Vale, vale, ¿quién me quiere cortar la cabeza? ¡Todos! Ya sé que en "Boca Traicionera" dije que me iba a centrar de nuevo en el ShikaTema, pero mi linda cabecita siempre está trabajando a su aire, y resulta que me salió un SasuTema ahí en medio del potaje de ideas. Además de esta pareja creo que sólo hay un fic... ¡Uno! Y las injusticias me devoran, así que, sin más rollos, aquí está mi última creación: "Flor de encierro".

Playlist empleado: La Bella y la Bestia (Porta), Titanium (David Guetta ft. Sia).

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Capítulo 1: "La planta desde la raíz"

La rubia creía ver visiones. Por fin la puerta de su celda se abría, pero la imagen ante ella no le agradó en lo más mínimo. Haciendo gala de su soberbia, Temari levantó la cabeza con orgullo. Lo vio entrar. En ese momento lo encontraba un ser repugnante, como a cada hombre de la faz de la Tierra.

_ Uchiha… _ espetó con la poca fuerza que le quedaba.

_ Hmp.

El pelinegro se acercó a la embajadora de Suna y la miró de arriba hasta abajo, deteniéndose en los puntos de interés de ese cuerpo torneado, que ahora temblaba por el cansancio.

_ ¿Qué… quieres?_ la Subaku no trató de que su voz no se quebrara.

_ Hmp.

Esa contestación enfurecía a Temari, que sólo pensaba en que si hubiese tenido más energía, de un golpe lo habría aventado contra la pared.

Sasuke sonrió de lado. Parecía una mujer difícil de dominar… Una auténtica fiera y eso le gustaba. Además tendría sus beneficios si se la llevara dado a su posición política.

Dicho y hecho. El joven de ojos negros la cargó en su espalda mientras oía leves quejidos y protestas desde ese cuerpo magullado y ensangrentado.

Emprendió el camino de vuelta a sus subordinados, Taka, a los que encontró en la puerta de esa prisión abandonada de Akatsuki. Suigetsu y Karin estaban discutiendo mientras Juugo "interactuaba" con los pájaros.

_ ¡Pez idiota!

_ ¡Zorra pelirroja!

_ Ya basta.

Fue suficiente oír esa voz oscura y con un deje de peligro para que ambos se callaran y voltearan a verlo. El revuelo se volvió a armar cuando vieron a la rubia con los ojos cerrados, dormitando sobre el hombro de su líder.

_ ¡¿Quién es esa? _ bramó Karin.

_ Hmp.

_ ¡No puedes traerla con nosotros, Sasuke-kun!

_ Aquí mando yo. Vámonos.

Taka, con ese pequeño cargamento en la espalda del Uchiha, se dirigió hacia su guarida sin mirar atrás. Una vez allí, Sasuke se fue con la joven aún recargada sobre su musculatura hacia la profundidad de los pasillos. Abrió una de las habitaciones y con cuidado depositó esa carga sobre la cama.

En ese instante, la vio con detenimiento. Todo su cuerpo y ropa estaban cubiertos de sangre seca. Su camisa estaba rasgada por la mitad dejando ver un sostén sencillo negro y el valle entre su pecho. Sus piernas estaban tapadas por un pantalón que debió haber sido negro aunque ahora tenía polvo incrustado. Éste llegaba por debajo de las rodillas y se prensaba allí, creando un efecto abombado. Estaba descalza y al, ser una camisa de asillas gruesas, llevaba unas vendas hasta los codos y unos mitones de cuero también llenos de suciedad.

Realmente era deseable, total y absolutamente deseable... Pasó una mano por sus cabellos y después la dirigió hacia el fino cuello de la joven. Trazó con la yema de sus dedos sus clavículas sintiendo su piel suave. Paró en cuanto sus hormonas actuaron en su nombre y sus dedos descendieron un poco más de lo que debían. Necesitaría una buena ducha de agua fría o algo con lo que calmarse. Salió de la habitación y se dirigió al bosque dispuesto a entrenar.

