEKU!
- Oh no... Kacchan!
Rápidamente el peliverde se dio la vuelta para entrar al edificio y ayudar a Bakugo. Mil imágenes y pensamientos recorrían su cabeza, unos más nefastos que otros, pero no podía dejar que el miedo lo paralizara. Aun pensaba que hubiera sido una mejor idea buscar refuerzos, pero la situación estaba dada, ya no podía dar marcha atrás.
Sin embargo, cuando estaba a punto de entrar, desde la oscuridad de dentro observó como el rubio venía corriendo a toda velocidad hacia afuera, mientras gritaba inquieto.
- ¡ESOS NO ERAN LOS REHENES!
Izuku se paralizó por un momento, pero al instante todo hizo clic.
Volteó hacia atrás y todos los supuestos rehenes tenían una de sus manos extendidas hacia Deku. Este abrió los ojos aterrado al observar que, de manera sicronizada una poderosa chispa salió de las manos de todos y se convirtió en una fuerte ráfaga que, a una velocidad infernal se dirigían hacia el joven de pelo verde, rodeándolo desde todos los ángulos.
Deku solo pudo cubrirse la cabeza y sentir el calor en su piel.
Bakugo, usó su última gota de energía para impulsarse hacia afuera a toda velocidad, logrando caer delante de Izuku. Apenas le dio tiempo para cerrar sus brazos y recibir aquel fuerte impacto que los arrojó a todos dentro del edificio en medio de un mar de llamas.
Ambos rodaron varios metros hasta detenerse, pero Bakugo se levantó de inmediato, el fuego no podía dañarlo a él, pero Izuku parecía inconciente.
Sin poder hacer que despertara al momomento, escuchó pasos, así que decidió tomar su cuerpo y propulsarse hacia el otro lado del edificio, destruyendo una pared y saliendo con Izuku en brazos.
Todo ocurrió muy rápido y fue realmente peligroso para ambos, pero finalmente estaban fuera de peligro.
Bakugo puso a Izuku en el suelo y comenzó a mecerlo con fuerza, parecía más desesperado de lo usual.
- ¡Deku! ¡Despierta, Deku! -gritaba mientras lo mecía y lo abofeteaba suavemente con su mano- Despierta, inútil. No puedo cargarte hasta tu casa... ¡Despierta!
Entonces los ojos de Izuku se abrieron y un gemido de dolor salió de su boca. Al ver que estaba bien, Bakugo se dejó caer al suelo a su lado dejando salir un suspiro de alivio. Miraba fijamente al cielo y se quedó inmóvil, pero esta vez se sentía agradecido.
- Kacchan...
- Te odio, imbécil.
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La tarde cayó con rapidez y Bakugo acompañó a Izuku a casa, con la intención de luego ir y descansar. No lo admitiría si se lo preguntaran, pero había perdido algo de práctica y haberse reintegrado a la acción de lleno en un solo día no parecía ser una buena idea, al menos no para sus músculos.
- Que pases buenas noches, Deku -refunfuñó mientras desviaba la mirada y se daba vuelta para marcharse-
- Kacchan -llamó Izuku. Este contestó con un gruñido- Quisiera que pasaras y cenaras con mi familia, es lo menos que puedo hacer luego de todo lo que hiciste hoy por mí.
- Meeh, no es necesario.
Este comenzó a caminar hacia la salida pero entonces sintió el fuerte apretón en su brazo. Abrió sus ojos y su mirada asesina volvió a él, de un tirón se soltó del agarre del peliverde y comenzó a gruñirle.
- Por favor. -Suplicó-
Pasar la noche en casa de ese inútil de Deku no era lo que más le atraía, pero tampoco se le ocurría una forma de rechazar aquella invitación sin parecer un total imbécil y sí, Bakugo estaba tratando de portarse mejor incluso con Deku, que estuvo para él en sus momentos más duros, aun cuando Bakugo no lo dejó acercarse en aquellos tiempos.
- Solo un minuto. -aclaró el rubio y entró a la casa sin decir más.
En ese momento, las luces se encendieron y un montón de gente apareció en escena aplaudiendo y vitoreando con fuerza la llegada del rubio. Este quedó paralizado y, para ser sincero, algo asqueado.
