Chapter one: The girl

¿Cómo había llegado a ese lugar?

Lo primero que le vino a la mente fue el estúpido rostro sonriente del Bovino indicándole que debía acompañarle junto al guardián de la lluvia a un bar, pub o algo por el estilo. El jefe había insistido tanto de que debía tener una vida social más activa y además que tenía que divertirse un poco más así que no podía negarse, no le quedo otra, así que cuando llegaron comenzaron a tomar unos tragos y cócteles. El bovino le presentó a una mujer que se sentó a su lado a beber y charlar un poco pero luego de ese recuerdo algunas imágenes se volvieron borrosas en su mente.

Si... definitivamente se había emborrachado por ir a un lugar así junto a el pelinegro y el Bovino, pero la real pregunta era… ¿Cómo llegó a una cama?. Abrió los ojos lentamente para sentir un intenso dolor expandirse en su cabeza, así que solo se cubrió con la mano y se sentó de golpe para que su dolor fuera de una sola vez, pestañeo un par de veces para abrir los ojos quedando un poco sorprendido. Ese no era su cuarto... diablos.

Se refregó los ojos con el dorso de su mano y luego volteo para ver a una mujer durmiendo de lado con su rostro viendo a el lado donde estaba el, tenia el cabello negro como la noche y la piel clara, ok... no debía perder la calma, solo era una mujer que estaba dormida a su lado, la misma que el Bovino le había presentado. Ella estaba vestida al menos, tenía una bata de seda rojiza eso le dejaba mucho mas tranquilo de que no había hecho una estupidez, pero cometió el error de levantar la sábana para verse el y se cubrió rápido con un sonrojo en su rostro, ok... estaba desnudo así que por conclusión si había estado con la mujer esa noche, la mujer se llamaba Olivia, eso no se le quitaba de su mente y la manera rítmica de mover sus caderas esa noche.

Se sacudió el cabello molesto y sonrojado antes de dar un suspiro largo, ya no quedaba más que hacer, se dio un momento para relajarse y observar el lugar donde se encontraba, un cuarto blanco con miles de dibujos y bocetos pegados por doquier de donde se mirara, el único espacio que podía salvarse era la ventana cubiertas por una cortina rojiza que se veía iluminada por el sol asomarse aquella mañana. Se quedó un poco asombrado observando los bocetos de innumerables objetos, rostros y paisajes que tapizaban las murallas. Mientras el estaba en la ardua tarea de reconocer cada dibujo, la mujer se sentó mientras se refregaba los ojos dando un bostezo y luego le miro al peliplata con unos ojos rojizos intenso con el cabello negro hasta los hombro, el volteo a mirarle y sonrió levemente.

-pensé que eras de los que se iba sin decir buenos días

-hum... buenos días, Olivia

-incluso recuerdas mi nombre, Hayato... que honor

-solo... es lo que más recuerdo de lo que sucedió anoche

-bueno-dijo riendo- es lo que mas dijiste anoche ¿no?

-n-no digas esas cosas-dijo volteándose sonrojado

-por cierto guardián Vongola, no debes preocuparte de que divulgué tus "hazañas" aquí... guardaré silencio voluntariamente... no hay de qué preocuparse

-hum... gracias supongo, pero creo que estaría bien... ya sabes … si quieres salir de nuevo

-¿acaso salimos anoche?-dijo divertida- ok… puedes dejar tu número, Hayato... no veremos otra vez, supongo

-solo una cosa...¿que sucedió?... digo, es que tengo solo imágenes borrosas

-bueno, Lambo de verdad quería que te conociera, lleva insistiendo semanas para que me reúna contigo, nos conocimos anoche... charlamos un poco pero, Lambo hizo un extraño juego de beber...ya sabes como es con los juegos pero lo más gracioso es que el no bebe, solo lo hizo para que termináramos en esto... estuvimos hablando un rato antes de eso pero Lambo quería apresurar las cosas-dijo riendo- así que impuso su plan para que estuviéramos juntos... al parecer funcionó tal como él esperaba

-¡estúpida vaca! ¡la matare apenas la vea!

