Aqui traigo una nueva historia. La idea es originalmente de la escritora Cecilia Curbelo de Montevideo, Uruguay. Amo sus dos historias: La Desición de Camila y Las dos Caras de Sofía, y espero la llegada de La confesión de Micaela! He tenido ideas de hacer esta historia la prota a Luna y en la siguiente a Mikan... pero despues no megusto la idea... y no se porque no me gusto mas... :/. Eeeeeen Fin. Esta sera la historia La Decición de Camila-Mikan con cambios en algunas que otras cosas asique... disfruten :)
Ah! y Hare mi único agradecimiento aquí, en el primer capitulo:
Gakuen Alice y sus personajes no me pertenecen, ni la mismisima idea de la historia, cual pertenece a Cecilia Curbelo. Lu únic que me pertenece es la idea de la mezcla de ambas historias (?).
Diviertanse!
Resumen:
Mikan, de trece años, recibe en su celular un mensaje de texto que la deja muy intrigada. No sabe si seguir el impulso y averiguar de qué se trata, o quedarse tranquila ese sábado en su casa. A medida que pasan las horas recuerda momentos claves de su vida: el cariño que la unía con su mejor amiga, la relación con su familia, la separación de sus padres, el descubrimiento de sus alices.
Luego tendrá que tomar una difícil decisión ¡Y en eso la ayudarás vos! Lo que Mikan haga (y por tanto sus consecuencias) depende también de tu decisión.
Maia Mizuhara
-~La Decisión de Mikan~-
-~Capítulo 1: El Mensaje~-
De: [número desconocido]
Para: Mikan
Mensaje: ‹‹Mikan: Encontrame en Central Town a las 5pm››
Volví a mirar mi celu, como si no lo hubiera visto nunca, y releí ese mensajito corto pero archimisterioso.
Y entonces pensé… Listo. Te encuentro en Central Town, cómo no. Pero me gustaría saber de dónde saliste, quién te dio mi número, si te conozco, si de verdad vale la pena salir, con este frío espantoso, para encontrarme con vos. Porque la verdad es no solo no tengo ni la más remota idea de quién eres, sino que encima me clavaste la duda terrible por saberlo, y si no voy Central Town no lo voy a saber nunca, pero si voy puedo meter la pata hasta el fondo, ¿no?
Digo, con la cantidad de cosas horripilantes que veo en el informativo, más de que me viven diciendo mi madre, mi padre, mis abuelos sobre el cuidado de hablar con extraños y todo lo malo que puede pasar, bien podrías ser un secuestrador de menores o un asesino serial. El único detalle es que sabes mi nombre y mi número de celular, ¡y eso me desconcierta (y me intriga) bastante!
Alguien coherente le preguntaría a su amiga, a su madre, a su vecina: ''¿Qué hago?'' Pero a mí me paspa andar preguntando por ahí algo que debería saber yo misma, o sea, qué hacer. Siempre me fastidiaron un montón esas personas que antes de dar un paso le preguntan a medio pueblo si están bien en darlo, si deberían dar medio o tal vez salir a correr una maratón.
¡En fin! Me estoy yendo por las ramas y el asunto es que acá estoy en mi cuarto, recién levantada en este sábado de invierno, y de repente tentada a salir a encontrarme con no–se-sabe-quién.
Me miro en el espejo grande, ese de cuerpo entero que me colocó mi oji-chan hace dos años al otro lado de la puerta de mi ropero. Aparte de pelo largo, esponjoso, castaño y revuelto de la dormida larguísima que me mandé, soy común, quizá lo único que me hace ver diferente a los demás es que tengo una marca de nacimiento en la espalda baja, parece como cuando uno tiene sarampión. Sólo yo lo conozco, ah, y por supuesto mis padres. Por suerte no me salieron los típicos granitos en la cara. Solo cuando me viene el periodo -*tos, tos*- me aparecen algunos, aunque básicamente se concentran en la frente. Pero no pasa todos los meses.