Pero por más vomitiva que le pareciera aquella "fiesta sorpresa", no dejaba de ser algo emotiva y nostálgica. Todos sus antiguos amigos de la UA estaban ahí, no solo Deku. Rápidamente vio a Todoroki a un lado, a Zero bebiendo ponche en una esquina, Uraraka y Tsu estaban al frente sonriendo mientras que Lida-kun estaba parado en frente aclarándose la garganta para un discurso motivacional.
- ¿Qué es esta mierda? -refunfuñó Bakugo-
- ¡BAKUGO-KUN! -exclamó Lida, tomando lo más parecido a una pose militar- Nos alegra enormemente el tenerte de vuelta entre los héroes que defienden lo que es real y lo que es correcto. Midoriya-Kun nos contó todo lo que hiciste hoy así que no solo queríamos celebrar tu regreso, sino tu valentía y tu honor. Por favor, quédate y disfruta con nosotros.
El rubio se quedó paralizado por un momento, todos lo miraban, todos le sonreían, era difícil tomar una decisión, pero al final y, tras la molesta insistencia de Lida-Kun, tomó un vaso de ponche y se unió al resto. Para ese momento la noche ya había caído.
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Kirishima se encontraba como lo había prometido en el cuarto de Bakugo. Tenía un rato esperándolo, lo cual era extraño pues pensaba que él llegaría antes. Pero tampoco le molestaba esperarlo, no era como si tuviera algo mejor que hacer.
Volteó y miró al reloj de mesa que Bakugo tenía al lado de su cama, este marcaba las 8:05 pm.
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- ¿Y si hacemos una competencia de tragos? ¿No sería divertido? -exclamó Uraraka mirando a la mesa cubierta de muchas botellas aun selladas-
- ¡QUÉ!? -exclamó un horrorizado Lida- ¡No parece prudente!
- ¿ALGUIEN DIJO COMPETENCIA? -gritó Bakugo- ¡LOS DERROTARÉ A TODOS!
Izuku veía desde las escaleras con una sonrisa amable como finalmente y después de todo, Bakugo parecía divertirse, era su noche al fin y al cabo. Estaba feliz de que volviera, y era todo lo que él habría pedido. Dejando a los chicos allí en la fiesta él decidió subir y apartarse de todos.
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- ¡EL GANADOR ES KATSUKI-KUN! -dijo Lida mientras levantaba la mano de un tambaleante Bakugo quien, con una mirada perdida y cabello totalmente deshecho, comenzó a mofarse delante de todos-
- ¡Felicidades Katsuki-Kun! -exclamó Tsu-Chan- fuiste el mejor.
- Oigan, ¿dónde está Midoriya? -preguntó Aoyama mientras veía a todos lados. Su pregunta pasó desapercibida por la mayoría, pero Bakugo sí la escuchó y de hecho se preguntaba lo mismo-
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Ver las estrellas siempre lo hacía sentir bien. Saber que era tan pequeño en medio de un ecosistema tan grande le traía sentimientos de humildad y, no importa qué tan bueno fuera y qué tan increíble resultara ser su kirk, siempre necesitaría apegarse a esa humildad.
La música desde hacía rato había dejado de sonar con fuerza, lo sabía porque estaba sobre el tejado mirando las estrellas pero, también estaba pendiente de lo que pasaba abajo.
¿Se abría acabado la fiesta? ¿Habrían notado su ausencia?
Izuku a veces se preocupaba demasiado, pero así funcionaba su cabeza. Luego de unos momentos de pensar qué haría, decidió bajar para encontrarse con los demás, pero al levantarse y darse la vuelta, quedó paralizado al contemplar allí a Bakugo sobre el tejado también, mirándolo. Izuku no supo qué decir, y tragó saliva nervioso.
- Deja de verme, tonto -exclamó el rubio en voz baja mientras se sentaba sobre el tejado, justo al lado de donde el peliverde solía estar. Algo dudoso, Midoriya tomó asiento de nuevo en su posición-
- Kacchan, lo que hiciste hoy...
- Deja de repetirlo, Deku.
- Necesito hacerlo -replicó Izuku- A pesar de lo que ha pasado, hoy diste lo mejor y, me pareció que te exigiste demasiado a ti mismo y a tu cuerpo para salvarme... Era como si, como si hubieras sentido miedo de repente.
