Los personajes de Katekyo Hitman Reborn! No me pertenecen.

Soy estúpida.

No lo soporto. En serio. ¿Cómo pude enamorare de él siquiera? ¿Qué le vi?

Ahora mismo no lo soporto, no y no. Muerdo mi labio con fuerza y hundo mi cabeza entre mis manos.

Idiota pienso furiosa y dolida.

Entrecierro la mirada en la nada, aunque me duela admitirlo si él viniese ahora mismo pidiendo una disculpas se las daría y eso es lo más me molesta. Le estaría perdonando su traición, su falta de lealtad.

Me duele, en verdad duele pensar en él, duele imaginar que estarían haciendo ahora, duele pensar que estarían sintiendo, diciéndose.

Muerdo con más fuerza mi labio y temo que empiece a sangrar, aunque si lo hace no me importaría.

Miro a Yamamoto de reojo, está sonriéndole a él. No sonreirías así Yamamoto si supieras lo que me hizo pienso apretando mi puño, giro el rostro en dirección opuesta cuando Tsuna me mira a los ojos sonriendo delicadamente.

¿Cómo puede sonreírme así después de su traición?

Relajo mi puño y me acerco a Gokudera Hayato, le sonrió con algo de hipocresía.

―¡Gokudera-kun~! ―ronroneo. El italiano da media vuelta con velocidad, pensado que es una ilusión o algo similar, me evalúa con su mirada fría antes de torcer los labios en una sonrisa despectiva.

―Estúpida mujer. ―ladra, yo sonrió con más ganas. Después de todo Hayato pienso, no me vendría mal tus insultos, tal vez despierten algo de mí y me hagan ver que si soy estúpida.

Me acerco más a él hasta su boca casi roza mi frente, alzo la mirada y siento su aliento, un poco más… un poco más, págalo con su moneda gime una parte de mí, pero yo me aparto sutilmente del guardián de la Tormenta y le agarro la mano.

―Haru vio una pastelería nueva Gokudera-kun~―canturreo. Gokudera tensa los músculos de su rostro, mira mi mano que aprieta la suya y abre la boca.

―¿Ha?

Y yo me siento como una tonta, después de todo estoy haciendo el peor ridículo de mi vida delante de la persona que amo y me traiciono.

Me paro y él se para, nos miramos fijamente a los ojos, él esta evaluándome, pensando que me paso, porque actuó de forma tan cínica con él.

―Escúpelo. ―ladra frunciéndome el ceño.

Suelto su mano como si quemara, mi vista se fija más allá de los escaparates, de los libros, de las ropas.

―Haru solo quería pasar tiempo con Gokudera-kun―miento, él lo sabe, porque sus ojos se entrecierran milímetros, tensa la boca en una línea tensa y me pone una mano en mi hombro, baja su boca hasta mi oreja y susurra.

― ¿Hace cuánto que nos conocemos mujer estúpida? ―pregunta en un murmullo.

Se aleja de mi oreja y pone una sonrisa casi de prepotencia al ver, saber y confirmar que mi carcasa de no pasa nada se rompe en sus narices.

Entonces hago lo más estúpido de toda mi existencia. Cojo su mano entre las mías, luego la suelto y me tiro a su cuello, entierro mi rostro en su pecho y grito a todo pulmón, importándome un bledo que él esté aquí.

―¡Te amo Gokudera!

Ah, sí Gokudera, soy estúpida. La más estúpida del mundo.

Me echo en mi cama, me escondo entre las colchas, sabanas y almohadas. No quiero salir nunca de casa, quiero quedarme siempre en mi habitación.

Mientras me escondo de la humanidad, alejándome paso a paso de mis amigos, padres y demás pienso que tal vez soy demasiado confiable con la gente.

¿Confió demasiado en ellos? ¿Qué me hizo confiar en Tsuna? ¿El qué?

Aprieto mi rostro en la almohada y sin proponérmelo lloro, como aquella vez, o como la de hace días atrás.

Mierda, soy la mujer más patética y estúpida del mundo. Debería ver una matricula para esto, seguramente lo ganaría.

Mi móvil empieza a sonar, yo doy un suspiro y lo cojo.

Tsuna.

La última persona que quiero ver o escuchar. Apago el móvil y miro el techo.

¿Qué me hizo mentir? ¿Qué me hizo hacer una confesión tan tonta y ridícula?

