Derechos reservados, yo merengues, Bárbara Edith M. G. ¡Soy la autora! Contiene algunos desperfectos de tipo ornitográficos (ortográficos). Es clasificación A. Traiga hasta el perico.
Salvando la Noche de Brujas
En un típico pueblo de los Estados Unidos. El viento juguetón sacudia con ímpetu las ramas calvas de los árboles, sin hojas a causa de otoño. A pesar del frío y la lluvia, la gente del lugar están muy contentos porque dentro de poco tiempo será Halloween. Por tal motivo se observa unas que otras calabazas de color naranja intenso, circundando la entrada de las casas. Del mismo modo se observa los consabidos ornamentos, cubriendo las viviendas y varios locales u establecimientos. ¡Tú sabes! Adornos cómo: Fantasmitas, murciélaguitos, brujitas, arañitas, gatitos negros y un extenso etcétera que representan el Halloween.
A una distancia corta de por allí. Un joven de aspecto delgado con anteojos se premura a meterse en su colegio (High School). Adentro. Camina por el pasillo, durante el trayecto se acomoda la boina y se sacude la bufanda, porqué unas hojas secas se pegaron en sus prendas. Tras una breve caminata, frena enfrente de su casillero.
Sus dos mejores amigos se arriman para saludarlo. A los dos los conoció en High School, desde entonces siguen siendo sus únicos mejores amigos.
–¡Qué tal jirafa! Ayer fuimos a buscarte, pero tu mamá nos informó que estabas en tu nuevo trabajo. Se supone que somos cuates, ¿por qué no nos dices a qué te dedicas?
El joven delgado tartamudeó por unos segundos, luego responde:
–Seth, por supuesto que somos cuadernos (cuates), para tu tranquilidad no estoy metido en nada malo: no tráfico drogas. –Mueve su rostro, confirma negación.
–¡Tranquilo chico! –Oprime uno de sus hombros–. Jonathan, si no nos quieres decir lo entenderemos –expresa en tono algo desabrido.
–¡Eric no hagas ese puchero, pareces un cachorro abandonado! De acuerdo, les voy a decir en que consiste mi trabajo –Frunce la boca mientras piensa qué decirles–. Trabajo con mi primo en su aburrida tienda de libros antiguos.
–Ah, es eso, entonces por qué tanto misterio contigo –exclamó Seth algo contrariado.
Seth de dieciséis años tiene la misma edad qué el chico con gafas, o sea Jonathan.
–Él tiene toda la razón. No te ofendas cuate, pero eres bastante extravagante y eso nos encanta de ti –dice Eric en tono animoso.
En cambio Eric tiene quince años.
Jonathan empieza a sonrojarse, sus amigos lo ciñen para abrazarlo. Este tierno momento es interrumpido por una persona non grata para el trío. Se trata del muchacho más popular del colegio, el chico millonario del pueblo.
–¡Hey, ustedes dos, háganse a un lado! Me urge hablar con el tipo magro –soltó con petulancia.
–¡No soy magro! –El chico millonario pliega una ceja–, bueno sí, estoy muy flaco, se debe a… El caso es qué me llamo: ¡Jonathan! ¡Recuerdalo muy bien, Michael! Y por cierto, ¿cuál es la gran urgencia? Si se puede saber.
–Quiero agradecerte por haber salvado mi vida. Si tu no me hubieses apartado de allí, seguramente ese camión me hubiera atropellado. ¿Cómo diantres corriste tan rápido? –comenta, sujetandose la barbilla.
–Verás Michael, no tengo bicicleta y a veces tengo que correr –Jonathan se carcajea con levedad.
–No insistas Cera, Jonathan tampoco nos ha explicado sobre sus misteriosos poderes –dijo Seth observando al chico magro.
–Otra vez la burra al trigo. No tengo poderes, vale, soy un simple humano mortal. Y volviendo a la pregunta, ¿cuál es la urgencia, Michael?
–Dentro de poco tiempo, daré una enorme y lujosa fiesta para celebrar el Halloween, será una fiesta de disfraces. Y como me salvaste la vida, quiero invitarte exclusivamente a ti: A nadie más.
Eso último, molesta a Seth y a Eric. Muestran un mohín de enojo.
–¡El tío lechoso no me invita a su fastuosa fiesta de Halloween, porque soy un suculento chocolate oscuro! –comentó Eric.
–No es por el tono de tu piel, se trata de tu estatus social –aclaró Michael, aún con petulancia.
–¡Vámonos Seth! ¡Ya va a empezar la primera clase de este día!
Eric incómodo se voltea y sujeta a Seth.
