Bajo la protección de la oscuridad y de las sábanas, Brandon dormía plácidamente. Su energía parecía haber sido drenada después de tanto excitamiento, placer y fricción, y lo único que le quedaba para recuperarse era dormir. Si esa hubiera sido una batalla pokémon, diría que fue una de las mejores que ha tenido. Pero no lo era.
Temblando de emoción, a su lado, un delicado y femenino cuerpo desnudo yacía. La joven mujer, recostada de lado, le miraba con adoración. Con un amor incomparable, con deseo, con pasión. Si pudiera, gritaría de emoción, lo despertaría, lo obligaría a continuar, lo dominaría o sería sumisa, lo alentaría a volver a juntar su cuerpo con el suyo. Pero estaba cansada, igual o más que él.
Pasó su mano por los cabellos castaños del hombre que dormía a su lado. Incontables veces lo había hecho, pero ahora, se trataba de una ocasión muy especial. Acarició sus mejillas, con mucho cuidado para no despertarlo. Tocó, con increíble ternura, su pecho, recordando las veces que lo abrazó sin razón aparente. Leaf de verdad podía confiar en él.
Descansó su mano sobre el pecho de aquél hombre, que en ese momento, parecía tan tierno e indefenso como un niño o un pokémon bebé. Le había costado tanto trabajo hacerlo rendirse ante sus pies, pero, sinceramente, no era nada que puñados de amor, bondad y preocupación por su bienestar no pudieran hacer. Después de todo, él era suyo, y ella era de él. Desde que se conocieron, o incluso desde que ella nació.
La oscuridad producía un refugio alentador y tranquilizador que la luz del sol no ofrecía. Raro que algo tan ligado a la maldad ofreciera tanto cobijo en un mundo tan iluminado y cruel.
Acurrucándose más a su lado, se aferró al temible Frontier Brain. Añorando algún otro momento en que pudieran juntarse físicamente, bostezó. La madrugada le pedía que descansara y que se preparara para otro día.
En el silencio de la oscuridad, susurró su nombre tiernamente. Le amaba como a nadie en ése mundo que tanto juzgaba a otros. Jamás volvería a sentir frío o necesidad alguna si estaban juntos.
Sintiéndolo moverse para abrazarla, Leaf por fin pudo cerrar sus ojos. Sonriendo, acompañada del agridulce silencio, procedió a soñar con el hombre que dormía abrazándola como si fuera lo más preciado en su vida.
