¡Hola mis queridos pasajeros, les doy la más cordial de las bienvenidas! Por favor... tomen asiento y disfruten del viaje y yo no sé si ya se fijaron pero esto... esto no es un barco... así es, no es un barco... esto, esto es un tren, un fantástico tren, quizás no lo sepan pero... mantener un barco es costoso, muy costoso y mi sueldo no es lo suficiente así que me cambie a un medio de transporte más económico pero... ¿Qué creen? Este es un tren mágico... si, porque una vez dentro... ya no se pueden bajar. ;) Así que piénsenlo bien... muy bien... pero no lo piensen mucho porque yo les invito a perderse con nosotras en este fantástico viaje lleno... lleno de !Todo! y si no les gusta... les garantizo la devolución de su dinero, así que mis niños, sujétense bien, no se empujen, pónganse cómodos y miren hacía su ventana ¿Qué ven? ¿No saben? No importa... verán de todo y bueno... nuestra querida maquinista (capitana) lamentablemente no soy yo... es mi querida Hammi Yang (cachetitos), si, esta idea es suya... yo tan solo soy la chica que tira el carbón al horno (la que escribe) así que disfruten de este fantástico viaje...

Los amamos.


CIELO PERDIDO


Cada mañana el cuento era el mismo de siempre… batallar con el tráfico, con la gente, con el tiempo… se limitó a posar el semblante en el reloj que portaba en la muñeca, hizo una ligera mueca y ladeo la mirada hacía la ventana. El tráfico estaba imposible. Su virtud: la paciencia, pero también era algo que podía consumirse por completo y más cuando llevaba prisa. Trataba de mantener la compostura mientras observaba al chofer que estaba frente suyo.

-¿Yamato, no hay algo que puedas hacer? Ya se me hizo tarde.-

-Yo no controlo el tráfico, lo siento Señora...- El hombre no pudo terminar la frase...

-¡Acelera!- Gritó cuando vio que el tráfico se movilizaba y se abría paso para continuar con su camino.

Suspiró aliviada mientras el chofer le abría la puerta del auto negro. Se bajó con delicadeza y cuidado, tomó el maletín que acostumbraba a cargar todos los días y después de dirigirle una mirada de aprobación al hombre que se encargaba de llevarla todos los días al trabajo... camino por el pasillo inmenso que la llevaría a su destino.

Sus tacones sonaban al compás del movimiento de sus caderas, mientras su largo cabello luchaba por seguirle el paso. Se rejaló tantito la falda apretada, mientras con la otra mano tomaba aquel maletín, el anillo que portaba en el dedo anular le complicaba un poco su labor, cambió el maletín de muñeca.

De memoria se sabía el botón exacto que debía apretar al elevador, sin dudarlo lo hizo. Segundos después ya se encontraba llegando al lugar que deseaba. Caminaba con una seguridad casi palpable. Sólo escuchaba el:

-Buenos días, Señora.- La misma frase reproducida mil veces y una más en los diferentes labios de los trabajadores que ahí se encontraban. Era muy difícil contestarle a cada uno, lo había intentado porque su benevolencia la obligaba a hacerlo, pero después de algún tiempo decidió optar por... sonreír simplemente mientras caminaba, con ese semblante de absoluta amabilidad que tanto la caracterizaba.

-Bu...buenos días Señora.- Exclamó la menuda chica mientras hacía una reverencia.

-¡Buenos días!- Exclamó. -Dime... ¿Qué pendientes hay para hoy, Matsuri?- Interrogó mientras posaba la mano sobre la manija de la oficina.

-Sí, Señora... tiene un almuerzo con Neji Hyuga a... dos de la tarde.- Expuso mientras miraba la agenda que estaba sobre su escritorio.

-¿Con mi primo?- Exclamó mientras sonreía.

-Si.- Sonrió la muchacha.

-¿Ya llego a Japón?- Cuestionó sonriente.

-Llego esta mañana.- Contestó la muchacha con una sonrisa.

-¡Gracias Matsuri!- Exclamó sonriente mientras entraba a la oficina.

