Caminaba por los pasillos de aquel extraño colegio, más que extraño era distinto. En todo lo que iba en el trayecto no había encontrado ningún alumno o docente que le pudiese ayudar encontrar la oficina del dichoso director. Suspiro para dar vuelta en la siguiente corrida de pasillos. Cuando se percató que quizás ya había estado dando vueltas por ahí.
─Al parecer, creo que me he perdido.
Victor Nikiforov, recién titulado de educación, desempleado hasta el día de ayer. Llevaba unos dos meses aproximadamente que había dejado la Universidad, y las posibilidades de encontrar trabajo eran mínimas. Es decir, debido a la recesión del país y que más encima no era uno de los empleos que requieran tanto personal, dificultaba la posibilidad de adquirir un empleo decente dentro de la docencia.
Por enésima vez, creía que estaba en el mismo pasillo que había estado anteriormente o quizás, desde que llego a la alejadísima institución. Nunca había escuchado hablar de ella, pero ha de imaginar que era exclusiva, debido que se encontraba en un isla, más bien en unas de las cuantas Islas de Oceanía, incluso, sospechaba que ni siquiera estaba en el mapa. Era como una especie de Hogwarts, pero sin magia.
─¿Quizás es un colegio exclusivo como La Vie en Rose?
No, tampoco que un colegio tan exclusivo como aquel lo contratase. Pero si era raro que de la noche de la mañana le llegase un correo que decía que debía trasladarse a ese misterioso y recóndito lugar para impartir clases de Historia. Bien, siendo sinceros, desde el momento que leyó que se requería en un colegio por trabajo, mandó lo demás al carajo para preparar sus maletas y mandarse a cambiar.
─Espero que Makkachin esté bien…
Y dio vuelta en otra esquina –o quizás la misma- cuando choco con un muchacho, bastante más bajo que él. De cabellos castaños y ojos rasgados, con unas pecas adornando su tierno rostro juvenil.
─Disculpa, estoy buscando la ofi… cina
No logró terminar su frase cuando el chico huía despavorido de ahí, sin entender el porqué. Frunció en ceño para seguir caminando. Ahora las cosas eran más raras de lo que él deseaba. Bueno, el no deseaba nada de hecho, sólo encontrar la bendita oficina.
─Por lo menos sé que hay alumnos.
No fue hasta más tarde que se iba enterar la verdad del colegio. O quizás más pronto de lo que hubiese querido. Cundo doblo nuevamente por esa esquina, las cosas se tornaron un poco más siniestras.
─Y si este colegio está maldito. No… que tono sería
Sintió una vista o muchas vistas posadas sobre él. Se dio la vuelta de manera sigilosa, pero no vio nada. Escuchaba murmullos, pero no se veía nadie por ahí. Suspiro como por quinta vez en ese día. Tal vez, debía reconsiderar el hecho de volver a Rusia y estar desempleado nuevamente. Era la mejor opción, hasta que sintió un golpe en su nuca y como todo lo demás se volvía negro. Lo último que escuchó fueron voces preguntado si había matado al "anciano".
─Me pregunto qué anciano.
Unos minutos antes.
Guang se topó de frente con un adulto, y supo que debía actuar rápido. Así que se marchó para informales a los demás.
─¡Llegó un profesor nuevo!
Grito a viva voz, llamando la atención de gran parte del alumnado. Un chico rubio de apariencia angelical fue el primero en levantarse, acompañado de un chico un poco más alto que él, de mirada seria.
─Bien, sólo debemos deshacernos de él.
La mayoría se levantó del comedor privado y súper escondido, para luego seguir a Guang, quien aseguro que el tipo estaba tan perdido que has estado dando vueltas en círculo en el colegio. Un chico japonés se les quedo viendo, mientras leía un libro. Suspiro para levantarse e irse al lado contrario de todos los demás. Después de todo, no era como ellos.
Yuri Plisetsky, el yankee ruso que perfectamente podría ser heredero de la Bratva, visualizo al sujeto de cabellos blancos – más tarde se daría cuenta que son hebras plateadas- extendió su mano para que le pasaran un elemento contundente. Otabek Altin, un kazajo demasiado silencioso pero a la vez agradable, le tendió un bate de béisbol, que ni siquiera sabe de dónde salió, para luego que el pequeño gatito se acercara sigilosamente y asestar un golpe en su nuca.
─¿Maté al anciano?
Ok, esto ya era mucho. Y ahora tenía miedo. Sus intenciones no era matarlo, sólo noquearlo, o hacerlo quejar de dolor, pero no matarlo. Todos se movieron rápidamente, algunos para desaparecer u otros para ayudar a Yuri. Sin mucho más, lo llevaron a enfermería, pero no encontraron a nadie.
