¡Hola! :D Por fin pude hacer un Itasaku, ¡hurra por mi! Jajajaja.

Es como un auto-regalo de cumpleaños, inspirado en el "famoso" ascensor del lugar donde recién entré a trabajar... sí, suena un poco... ¿Estúpido? De todas maneras, espero que lo disfruten, cualquier falta me avisan, me dejan sus opiniones, ¡son mi medicina!

Ejem...

Bueno, si me disculpan, iré a darle un paseito al ascensor, a modo de agradecimiento. Serio, xD.

Disfruten.

Disclaimer: Naruto no me pertenece, gracias por existir Kishimoto.


¡Santo sea el cielo!

Los ojos le ardían de tanto mirar el reloj, esperando a que marcara las cinco y media de la tarde, hora de salir. O quizás era algo mental…

Tomó su bolso tan rápido como pudo de debajo del escritorio, arrastró papeles al basurero sin siquiera doblarlos, tirando en el acto las migas de aquel bizcocho que se había comido infraganti hace unos instantes. El hambre estaba tragándose su estómago, no había podido salir a la hora de comida por el trabajo acumulado que tenía, pero ya por fin era un alma libre.

Puso su dedo en el lector digital y registró su salida y al mismo tiempo con la otra mano tocaba insistentemente el interruptor del ascensor, esperando que se detuviera en su piso en vez de que pasara de largo. La suerte no estuvo de su lado. Se debatió mentalmente entre bajar las escaleras o esperar de nuevo al maldecido aparato, pero desechó la idea de ir a pie ya que tacones y desesperación mas escaleras no daban para nada un buen resultado.

Tocó el botón por enésima vez, deseando inocentemente que por ello bajara más rápido. Se recostó de la pared más cercana y observó con impaciencia el dígito 18 marcado en el indicador. Se estaba tardando, lo que significaba que había personas usándolo; lo mismo pasó en el 15, 14, 13, 11… y parecía ir para largo. No era de extrañar, era hora de salida, por lo que el ascensor debía de estar atestado de personas. Cerró los ojos y suspiró. Ayer se había ido temprano, dejando muchas cosas por hacer, pero tenía que hacerlo, de lo contrario no podría haber llegado a tiempo a la cita en el consulado.

— ¿Vas a entrar o te quedas?

Se enderezó de golpe, temerosa de que fuera el jefe. Tenía una imagen muy importante en aquella empresa, así que no le convenía parecer una holgazana. Pero no era ningún jefe, sino aquel muchacho prodigio del área de Informática, aquel a quien buscaban siempre para resolver todos los problemas. ¿Qué edad le habían dicho que tenía… veintinueve?, no recordaba, pero su nombre no se le olvidaba; era fácil de recordar por su peculiar significado: "Comadreja".

Abrazó su bolso y entró cabizbaja al ascensor. No había tenido mucho contacto con el muchacho, pero cada vez que lo tenía, no terminaba en nada bueno.

Pero tenía que ser cortés.

— Buenas tardes Uchiha-san.

— Uy… cuantas formalidades —susurró en tono jocoso—. ¿Tardes? Pero si son pasadas las ocho, Sakura.

Maldito sea su acento encantador, maldita su altura que la intimidaba como nadie más en la faz de la tierra, y maldita la confianza que solo él veía entre ellos, porque solo él la veía ¿no? Aún así, no podía… un momento… ¿Qué había dicho?

Miró desconcertada su reloj de mano, y este marcaba tranquilamente las 5:30… demasiado tranquilo… tanto que el segundero estaba detenido, al igual que el tiempo. Que Dios la ampare. Otra cosa de la que no se había percatado era que el ascensor estaba prácticamente vacío. Solo estaban ellos dos. Claro, era de suponerse, faltaba poco ya para las nueve.

— ¿Mucho trabajo? Lo entiendo… me ha pasado anteriormente. Pero tranquila, nada de qué preocuparse.

— No estoy preocupada. —apenas se escuchó lo que dijo.

— No sabes mentir.

Ok, demasiada confianza.

— ¿Usted que se cree? —lo encaró, enojada— ¿Cree que me conoce, que sabe algo de mí? Pues fíjese que no, y sepa que tampoco tengo intenciones de darme a conocer.

Se fijó en el indicador nuevamente. Piso 6. ¿Que no podían hacer una maquina más rápida?

— Más de lo que crees, en realidad. Sé que te despidieron de tu trabajo anterior porque te enojaste y casi muerdes al jefe; sé que vives sola y que tienes 24 años. Sé que la profesión que ejerces ahora no es la más agradable para ti, y que te encantaría poder encontrar un trabajo que te ayude a equilibrar economía y felicidad. Aquí solo tienes la primera. Y sé muchas cosas más.

Sakura lo miraba desde la lejanía, sorprendida. Se había distanciado de él tanto como le fue posible mientras hablaba. Aún así su sorpresa era palpable.

