Drabble: Hermana.

Summary: Este reto participa en el "Mini-reto del mes de Marzo: Drabbles" con el personaje de Kaede.

Cincuenta años no pasan en vano, ella siempre extrañó a su querida hermana Kikyo.

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, yo solo los tomo prestados de la grandiosa y única Rumiko Takahashi, creadora del fantástico universo de Inuyasha, Ranma ½ y muchos más.

Esta historia es sin fines de lucro y únicamente la diversión para sus fanáticos.

Advertencia: El relato se encuentra situado a días de la primera llegada de Kagome al Sengoku Jidai, por lo que la perla no se encuentra de regreso en aquel tiempo todavía, por lo mismo, Inuyasha sigue sellado y la verdad sobre la muerte de Kikyo no se ha desvelado.

Ahora sí: ¡A leer!

Palabras: 500

La aldea se mantenía en una paz y quietud que podían llegar a parecer fantasiosas en aquellos duros tiempos de guerra.

La sacerdotisa de la aldea, Kaede, una mujer de avanzada edad se ocupaba de purificar la aldea y sus alrededores con la ayuda de sus poderes espirituales.

— Oh querida hermana, no sabes cuánto te extraño –susurró una mujer de avanzada edad.

Se trataba de Kaede, quien, como ya era costumbre desde hacía casi cincuenta años, visitaba la tumba de su querida hermana.

La extrañaba, eso no podía dudarse, ni siquiera el tiempo era capaz de menguar el gran cariño y la admiración que siempre sintió por Kikyo.

¡Ya verás hermana, algún día llegaré a ser una sacerdotisa tan fuerte y valiente como tú! –expresó la niña que ella alguna vez fuera, alegre.

Sonrió con melancolía al recordar aquellos días, tan efímeros y lejanos, que compartió en su tierna infancia, junto a su querida hermana.

Todo a su tiempo, Kaede –había dicho Kikyo, soltando una suave risa cual canto de ruiseñor mientras le revolvía el cabello oscuro —, recuerda, pequeña, que si quieres lograr ese objetivo tienes primero que entrenar y dominar tus poderes –le recordó, con una sutil sonrisa en el rostro.

Los recuerdos venían a su mente de manera clara, como si el tiempo no hubiera pasado, recordaba a su hermana a la perfección, tan cálida con ella, tan protectora, siempre manteniendo una actitud fría, una máscara pues, al ser la protectora de la Shikon no Tama, su deber era purificarla.

Todos creían que ella era una mujer fría y carente de emociones, pero aquello estaba muy lejos de la realidad, su querida hermana era una mujer muy compasiva, ella cuidaba a todos los que les rodeaban, fueran amigos o enemigos, pero esa compasión fue la causa de su desgracia y su gran tragedia.

Una lágrima surco la mejilla de Kaede, mientras se mordía el labio inferior con fuerza al pensar en ello, su querida hermana, y esa perla… ¡Esa maldita perla fue la causante de toda aquella tragedia!

Contuvo el llanto, recordándose a sí misma al encontrar a su hermana, ya moribunda…

— ¡Hermana! –la llamó, estaba asustada. — ¿Hermana, quien te lastimo? –pidió saber, aun siendo una niña de diez años.

Esto me sucedió por no tener cuidado al momento de mi ataque –dijo Kikyo, moribunda. Tomo entre sus manos la joya y viéndola dijo —. La perla de Shikon, hice este sacrificio por ti.

Hermana, hay que curarte pronto –rogó, aun sabiendo que era tarde.

No, ya es tarde para salvarme –sentenció, sintiendo su hora llegar—, por eso, escúchame Kaede –la llamó y viéndola a los ojos dijo: —, quiero que quemes la perla de Shikon junto con mi cadáver a la hora de morir, para que esto no vuelva a caer en manos de seres malignos –y aquellas fueron las últimas palabras de Kikyo antes de morir.

Un gran dolor se encontraba en el pecho de Kaede, su hermana se había sacrificado por aquella perla.