Titulo: Pequeño salamander
Sinopsis: Gajeel mira absorto al bebé de la pesadilla de su amigo y después de reflexionar sobre el pequeño ser, solo sabe que quiere una cosa.
Clasificación: T, solo por palabras altisonantes
Nota de autora: Drabbles, drabbles sin sentido everywhere. Solo eso, pequeñas historias que se me ocurren sin más, asi que then no esperen mucho de ellas, LOL.
Aclaración: No, Fairy Tail no me perteneces, nada.
Pequeño salamander
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Gajeel miraba al pequeño bebé con parsimonia.
Estrechaba los ojos quedamente, nunca había tenido uno tan de cerca, era extraño, un acontecimiento "épico" en su vida, ya que jamás pensó en ver a un bebé a menos que fuera en la manos de una joven que corría salvando su vida y la de su hijo. (Como los recordaba de sus malos años de vida).
El pequeño ser parecía complacido con su presencia, pues reía con sonidos glutinosos llenos de baba que se escurría en su boca apenas formada.
Gajeel se contraía en su silla, sentado del lado opuesto recargaba su pecho en el respaldo, sus manos estaban tiradas a sus costados.
Sus pupilas seguían cada movimiento del niño, que seguía riendo, como si la vida misma fuera una broma, frunció el ceño, ¿como podía ser tan feliz una cosa que ni siquiera sabía que era felicidad?.
Levantó una mano y puso presión con el dedo indice en la casi invisible nariz, el niño río aún más.
―Eres un renacuajo muy raro. ―Le comentó al parecer al bebé y es que le daba igual si le entendía o no, él se entretenía un momento con su monologo y saciaba su curiosidad al mismo tiempo.
―Gajeel no le digas así, a Lu-chan o a Natsu no les haría gracia ―regañó desde la lejanía de la cocina Levy, donde ponía a calentar agua para el biberón del susodicho hijo de sus amigos.
―Tsk, no me importa, ellos lo dejaron aquí, ahora se joden. ―Gajeel ignoró el "¡No digas malas palabras enfrente de él" y siguió en el cause de sus reflexiones.
Dejó de presionar la nariz que estaba ya roja como la grana, el niño alzo sus manos cuando hizo esa acción, casi como si quisiera que la mano de Gajeel no lo abandonara.
Sus iris repararon en su tamaño, era tan, tan minúsculo, lo podía cargar con una mano sin problemas, y si quería con solo un poco de fuerza de más que aplicara se rompería, en dos, en tres, el punto es que se quebraría y dejaría de vivir.
Miró a las canicas que se hacían llamar ojos del bebé, era grandes, de color ocre como los de su madre, su cabello rubio se arremolinaba en la coronilla.
Suspiró, por alguna razón, le inspiraba cariño, ¿como podías odiar a un bebé?, ilógico llegó a la conclusión.
Volvió a llevar su mano al bebé que aprovecho la oportunidad y agarró el pulgar del hombre, el se quedó quieto, sintiendo la manita del hijo de la pesadilla de amigo que tenía envolver apenas su pulgar.
Rayos, era muy lindo. (Para ser hijo de esos dos, era un logro).
Y a él le gustaban las cosas así, lindas y pequeñas , como Lily (pese a que el gato no lo admitiera) y Levy. Era su más oscuro fetiche, que solo los antes mencionados sabían.
De momento una idea lo asaltó, sonrió de lado con sorna.
―Levy ―nombró a la mujer que traía consigo un biberón recién preparado.
―¿Que ocurre? ―cuestionó, acercándose.
―Quiero un bebé.
El biberón se cayó y el pequeño salamander lloró.
Lo se, no tiene sentido. But anyway.
¿Review?