Él respondió su pregunta muda.

— Expedientes… —ella lo miró desconfiada— y un par de cositas más.

— Comadreja metiche.

Él sonrió de lado.

— Es mi trabajo.

Bendito sean los ángeles, estaba endemoniadamente bueno.

Sakura desvió tan pronto como pudo la mirada de su boca. El desgraciado estaba sonriendo, sin saber las catástrofes que podía producir con aquel gesto, o quizás lo hacía conscientemente. Mezquino.

— ¿Quieres que te lleve a casa?

Ella no escuchó bien.

— ¿Perdón?

— Sé que vas a negarte, pero insisto. Es muy tarde para que tomes el bus que acostumbras, así que voy a tomar la responsabilidad, de esa mane-

Todo tembló bajo los pies de ambos, y el ascensor descendió velozmente. Parecía estar columpiándose hasta que se detuvo de golpe al mismo tiempo que se perdía la electricidad. Sakura quiso gritar, pero de repente sintió vértigo, y otra sensación que nunca había experimentado. Se tambaleó hasta el espejo del ascensor. Itachi solo escuchó el falseo de los pasos.

— Sakura, oye, ¿estás bien?

Ella no pudo responder, temerosa de lo que pudiera salir de su boca si la abría. El bolso se le deslizó por el hombro, hasta quedar en su codo. Subió el brazo para acomodarlo nuevamente, pero unas manos, calientes, le sostuvieron y quitaron el bolso de su alcance.

— Tranquila, lo tengo.

De nuevo, no dijo nada.

— ¿De casualidad… eres claustrofóbica?

El ascensor descendió otro poco más, como si estuvieran tirando de una cuerda, y ella soltó un grito. Bien, eso era un progreso.

— No… es sólo que me asusta que esto no abra o vuelva a funcionar, y me quede aquí atrapada.

— Es prácticamente lo mismo… —dijo escéptico.

— No, no lo es. —contestó de la misma forma.

Sakura respiró y se acercó a la puerta. Estaba un poco abierta, de manera que empezó a empujar hacia los lados, intentando abrirla, sin resultado alguno. Itachi se reía discretamente tras de ella.

— Puedo escucharte —refunfuñó, sin mirarlo.

— Hasta que por fin me tratas de tú —el sonreía ampliamente.

La muchacha de cabellos rosados se giró, y no pudo ver nada más que oscuridad y, dado que el halo de luz que pasaba por la abertura de la puerta no iluminaba lo suficiente, no pudo apreciar su sonrisa. En cambio el sí veía su rostro encogido por el "falso" enojo. Sakura se acercó hasta donde provenía la voz.

— Deje de tomarse tantas confianzas Sr. Uchiha.

— Tú me las estás ofreciendo. Y estoy por aquí detrás.

Sakura sintió sus pasos tras de ella, acerándosele. Su perfume, bendito sea el que creó la fragancia, le embriagó y revivió hasta la última célula muerta de su cuerpo. Tragó seco, y buscó su bolso para aferrarse a algo, pero claro, él se lo había quitado.

— ¿Segura que no está asustada… Licda. Haruno?

Las manos de Itachi tocaron sus hombros, primero buscando su aprobación, hasta que él mismo sintió como se relajaban. Una corriente de tantos voltios como producía un secador de pelo al caer al agua recorrieron su espina dorsal. Sakura puso sus sentidos en alerta, aquí era donde comenzaba lo "peligroso" de sus encuentros. Pero los miserables no estaban dispuestos a colaborar, Itachi ya los había enloquecido. Aún así no creía estar dispuesta a dejar que aquello se desarrollase, y mucho menos dentro de un ascensor. Tenía que luchar, al menos hasta que sus armas cayeran y la dejaran indefensa.

— It… Uchiha-san. —su voz sonó pastosa, como si estuviera despertándose en la mañana. Él se dio cuenta.

— ¿Hn? —respondió susurrando.

— Esto… —volvió a respirar profundo… que algún Dios la ayudara, urgente— esto no es ético, Ud. Lo sabe.

Él bufó una sonrisa.

— ¿Quién necesita la ética ahora, Sakura? Nadie la está llamando. —acercó sus labios a su oído— ¿Quieres que la llame? —la provocación y el deseo rebosaban en cada una de las palabras que decía. Sakura se giró, quedando frente a él pero sin poder verlo. Tanteó con sus manos, encontrando su cuello, y posteriormente su rostro.

Tenía razón, ¿quién diablos necesitaba la ética ahora? Esto no pasaba todos los días. Ok, tenía que admitirlo: había caído.

— No.

Y lo besó.

