El primer día de clases de Sakura

Estaba que se moría de nervios. Su princesa. Su ángel. Su razón de ser iba a estar todo el día rodeada de malditos enanos que querrían llamar su atención y alejarla de su lado.

-Taiga. Deja de tener malas energías, por favor -le dijo a su esposo, viendo como casi se mordía las uñas de los nervios.

-Es que no te has puesto a pensar… ¿Qué pasa si alguien le quiere hacer daño?

-Es un jardín de niños…

-¿Y si son niños malos? ¿O de familias peligrosas?

-¿Te estás escuchando? -le preguntó con la niña ya en brazos- Fuiste tú y tu padre quienes insistieron en que este era el mejor Jardín de niños al que podía ir. Que era exclusivo y cosas así y no dije nada porque la educación de nuestra hija es primordial. Así que saca esas estúpidas ideas de tu cabeza, Bakagami, si no quieres que cumpla las amenazas de mis padres.

Entonces Taiga sonrío. Era verdad. Estaba siendo paranoico, pero aun recordaba que sus suegros estuvieron a un paso de impedirle el conocer a su bebé y que fue por Daiki que las cosas se arreglaron. Pero sus temores no eran completamente infundados. Sabía de situaciones peligrosas a las que se podía ver expuesta su hija. No iba a decirle nunca a Daiki, pero ahora que tenía las acciones de su padre en Japón era una persona con muchos más recursos que el promedio y eso no siempre era bueno.

-Está bien, trataré de calmarme -le dijo acercándose por un beso.

-¿Qué te he dicho de los besos? Maldito aprovechado.

-Justamente, tengo que aprovechar. Luego te iras a trabajar y yo a la empresa, no te veré en todo el día, así que necesito mi dosis de Daiki.

-Papá está molestando a mami.

-Sakura, soy papá también -le dijo Daiki, por enésima vez.

-Pero papá dijo que te dijera mami.

-Tu de verdad quieres que te castre de noche, ¿verdad?

-Je, sólo jugaba con nuestra hija -dijo sudando, su esposo era muy capaz de cumplir sus amenazas, prueba de ello era la pistola que mantenía completamente fuera del alcance de su bebé y que sólo ocupaba para salir a trabajar. Otro punto que aun no estaba del todo de acuerdo con Daiki-. Apropósito… has pensado en lo que te dije sobre…

-Se perfectamente que es lo que me vas a preguntar, y lo mismo que la vez pasada te digo -esta situación ya empezaba a molestar a Daiki-, mi profesión es algo que siempre quise, desde niño, no por tus ataques de pánico dejaré de ser policía.

-Pero no necesitas trabajar… por lo menos no en algo tan peligroso.

-Óyeme bien, pelirrojo de pacotilla -dijo acercándolo por la costosa corbata que su esposo llevaba esa mañana… y que a su parecer le hacía de maravilla resaltando sus ojos. Pero no tenía que desviarse del tema- tú sólo dedícate a jugar con números para que nuestra hija tenga un futuro asegurado, que yo me encargo de los tipos malos.

-En este momento nadie me da más miedo que tú -dijo coqueto.

-Y espero que siga así -le guiño un ojo y luego, sin que su hija viera, lo besó rápido.

-Creo que recargué mi batería de Daiki.

-Me parece bien, por que ya es hora de irnos.

-¿Estas lista, princesa, para tu primer día de clases? -le preguntó Taiga, tomándola de los brazos de Daiki.

-¿Que es clases? -preguntó de vuelta, ladeando su pelirroja cabeza a un lado.

¡Dios, amaban tanto a esa hermosura de piel morena!

Fin