"Eien"
Por: Niix Erinea Kitsune
Capitulo 1
-Tu... quien eres..- Frías y gélidas palabras abandonaban la boca de aquel ser de ojos carmines y cabellos morenos rebeldes.
El joven de cabellera rojiza, se giró repentinamente, levantando así su mirada y dirigiéndola a los ojos de su emisor, el cual lo miraba muy detenidamente. No dijo nada. Ni siquiera se inmutó a hacerlo. Una pequeña, pero desafiante guerra de miradas se desato entonces en ese momento.
El joven de cabellera roja y ojos verdes brillantes como esmeraldas, se hallaba arrodillado a orillas del río denominado Wadi Lakk o mejor conocido como Río del Lago, su expresión era neutra y segura, en cambio su adversario serio se encontraba con mirada afilada, de pie a pocos pasos de este y con espada en su cintura amarrada, la sostenía con una mano.
Pocos minutos después de aquel juego extraño de miradas, sonidos rápidos y molestos de galopes, tal vez de camellos se acercaban al lugar, gritos de hombres furiosos intentaban buscar algo en aquel desierto caluroso.
Rápidamente abrió mas sus ojos verdes preocupado, devolviendo su visión al río en frente de el, luego analizó su bolsa color chocolate, que se encontraba a su lado. Tomándola, de ella sacó un pequeño cofre dorado, muy brillante, probablemente de oro. La miró unos segundos para luego pararse en su lugar, estiró su brazo un poco hacia atrás para que con un fuerte impulso, arrojarlo muy lejos en aquel profundo río que, probablemente, estaba lleno de misterios...
-¿qué haces?
Pregunta el joven espectador mientras se acercaba un poco hacia el río, mas no mucho, ya que desconocía la identidad del muchacho, y tonto no era para confiar tan fácilmente en las personas, de modo que decidió solo guardar distancia.
Nuevamente no hubo respuesta a su pregunta, el muchacho del río apresurado, dirige su vista hacia el rey sol, tan al acecho como siempre. Rápidamente echó a su espalda aquella bolsa casi bacía, para luego dar un vistazo más atrás, observó lo que sospechaba. Hombres grandes y molestos cubiertos en telas comunes de aquel país, probablemente para protegerse del sol y de miradas que identificaran la identidad de la persona.
Marruecos era un lugar extraño. Pero no imposible de recorrer, ni de vivir, al menos eso pensaba aquel joven.
-Debo irme..- Fueron las únicas palabras del pelirrojo desde su extraño encuentro, quien no hizo nada más que solo mirar al muchacho a los ojos.
De repente y sin que él lo esperara, los hombres envueltos en telas se percataron de su estancia en aquel lugar y más gritos fueron escuchados.
-¡Aquí esta!, ¡Lo encontramos!
Sin más que esperar, el chico de cabellos verdes empieza a correr a lo largo de aquel río, su corazón golpeaba su pecho rápidamente, según parecía, era perseguido por aquellos hombres, y no deseaba ser capturado por ellos.
Las montañas de arena hacían que el camino sea aun más dificultoso. No sabía dónde ir en aquellos momentos; no esperaba ser encontrado tan pronto..
-¡Sube!, ¡Rápido!- Aun corriendo, se gira repentinamente al escuchar la voz gruesa de esa persona, estaba tendiéndole la mano arriba de un camello galopando. Lo miró a los ojos unos segundos cuestionando, para luego sujetar con fuerza su brazo y así subir detrás del muchacho y amarrarse a su cintura. –Sujétate.- Anuncia el de cabellos negros para así poder dar marcha a todo galope.
Mientras, más atrás se escucha gritos de hombres, furiosos por perder de vista al muchacho pelirrojo.
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Hacía mucho habían perdido de vista a aquellos tipos, aun así su camello corría por el desierto hasta que sin previo aviso el moreno detiene su andar. El pelirrojo, aunque sumido en sus pensamientos estaba, se percato de aquel acto y rápidamente suelta al muchacho. Cuando ya se hubo detenido el animal, el de ojos verdes baja casi al instante.
-Responde..¿Por qué te perseguían esos tipos? – Aun arriba de su transporte pregunta el de ojos rojos. El otro simplemente lo mira con desconfianza.- ¡Te he ayudado demonios!, ¡Responde!
El pelirrojo se sorprende por aquel repentino cambio de humor, aun así baja su mirada a la arena caliente del lugar. Era justo que le respondiera, después de todo... era verdad, lo había ayudado..
-Yo.. No estoy autorizado a entrar a este país... –Susurra aun con su mirada baja.- Pero... ¡Yo no tenía opción!, necesitaba hacerlo!... necesito estar aquí por lo menos un mes... ¡Por favor, no me entregues a ellos!- Dicho esta última frase mira con ojos llorosos, brillantes y hermosos a aquel muchacho, quien no había dicho palabra alguna. Solo miraba inmune y arrogante sobre su camello. Cerró sus ojos, analizando la situación, bufó y los volvió a abrir.
-¿Tienes lugar donde quedarte?.- La pregunta llegó desprevenida y al pelirrojo se le había escapado una lágrima. Negó con la cabeza.- ¿Cuál es tu nombre?
-Kurama..- Menciona algo bajo.- muchas gracias,.. Por sacarme de ese lugar...-
-Sube- Dice nuevamente el de ojos rojos.- Conozco un lugar seguro..- Aclara confiado mirando el horizonte frente a él. Kurama estaba más que sorprendido, no sabía qué hacer exactamente. Echa un vistazo al lugar donde estaba y no tenía ni la menor idea de donde era, solo había arena.. ni siquiera estaba el río para orientarlo..Solo montañas arenosas y mas arena...
Pensó que no tenía otra opción más que ir con aquel muchacho, que por cierto aun no sabía ni el nombre. No quería pasar la noche en ese lugar, sabía muy bien que las noches allí eran de congelarse, y lo último que quería era morir allí.
Sin pensar más, subió al camello, esta vez sin sostenerse del muchacho frente suyo. El animal empezó a andar..
-¿y tú..?, ¿Cuál es tu nombre?..
El jinete, con mirada fija en el horizonte, responde:
-Hiei...Mi nombre es Hiei...
Dicho aquello, callaron sin silencio incomodo. La verdad no había más que pensamientos personales. Ya no había nada más que decir... La noche empezaba a caer sobre ellos...
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