Davie

Le hubiera querido decir tantas cosas, lo mucho que lo espero por tantos años. Que era la primera vez que un humano normal se volvía su… amigo.

Mas la última vez que le vio le vio ahí postrado, anciano… fallecido.

Ya había vivido mucho, ¿y él? ¿Cuándo seria su turno? Sentía que había sobrepasado el límite, que era el momento quería estar con él, pero al mismo tiempo tenía su responsabilidad como nación que era.

El porqué de muchas cosas es desconocido, como el hecho de que haya humanos que representan naciones. Porque se supone que es para entender mejor el pueblo, pero se les obliga a obedecer a un humano normal que les gobierna y muchas veces no es buena idea.

Había querido decirle tantas cosas, como cuando Arthur le trajo las flores, decirle que solo crecían en Inglaterra, pero que podían plantarlas aquí. Que si quería podían construir un jardín lleno de flores no solo esas, si no muchísimas, de todas partes. Orquídeas, lirios, pensamientos… pero era demasiado tarde.

Había querido decirle tantas cosas, como que en realidad lo adoraba, que había sido su, como quien dice primera primavera.

-habían tantas cosas que quería decirte davie.-una lagrima corrió por su mejilla.

Ya habían pasado tantas, tantas década y el seguía visitando la tumba vieja y desgastada de su primer amigo, primer amor, Primer capricho.

-todavía sigues aquí, pensé que ya lo habías olvidado.

-simplemente no puedo Arthur, tu sabes en serio cuanto lo quería.

-toma.- Arthur le extendió un pañuelo y Alfred lo acepto, limpiando sus lágrimas y luego acomodando sus lentes.

Alfred camino hasta Arthur, ya era hora. Hubo muchas cosas que no le dijo, pero estaba seguro que a devie le hubiera encantado oírlas.

-ya es tarde, volvamos hice la cena.

Se paró en seco.

-n-no quieres que pida pizza o algo.

-no está bien, sé que este día es… ¿importante para ti?, por eso quise hacerte algo especial.

Alfred sonrió, supo que era verdad lo que decían. El primer amor y el amor de tu vida. Son igual de impactantes pero tan diferentes.

-por qué no mejor salimos un rato, conozco un restaurant de comida inglesa que te encantara. Dicen que los scones son gratis.

Alfred tomo la mano de Arthur, encaminándose a la salida del cementerio.

Sintió la caricia delicada del dedo pulgar de Arthur, un suave rose contra su mano, Arthur no era muy romántico. Pero pequeñas cosas como esas, hacían que Alfred le amara más de lo que ya lo amaba, eso y el hecho de que Arthur siempre estuvo ahí para él.

Le sonrió y le dio un tierno beso en la frente. Arthur aparto su rostro sonrojado. Susurrando suave mente, -idiota hacer eso en un cementerio es tan poco romántico.

No tuvo que buscarle, él ya estaba, no tenía que contarle, él ya sabía. Era un placer estar al lado de su amargado favorito.

Antes de seguir avanzando volteo a ver por última vez la tumba de su querido davie, aun así seguira viniendo, el mismo dia, a la misma hora, todos los años por que el primer amor nunca se olvida. Pero sabía que Arthur iba a estar ahí siempre.

-adios davie-susurro


N/a pues nada, lloren conmigo, *acaba de terminar de ver davie*.