–¡Muchas Gracias Cera! Por tu culpa, ahora mis hermanos se sienten mal –expresa Jonathan, tratando de que sus amigos no se alejen.
–¡Sueltanos! Nos vemos en el salón –acotó Seth.
Ambos muchachos se retiran del lugar.
–Michael, agradezco mucho tu invitación, pero si ellos dos no van conmigo a tu fiesta: ¡Me niego rotundamente a ir! –sentenció el joven delgado, dándose la vuelta para tratar de alcanzarlos.
El joven millonario de catorce años, no daba crédito a la suspicacia del trío. Sin embargo, mucha gente iría a su fiesta. Además disfrazados ninguno se daría cuenta de su estatus social. Michael suelta un ruidoso suspiro, resignado acepta su sentencia.
–¡Esta bien, ustedes tres están invitados a mi fiesta!
Jonathan sonríe y ríe triunfante. Michael se asusta tantito. Ambos emprenden el viaje hacia su salón; son compañeros de clase.
El chico llamado Jonathan, disfruta mucho la compañía de los seres humanos por eso sigue asistiendo al colegio. También, porqué el chico es semi-mortal, digamos que es cuarenta por ciento humano. El joven durante su niñez se consideró raro, extraño, bizarro, anómalo, más todos los sinónimos de rareza… Sentía que él no era cómo los demás. Por más que lo intentaba nunca encajó en algún lugar. Y cuándo cumplió los doce años de edad, supo la razón de este malestar. Sus padres en aquella fiesta de cumpleaños le revelaron su verdadera naturaleza o esencia.
Remontaré a una época muy antigua. Esto sucedió en la época medieval; cuando los padres de Jonathan se conocieron.
Su mamá de nombre Robyne, es una bruja (su madre también es bruja, menos su padre, él era un humano). Por tal motivo, ella iba ser quemada en la hoguera. Un soplón desairado la acusó de brujería. Por fortuna el padre de su hijo Jonathan, andaba por allí y pudo rescatarla con ayuda de sus cualidades vampíricas, antes de que se rostizara. Así es, su papá se llama Serge, es un vampiro (su padre también es vampiro menos su madre, ella era una humana). Por tanto, Robyne es una semi-bruja y Serge es semi-vampiro. Después de rescatarla, decidieron permanecer juntos hasta el final de su inmortalidad, aunque no se sabe cuándo será. Mucho tiempo después. En una época más moderna. Serge estableció una tienda de antigüedades en el pueblo, por poseer valiosas reliquias y tesoros (las ventajas de ser inmortal); a su vez, Robyne se convirtió en escritora independiente, no posee objetos y reliquias pero sí memorias y conocimientos valiosos que hay qué narrar.
Otro tiempo después, en el año 2000. Robyne dio a luz a su primogénito y único hijo hasta el momento. El chico con lentes de armazón negro, Jonathan. El aludido nació con las habilidades y cualidades de ambos padres, no obstante, todavía no domina muy bien sus poderes de brujo. También sufre mucho cuando oculta sus colmillos, sobre todo en el tiempo que está cerca de sus dos amigos o otros seres humanos. Su padre le enseñó la forma de cómo se ocultan los colmillos, también le enseñó a controlar el impulso por la sangre humana. Sus padres no desean que Jonathan, se convierta en un asesino como ellos lo fueron en el pasado, más Serge. Por consiguiente, padre e hijo acuden al banco de sangre para surtirse de provisiones cada fin de semana.
Una cierta ocasión en el pasado. El muchacho delgado lo pasó muy mal, cuándo su amigo Seth se cortó el antebrazo con un cuchillo por accidente, el líquido rojizo salió de chisguete. No por el hecho de que probablemente iba a morir su mejor amigo sino porque no podía beber ni probar una sola gota de sangre.
Robyne y Serge, le han advertido a su hijo de los problemas que surgirían si sus amigos se enterarán de que él es un brujo-vampiro o «brujampiro», este mote lo inventó su mamá. Por tal motivo, Jonathan no utiliza su magia y poderes delante de algún ser humano o mortal. Excepto aquella ocasión que utilizó su velocidad para salvar a Michael Cera. El chico millonario alardeó con el rescate todo un mes; metiéndoles a Seth y a Eric la bonita idea de qué su salvador es una especie de superhéroe. Y hasta el día de hoy, continúan cuestionandolo sobre su extraña velocidad. Jonathan se arrepiente de haber salvado a Michael, porque le causa mucha angustia aparentar ser un humano.