En los sueños de la rubia no se veían más que pesadillas. Todo lo que había vivido en su tiempo de cautiverio se repetía tras sus ojos cerrados. Lo sentía todo en su piel, eran como heridas en carne viva. Por eso, se removía inquieta y pequeños gemidos de desaprobación salían de sus labios rosados, ahora algo secos y pálidos.

Cuando Sasuke volvió a la habitación la encontró dando vueltas en la cama, casi gritando, apretando sus muslos entre sí y sus manos aferrándose a las sábanas ya arrugadas y revueltas.

Se veía adolorida, incluso asustada... La zarandeó levemente para que despertara y la kunoichi lo hizo, pero gritando y con los ojos anegados de lágrimas.

Temari volvió lentamente a la realidad. Se fue sentando despacio y frotó sus ojos para retirar cualquier rastro de llanto. Sintió la presencia a su lado y se giró a ver quién era. Su asombro no se hizo esperar al ver a Sasuke Uchiha mirándola fijamente a los ojos, escrutándola.

_ Hmp.

_ ¿Qué hago aquí... Uchiha?

_ Estás aquí para servirme.

_ ¡¿Perdona?

_ Ya oíste.

_ Yo NO soy tu esclava.

_ Te saqué de ahí. Hubieras muerto. Ahora me perteneces.

La rubia lo miró con asco y furia. Tenía razón en que habría muerto, pero no en eso de la pertenencia.

_ No saldrás de esta habitación. La única persona que entra o sale de ella soy yo. Ahí tienes un baño y por ahí en el armario debe haber algo para que te pongas.

_ ¡TSK!

_ Y a mí me obedeces, ¿quedó claro?

_ …

_ He dicho: ¿quedó claro?

Temari asintió. Siempre era mejor que la prisión, o eso pensaba. Vio como Sasuke salió y pasaba la llave. Sabía que su chakra estaba sellado, había una marca en su muñeca en forma de abanico Uchiha para demostrarlo. Se levantó a duras penas y se dirigió al armario. Lo abrió despacio. Esta lleno de ropa sencilla apilada. Había ropa de chico y de chica. Desistió de la ropa por un momento y miró alrededor.

La habitación era sencilla pero confortable. En el centro había una gran cama de matrimonio con un dosel de color azul marino. Las sábanas eran negras con encajes azules, al contrario que las almohadas, y estaban desordenadas. Encima de ésta había un ventanal y a los lados había dos mesitas de noche de madera oscura sobre las que reposaban unas lámparas compuestas por una estructura sencilla de madera y un papel especial que daba calidez al encender la luz. En la pared izquierda de la habitación había un gran mueble estantería que no tocaba el suelo lleno de libros y algún que otro pergamino. Bajo esta estantería había un largo y amplio sillón tapizado de negro con cojines azules. En la pared derecha estaba la puerta que daba al baño, la cual estaba cerrada. El armario quedaba en frente de la cama a la derecha y era de la misma madera que la cama y las mesitas.

Volteó de nuevo hacia el armario y revolvió un poco buscando algo decente, cualquier cosa le valía. Todo era mejor que esa ropa que llevaba ahora. Escogió unos leggins negros que llegaban a mitad de pantorrilla, unos zapatos sencillos ninja de tacón como los que siempre había llevado y una blusa de estilo babydoll de color azul oscuro de manga de tres cuartos.

Abrió la puerta del baño. Era un remanso de paz con mobiliario de loza blanca mezclado con madera clara. Tenía una bañera de patas y en los cajones encontró algunos coleteros, trabas y broches para el pelo así como peines, cepillos y objetos para el aseo personal.

Se desvistió y se miró al espejo. Hacía tanto tiempo que no se veía a sí misma... Sus facciones no habían cambiado nada, pero había adelgazado un poco y la sangre cubría casi totalmente su piel dorada y suave.

