—Mari...

No había caso. Por más que Alya insistiera, Marinette no despertaba de su profundo sueño.

—Marinette... —volvió a susurrar, llevando su mano a la cabeza de su amiga para así despertarla con un suave golpe—. Estamos en clase. Despierta —añadió con un tono más molesto de lo normal. Llevaba toda la clase tratando de despertarla, porque sabía que más tarde, cuando la Señorita Bustier despertara a Marinette, se quejaría con ella.

Alya volvió su mirada al frente y notó que su amiga había sido descubierta por la profesora. Sin embargo, más que sentirse preocupada, se sentía feliz; por fin iba a ser capaz de prestar atención a la clase, además, literatura no era fácil para ella.

La Srta. Bustier caminó hacia el puesto de Marinette y con el libro de texto le golpeó en la cabeza.

—Si tiene tiempo de tomar siestas en mi clase, debo suponer que ya sabe todo y sacará una buena calificación en el examen —afirmó con tono amenazante y mirando directo a los ojos de su alumna, quien sintió cómo sus pulmones se quedaban sin aire al estar tan asustada.

—S-sí, profesora... D-digo, ¡discúlpeme! —Marinette apenas podía mirarla a los ojos. Quizá la Srta. Bustier podía ser amable, pero lo que más odiaba era que se durmieran en su clase, y eso Marinette lo tenía claro.

La Srta. Bustier asintió levemente con la cabeza y volvió a la pizarra para continuar escribiendo.

Marinette dejó salir un suspiro, lo que provocó la risa de su amiga.

—¡Amiga mía y riéndote de mis desgracias! —exclamó con el entrecejo fruncido.

—Marinette, no exageres. —Con su pulgar limpió una lágrima provocada por la risa—. ¡Ay niña, cómo me haces reír!

Marinette rodó lo ojos y tornó su vista a la rubia cabellera de su amor platónico. Él siempre se sentaba delante suyo.

Adrien, al igual que Marinette, tenía ojeras y no podía evitar bostezar a cada minuto; el día anterior se había quedado hasta tarde luchando contra un akumatizado. Aun así, en los ojos de Marinette se veía perfecto.

Recordó aquel hermoso sueño que tuvo antes de ser despertada. Estaba siendo atacada por un malvado Chat Noir, entonces, Adrien llegó y la salvó. Marinette estaba entre sus brazos y, como si fuera una princesa, él acarició su delicado rostro, aterrizó suavemente sus labios contra los de ella y...

Nada.

El rostro de la Srta. Bustier apareció en su mente y el beso quedó en el olvido.

Marinette sacudió la cabeza tratando de olvidar el asunto. Observó a su amiga y notó su cara sonriente.

—Alya, ¿por qué sonríes de esa manera? —inquirió con un tono y una sonrisa que irradiaban inocencia.

—Siempre he sonreído así.

Marinette no prestó atención a su evidente sarcasmo. Solamente se limitó a alzar una ceja, dando a entender que preguntaba en serio.

—La verdad es que estoy muy emocionada... —confesó y sus ojos estaban centelleantes de alegría. A Marinette le encantaba verla tan feliz—. ¡Hoy podré tomarle unas fotos a Ladybug para el blog!

«¿Eh?», pensó en voz alta.

—Nada de «¿eh?» —imitó Alya haciendo una mueca de disgusto—. Hace una semana quedamos de acuerdo y hoy nos juntaremos.

De pronto, Marinette pareció curarse de su amnesia. Hace una semana habían quedado de juntarse en la escuela para una entrevista y unas fotos. Era un favor que le debía a Alya por ser amigas.

(...)

La larga sesión de fotos por fin había finalizado. Ladybug sentía que sus hombros se caían, que los párpados le pesaban y aún peor, no le quedaban galletas para Tikki.

Corrió con gran velocidad buscando algún pasillo por el cual nadie pasara, pero no encontró ninguno. Tuvo que salir de la escuela y se escondió detrás de ésta, en donde había un bonito jardín con muchas flores; lugar donde siempre iba cuando quería estar sola.

Por otra parte, cerca de ella, se podía observar a Adrien silbando una alegre melodía, avanzando con grandes pasos que lo hacían ver como si estuviera saltando. Él escuchó la voz de una chica hablando, seguida de otra más aguda.

«Exageradamente aguda», afirmó él.

Una fuerza dentro suyo hizo que se escondiera detrás de un arbusto, sentía que si era descubierto algo malo podría ocurrir. Se giró para volver por donde había venido, sin embargo, algo lo detuvo.

—Plagg, no espíes —escupió de mala gana. Las travesuras de su "amigo" lo tenían cansado.

—¿Cómo supiste que estab...?

—Sé todo sobre ti. Pasamos todo el día juntos, lamentablemente. —La figura de Adrien alejándose se observaba a la vez que gruñía—. Vamos, Plagg, te daré queso.

—Eh... pero si es Ladybug quien está hablando.

Adrien se detuvo en seco y miró a Plagg por encima de su hombro. Quería verla, pero Plagg podría estar mintiendo.

—Hablo en serio. Desde aquí veo a su kwami.

Solo esas palabras bastaron para hacer que Adrien volviera corriendo en dirección a Plagg y se escabullera en el mismo arbusto de antes.

—Esto está mal. No debo ver, no debo ver... ¿Y si lo hago? ¡Agh, quiero verla! —farfulló con un rostro levemente sonrojado. El impulso de querer ver era inmenso, y su respiración cada vez se agitaba más. Dudando un poco, miró por entre las punzantes ramas que tenía el arbusto, y su respiración se cortó. En ese instante, miles de pensamientos cruzaron su mente, pero era difícil adherirse siquiera a uno.

—¿M-Marinette?

Chan Chan Chaaannn... bdwkfb

Aquí termina el prólogo xD

¡Hello, mi gente! Lo más probable es que se pregunten por qué éste es el capítulo cero.

¿A quién engaño? Nadie se lo pregunta ni a nadie le interesa.

No importa, aun así diré la razón.

No estoy muy segura, pero hasta lo que tengo pensado escribir, la historia solo se contará de acuerdo a la perspectiva de un tercero fuera de la historia (narrador omnisciente); es decir, no habrá ningún POV o algo parecido. También quería empezar la historia sin explicar esto, partir directamente con Adrien confesándose, pero no iba a funcionar. Era necesario explicar cómo es que se enteró Adrien, lo que sintió y cómo llegaron a la situación del capítulo uno.

Mejor dejo de hacer spoiler...Bromeo, nunca lo hice.

Por favor, sigan con la lectura.