El nombrado, se siente contento por qué las clases de hoy, jueves, terminaron. Después de informar a sus dos amigos del cambio de parecer de Michael sobre la fiesta de Halloween. Los dos chicos comienzan a cacarear con mucho escándalo. Jonathan se despide pero no lo oyen, se encoge de hombros y enseguida se aleja.
–¡Hey, espera hombre! ¡Detente! ¿Cuál es la prisa? –pregunta Eric, sujetando su bufanda de cuadros color azul con rojo. El brujo-vampiro lo mira cómo pensando: ¿Quieres ahorcarme o qué pasión desenfrenada?
–¡Sí, aguanta las carnitas! Pensábamos ir a la nueva plaza que abrieron, porque hay muchas cosas que les gustan a los chicos de nuestra edad –comentó Seth en tono chévere.
–Sería muy chido no lo niego, pero tengo un trabajo urgente por cumplir. Además si falto mi primo me asesinará –sonríe, luego súplica–. Eric por favor suelta mi bufanda.
El mencionado suelta la bufanda. Jonathan nuevamente se despide con la mano derecha, posterior se retira lo más pronto posible. Ambos chicos quedaron tristes.
–¿Qué clase de monstruo será su primo? –expresó Eric, sacando su bufanda color azul con blanco de su taquilla.
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Jonathan no necesita el dinero ni mucho menos experiencia laboral. Sucede que, cada día, saliendo del colegio acude a la tienda de libros para seguir con su entrenamiento de magia e hechizos. Su primo es su mentor.
Tras cruzar la avenida. Dobla la esquina, avanza encima de la banqueta. Da varios pasos más. Delante de él se asoma la entrada de la tienda de libros, que se asemeja a un palacio de fantasía de cuento chino. Jonathan quedó lelo, contempla la entrada por un par de segundos. Después, empuja la puerta haciendo sonar la campanilla. Su primo concluye con la venta de un libro de hechizos de amor.
–¡Muchas gracias! Les deseo una linda tarde –sonríe, el dueño de la tienda; que viste ropa otoñal y no trae lentes.
Las mujeres que compraron el libro se retiran de allí, observan como Jonathan se aproxima.
–¡Qué tal, Jacob! Estoy preparado para seguir con el entrenamiento –susurra el muchacho con gafas.
El primo libera un resoplido de hastío.
–Muy bien. Seguiremos con la lección de transmutación, ya que la levitación y teletransportacion no se te dan muy bien –habló su mentor.
Jacob tiene dieciocho años. A diferencia de su primo, él solamente es un brujo porque sus papás son brujos. Jacob a temprana edad, aprendió a controlar y dominar sus poderes con perfección; por eso Jonathan le rogó que le enseñará a controlar los suyos. Al principio, Jacob no quería ayudarlo por qué su tía Robyne le amenazó. La señora bruja, tiene pánico que su hijo no pueda escapar de ciertos hechizos poderosos, cuyos ella misma ha experimentado. Si no sintiera tanto pánico sin dudarlo entrenaría a su propio hijo.
–Por cierto, ¿volviste a cambiar la fachada del establecimiento? –le pregunta Jonathan.
–Sí, me aburro fácilmente. ¿No te gusta el dragón? –También pregunta Jacob.
–¡Es asombroso, me fascino un montón! –Muestra un gesto de alegría–. Pero, tengo una duda. ¿Nunca un humano se ha percatado de esto? –pregunta mientras arruga el rostro.
–¡Con magia todo es posible! –Se ríe con levedad el mentor.
–¡Jacob, estoy hablando en serio!
–¡No! hasta la fecha ni un solo humano me ha interrogado sobre esto. Antes de comenzar con el entrenamiento, dejame asegurar la puerta.
Jacob chasquea los dedos, de súbito la puerta es asegurada. Es como si una persona invisible hubiese arrastrado el pestillo.
–¡Listo! ¿Caminamos o te teletransporto? –inquiere, a la vez toca su fina barba.
–¡Caminamos! Me gusta ver los libreros y todo lo que hay alrededor –desveló Jonathan, despojándose de la boina y bufanda.
Ambos primos llegaron a un cuarto qué en realidad es el sótano de la tienda. Jacob con su magia lo transformó en un gimnasio de boxeo. Los dos se suben al ring.
–Adelante Jonathan, estás en tu casa; porfa toma asiento –Le ordena con la mano.
El muchacho busca con la mirada el banquillo. Jacob roda los ojos y bufa. Tras esto, menciona una frase en un idioma marciano, o sea, un idioma extraño.
–¿Es un trabalenguas? –gritó Jonathan.
Mientras el gimnasio de boxeo resplandece con colores. El brujo se harto del gimnasio, ahora es una cámara secreta tipo europea.