La mujer se levantó diciéndole que se vistiera y que seguramente le estaría esperando su jefe preocupado, luego ella se fue caminando hasta la puerta moviendo de tal manera que el peliplata se dio el gusto de mirarla hasta que desapareció tras la puerta con una pequeña risita, un poco avergonzado el guardián se levantó y se vistió, no sin antes echar un vistazo por la ventana moviendo la cortina para contemplar la ciudad, ella vivía en la orilla de la ciudad en un barrio "no problemático" como solía decirle el Vongola décimo, el lugar era de los más antiguos de la ciudad con la misma arquitectónica de ya varias décadas y enredaderas creciendo por los viejos muros junto con los adoquines que decoraban el piso de colores.

Luego al salir a la habitación de la mujer notó que ella estaba duchándose, era sábado y además temprano así que seguramente saldría trabajar. Sobre la mesa había un trozo de papel blanco junto a un lápiz y al lado una humeante taza de expreso. La alzó para acercarla a su nariz para sentir el fuerte olor a café que inundó sus pulmones y luego dios unos cuantos sorbos antes de anotar su número de teléfono para así poder volver a casa.

Buscó sus gafas de sol y se despeinó un poco para que no le reconocieran, era temprano por la mañana y no rondaba muchas personas así que rápidamente tratando de no llamar la atención y tomó un taxi hasta el comienzo del bosque un poco alejado de la ciudad, se bajó y comenzó a caminar lentamente por la orilla de la carretera que llevaba no sólo a la mansión Vongola, sino también a varias bases de las familias de la mafia y también diferentes mansiones aristócratas que se dejaron caer en el valle de Italia hace varias generaciones atrás.

Escucho el ruido de una motocicleta y chasqueo la lengua, un motor suave que ronroneaba como un gatito siempre que la conducía pero ahora sonaba como si ese mismo gatito estuviera a punto de morir, era su motocicleta que alguien estaba ocupando sin su permiso pero quedo aun mas enojado al ver al pelinegro ver que él la traía, se detuvo a su lado y le miró con una sonrisa mientras que el peliplata solo se quedo con el ceño fruncido.

-¡¿que haces con mi motocicleta, idiota del béisbol?!-dijo enojado

-tu me la prestaste anoche, Gokudera-dijo riendo- pero... más importante ¿Dónde estabas? Tsuna estaba preocupado por ti

-le explicare todo al décimo después...

Cuando llegó a la gran mansión Vongola se dirigió directamente a la oficina del décimo, se quitó las gafas oscuras y algo temeroso entró. Al ver al peliplata cruzar el umbral de la puerta su jefe se levantó de la silla contento por ver que había vuelto. El pel plata se acercó a él y le comento lo sucedido aquella noche, bueno al menos lo que él recordaba de lo sucedido aquella noche junto a la casi desconocida mujer. A pesar de todo lo que le dijo el guardián muy arrepentido al décimo Vongola este se encontraba feliz de que hubiera salido con el bovino, a pesar de ser una trampa, y que además había conocido una mujer con la que se prometió salir otra vez. Aunque el guardián de la tormenta era sin dudar la mano derecha del Vongola décimo y que estaba trabajando tan arduamente por decisión propia para el bien de la familia, este había dejado de lado su vida personal de hace ya varios años, así que emocionado era la palabra correcta para definir al castaño en ese momento mientras el peliplata solo se quedo mirándole con una gotita en la sien.

Luego se fue a dar una ducha para despejarse un poco y tratar de recordar un poco más de aquella noche pero le resultaba un poco difícil aquella tarea, el único momento que se le vino a la mente con claridad fue estar encima de la chica mientras ella le sonreía de manera cálida tocando su rostro, observándose a él con aquellos ojos que se asemejan a la llama de la tormenta. Al recordar esto el peliplata solo se cubrió los ojos con su antebrazo sonrojado musitando un leve "idiota..." mientras el agua de la ducha le caía por el cuerpo.

