18 de febrero de 2021: Soy una bruja
Bruja. Eso es lo que soy. No lo puedo evitar ni rechazar, es mi naturaleza. Si nunca creíste en el refrán: bruja pueden que no existan, pero de que las hay, las hay; este diario puede hacerte cambiar de idea.
No tengo arrugas, ni feos lunares, ni verrugas como dije, ya lo sabrás. Soy morocha de ojos marrones oscuros, de mediana estatura y de complexión normal. Yo soy Bella Swan, tengo 19 años y hoy puedo desahogarme escribiendo una biografía llena de terror y sufrimiento. Vivo en el pueblo Sombreado, a las afueras del lago Nahuel Huapí.
Desde que nací ya percibí con los sentidos que el mundo que me rodeaba no era natural, mágico es la palabra. Aunque para otros podría ser tenebroso la palabra correcta.
Desde el año de vida comencé a estar involucrada con los hechizos y los brebajes. Sí, seguro como tú también, acaso tu madre nunca te ha dado un té de hierbas o mezcla para curar un estado de salud en especial. Eso es justamente lo que me paso a mí, salvo por los ingredientes fuera de lo común, como cola de caballo, pero literalmente.
Mis primeros pasos los hice sobre una montaña en un día de campo en el Aconcagua. Sí, mi familia puede volar y escalar, no es un problema, no necesitamos arneses ni nada por el estilo.
Mi primer hechizo lo realice a los 3 años, cuando me enojé con una prima a la que todavía desprecio, porque me decapitó una pequeña bruja de trapo. Le grité sin querer, sí, sin querer, porque apenas podía decir palabras enteras, Jer raritser (es como un tirón o jalón de cabello).
Siempre a las brujas les dan de juguetes cosas relacionadas, si a vos te daban una muñeca, a mí una bruja. Si eres varón, una barita, y cosas así.
Nunca había escuchado a mis padres hablar de la magia, sólo me aparecían las palabras mentalmente. Y fue así sucesivamente como me instruí yo sola en la magia, magia es mejor que brujería. Por eso no entiendo por qué les llaman brujas a las esposas cuando no lo son, ni siquiera tienen nuestra capacidad para ser llamadas de esa manera… de todas formas continuo; perdón, me dejé llevar.
A partir de los 13 años comencé mi ascensión final. Fue duro ya que al ser hija única no tenía en quién confiar, ni tampoco tenía una amiga a la que pudiera contarle la situación en la que me encontraba. No es que no tuviera una amiga, Tanya siempre estuvo conmigo, aunque sospechara que tuviera un secreto familiar o algo parecido que no pudiera contar a nadie.
Esta etapa para las brujas es muy complicada, porque al mínimo pensamiento el hechizo te obedece y es difícil de controlar. Además, a esa edad me pareció imposible no dejar con cabello o dientes a Nicole, una rubia insoportable del colegio que se las agarró conmigo casi todos los días. Ella pertenecía a los Gómez, una familia de las más antiguas en el pueblo, que tenía la idea fija con mi familia y ella no era de extrañar, también la tenía.
Mis días en la secundaria Manuel Belgrano fueron lo bastante aterradores, la edad del pavo lo es, ¿no? Por la súper inteligente y despreciable de Nicole.
Mis compañeros siempre me trataron como a una persona normal. Nunca sospecharon ni se dejaron llevar por las habladurías del pueblo. Bah, de los ancianos del pueblo, que dedicaban gran cantidad de su tiempo a comentar a sus nietos y tátara nietos las historias más estúpidas sobre mi familia. Luego me explayaré sobre ello…