–Querido Jonathan, toma asiento en el suelo. Siéntate. Ponte, estilo flor de loto.
Su primo hace caso. Jacob continúa hablando:
–¡Perfecto! Antes de empezar, diré lo siguiente: ¡No me gustan las varitas mágicas! porqué se asemejan a un señalador de pizarrón. Ahora sí, comencemos. Si no te molesta, me gustaría seguir con el ejercicio de ayer que no concluimos, más bien él que no te salio.
Jonathan se rasca la cabeza. Jacob coloca un vaso de cristal con agua enfrente de su primo.
–El vaso contiene agua, quiero que la conviertas en plasma.
–Pero, pero… No me sale. Mejor la transformo en mercurio –Alega mientras gesticula con la mano.
–¡No! ¡Eso es de párvulos! –expresa con dramatismo.
–¡Esta bien, pero no te enojes! –Jonathan se acomoda los anteojos.
–No estoy enojado, pero es el colmo contigo –confirma Jacob.
Jonathan respira y cierra sus ojos para concentrase. Literalmente, comienza la magia.
–¡Maravilloso! Herviste el agua, ya puedo prepararme un café o quizás un té –dijo Jacob con sorna.
De inmediato lo cambia con magia, aquel vaso por otro vaso con agua templada.
–¡No te pedí petróleo, te pedí plasma! –expresó Jacob, cruzado de brazos. Al instante aparece otro vaso.
–¡Y dale con el mercurio! Te pedí plasma –espetó Jacob.
Y así continúo la serie de despistes por parte de Jonathan y las frases geniales por parte de Jacob.
Jonathan apunta hacia el agua, pronto le dispara un rayo de luz con su dedo. La energía se mezcla con el agua. Creyendo que por fin atino.
–¡Pedí plasma, no Flubber! –dijo Jacob, despeinandose por la desesperación.
El chico con gafas, carga el vaso y lo pone boca abajo; se divierte por el hecho de que la gelatina verde no desciende (igual que una vela de vaselina).
–¡A la fregada con esto!, cambiemos de ejercicio –sugiere Jacob en tono irritado.
–¡Ya mero lo lograba! –pronunció Jonathan, sudando por el esfuerzo.
–Sí, sí, a tú parecer lo estabas logrando –espetó el mentor y prosigue–: Olvidémonos de esto y continuemos con el ejercicio de dicción. De qué sirve que seas brujo, si no puedes pronunciar bien un solo conjuro.
–Mi lengua no entiende de lenguas muertas –habló Jonathan con ironía.
El dueño de la tienda se dirige a un librero para sacar el libro de costumbre: de hechizos, conjuros, maldiciones y demás. Pero en el trayecto suena su teléfono móvil, rápido atiende la llamada… Se trata de su novia humana, ésta mortal no sabe que Jacob es brujo (y no por pobre). El joven de dieciocho no quiere romper la regla cuya prohíbe a los brujos y brujas revelar su naturaleza con los seres humanos. Jacob no anhela parar en la hoguera como ocurrió con su tía materna, o algo peor.
Sin embargo, por estar mandando palabras y besitos dulzones, no se da cuenta que tomó un libro equivocado. Continúa la conversación con su novia. Da media vuelta y regresa con su primo. Jonathan recibe el libro, luego de darse cuenta de que no es el libro de costumbre. Desea reclamarle a su mentor, no obstante no le escucha. Minutos después, Jacob hace una breve pausa, pronto le da una orden a su primo:
–Abre el libro en la página 23, trata de grabarte todos los conjuros de esta hoja.
–De acuerdo, pero este libro no es el de siempre. Asímismo la portada no me da mucha confianza. Omg, está forrado con piel de… ¡Humano! –Se horroriza Jonathan.
Su mentor no le presta atención.
–¡Sí mi dulce corazón sigo en línea! –dice Jacob con mirada de borrego.
El chico horrorizado no le queda otra opción salvo estudiar con el enigmático libro.
Datos:
Elenco de mi fic: Jonathan es Jay Baruchel, Jacob es Jake Gyllenhaal, humano Seth es Seth Rogen, humano Eric es Eric André, humano Michael Cera es él mismo y Robyne and Serge son los nombres verdaderos de los padres de Jay Baruchel.
Lo creé por motivo del Halloween, porque me fascina mucho esta celebración. Mi historia halloweeña está separada en tres partes. Si la leíste de a cabo a rabo ¡muchísimas gracias por tu atención!, espero que te haya gustado o entretenido o, por lo menos la comprendiste.
Reitero de nuevo. ¡Muchas gracias por su atención, hasta la no tan próxima vez!
Bárbara E. G. M.