Respiró profundo mientras sentía el tibio aroma de su café matutino sobre su escritorio de roble artístico, giró sobre sí misma mientras observaba la inmensidad y lujo de las paredes que la rodeaban, esos tibios colores sobre las paredes, los muebles, los cuadros, los adornos. Dejó el maletín sobre el escritorio mientras tomaba asiento en la confortable silla giratoria.

Cuando llegaba, le gustaba tomarse unos instantes mientras degustaba sobre sus labios el cálido sabor del café que se encargaba de disipar completamente el sueño y estrés que se hallaba sobre sus hombros.

Tomó la taza... y una vez más se encontró con ese pequeño obstáculo... ese anillo en su dedo anular. A gritos la sortija exigía una mirada suya, entonces se la otorgó sin cuestionamientos. Divago unos instantes entre sus no muy lejanos recuerdos pasados... Posó la mirada sobre el artefacto que se hallaba en el dedo y entonces... se dejó hundir...

Se suponía que su significado era grande, inmenso, al menos... eso aseguraba la sociedad. Según aquel anillo no significaba otra cosa más que un: "Eterno pacto de amor", definitivamente era un pacto, sin duda alguna... pero no era de amor.

Quiso retroceder el tiempo unos años más... un tiempo atrás, el tiempo en donde realmente era feliz, poco a poco sentía que comenzaba a hundirse en una fantasía, y lo deseaba... deseaba retroceder hasta antes de haber adquirido ese maldito símbolo de: "amor", en eso estaba... mientras intentaba recordar la forma de su semblante, el tono de sus ojos, la inmensa intensidad de su sonrisa... de vez en cuando... le hacía bien el recordar el tono de su voz pronunciando su nombre con tanta ternura, en eso estaba... completamente perdida entre sus divagaciones sin retorno a la realidad. Sonó el teléfono que se hallaba a un lado de sí.

-¿Sí?- Contestó tratando de salir de su ensoñación.

-Señora Hinata, pronto darán las dos, solo quiero recordarle la cita con Neji Hyuga.-

-Gracias Matsuri.- Exclamó mientras prontamente se ponía de pie, tomaba su bolso y se aproximaba a la puerta.

Le pidió a Yamato que la llevara a su destino. Entró al lujoso restaurante y fue amablemente atendida. Sonrió súbitamente al ver los enormes ojos de su más querido primo.

-¡Hinata!- Exclamó mientras la estrechaba en brazos.

-¡Neji!- Le correspondió al gesto. Se sentaron mientras tomaban una bebida simple y suave.

-¿Cómo estás Hinata?- Preguntó mientras le clavaba la mirada.

La muchacha dio un respingo, sonrió y dijo: -Bien Neji, ¿por qué lo preguntas?- Rió nerviosa.

-Porque algo en tus ojos me dice que mientes… ese brillo tuyo, ese titubear de tus labios cuando sientes que van a descubrir que mientes…- La chica ladeó tantito la mirada dándole la razón a su primo. -Esa es la garantía de que tengo razón.- Le exclamó al ver que sesgaba la mirada hacía otro punto.

-Me atrapaste…- Confesó. -Tampoco puedo mentirle a mi propia sangre.- Sonrió. -Nada está bien Neji y jamás lo estará… no, desde hace casi tres años que las cosas no están bien Neji.- Bajó la mirada mientras reprimía sus lágrimas. -Igual y tampoco puedo hacer nada al respecto con eso…- Sonrió de una forma triste. -Ya me acostumbre a ese dolorcito con el que despierto todas las mañanas, ya me es costumbre, dependo de él, entraría en pánico si se va de mi pecho así nada más…- Se mordió el labio. Sabía que su primo nada podía hacer, lo sabía, y también estaba consciente de que ella tampoco podía hacer nada para remediar ese dolorcillo que se alojaba en su pecho como un maldito parásito: consumiéndola poco a poco, instante a minuto, ese parasito que degustaba el sabor de su alma.

-¿Cómo te trata?- Le cuestionó.