─¿Dónde mierda está la estúpida enfermera?
─Si recuerdas lo que le hiciste la semana pasada ¿cierto?
Le preguntó Jean Jaques Leroy. El rubio tan sólo bufó para fijarse en que estaba Yuuri.
─Cerdo, necesito tu ayuda.
El chico japonés arreglo sus lentes para luego soltar un suspiro. Miro a su tocayo ruso y luego ver la persona que traía en brazos. Ok, esto no marchaba para nada bien.
─Déjalo en la camilla.
Yuuri Katsuki, un chico tímido, introvertido y casi inexistente en el colegio. Casi, porque tenía cierta reputación que hacía que los demás los respetasen. Otabek, quien había traído en brazos al hombre misterioso, lo dejó en donde le había indicado el muchacho de hebras azabaches. Para, luego alejarse con el resto del grupo, esperando el veredicto final.
─Está bien, sólo que le pegaste muy fuerte y ahora sólo debe descansar. Pueden irse.
Yuri miró a su compañero/superior/casi amigo para luego asentir y marcharse con los demás.
Victor comenzó a sentir un hormigueo en sus piernas y en sus muñecas. Lentamente comenzó abrir sus ojos dejando atrás el estado de la inconsciencia. Para finalmente obtener la vista frente a él. Un techo blanco, con algo de moho, y uno que otra cinta de embalaje mal sacada. Se intentó levantar, pero no pudo. Fue en ese momento que se dio cuenta de verdadero estado, Movió su cabeza para comprobar lo que estaba pensando.
Y así era, estaba completamente amarrado, con cinturones. Intento forcejear, pero no logró nada. Bien, se encontraba en la enfermería, amarrado contra su voluntad. Su primer pensamiento, fue gritar por ayuda.
─Yo que usted no lo haría.
Escuchó una melodiosa voz acercándose, para ver finalmente a un muchacho de cabellos negros y ojos castañas, muy grandes y brillantes. Muy lindo, de piel lechosa y suave. Todo lo que veía frente a él, era un niño bonito y con una sonrisa de ángel. Hasta que recordó que fue el mismo chico misterioso que le dijo que no gritara. Así que esa bonito lobito con piel de oveja lo había amarrado.
─¿Qué rayos pasa acá? Déjame ir.
El chico se quitó los lentes para luego subirse a horcajadas a la entrepierna de Victor. Quedando de manera comprometida.
─Es una lástima, sensei.
Dijo eso ultimo con una voz demasiado sugestiva.
─Pero no lo dejaré ir, si no hacemos un trato.
Bien, Victor no estaba muy concentrado lo que el chico decía, tan sólo miraba como su entrepierna chocaba con la caderas del muchacho. Percatándose del fino movimiento del rose que precava el menor.
─Es una lástima sensei, pero me gusta que me presten atención.
Fue ahí que se despertó de su leve trance, cuando sintió que el chico asiático le había mordido la oreja, pero lejos de molestarle. Le había encantado, toda esta erótica situación era tan fantasiosa que parecía sacada de un sueño, de uno de sus mejores sueños húmedos.
─¿Q-que quieres?
Sin querer, su voz se había quebrado, lo que demostraba que Yuuri ya lo tenía bajo control, lo que provoco que sonriera de lado.
─Yo lo ayudo a quedarse con el trabajo… Pero tendrá que acatar mis órdenes.
A Victor le parecía un trato muy extraño, en primer lugar, el trabajo ya era prácticamente suyo y eso de seguir las ordenes de un puberto con las hormonas alborotadas no era lo suyo. Si bien lo había calentado, no iba caer tan bajo.
─Me temo que no.
─Es una lástima, sensei
Ah, la palabra sensei sonaba tan bien en sus labios. Tan… Erótica.
─Pero debe creer que las cosas por aquí son muy diferente a como usted cree.
─¿Y cómo son?
─No se lo diré, sensei. Tampoco soy un soplón.
─Entonces no acepto nada.
Yuuri le miro por un buen rato, para luego bajarse de la camilla, tomar sus lentes y antes de marcharse le dijo suavemente, como si volviera a su inocencia.
─Mucha suerte, entonces.
Y se fue, dejando amarrado a Victor, y con una futura erección.
─Que mierda.
Hola a todos, les traigo este asqueroso fic que es un simple PWP (Porn Without Plot), luego cambiaré la clasificasión. Los motivos del porque quise escribir esto... I don't know, mi mente pervesa quiere trabajar.
No será largo, ni dramático. Un fic para llegar y leer. ¡Nos vemos mañana!
Si has llegado hasta aquí, te regalo un Yuuri muy Eros en el próximo capítulo-