¡Pobres algunos compañeros del liceo viven con granitos en la cara! Hay un varón en mi clase, se llama Takumi Miyasaki, que tiene granos de todos los tamaños y colores. ¡Te impresiona verlo de cerca! Está haciendo un tratamiento con un médico y se ve que le preocupa, por eso me enoja horrible cuando otros se burlan de él o hablan bajito a sus espaldas (una vez escuche a uno de los varones llamarlo ‹‹Takumi el Choclo›› y no me aguante: ¡fui y le dije todo!), pero ok, lo que le pasa a mi compañero le puede pasar a cualquiera, y es como que no se ponen en su lugar… La verdad es que no sé si él se da cuenta, creo que sí. Por las dudas, yo disimulo lo más que puedo cuando me acerco a hablar, porque sin querer los ojos se me van a alguno de esos granos gigantes y, ¡no lo quiero hacer sentir mal!
Lo que sí tengo son ojos color miel un poco redondos como los americanos, pero no tanto. ‹‹Son como los del occidente›› suele decir mi madre. ¿Será eso? A mí me gustan, por ahora. Porque durante un montón de tiempo, en el cole, mis compañeros me llamaban ‹‹La Anormal›› ¡Ay, lo que sufrí cuando era más chica con ese apodo! Me sentía la más miserable de todas las personas, la que señalaban con el dedo, la que nunca tendría novio, la que siempre iba a ser distinta… Hasta me daba vergüenza salir a la calle. Lloré noches y noches… y era tal mi desesperación, que llegue a rogarle a mi mamá para que me dejara estudiar desde casa y faltar a la escuela, como hacen algunas estrellas de Hollywood.
Fue espantoso, pero, increíblemente, pasé de esta angustia profunda a una bronca incontrolable. Ahí me zarpé mal, lo reconozco. Empecé a contestarle a todo el mundo y a poner apodos bien feos a cada uno de los que me llamaban así. Tanto hice, que termine en la Dirección, bajo la mirada desaprobatoria del director de mi colegio, que nomás con su voz grave ya te hace temblar. Me rezongó diciendo que no eran actitudes ‹‹tolerables›› en la institución y bla, bla, bla…
Aunque traté de defenderme, no me dio pie a nada. Y encima, llamaron a mi mamá y tuvieron una reunión con ella. Después no me quedo otra que bajar unos cambios, mamá me hablo de la importancia de respetar a los otros y todo eso, pero claro, ¿a mí me respetaban?
''Mamá, ¿no entiendes que se burlan de mí? ¿A vos te gustaría que se rieran por tu tic en el ojo? Es re feo que se rían de vos, a nadie le gusta, así que no entiendo por qué no me apoyás. ¡Soy tu hija!''
''Si, mi amor, eres mi hija y por eso trato de hacer las cosas lo mejor que puedo. En este caso, Mikan, te entiendo y mucho ¿Vos pensás que no se burlaban de mí en el colegio porque tenía este tic? ¿O que no me costó sentirme atractiva por ese motivo? Yo soy humana, al igual que vos, y pasé por lo mismo. Pero aprendí que a veces pagar con la misma moneda solo te trae más disgustos y complicaciones''
''Todo bien, ma. Pero no tienen derecho a-''
''Claro que no, Mikan, nadie tiene derecho a hablar de los demás y mucho menos a burlarse o a ponerse apodos feos, pero en la realidad siempre pasa estas cosas. Lo que quiero que aprendas es a manejarlo para que vos tampoco te vuelvas una persona así, que critica, que juzga, que está pendiente de los defectos ajenos. Porque eso va a hacer que a la larga te termines envenenando por dentro, juntando odio, sentimientos que no te dejan nada bueno…''
''Seguís sin entenderme. Parece que estamos en distintos planetas'' le reproché mientras cruzaba los brazos y miraba enojadísima hacia un costado.
''No Mikan, te juro que te entiendo, mi amor… Es que yo viví más que vos. Me encantaría decirte que te voy a proteger siempre, que te cambio de colegio y listo, que de ahora en más podes estudiar desde casa, no sé… Pero te estaría haciendo un daño terrible. Parte de crecer es esto. Es decepcionarse, caerse, levantarse y seguir adelante ¿Y sabes qué? También parte de crecer es aceptarse a uno mismo tal cual es para que el resto nos acepte tal cual somos, con lo bueno, lo malo, lo intermedio… A mí, por ejemplo, me encantan tus ojos occidentales. Además, ya sabes que tu bisabuela los tenía así''
''¿En serio? ¿Cómo era?'' le pregunté interesada de repente
''Mikan, te lo había contado otras veces-''
''Ay, ma, pero no me acuerdo. ¡Cuéntame de nuevo!'' le rogué. ¡Me encanta que mamá me cuente historias de la familia! Y aunque me acordaba perfecto de lo de mi bisabuela, quería que ella se sentara conmigo y me dijera otra todo lo que ya sabía de la historia.