Oh sí, Tsunayoshi Sawada y su maldito amor hacia Kyoko después de hacerme soñar que tal vez habría algo entre nosotros.

Porque yo sé que había algo, después de todo dudo que Tsuna bese a sus amigas o que intentara hacer el amor con ellas.

Recuerdo como Tsuna una vez intento llegar más allá de unos simples beso, fue tan ridículo y a la vez algo lindo.

Ese rostro ruborizado, ese aliento pesado y entrecortado. Era demasiado maravillo, pero la magia hizo plof cuando recibió una llamada de Kyoko.

El mundo a veces puede ser cruel mandándonos como enemigos a nuestras mejores amigas, difícil de odiarlas y tenerlas resentimientos. Sé que no es la culpa de Kyoko que Tsuna este enamorado de ella, pero ella tiene la culpa en darle esperanzas aun viendo que yo siento algo por él.

Siento las miradas de todos los guardianes a excepción de Hibari en mi nuca. Suspiro con pesadez y traslado con aburrimiento mis pies a lado de Sasagawa.

―Ryohei. ―saludo con un movimiento de cabeza, el guardián del Sol sonríe forzosamente, alza la mano y la mueva para luego soltar un comentario.

―Haru-chan. ―mismo tono apático que Hibari Kyouya, aunque es imposible que Hibari diga a alguien el chan.

Yo cabeceo y miro a Reborn-chan, que sonríe bajo las alas de su sombrero negro, me mira con esos enormes ojos negros y su cuerpo pequeño esta alerta. A pesar de haber pasado diez años sigue siendo un bebé, difícil de entender. Nadie quiere torcer el brazo en decir el porqué.

―Haru. ―y si, ese es el tono que utiliza Tsunayoshi cuando esta cabreado, lento suave y forzado. Yo giro y lo miro.

―Tsuna-san.

Nos miramos, yo elevo los labios en una sonrisa mientras que él me frunce las cejas.

¿Duele verdad Tsuna? ¿Duele saber que eres tú el traicionado en vez de yo?

Veo por el rabillo que entra Gokudera, sonrió entre dientes y me levantó.

―¡Gokudera-kun~! ―grito con júbilo. El guardián me manda una mirada acida antes de sentarse a lado de un desanimado y tal vez depresivo Tsunayoshi. Yo hago un falso mohín.

¿Qué estoy haciendo? ¿Desde cuándo tengo actuar como si nada hubiese pasado? ¿Por qué tengo que ser yo la que cambie? ¿Por qué no cambian ellos? ¿Por qué Tsuna no lo hace?

Mis manos tiemblan en la mesa, siento la mirada de Sasagawa, yo le miro y le sonrió.

―Tengo frio. ―miento. El boxeador asiente más no dice nada. Sé que él estará siempre de lado de su pequeña hermana, pero por una vez en mi vida desearía que alguien se la jugara por mí, que alguien dijera estoy de parte Haru. Pero nada de eso pasa en la reunión, el aire es tan tenso que dudo que un cuchillo pueda atravesarlo.

Siento la garganta reseca, veo de reojo una mesa llena de botellas de alcohol, vino, coñac y más variaciones, me levanto por inercia y cojo la copa más grande, la lleno a tope y lo tomo de un trago, luego vuelvo a llenarla.

―Haru. ―amonesta alguien detrás de mí.

Dejo la copa reposar en mis labios antes de dar un trago otra vez, alguien me hace girar y hace que mi cabeza se golpee contra la pared.

Yamamoto. El fiel Yamamoto Takeshi que no puede estar quieto viendo como otros se auto destruyen. Finjo una sonrisa culpable en los labios, pero él no se lo traga, me conocen demasiado bien.

―Yamamoto-kun~

―Sal de esta reunión mujer estúpida. ―comenta con seriedad Gokudera.

Ah, Gokudera. Hieren tus palabras pero me alegro que tú seas el único sincero de esta maldita sala de reuniones. Encojo los hombros y luego me vuelvo a tomar la copa, la dejo en la mesa y asiento.

―Que os aproveche, mafiosos-kun~

Todos se estremecen. Saben, lo saben maldita sea, son unos mafiosos y nada cambiara.