Bakugo hundió su cabeza entre sus piernas para que no vieran su mirada vulnerable, y luego exclamó en voz baja...
- Qué tonterías dices...
Pero él sabía, que Deku tenía razón. Él sintió miedo, mucho miedo.
Casi tanto como aquel día.
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Flash Back
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- ¡BAKUGO! -gritó la voz de Kirishima desde la colina de rocas. Él estaba tirado en el suelo algo dolorido luego de ser golpeado y caer allí. Pero debía levantarse y ayudar a Kirishima, para eso había ido a esa misión con él.
El enemigo se erigía como un temible sujeto de piel rojiza y tres brazos de cada lado de su cuerpo.
Los dos jóvenes hubieron luchado con él por horas sin lograr asestarle un golpe definitivo, pero tampoco se rendían. Sin embargo, sus fuerzas se iban agotando con cada golpe que recibían.
- ¡NO TE VAS A SALIR CON LA TUYA, ROJO! -replicó Kirishima mientras endureció sus brazos y torso para luego avalanzarse sobre aquel sujeto e intercambiar una gran cantidad de golpes.
Los golpes de Kirishima tenían más impacto, pero seis brazos podían hacer más que dos, así que tarde o temprano, aquel hombre encontró un punto ciego en los ataques del pelirrojo y de un golpe en el mentón lo arrojó al suelo debilitado, aunque este quiso levantarse con rapidez.
- Ya... Voy... Kirishima... -decía en voz baja y para sí Bakugo mientras prácticamente arrastraba sus extremidades entre las pilas de rocas para ir hacia el punto de batalla. Iba dejando un rastro de sangre por donde quiera que caminaba y cada vez se sentía más débil, pero no se podía rendir y dejar solo a Kirishima.
Haciendo un esfuerzo sobrehumano, escaló hasta la cima de la montaña de rocas y entonces los vio a ambos, frente a frente.
- ¡KIRISHIMA! -gritó con desespero.
El pelirrojo volteó y lo miró con una sonrisa ladina mientras una luz cegadora lo rodeaba.
- ¡Ya era hora Bakugo! ¡Baja aquí!
El hombre de 6 brazos había disparado un poderoso rayo de calor que emitía de sus palmas justo hacia el pelirrojo, pero este se plantó firme y envolvió todo su cuerpo en una corteza dura de rocas, mientras decía.
- ¡No puedes hacerme nada. Lo aguantaré!
Y al instante lo cubieron las llamas.
- ¡NOOOO! -gritó Bakugo para propulsarse usando sus brazos en el aire. Luego realizó una voltereta y disparó una explosión hacia el hombre de 6 brazos enviándolo lejos.
Con debilidad, cayó algo inestable al suelo y contempló allí el cuerpo tumbado de Kirishima. Su piel estaba llena de roturas, como cuando el concreto se desmorona, y el tizne negro en todo su cuerpo hablaba de graves quemaduras.
- ¡Kirishima! ¡Kirishima! por favor... Reacciona... Perdóname por no llegar a tiempo, yo...
- Shhh... -silenció el pelirrojo en voz baja y débil- lo hiciste bien.
Al decir aquello su cara se ladeó y sus ojos se cerraron. El rubio solo se desplomó sobre el pecho del pelirrojo, apretando sus puños y sus dientes. Pudo evitarlo, pero no fue lo suficientemente rápido. Y Ahora ya nada importaba.
Se dejó caer al lado del cuerpo de Kirishima y miró al cielo, y allí permaneció por horas.
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Fin Flash Back
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- Sé que lo que le pasó a Kirishima te afectó bastante -confesó Izuku- y te sientes responsable. Pero tú no tuviste la culpa, y si me hubiera pasado algo a mí hoy, tampoco la habrías tenido. Todos sabíamos el riesgo que tomábamos al convertirnos en héroes.
Una lágrima silenciosa se deslizó por la mejilla del rubio. Aquella conversación había removido sentimientos que finalmente se habían calmado, como el polvo que se asienta en la parte del fondo de un vaso. No sabía si eran los tragos que traía encima o que, luego de un año pasara algo similar con Deku y le trajera recuerdos ahora lo de Kirishima. Pero se sintió con la necesidad de finalmente drenar.
