PRÓLOGO


-Señorita Abernathy, su padre quiere hablar con usted. –Dice mi nodriza entrando atropelladamente a mi habitación mientras yo leo mi libro favorito.

-¿Qué ha sucedido, Mags? Te ves muy preocupada. –Dejo mi libro a un lado y miro a mi nodriza, casi madre, caminando de un lugar para el otro nerviosa. –Ven, siéntate. –Le señalo el sillón ubicado justo frente a mí, del otro lado de la mesita de té.

Me mira temerosa, lo cual es extraño, nosotras tenemos una buena relación y confiamos plenamente en la otra. Es mi confidente y mi amiga. Ella se sienta.

-Pasó algo muy malo, Katniss. Algo terrible.

-¿Le pasó algo a mis padres? –Ella no contesta, pero niega con la cabeza.

-Entonces, no puede haber algo peor que eso. Habla.

-Creo que tiene que ver con su prometido, no sé qué ha pasado exactamente pero sus padres no están nada contentos. Están muy tristes, de hecho. Solo sé que pasó algo muy grave. El señor Abernathy me pidió que la viniera a buscar.

-El prometido que no conozco, querrás decir.

-Pero pidió su mano. El señor Mellark pidió su mano en matrimonio. Hizo un acuerdo con su padre.

-Lo sé y en dos semanas lo conocería oficialmente.

Según mi padre bailó una pieza con él durante mi fiesta de presentación un mes atrás, pero había bailado con tantos caballeros ese día que me resultaba imposible reconocerlo, ya que todos demostraban tener algún interés aunque sea mínimo en mí, más que nada porque soy un excelente partido económicamente hablando. Y mi padre no ayudo mucho, porque jamás me dijo quien sería mi prometido. Decidió que fuera una sorpresa reservada para la cena que acordado para dentro de quince días, que era la fecha en la que él estaría de regreso en Londres.

No estoy muy emocionada con la idea de un matrimonio arreglado. Tal vez resultaría más fácil si mi padre dejará de ser tan misterio con el asunto. Sin embargo, era una tradición que debía respetarse en una familia rica como la nuestra. Mi padre piensa que eso ayudara a toda la familia, a mantener nuestra posición dentro de la sociedad, además de cerrar ciertos negocios con la familia Mellark. Él me aseguró que no eligió al azar, que conocía al que sería mi futuro esposo desde que era un pequeño y siempre le agradó. Que es un hombre honesto y solo tiene tres años más que yo.

Mi teoría es que, el padre de él seguramente, insistió en que su hija encuentre una esposa y que mi padre no perdió la oportunidad y lo invito a la fiesta con la intención de que conociera a su única hija soltera y edad de casarse, debido a que mis dos hermanas mayores o estaban casadas o comprometidas, y Primrose solo tenía diez años.

El hijo único de los Mellark, quedó prendado de mí en cuanto me vio y habló con mi padre. Cerrando de cierta manera el acuerdo.

-Vas a ser muy feliz con él, hija. Solo conócelo y dale una oportunidad. Dentro de un mes estará de regreso y organizaremos una cena para que puedan conocerse.

-Pero, padre…

-Es un buen chico, te lo prometo. No te entregaría a cualquier persona. Como tampoco lo hice con Johanna. Ya lo has visto, se casaron enamorados, si proseguí con el compromiso fue por eso. Pude ver que ambos estaban enamorados, y que él la haría muy feliz a ella. Y Annie y Finnick también están enamorados.

Finnick quien disfruta gastándome bromas, pero es un buen chico, completamente embobado por su prometida. Y mi hermana no se quedaba atrás. Estaba feliz por ellos, pero también al verlos sentía algo de envidia por la seguridad de sus sentimientos, por el amor que se profesaban. ¿Sentiría yo alguna vez algo similar por otra persona? Yo no era tan romántica y soñadora como Annie. Y Johanna era la peor de las cuatro, ella apenas demostraba sus sentimientos, no recordaba ni una sola vez haberla visto llorar.

-Te prometo, que si tú no sientes ningún interés en él luego de unos meses de conocerlo, romperé el compromiso. Como padre, tengo derecho sobre ti, yo tengo la última palabra en este asunto y créeme cuando te digo que tomaré en cuenta tu opinión. No estarás con una persona, con la que no seas feliz mientras viva. Pero no creo que tengas ese problema con él. –Me sonrió. Dando el tema por cerrado y dejándome un poco mas aliviada con su promesa.

