One Piece es de Eiichiro Oda, yo sólo escribo por razones aún desconocidas pero sin fines de lucro. No sé como catalogarlo, pero fanfic como tal, no es. Por la cantidad de palabras, Drabble quizá, no me familiarizo todavía con los términos. Gracias por leer, dado el caso~


Era un vaivén lento, suave, casi imperceptible. El cadencioso movimiento relajaba sus sentidos sumergiéndole en un exquisito letargo. Sentía el cuerpo ligero, tanto que parecía flotar en ese acalorado ambiente. Con la respiración entrecortada por momentos -en los que el aire se acumulaba y presionaba sus pulmones- hubo uno de lucidez en el que se atrevió a sonreír plenamente consciente de lo que implicaba estar allí, en ese instante.

Se dejó llevar por la situación. Después pensaría, más tarde se recriminaría por semejante debilidad, misma que desde ese día compartiría con él, con ese molesto sujeto. Ahora sólo quería, no, necesitaba disfrutar de esa increíble sensación.

Cerró los ojos, soltando un suspiro complacido mientras apoyaba la espalda en la cubierta y removía las piernas en aquella superficie, en busca de una posición más placentera. La temperatura seguro había aumentado y cada vez se elevaba más, , más. Su cuerpo transpiraba, ardía, quemaba. No importaba, se sentía tan bien, demasiado. Estaba por culminar, lo sabía, lo sentía y no iba a contenerse más. Ah, sólo a un paso de ceder por completo al deseo…

- Cocinero… - la voz le llegó en un murmullo.

Sólo un poco más. Giró el rostro enrojecido a otra dirección, aún con los ojos apretados. No quería enfrentar su mirada.

- Hey, cocinero… - No... ¿Justo ahora? ¿No podía guardarse lo que tuviera que decir para después?

-Tú, el pervertido.

Obviamente no. Mierda, estuvo tan cerca...

- ¡Vete al carajo, jodido espadachín de mierda!

- Sólo alguien tan enfermo e idiota como tú podría hacer esto con semejante calor a plena luz de sol , en cubierta por si fuera poco.

- No quiero oírlo, viniendo de ti es ofensivo, estúpido holgazán.

-Como sea, Luffy está en la cocina, ha dado con la clave del refrigerador y tengo hambre. Así que asume tus responsabilidades y mueve el culo antes de que sea demasiado tarde. Yo avisé.

- ¡Joder!

Salió disparado hacía su cocina. ¡Maldito hombre de goma, si se acababa las reservas se iba a enterar! ¿Es que acaso no podía permitirse un momento de relajación sin pensar en qué debería estar preparando para la siguiente comida? Eran sólo unos minutos, maldición. Con lo agradable del día y el tranquilo movimiento del barco a cualquiera le apetecía dormir.

Fin.


Notas: Porque para mí dormir es casi una experiencia religiosa.