- Deku... -exclamó en voz quebrada- hasta hace poco yo no me sentía capaz de hacer todo lo que hice hoy. Hasta hace poco pensé que tiraría la toalla. Pero algo pasó.
- ¿Qué cosa?
Al instante, Bakugo miró con sus ojos llenos de lágrimas al peliverde...
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- Bakugo, ¿estás aquí?
Aquella voz femenina despertó del letargo al pelirrojo quien seguía esperando en aquella silla. Miró el reloj y eran las 9:35 y aun Bakugo no se presentaba. No lo mostraba demasiado, pero el pelirrojo se sentía desanimado de que no apareciera.
Los pasos fuera del cuarto se escucharon con más fuerza y, finalmente alguien abrió la puerta del cuarto de Bakugo, Kirishima levantó la mirada y la vio, se trataba de la madre del rubio
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- Kirishima está vivo -confesó Katsuki-
- ¿Qué?
- En mi cabeza lo está -aclaró, haciendo que Izuku se calmara un poco- Me di cuenta que aunque había muerto ese día, no se había ido realmente. Solo no tenía que olvidarlo y, finalmente un día, lo vi. Era él. Estaba ahí. Él me dijo que estuvo mucho tiempo tratando de hacer que lo notara, intentando contactar conmigo pero yo no notaba su presencia. Pero ahora sí, y lo veo y hablo con él cada noche. -Finalmente miró de nuevo a Izuku y, con una sonrisa, completó- Él no se ha ido, Deku. Sigue conmigo. Y mientras más lo recuerdo, más real se vuelve.
- Creo que te entiendo -contestó Midoriya luego de un rato-
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Allí estaba la madre de Bakugo mirando la habitación vacía de su hijo quien aun no había vuelto a casa.
Kirishima estaba allí y podía verla. Pero para ella la habitación seguía vacía y en orden. Suspiró derrotada y saliendo del cuarto cerró la puerta tras de sí.
Kirishima solo bajó la cabeza con desanimo y, lentamente caminó hacia la cama de Bakugo para acostarse sobre ella y permanecer allí.
Eventualmente sintió una mano que recorría su pierna y subía por sus brazos. Kirishima abrió sus ojos y lo primero que vio fue la hora del reloj que estaba al lado de la cama: 2 AM. Luego levantó la mirada y allí estaba el rubio. Lucía algo desarreglado y como si trajera varios tragos encima, pero estaba allí, finalmente estaba allí.
- Hola -sonrió el pelirrojo. Y Bakugo le contestó, no con palabras sino con un suave beso que reparó al instante toda la espera, toda la impaciencia y toda la decepción que el pelirrojo pudo haber sentido- Llegaste. Te acordaste de nuestra cita.
- Te prometí algo hace un tiempo y lo voy a cumplir. ¿Recuerdas que fue?
- Que jamás dejarías de pensar en mí.
- Eso es lo que te trajo a mí otra vez, y no pienso dejar que te vayas. Por eso, no te olvidaré nunca. Te lo vuelvo a prometer.
Kirishima se sentó sobre la cama y tomó el rostro de Bakugo para besarlo de nuevo. Esa era su medicina, la luz para su oscuridad, la compañía para su soledad y la anestesia para su dolor. Disfrutaba al máximo cuando podían estar juntos, y esos momentos cada vez eran más largos, gracias a que Bakugo estaba cumpliendo su promesa y lo recordaba cada vez más.
- ¿Te quedas a dormir conmigo? -preguntó Bakugo-
- No tengo nada mejor que hacer -sonrió y el rubio le respondió con una sonrisa más grande.
Acto seguido, Bakugo se dejó caer sobre la cama de espaldas a Kirishima y los brazos de este se metieron por debajo de los del rubio y abrazó su torso.
Bakugo pudo sentir su respiración en la nuca, y eso significaba muchísimo para él, sobre todo luego de esos largos meses.
Finalmente todo estaba resultando. Finalmente, todo parecía volver a cobrar importancia para el rubio, lo que pasara de allí en adelante sí le importaba, y no iba a dejar que su felicidad se fuera otra vez.
- Descansa -susurró Kisihima-
- Tú igual.
Continuará...