-¿Qué crees que haya pasado, Mags? –Pregunto.

-Tendrá que averiguarlo usted misma. Ojalá pudiera darle más detalles, señorita, pero no sé nada.

Llegamos casi corriendo al despacho de mi padre. Sé que algo va mal, que no es nada bueno. Mi padre, Haymitch Abernathy, solo puede alterarse por cosas realmente graves o por sus hijas.

Abro la puerta de su despacho sin pedir permiso y me sorprendo al encontrarme con que no está solo. Hay tres personas más: mi madre, Portia y dos personas más que aunque no sé sus nombres, los reconozco. Son amigos de mi padre.

-Oh, llegaste hija. Toma asiento. –Dijo. Todos dejan de lado mis poco amables modales al entrar de repente en la estancia.

-Lo siento, pensé que estabas solo, padre. Si hubiera sabido…

-No te preocupes, cariño. –Intenta sonreírme. –Todos nos reunimos para hablar contigo. Te presento a Coriolanus Mellark y su esposa Alma. Son los padres de Peeta Mellark, tu prometido.

Ambos se ponen de pie y se acercan a mí, sonríen levemente pero con el dolor grabado en sus miradas.

-Es un placer conocerlos a vosotros oficialmente. –Les dije. –Me temo que no nos ha presentado debidamente con anterioridad.

Les tendí la mano y ellos la aceptaron.

-El placer el nuestro, señorita Abernathy. –Dice Coriolanus dirigiéndome una amable sonrisa y tomando mi mano depositando un beso en el dorso de la misma y luego soltándola.

Alma me abraza.

-Mi esposo tiene razón. El placer es nuestro. –Luego se aleja y toma mi rostro entre sus manos examinándome.

-Eres una jovencita hermosa realmente, hace bastante tiempo que no te veía, desde que eras pequeña. Ahora entiendo, lo que mi hijo vio en ti. –Sonrió con algo de tristeza. –Él no dejaba de hablar de esa noche que bailo contigo y de todo lo que tú padre le contó sobre ti, incluso nos pregunto si te conocíamos y cuando le contestamos que sí, nos pidió que le habláramos de ti.

-Querida… -La detiene su esposo en tono dulce. Lo miro a él y me dedica una pequeña sonrisa de disculpa. –Discúlpela, a veces habla demasiado.

-No se preocupe, no me molesta. –Le sonrío amablemente a ambos. Alma me mira con cariño.

-Oh ¿no es adorable, querido? Peeta y ella serán muy felices juntos… cuando él vuelva.

La mirada de ambos se opaca con las últimas palabras.

-Eso espero, querida. –Luego cambia su expresión apenada para mirarme a mí, un poco más tranquilo. –Nuestro hijo supo que tú eras la indicada para casarse con él, desde que te vio. Y te ha alabado mucho, diciendo que tienes la voz más hermosa del mundo.

-¿Ha dicho eso? –Pregunte incrédula.

-Tú cantaste ese día, ¿no?

-Sí. Canté mientras mi hermana Annie tocaba el piano. Nos gusta la música a todas, en realidad, solo que Prim está apenas comenzando.

-También nombró el talento de tu hermana mayor. Dice que posiblemente lo lleven en la sangre. Tu madre siempre fue muy talentosa. –Continúa Coriolanus.

-Gracias. –Le sonrío. –Sí, nuestra madre nos enseño lo que sabe. Es merito suyo. -Le dirijo una sonrisa amplia a mi madre, que está sonrojada y sorprendida por el elogio.

-No creo que sea para tanto, hija. Tú naciste con una hermosa voz, yo solo te ayude a explotar tu talento.

-A buen maestro, buen aprendiz. –Dice Alma sonriendo a mi madre.

-No quiero ser entrometida, pero tengo curiosidad por el motivo por el que están todos aquí y tan poco animados. Me están empezando a preocupar. ¿Le sucedió algo a su hijo?

-Es una larga historia, señorita Abernathy. –Me dice el padre de mi prometido. – ¿Porque no se sienta? –Señala el lugar vacio al lado de mi madre en uno de los sofás ubicados en una esquina del despacho. Yo solo me siento al lado de mi madre, que toma mi mano en señal de apoyo.

Algo está muy mal.

