DGM no me pertenece, es de Katsura Hoshino.
¿Quién demonios es ése?
Había sido, probablemente, una gran estupidez. No fue su tono de voz poco convencido, si no los rostros de todos, amigos o enemigos, que lo fulminaron con la mirada. Como si no recordar a alguien tan querido para él fuera pecado. No obstante, la verdad era otra: simplemente no quería.
El exterior, para Yu, había sido un desastre de mundo. Sin importar por donde uno mirara. Dolor, hambre, miseria, desesperación. ¿Qué tenía de bueno un mundo así? ¿Qué demonios había para que alguien quisiera vivir? Para lo único que quería sobrevivir era encontrar por fin a aquella misteriosa mujer, sin importar qué consecuencias trajeran sus decisiones.
No obstante, ¿por qué debería desear algo así para Alma? Había sido ingenuo, simpático y, sin importar la situación, optimista. ¿Podría mantener aquel buen carácter viendo toda la desgracia que existía? Observando a tanta gente desesperar, a muchos desaparecer y luego volver dentro de un ataúd. ¿En serio alguien como Alma merecía un mundo tan asqueroso?
Si lo pensaba mejor, no deseaba un mundo así para lo que una vez fue su amigo.
Tal vez eso lo empujó a mentir y decir que no tenía ni idea de quién era.
Kanda jamás había creído en la esperanza, que sólo era un prolongamiento de la agonía. Tampoco es que fuera pesimista, simplemente realista. Si la gente moría, ahí quedaban. Tener la esperanza de que se levantarían de su tumba era inquietante.
Pero, en aquel momento, había deseado tener esperanza, creer en ella; que arraigara en el fondo de sí mismo. Mintió por ese motivo, porque quizá la inútil certidumbre cambiara el rumbo de las acciones y, milagrosamente, Alma no fuera aquel cuerpo penoso que colgaba de varios cables delante de él y del brote de habas.
Que estuviera vivo sólo significaba que no había podido ir a otro lugar mejor, aquel que realmente se merecía.
Road había machacado definitivamente sus esperanzas. Quiso hacerla callar, para prolongar más el período en el cual Alma pudiera no serlo, mantener aquella pequeña llama despierta un tiempo más.
No obstante, algún día hay que despertar.
― ¿Algún problema?
― En realidad no, pero me toca las narices que hayas estado quieto todo el rato.
― Me desperté aquí después de que me golpearan la cabeza, me un llevó rato analizar la situación.
Quizá Allen, en el fondo de sus ojos, hubiera podido ver su mentira, por eso guardó silencio. Sin embargo, aquel «analizar la situación», sólo había sido una lucha interna para decidir si quería creer o no que Alma era eso.
Aunque sus sentidos gritaran que no, aquello se desmentía cuando veía todos los detalles característicos de su amigo, que no habría podido olvidar aun pasaran años y años.
Mientras todos conversaban, a él le temblaban las manos. Al mismo tiempo que creía en la esperanza de que eso no fuera Alma y que todo fuera parte de una ilusión más, como la flor de loto.
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