Rápidamente se metió en la bañera, creando un relajante baño con espuma y sales. Frotó su cabello lentamente desenredándolo, enjabonó su cuerpo despacio quitando la sangre seca y recuperando el brillo característico de esta. Después se relajó y estuvo una media hora en la bañera, incluso el agua que en un principio soltaba un leve vapor, se había casi enfriado.

Se secó con unas toallas blancas que encontró sobre un taburete blanco y se vistió mirándose de nuevo al espejo. Se veía un poco más ella. En verdad, le había hecho falta un buen baño. Quitó la toalla de su pelo y descubrió su cabello dorado, de color arena, por fin con su aspecto normal. Lo cepilló despacio, entreteniéndose en cada mechón, en cada hebra.

Al salir del baño y cerrar la ropa tras de sí descubrió nuevamente a Sasuke, que estaba con la ropa algo sucia probablemente del entrenamiento. Su primera reacción fue irse hacia el baño de nuevo y encerrarse, pero cuando hizo ademán para cumplir sus pensamientos el pelinegro se cruzó delante de ella.

Temari lo miró seriamente, pero Sasuke vio en sus ojos el miedo. Eso no le gustaba, prefería el respeto al miedo. La arrinconó despacio contra la pared a medida que los ojos de la rubia se ensanchaban y el miedo en ellos crecía.

De pronto algo vino a la cabeza del menor de los Uchiha. La camisa de ella. Había llegado rasgada por la zona del pecho, eso quería decir que... Rápidamente se alejó pero la tomó de la mano sentándola en el sillón.

_ Hn, ¿tienes alguna herida?

Temari negó suavemente algo consternada. No entendía qué le había hecho echarse hacia atrás.

_ Hmp. Quédate aquí.

El Uchiha se metió en el baño y a los quince minutos estaba fuera, con el pelo húmedo y una toalla blanca enrollada cubriendo lo justo. Vio que la chica seguía en el mismo sitio. No se había movido siquiera un milímetro. ¿Tanto miedo le tenía?

Se volvió a acercar y se arrodilló en frente de ella. A él no se le daban esas cosas, ni siquiera entendía por qué demonios se preocupaba. Se dijo que probablemente sería porque ya que se la iba a quedar, por lo menos debería mantenerla de forma que no tratara de escaparse la mayor parte del tiempo.

_ Oye, mientras no salgas de aquí o intentes hacerlo, puedes estar tranquila.

Temari lo miró algo confundida. Quién entendiera a los hombres, a esa persona deberían darle el premio Nobel. Asintió todavía con su vista sobre ese "espécimen".

El pelinegro se levantó y fue hacia el armario para sacar algo de ropa cómoda.

_ ¿Puedo... leer libros?

Le sorprendió oír la voz de ella y más hablándole en un tono normal, incluso con cierto deje de calidez. Volteó levemente su cabeza dedicándole una mirada fría y serena.

_ Hmp.

La rubia lo interpretó como un sí, se quitó los zapatos y se puso de pie en el sillón revisando los libros con la mirada y trazando sus lomos con las yemas de sus dedos finos. Se topó con uno de interés cuyo título era "La planta desde la raíz". No era poco sabido que amaba la naturaleza profundamente, y le encantaba aprender sobre ella. El libro no tenía ningún resumen por detrás y tampoco tenía autor, pero le intrigó y se dispuso a leerlo.

Cuando volvió a sentarse, el Uchiha estaba en frente de la puerta con los brazos cruzados mirándola. Se veía como una niña pequeña con un juguete nuevo. Sin una palabra, abrió la puerta y salió de la habitación, cerrando con llave tras de sí.

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Bueno, bueno... ¡El primer capítulo! ¡Que emoción! Espero y os haya gustado. Un beso (de chocolate como siempre), Temariskater.