Mi padre sigue sentado en su escritorio escribiendo muy concentrado, posiblemente una carta. Cuando acaba se nos unió, se sienta junto a mí y acaricia mi cabello con ternura. Nuestros invitados están sentados frente a nosotros, en otro sofá. Se mantienen juntos y tomados de la mano, como si necesitaran ese contacto para prepararse sobre lo que tienen que decir.

-Paso algo muy grave, hija. O eso creemos. –Dice mi padre.

-¿Qué fue?

-No lo sabemos, señorita Abernathy.

-Llámenme Katniss.

-Bien, Katniss. –Asiente el hombre. –Se trata de nuestro hijo y estamos realmente muy preocupados. Él…

-Él ha desaparecido. –Completa su esposa, muy afligida. –No sabemos nada de él desde hace dos semanas.

-Pero, dos semanas no es mucho tiempo.

-Tienes razón, pero no para él.

-¿Qué quiere decir? –Le pregunto a la mujer.

-Él se comunicaba con nosotros casi cada día, nos enviaba cartas y nosotros le enviábamos a él. Estaba bien y feliz, ocupado con sus estudios. Pero siempre se hacía tiempo para contestar nuestras cartas y las de sus amigos y familiares. Hace exactamente dieciséis días nos llegó la última. Desde ese día nadie sabe nada sobre él. Nos hemos cansado de comunicarnos con los contactos del lugar donde se hospeda, donde estudia, sus amigos. Nadie sabe nada. No se ha puesto en contacto con nadie desde entonces. Todas sus cosas siguen donde se hospedaba. Documentos, dinero, ropa, maletas vacías, por lo que tenemos la seguridad, de que no huyo a ningún lado.

-¡Oh, Dios! Esto es malo.

-Lo es. Sabemos que le ocurrió algo y ya no sabemos qué hacer. Hace una semana estamos haciendo averiguaciones, moviendo contactos. Él viajo también hasta allí. –Dijo señalando a su esposo.

-No tuve éxito, nadie sabe nada. Estaba tan desesperado, que pregunté en la policía, los hospitales, hasta la morgue. Es como si hubiera desaparecido del mapa. Tenemos la esperanza de que este perdido en algún lugar, pero vivo y de que pronto lo encontraremos.

-¿Hay algo en lo que podamos ayudar? –Le pregunto con voz temblorosa. No sé en qué pensar, aún estoy asimilando las palabras de ellos. Peeta Mellark estaba desaparecido y los más afectados eran los padres. Alma empieza a derramar algunas lágrimas en silencio y su esposo la consuela, al parecer tratando de permanecer fuerte por los dos. Tal vez no lo conozco muy bien a Peeta pero solo de pensar en que puede a pasarle algo siento una opresión en el pecho. Después de todo, mi padre jamás me obligaría a casarme con alguien que considerara que era mala persona, él tiene mejor criterio en ese aspecto, siempre nos protegió, a mí y a mis hermanas.

-De eso estuvimos hablando con tu padre. El moverá todos sus contactos para ir en la búsqueda de Peeta. Ya tenemos a toda la policía de Dublín buscándolo, pero la policía sigue pensando que muy poco tiempo para considerar su desaparición como algo grave.

-No pueden decir eso. –Solté. -¿Qué tal si le sucedió algo malo? ¿No piensan en eso?

-Al parecer, no. Solo aceptaron ir en su búsqueda por mi posición y poder. Se los exigí y no les quedó otra opción que ceder. Tuve que poner dinero, pero no me importa nada, mientras tenga a mi hijo de vuelta. –El parece recordar algo y saca dos sobres con nombres escritos a pluma en el dorso. Y me los pasa.

-¿Y esto? –Le pregunto.

-Una carta es la nos envió a nosotros. La ultima. Y la otra es para ti. La envió junto a la nuestra. Leí el nombre escrito y comprobé que evidentemente me pertenecía.

-¿La han leído?

-No, la verdad nos habíamos olvidado por completo de esta carta hasta hoy, cuando decidimos venir a informarles la situación. Pero tú nos podrías decir ahora si tiene alguna información útil. Algo que nos lleve a él, o nos de alguna pista.

-De acuerdo. –Contesto dispuesta a ayudar en lo que sea posible por encontrarlo.


A/N: Hola ¿como están? Espero que les guste esta nueva historia. En teoría no sera de muchos capítulos, pero ya veré de cuanto será la extensión. Espero que lo disfruten :)