''Espera que busco una foto, creo que tengo una a mano en la caja de fotos viejas. Vos ya las viste, pero capaz que no te acuerdes. Era una mujer hermosísima''
''¿Y no estaba traumada con eso?''
''Bueno, nunca me pareció. Ya te dije antes que era muy chica cuando ella murió, pero siempre la vi como una mujer muy segura de sí misma, y ese rasgo, justamente, a mi entender, era lo que la hacía ser tan bella, tan única, tan ella''
''Gracias, mami'' le dije mientras le acariciaba la mano.
El ojo de mamá se puso peor con la conversación y el pestañeo se hizo más frecuente. Me vino un sentimiento de culpa. Tal vez yo le había provocado ese nerviosismo que le hizo acelerar el tic… Pero su sonrisa me tranquilizó, y me quitó parte del malestar. A veces creo que mi madre tiene poderes… Logra cosas mágicas, como cambiarme el humor en un segundo o hacerme sentir diferente con decirme solo algunas palabras.
Mi mamá se llama Yuka. Aparte del tic, que aunque parezca raro me parece normal, es una madre supercariñosa. No sé cómo hace para entenderme a mí, que soy adolescente, y también entender a mi hermano que es un niño (¡e insoportable!). Es como unos 10 centímetros más alta que yo, tiene el pelo castaño ¡igualito al mío! Solo que hasta los hombros. Suele estar de trajecito, con chaqueta y pantalón. De pollera es muy difícil verla; no le gustan. Tiene tres o cuatro conjuntos y los alterna en la semana. Ni idea de cómo hace con el poco tiempo que tiene, pero siempre esta ¡impecable!
Aunque según mis abuelos es hija única la verdad es que llegue a tener unos tíos, pero la historia es re triste. Resulta ser que en el primer caso mi mamá era una bebita cuando mi obaa-chan (OC) quedo embarazada. Y no sé bien qué pasó, creo que algo con la sangre o la coagulación de la sangre, la cosa es que a los seis meses del embarazo mi abuela dio a luz a un bebe diminuto. Pero vivió muy poco porque los pulmones no lograron desarrollarse. Mis abuelos no se animaron más a tener otro miembro en la familia… después de 1 año y medio se volvieron a animaron. Esta vez sí vivió. Pero a los 1 años murió en un accidente de tráfico… Y luego de tales terribles casos mis abuelos no quisieron saber más nada con agrandar la familia. Tampoco hablaron nunca del tema. Solo cuando mamá les pregunto porque ví unas fotos en la que en una, obaa-chan estaba embarazada y tenía a mi madre en su regazo, y otra en la cual mi mamá estaba jugando con mi tío. Pero como ellos no hablan de lo que les gusta… bueno… son así. Por suerte mamá en eso es muy distinta y encara lo que yo le pregunto, aunque le cueste explicar. Me fascina hablar con mi madre.
Además es muy creativa: por ejemplo, se compra una chaqueta cualquiera, pero le cose dos o tres botones de más, o se pone un collar que tiene como cosas raras de metal o piedritas (ya le pedí que cuando sea grande me lo preste), y queda espectacular. Y cuando está en casa, nada que ver. Solo la vez de pantuflas, championes o chatitas. También usa jeans, pero no chupines, dice que eso es para las chiquilinas y que ella ya es una mujer ‹‹Hecha y derecha››. ¡Es uno de los tantos dichos que debe de haber heredado de oji-chan, su papá!
Así fue que con el tiempo y las palabras de mi mamá empecé a verme… con otros ojos, digamos. Me di cuenta que no daba para quemarse y de última sería un embole no tener un rasgo característico, ¿no? Como que estos ojos ‹‹Occidentales›› son mi sello personal. Aparte, mucha gente se me acerca y me pregunta si vengo de otro país, y eso está buenísimo porque puedo abrirme a hablar. Soy bastante tímida para empezar un diálogo, así que los ojos rasgados me ayudan un montón.