-Bien.- Expuso mientras miraba su maldito anillo de bodas, esa maldita sortija que pesaba más que el plomo. -En unos días será nuestro aniversario de bodas.- Exclamó con una sonrisa sin sabor. -En unos días nuestro matrimonio se hará enteramente eterno.- Hizo un gesto de insatisfacción.

-Hinata si hay algo que yo pue…- Quiso continuar pero fue interrumpido por ella.

-¡Calma! ¡Soy fuerte!- Sonrió mientras elevaba la mirada. No le gustaba preocupar a su querido primo, decidió entonces cambiar el tema, algo más armonioso, algo trivial y sin importancia, quizás cualquier cosa que pudiera romper la tensión que se podía palpar con los dedos. -¿Cuánto tiempo te quedarás esta vez?-

El chico sonrió. -Me instalaré en Japón, he comprado un departamento aquí, no sé cuánto tiempo me quede.- La chica sonrió.

-¡Me parece bien!- Esbozó una inmensa sonrisa.

Esa tarde… le había hecho bien ver a su primo después de mucho meses, le había reconfortado el trozo de alma que le quedaba el mirar de nuevo sus ojos y saber que aún poseían la misma amabilidad y cariño con el que se habían ido, todo eso le hizo pensar que la soga que atosigaba su pecho ahora se hallaba un poco menos tensa, sentía que quizás podría respirar con un poco de menos dificultad. Era un sentimiento que hacía mucho tiempo no experimentaba, incluso… había olvidado su nombre… ¿Cómo se llamaba? Se repetía mientras husmeaba en su diccionario… entonces quizás lo hallo… como una palabra borrosa, manchada, a punto de ser borrada completamente y para siempre… más sin embargo la recordó…-¡Así!… se llama: Felicidad.- Sonrió.

Cuando Yamato la dejo en la puerta de su mansión… sintió que olvido el significado de esa hermosa palabra que había recordado. Ladeo la mirada mientras comenzaba a recoger el valor para entrar al lugar. Con mucha tranquilidad subió los escalones que la llevarían a la inmensa puerta, el límite donde comenzaba su desdicha...

-Buenas tardes Señora…- Saludó el ama de llaves.

-Buenas tardes.- Exclamó mientras dejaba su abrigo de lado. -Mi…- Maldición odiaba esas palabras… pero eran necesarias: -Marido… ¿ya llego?- Cuestionó a cuestas.

-Me temo que no… Señora…- Exclamó la mujer de avanzada edad.

-Perfecto.- Pensó para sus adentros. Pensaba entonces que unos momentos de tranquilidad le vendrían bien.

-¿Desea algo señora?-

-Una taza de té.- Pidió amablemente.

-Enseguida se la traigo.-

-Gracias.- No quería que nadie le arruinara esa hermosa tarde en la que se había encontrado de nuevo con su primo después de muchos ocasos perdidos. Se sentó en un sofá en la biblioteca de la mansión, tomo el libro que se hallaba en un cajón bajo llave… lo abrió para ver de nuevo su memorizado contenido. ¡Maldición! Decía lo mismo… ninguna sola letra… vocal, acento o consonante había cambiado… ni la fecha de expedición, ni la de vencimiento, ¡NADA! Seguía tan exactamente igual como el primer día. Decepcionada sesgo la mirada mientras apretaba el labio con sus dientes, mientras reprimía la impotencia que padecía. La tristeza la invadiría… podía sentirlo… Cerró el libro de golpe mientras este doblaba aquel papel con su peso, luego opto por depositarlo con desprecio en el cajón de donde según ella: ¡jamás debió salir! -Unos días más… y entonces… si estaré condenada para siempre…- Exclamo mientras dirigía su atención a la maldita sortija. La llevaba por decoro… porque así lo marcaba la sociedad, porque era una mujer casada y no se vería bien que no se sienta orgullosa de ello. La maldita sortija de varios millones de dólares no tenía el menor significado para ella… la odiaba tanto que estaba dispuesta a tirarla por el retrete y jalar de la llave sin dudar un minúsculo instante en su decisión. Pero… no podía… muchas cosas se lo impedían… muchas cosas…

Bebió un sorbo del té que el ama de llaves le había preparado exclusivamente para que sus papilas lo degustaran. Harta, retomo el libro que llevaba algún tiempo leyendo.