Siento el viento acariciar mis cabellos, respiro con tranquilidad mientras me echo en la banca del parque, no me importaría morir viendo este parque, es hermoso, pequeño pero hermoso. Sonrió ligeramente antes de cerrar los ojos.

¿Qué nos hace pensar que somos únicos? ¿Qué es lo que nos lleva a la ignorancia a lo referente al amor? ¿Por qué no dudamos de esa persona especial? ¿Erramos en ponerlo en un altar?

Empiezo a caminar por el parque, el viento ceso pero el frio lo reemplazo, estoy ligeramente abrigada, solo con una camisa de manga corta y unos pantalones cortos y mis zapatillas.

Ahora que recuerdo, no he cambiado nada a la hora de vestirme, sigo siendo la misma en eso, pero en mi interior hay un remolino que come poco a poco mi mente.

―Haru.

Antes de darme la vuelta sé de quién es esa voz. Giro poco a poco pero él se impacienta y me coge de mi brazo. Quema.

Su toque quema en lo más hondo de mí.

Cuando mis ojos paran en los suyos siento ganas de llorar.

―Tsuna.

Ah, desearía que las lágrimas parasen de una vez, pero no, Tsuna alza la mano y acaricia mi mejilla húmeda.

―Pensé que estabas con Kyoko-chan~ ―sonrió de medio lado cuando él abre los ojos sorprendido. ―Ah Tsuna-san. ―me burlo ligeramente antes de sacudir la cabeza y apartarme de su caricia, sus ojos se estrechan y rebelan confusión.

―No quería hacerte daño. ―dice con suavidad, bajando la mano hasta sus bolsillos de su abrigo, muerde su labio y luego suspira.

A pesar de ser un mafioso Tsuna, sigues teniendo esa parte amable, pienso.

―Pero lo hiciste. ―afirmo con tranquilidad, llevo mi mano hasta su pecho y apretó ligeramente el abrigo entre mi puño. ―Este corazón no miente, amas a Kyoko.

Entonces Tsuna saca las manos del bolsillo y envuelve mi puño contra sus manos. Quema, quema.

Me sacudo con rapidez y alzo la barbilla.

―Bésame. ―pido.

Tsuna asiente y me besa con suavidad, enreda sus manos en mi pelo y siento que vuelo, llego hasta la cima y para mi horror el paisaje que cree en mi mente no es lo que me espera, solo es soledad.

Me separo con lentitud de él y sonrió brevemente.

―Creo que esto es un adiós. ―digo, él asiente. ―Ah, pero seguiré yendo a las reuniones. Después de todo… ―mis labios se ensanchan como las sonrisas del príncipe de Varia. ―… ya estoy sucia.

Tsunayoshi baja los parpados pero no hace amago de borrar de mi boca la verdad. He matado, por él, he sacrificado mi vida por él, he perdido a mis padres por él, he recibido odio de mis padres por él, he cambiado por él.

Todo por él.

―Lo de Gokudera-kun…―balbucea.

―Solo quería sentirme amada una vez más, Tsuna. ―suspiro y mi aliento se congela por el frio, achico mis ojos concentrándome en no tener que pedir ayuda, en no tiritar y que él me vea débil y se apiade de mí, porque sé que Tsuna me envolverá en sus brazos si me ve débil, es de esas personas que le puedes decir que la odias pero él seguirá intentando meterse en tu corazón y cuando menos lo notes te darás cuenta de que lo quieres más que tu patética vida. ―Pero Gokudera-kun no es idiota, lo sabe. ―confieso metiendo un mechón de mi pelo tras mi oreja. ―Hacerme esa pregunta y haciéndome actuar como una idiota, ha, soy idiota~

Tsunayoshi Sawada cambia, su expresión cambia a una avergonzada como dolida, sabe que por su culpa yo no soy nadie en este mundo, pero a pesar de saberlo no hace nada, porque si lo hace yo me aferrare a él pidiendo amor.

Escondo mis ojos en mis flequillos y curvo los labios.

―Tsuna… ―levanto la vista cuando siento su mirada. ―… no te atrevas a poner esa expresión en tu cara en mi presencia. ―Sawada asiente y se relaja. ―sería muy cínico de tu parte.

Me pongo de puntillas y le beso la mejilla.

―Así como eres tú un mafioso también lo soy yo, no te culpare por nada, porque la única culpable soy yo en amarte. ―le aprieto los cachetes, finjo ser otra ahora mismo, una fuerte y alegre. ―En verdad soy estúpida.