Ah, otra cosa que me caracteriza son mis hoyuelos. A mi padre le encantan los hoyuelos que se me forman cuando sonrío, y a mí me pone orgullosa. Todo lo que a él lo haga feliz me da terrible satisfacción. Tal vez porque es mi padre, o quizás porque lo amo. No sé bien…, pero es así.
Sé que no es muy fácil convivir conmigo, no tengo un carácter sencillo, o por lo menos eso es lo que me dicen mis abuelos y mi madre. Mamá siempre resalta que soy repeleadora con mi hermanito y estoy en plena etapa de rebeldía.
La otra vez, por ejemplo, me zampó:
''Mikan, no podes estar con esa cara larga todo el día porque tu hermano te escondió la bufanda. Ya está, estas más grande, da vuelta la hoja''
¡Ja! ¡Como si fuera tan fácil! Lo único que quería era ir a una muestra de patín en el liceo con un abrigo y la bufanda de colores que me había tejido yo misma (porque hace poco se me dio por aprender a tejer y mi obaa-chan me enseño) y Youichi, mi hermano, no tuvo mejor idea que escondérmela. ¡Se creía el gracioso!
Ahí fue cuando se me ocurrió ponerle cerradura a mi dormitorio, pero mamá se enojó espantoso conmigo y me dijo que no tenía corazón. ¡No sé para qué mamá me dio un hermano! Ella me dice que ‹‹es un regalo de la vida››. Claro, ¡porque no le hace la vida imposible a ella!
Me visto rápido. No quiero demorarme mucho, me entró un frío inmenso, y aunque es pleno invierno no tenemos la estufa prendida de mañana. Recién la prendemos a media tarde, porque si no sería un ‹‹gastadero de leña››, según mi madre. Lo bueno de tener una casa chiquita es que al ratito que la prendes el ambiente se caldea divino. Soy muuuuuy friolenta, pero con un jogging estoy bávara. Más todavía que es un sábado de mañana. No tengo ganas de ponerme otra cosa.
Por los ruidos que escucho, sé que mi hermano y mi madre están levantados, en la cocina. Mi dormitorio está pegado al baño. Del otro lado está el dormitorio de mi mamá. Antes era regrande, pero cuando quedó embarazada de mi hermano decidieron dividirlo con una pared y así le quedó un cuarto a Youichi. Eso no lo recuerdo, obvio, me lo contó ella.
No tenemos living, pero sí un comedor de esos que te dan ganas de quedarte, con la estufa a leña, y la cocina, que es donde estamos siempre. Tiene una mesa con sillas donde comemos o jugamos a las cartas en verano. En el comedor hay sillones mullidos que me encantan, y está la tele que compartimos. Es un lío porque –por lo general- queremos ver cosas distintas, pero ok, ¡creo que en varias, por no decir la mayoría de las casas debe de pasar lo mismo!
Vuelvo a leer el mensajito. ¿Qué hago? En todo caso, y no es por sacarme culpas de encima, lo cierto es que si decido ir a encontrarme con ese alguien tiene mucho que ver la actitud de Hotaru, mi ¿ex? Mejor amiga, durante este último año. Si no hubiese cambiado tanto, seguro que hoy estaría con ella y no evaluando recurrir a cualquier alternativa con tal de no pasármela embolada en casa.
Pero la realidad es que Hotaru no está, y por mi parte tengo que seguir la vida con o sin ella. ¡Ja! ¡Qué madura sonó la frase, ¿no?! ¡Hasta yo me sorprendo a veces de mis propias palabras! Aunque sé que es muy fácil decir las cosas y muy (demasiado) difícil encararlas o aceptarlas tal cual son. Mejor no sigo pensando, porque ya se me está por escapar un lagrimón.
¡Ay si, seré sentimental! ¡Debe de ser algo genético, porque mi mamá es igualita! Mi oji-chan le vive repitiendo uno de sus tantos dichos: ‹‹Yuka, sos de moco fácil››. Y así es… ¡Y yo soy un calco!
21/12/13