Finalmente luego de un rato salió de su ducha para vestirse, se puso un traje impecable de color negro y su camisa rojiza finalmente se acomodó su corbata y salió a comer algo, para encontrarse al Bovino en la cocina y comenzar a regañarlo e insultarle por que primero: le dejó en un bar solo con una mujer y segundo: dejó que el se fuera con una mujer que apenas conocía.

-pero si Olivia-san es muy amable, ella ha arreglado el cuadro que traje la semana pasada-dijo con pequeñas lágrimas en los ojos

-¿Qué?

-Olivia-san arregla cuadros, es su trabajo... ella trabaja en el museo

-¿Cómo diablos conociste a alguien... que trabaja en un museo?

-la vez que Dokuro-san vino de Japón con I-pin... ella nos guió y la invite a un café

-¡vaca estúpida que trata de salir con mujeres mayores!

-pero si solo tiene 22 años

-¡son 6 años mas que tu, idiota!

-¿vas a volver a salir con Olivia-san?

-¡eso no te incumbe!-dijo sonrojado

-tengo que advertirte de algo, Gokudera-shi -dijo antes de tomar un sorbo de jugo de uva- Olivia-san... bueno hay un rumor … dicen que es peligroso estar muy cercano a ella

-deja de decir tonterías vaca idiota... no hay nada de malo en esa mujer-dijo fastidiado

-como quieras... yo te advertí, Gokudera-shi -dijo antes de irse con su vaso caminando relajado

Quedo en su mente aquello de "peligroso" sobre la mujer porque a pesar de lo dicho ella le había tratado bien incluso comprendía bien la posición del guardián de la tormenta, era difícil encontrar a una mujer que entendiera lo complicada que puede ser la vida en la mafia ¿acaso eso era normal?... además ¿Por qué el guardián de la tormenta espero a que despertara para hablar con aquella mujer? pudo haber simplemente escapado y si alguien decía algo simplemente negarlo pero algo en sí mismo le dijo que se diera el momento de quedarse, de conocerle.

Pronto cuando ya estaba tomando otro café y un muffin de chocolate, se desató la corbata y se abrió los dos primero botones ya que por la ventana entraba una brisa cálida primaveral. Pronto entró el pelinegro hablando animado con la pelimorada la que solo soltaba sonidos de aprobación a todo lo que hablaba el pelinegro, que en la cabeza del peliplata eran puras tonterías que aumentaba su dolor de cabeza debido a la resaca persistente a seguir atacando unas horas más.

-oh, Gokudera ¿estas bien?

-¿de que hablas, idiota del béisbol?

-tienes una … marca en el cuello-dijo riendo

-¿marca?

-hombre tormenta-dijo entregándole un espejo que traía en su bolsillo- en el lado derecho, cerca de la clavícula

Una marca oscura se dejaba notar en la nívea piel del guardián justo donde la guardiana de la niebla le había indicado que estaba la marca que seguramente había dejado la pelinegra aquella noche. Hizo memorias de las mujeres con las que había "intimado" para saber si alguna había tratado de domar a la mano derecha Vongola y por cada una que recordaba había llegado a la conclusión de que todas habían sido muy pasivas, excepto por ella. Se sonrojo al pensar que quizás era por aquello que no había escapado al instante apenas tuvo la oportunidad. Se tocó levemente para ver si dolía pero en vez de eso un fugaz recuerdo vino a su mente, el momento exacto cuando ella estaba sobre él atacando su cuello sin siquiera sentir un poco de remordimiento como si el dejar esa marca le causara el mayor placer, se sonrojo de golpe cubriéndose la boca mientras el pelinegro se reía de él y la pelimorada soltaba una risita inocente. Diablos... la mujer era diferente... peor aún … se parecía a él.

hola a todos 3

he tenido un poco de tiempo libre de la universidad por que me voy a cambiar de carrera XDDD (ni que fuera facil escoger lo que vas a hacer el resto de tu vida) voy a hacer lo que siempre quise, que por idiotas circunstancias de la vida no lo decidí primero 3 cocinar

asi que eso... ando con tiempo e inspiración así que disfruten esta historia al máximo 3

como siempre, comenten lo mas que puedan por que me ayuda D; a saber si todo va bien como va