Entonces la ética, la disciplina, y todas esas cosas "empresarialmente importantes" se fueron al trasto. La adrenalina estalló entre ellos y les nubló los sentidos. Era de esperarse, aunque lo negaran (o ella lo negara), tenían tiempo esperando que aquello sucediese, y ahora las hormonas estaban cobrando su deuda. Con intensidad.

Rápidamente Itachi sostuvo su cadera y la recostó del espejo con brío, provocando que la pelirrosa profiriese un gemido, mitad dolor, mitad todo lo otro. Y eso lo encendió a ambos. Itachi devoró sus labios sin pudor, ambos movían sus cabezas buscando una posición más placentera, o intentando profundizar aún más aquel beso ejemplo nítido de salvajismo. Sus alientos se cruzaban y se fundían y sus corazones iban a la velocidad de la luz. Nada podía detenerlos. O eso creyeron hasta que el inoportuno oxigeno se extinguió. Sakura se aferró a los largos cabellos del moreno, a estas alturas ya sueltos y la gomita perdida en algún rincón del ascensor, e inhaló en busca del vital elemento. Él no perdió tiempo en eso, se dedicó a besar los rincones de su rostro hasta llegar a su cuello. Sakura apretó sus manos y tironeó levemente de su abundante cabello mientras recostaba la cabeza del espejo y miraba un punto inexistente en la oscuridad. El gruñó emocionado y siguió degustando aquel exquisito manjar que llevaba tiempo queriendo probar. Insaciable como bestia del desierto, y para sorpresa de ella, la levantó del suelo y la sentó sobre el fino reposa- brazos, cuidando con sus manos de que no se cayera, introdujo sus manos debajo de su sobria camisa, y volvió a sus labios. Su sabor lo extasió de una manera que no creía posible, podría besarla hasta que se le durmieran los labios, y aún así…

Ella gimió bajito su nombre cuando él mordió su labio inferior y exploró su cavidad sin hastío. Era increíble como unas manos que eran expertas haciendo trabajos tecnológicos fueran aún mejor explorando el cuerpo de una mujer. Podía sentir como sus pieles comenzaban a transpirar por la alta temperatura y el sudor que comenzaba a deslizarse por el cuello de Itachi. Pero al parecer la energía decidió volverse bondadosa y hacer una obra de caridad y encendió el aire acondicionado, al momento que inundaba nuevamente todo el edificio. Y se hizo la luz.

— Joder… —siseó el moreno.

Sakura saltó de la barra como un resorte y se quedó ahí parada, mirándolo y con la respiración y el corazón a más no poder. Itachi parecía ido, con la mirada perdida, mientras trataba de controlar su respiración. Ella aprovechó, recogió su bolso y divisó la goma del pelo de Itachi, y se sonrojó. Se dispuso a ir hacia los botones, arreglándose el pelo, nerviosa. Pero Itachi se lo impidió, bloqueando la puerta, y con su mano los botones. Pasó sus dedos por cada uno de ellos, sintiendo el relieve de los números, y más abajo…

El watch-man tenía fama de quedarse profundamente dormido pasadas las siete de la noche, iba a comprobarlo.

Entonces presionó el botón. El del piso más alto. Sakura estaba buscando como quitarlo de en medio, así que no se dio cuenta, y cuando sintió el ascensor en movimiento se calmó. Él sonrió de forma divertida, entonces Sakura lo vio, y luego a los dígitos. Entonces ahí se dio cuenta: el ascensor ascendía. Lo miró, primero sorprendida, luego enojada. Iba a empezar a decirle lo que tenía que decirle, pero él se adelantó y levantó un dedo, aún con su sonrisa-derretidora-de-glaciares embrujándola, y se acercó a ella, sin despegar los dedos de los botones, los deslizó hasta el último.

— No tan rápido, Licda. Haruno…

Entonces lo presionó, y sonó la alarma.

— ¡Itachi! ¡¿Qué estás haciendo?!

Itachi se giró y observó los números.

"Piso 48"

Tan rápido como quiso disminuyó la distancia entre ellos, agarró su bolso y lo lanzó al suelo, y antes de que empezara a protestar la pegó nuevamente al cristal, su boca a centímetros de la de ella, sonriendo, mientras ella le miraba entre asustada y emocionada.

A escasos milímetros de ella, sus alientos se volvieron a entremezclar cuando él susurró:

— Dame cinco minutos…

Y comenzó la cacería.

...

¿Fin?


¡A comer se ha dicho! xD

Pobre watch-man... 50 pisos... que Dios se apiade de él. Para los que tengan duda, "watch-man" es lo mismo que ''portero''.

Tuve un problemita y es que cuando pasé el documento a la página desaparecieron los giones largos (rayas) de los diálogos.

Espero haberlos repuesto todos y no confundir a nadie.

Este fic es producto de, como dije antes, mi amado ascensor, y mucho tiempo libre en el trabajo. Cualquier parecido de mí ascensor con el suyo es pura coincidencia xD.

¿Opinión?