Tras esta tormenta de nieve

todo comenzará y

nada de lo que conocíamos

volverá a ser como antes

solo queda ver como se darán los acontecimientos

Haa... -suspiró- por fin llegue a casa no quiero salir en un buen tiempo, con el frío que esta haciendo es mejor quedarse aquí pero... lamentablemente cuando se acaba la comida hay que ir de compras, si no mi hermano y yo nos moriríamos de hambre jajajja- El Alemán caminaba entumecido aunque fuera poco el tiempo que paso afuera esto basto para entumecer sus piernas y brazos por completo-¡Oye Gilbert, ven a ayudarme!- no hubo respuesta, tan solo el sonido del agua caer y la chimenea que había quedado encendida- valla... parece que no hay nadie- comenzó a caminar a paso lento, colocando las bolsas de víveres en la mesa, y a su paso dejando una estela de agua por su ropa empapada, miro hacia atrás y se dio cuenta de que estaba ensuciando- creo que debo ir a ducharme y cambiarme de ropa- su caminar lento se convirtió en una rapidez impresionante, el agua ya estaba calando sus huesos entro en el baño y escucho el ruido del agua caer- ¿Gil te estas bañando tu?- se escuchó un sonido mudo, el Alemán por detrás de la cortina de baño agarro al Pruso del otro lado- te tengo, ahora déjate de juegos- pero sintió algo extraño, el cuerpo de su hermano era más delgado que de costumbre además de que el prusiano no se intentaba zafar, las proporciones del cuerpo de su hermano no correspondían, lo libero y vio que en sus manos tenían un poco de sangre en sus manos, corrió la cortina de baño rápidamente y encontró a una húngara con una herida en su torso, además de muchos moretones por todo su cuerpo, el cual estaba tenso y no mostraba ningún movimiento, siempre dándole la espalda al dueño de casa.

-E...Eli...¿Qué te paso?!- ella se agacho sujetando sus rodillas mientras que su largo cabello cubría toda su blanca piel y al mismo tiempo que resonó la pregunta de Ludwing, el dolor y la pena salieron al asecho, un llanto desgarrador. El rubio cerro la llave de la ducha, tomo una toalla y cubrió a la chica mientras la abrazaba- Tranquila...tranquila... ya paso... ya paso...

-Casi... me matan...- los llantos comenzaron a cesar y su agarre también

-Relájate... ya no estás en peligro... yo y mi hermano te protegeremos- ella asintió con la respiración entrecortada.

-Achoo!

-Salud, será mejor que te coloques ropa seca

-y tu que te vistas- ambos no se soltaron, él no quería soltarla era la primera vez que veía a la antigua nación con miedo...no eso no era miedo, eso era terror, no la dejaría sola aunque se lo pidiera será muy frio, pero eso no quita que el tenga sentimientos, además que es un sobre protector cuando alguien esta mal y más aún si es un viejo amigo- Hungría, sabes a donde fue mi hermano?

-El me dejo en el baño y escuche que tomo la moto y partió a algún lugar.

-Espero que no se congele

-Ese tonto ha pasado inviernos completos a intemperie, él va a estar bien.

-Gracias, Elizabeth, en la habitación que hay al frente a esta hay ropa, mucha ropa, ve si alguna te queda bien y... porfavor tápate- dijo él irguiéndose y mirando hacia el costado, con la cara completamente roja.

-Lo siento, no me había dado cuenta-dijo ella tomando una toalla y arrastrándola, cuando esta comenzó a caminar, West la observo y vio como la muerte y la amargura la tenían dominada, ya no le importaba el pudor, la persona que había conocido años atrás ya no estaba allí.

Hungría camino hacia la habitación del frente mientras que Ludwing cerraba la puerta del baño para ponerse ropa seca, la cual había dejado ahí antes de salir; ahora que estaba más tranquilo se dio cuenta de que no estaba la ropa de la chica-Debió de haber llegado así-su rostro cambio, quería saber que había sucedido, escucho el ruido de una moto y el abrir y cerrar rápido de la puerta de la casa, además de un trote muy rápido y el sonido de unas bolsas, abrieron la puerta del baño.

-¿Donde esta?- dio el prusiano serio y lleno de ira y preocupación

-¿Dónde estabas?¿Porque la dejaste sola?-el prusiano tiro la bolsa al piso, era alcohol vendas y unas cremas para el dolor de los magullones, entre otros medicamentos, mientras el de ojos carmesí le retenía furioso la mirada a su hermano

-¡¿En dónde está elizabeth?!

-En la habitación del frente, cambiándose ropa-Gilbert soltó un suspiro aliviado.

-Pensé que la habías dejado salir west-poniendo su mano en la nuca, el ambiente se relajó, él nunca se enfada pero cuando lo hace ni Alemania lo puede calmar.

-Hermano, ¿Qué sucedió?

-La encontré tirada en la nieve cerca de la casa, estaba desnuda...y...y...-él golpeo la pared, pensé que se había roto los nudillos, su cara lo decía todo, la violaron y la tiraron como una alimaña, quebraron sus ganas de vivir con la eficacia de un asesino, puse mi mano en su hombro, no sabía que decirle, ni lo sabré ahora que ya ha pasado un tiempo después de eso, aún me da impotencia no haberles ayudado o dicho algo en ese momento