Me aparto del cuerpo petrificado del jefe. Tengo ganas de llorar pero no lo volveré hacer delante de él.

―Adiós mafioso-kun~ ―me burlo.

Creo que la vida nos depara cosas que no podemos soportar. Nos hace estremecer, llorar, amar y odiar al mismo tiempo. La vida es… una mierda.

Yamamoto me mira con tristeza en sus ojos suaves y hermosos, me trae un plato de sopa caliente hecho en el micro ondas

Se sienta en la cama, junto a mí, yo pongo una mano en su pierna con tranquilidad.

―Come.

Me ayuda a sentarme y luego empieza a darme de comer. Me siento como esos niños pequeños que aman cuando sus padres le dan de comer con una sonrisa, pero en vez de recibir una sonrisa de Takeshi solo recibo una mueca insatisfecha.

Creo que si me hubiera enamorado de Yamamoto Takeshi habría sido un poco feliz, solo un poco, porque él también está en la mafia. Si lo hubiera echo de Gokudera me hubiera sentido eufórica, porque estar con Gokudera llena mis huecos vacíos en mi vida, con él saco lo peor y lo mejor de mí. Gokudera es como esos espejos que te muestra lo desdichada y patética que eres, luego dice tus puntos débiles para luego volver a decir que puedes hacer para remediarlo.

No me hubiera importado enamorarme de alguno de los dos, pero el final hubiera sido el mismo; soledad y miedo.

Takeshi curva los labios ligeramente antes de poner el plato casi vacío en la pequeña mesita que tengo a lado de la cama, se quita los zapatos y se mete en la cama conmigo, me aprieta entre sus brazos y yo susurro.

―Te amo Yamamoto-kun.

Él no dice nada, a pesar de que digo que amo en realidad no lo hago. Solo quiero que alguien me lo diga, que alguien me diga que siente que su corazón se parara con solo verme, porque eso es lo que sentía por Tsuna.

Las reuniones son un asco. Todos están aparentemente tranquilos cuando en realidad tienen tanto miedo, Reborn está al lado de Tsuna. Gokudera chista la lengua cuando me ve.

―¿Estas mejor mujer estúpida? ―pregunto frunciéndome el ceño.

―Mo, Gokudera-kun~―ronroneo con una sonrisa, el guardián de la Tormenta me da una sonrisa torcida.

Sí, ahora esta satisfecho.

Nos sentamos en las sillas con suavidad, Hibari esta alejado de todos, frunce sus cejas cuando nos ve, sus ojos muestran repudio y los otros guardianes no hacen nada.

Chrome sonríe con suavidad, sus mejillas se ruborizan, se ve tan saludable.

―¡Chrome-chan~!

Ella me mira con su único ojo visible y cabecea. Yo muevo la cabeza.

Cuando todos estamos reunidos Reborn empieza a hablar.

―Como sabéis mucho, estamos en la época en las que nos habían mandado al futuro. No quiero ser pesimista, tampoco dudo del poder del Tre―ni―sette pero sería bueno si vosotros informarais sobre lo que pasa alrededor. ―calla momentáneamente antes de curvar los labios. ―Solo porque ahora estemos en paz no significa que las cosas no puedan torcerse.

―Dudo que pase algo Reborn-san. ―susurra Gokudera antes elevar ligeramente la voz. ―Los Arcobaleno dijeron que todo volvería a su cauce, en estos años nos hemos enfrentado a muchos enemigos, nos hemos hecho fuertes y también con la ayuda de Enma Kozato.

Todos lo miran con brevedad, la peor lucha para ellos creo que fue con la familia Simón. Eran amigos, eran confidentes y tuvieron que luchar entre ellos solo por culpa de… me estremezo ligeramente. Solo pensar en el primer guardián de la Niebla hace que mi corazón eleve mis palpitaciones.

Reborn sonríe.

―Lo sé Gokudera, pero más vale prevenir que lamentar una nueva guerra que tal vez estalle por no estar lo suficientes preparados.

Los hombres asienten, mientras que Chrome parece perdida en sus pensamientos.

―¡Por supuesto Reborn-san!

Me nuevo con tranquilidad, casi sin tocar el suelo de madera. Toco la puerta y escucho su voz ronca.

―Hibari-san.

Los ojos del ex―prefecto se estrechan luego suelta una mirada burlona.

―Miura Haru.

Sonrió no sin antes tragar algo de saliva. El más fuerte guardián de la familia Vongola. Hibari Kyouya.

Me siento de cuclillas a su lado y bajo los ojos al suelo.

―Vengo a pedirle algo Hibari-san. ―susurro bajo, aprieto mis labios sutilmente antes de mirarlo a los ojos con determinación. ―Quiero que me haga sacar mi llama de la voluntad. Deseo, no, quiero sacar mi determinación en llama.

Los ojos grises de Hibari me miran, evalúan hasta donde llegare, se queda en silencio y sorbe el té verde con lentitud.

―No.

Respuesta rápida y sin sentimiento. Asiento.

―Ya veo.

Me levanto con tranquilidad y cabeceo.

―Fue un error haberlo pedido al guardián más fuerte de Vongola.

―No soy un guardián Miura, tampoco tengo que entrenar a un remedo de mafioso.

―Ya.

Me apresuro hasta la puerta, pero antes de salir suelto un comentario.

―Lastima, Tsuna-san creyó que usted sería el único que podría sacar mi llama, pero veo que estaba equivocado. Tal vez no sea tan fuerte.

Cierro la puerta con lentitud y formo una sonrisa.

Gokudera cruza los brazos contra su pecho.

―¿Eres estúpida? ―pregunta, para segundos después negar. ―Claro que lo eres.

Yo alzo la ceja.

―¿Cómo puedes ser tan estúpida? ―frunce los labios. ―Ir hasta Hibari solo para que te entrene. ¡Eso es estúpido, mujer!

―Solo quiero tener una llama yo también, sé que la tengo.

―No todos pueden tenerlo. Tú no tienes la determinación.

―¿Qué no la tengo? ¿Cómo lo sabes?

―Mira, no sé qué te llevo a hacer algo tonto como entrenarte con Hibari, tampoco quiero saberlo, pero deja de actuar tan cool, no eres y no serás Tsuna. El jefe no te volverá a mirar.

Idiota.

Mil veces idiota.

―¡Eso ya lo sé! No lo hago por Tsuna, no lo hago por vosotros, quiero superarme, quiero desatarme de vosotros, sois como una cadena para mí, siempre cuidándome, protegiéndome. ¡No soy Kyoko para que me protejáis con vuestras vidas! ―grito, doy un puñetazo en el pecho de Gokudera, empiezo a dar golpes frenéticos. ―No tenéis que dar la vida por mí, solo… solo quiero ser fuerte.

Gokudera baja la cabeza, me agarra el rostro y sonríe.

―Bien dicho mujer estúpida.

Yo asiento y voy en busca de lo que me llama, sus labios. Él me hace inclinar la cabeza, él es el que baja, me coge de la cintura y me aprieta contra la pared.

El beso de Gokudera es desesperado, frenético y agrio.

―Primero tienes que saber cuál es tu determinación. Que quieres proteger. ―se separa con suavidad de mi boca, pero aun no se aleja.

―No hay nada que quiera proteger. ―susurro. Gokudera asiente. Dudo brevemente antes de murmurar. ―Solo una cosa, mi corazón.

―Es―tú―pi―da

Me aprieto más contra él.

―Gokudera… ¿Esta mal querer proteger solo mi corazón?

―Quien sabe…

―¿Cuál es tu determinación?

―El jefe.

Sonrió.

―Tan predecible Gokudera.

El guardián de pelo plata suspira, gira el rostro a otro lado. Me siento tranquila, Gokudera es mi espejo.

―Ya sé cuál es mi determinación. ―digo. El guardián me levanta una ceja, sus labios sonríen burlonamente.

―¿Ah sí?

―¡Eres tú Gokudera! Mi determinación eres tú, quiero luchar a tu lado, quiero protegerte, tu eres mi espejo.

Gokudera Hayato me mira brevemente antes de saltar en carcajadas, me mira por el rabillo de los ojos húmedo de lágrimas de risa antes de seguir riendo.

―En verdad eres una mujer estúpida.

Sí, lo soy. En verdad soy estúpida, pero en verdad quiero luchar contigo.

N/A. Solo serán tres capítulos, ninguno más. Espero que os guste, y sí, tiene un montonazo de OoC, pero que cojones xD