Muy de repente escucho la señal… ese casi imperceptible ruido que odiaba, ese murmullo que rompía su quimera de felicidad, ese maldito sonido que le recordaba que no tenía ni libertad, ni nada. El silbido de la perilla cediendo a los antojos de alguien, el ruido de sus zapatos de piel sobre la alfombra de lana, el sonidito de su respiración profunda y serena, el crujido de su sereno caminar. -No sabía que estabas aquí, Hinata.- El maldito susurro de su voz al pronunciar su nombre.

Busco su mejor gesto. -Hola querido.- Sonrió mientras posaba su pupila pálida sobre las suyas azabache profundo. Su gesto insulso, carente de expresión, simple, sin sonrisa, ni ceño fruncido. Quizás esa mirada suya le enfurecía a ella.

-¿Todo está bien? Escuché que llego Neji a la ciudad…- Comentó mientras se acercaba al bar por su acostumbrada copa de whisky.

-Todo está excelente.- Sonrió.

Lo siguió con la mirada mientras lo veía tomar asiento en el sofá, mientras tomaba el periódico y leía la sección que le interesaba: la bolsa de valores. Su cabello negro, sus ojos oscuros, su rostro pálido, su expresión chirle, la ausencia de algún gesto inútil. Giró la mirada… definitivamente Sasuke Uchiha era muy diferente a… a… a… vaya… no valía la pena recordar su nombre… nada cambiaria las cosas, ni mucho menos su actual situación.

Estaba atrapada injustamente en un matrimonio no deseado; su matrimonio era como una enfermedad terminal… te mata poco a poco, paso a paso, lentamente… de la forma más cruel y truculenta posible. Pero… nada podía hacer… ese había sido su destino desde incluso mucho antes de nacer… el destino que su padre le había impuesto sin preguntarle si le parecía o no… si estaba de acuerdo o no… el destino que le impuso sin preguntarle si amaba a otro hombre o no… sus sentimientos poco valían, al menos a ojos de Hiashi Hyuga sus sentimientos… no tenían valor ni importancia alguna.

Continúo suspirando profundo mientras vivía el más falso de los matrimonios jamás inventado. Vivían bajo el mismo techo, comían en la misma mesa, dormían en la misma cama, se arropaban bajo las mismas sábanas de seda pero… nada de eso significaba amor… nada de eso significaba cariño. Cada uno dormía por su lado… mientras las espaldas de ambos se miraban dejando un frío espacio en medio de la inmensa cama matrimonial. Todos los días era igual… fingir algo que no existía y que jamás existirá, vivir y continuar con la misma farsa de la que era presa…

Esa tarde miro sus ojos oscuros y vacíos y se preguntó: -¿Y así dice amarme?- Para su desgracia… el Uchiha la amaba, al menos eso había dicho en una remota ocasión pero… jamás lo demostraba y nunca hizo nada para ganarse su corazón. ¡Nada!, ni la más mínima cosa, pero tampoco funcionaria… Su corazón tenía clavado el nombre de alguien más. Ya era su prometida y ahora esposa… el Uchiha no tenía que recurrir entonces a teatritos cursis ni románticos para ganarse a la chica, ¡no!… había tenido la suerte de que lo hayan comprometido con la chica que le llamaba la atención… la que le gustaba, quizás por eso entonces… las cosas fueron más fáciles… porque una de las partes estaba completamente de acuerdo con ese matrimonio impuesto a fuerza, entonces… era ella la única que estaba en discordia… pero sus gritos de auxilio no fueron escuchados por nadie y si alguien los escucho entonces ese alguien no hizo ni lo más mínimo para salvarla del altar… de las palabras del sacerdote, del vestido de novia, del anillo que pesaba más que cualquier promesa imposible.

De vez en cuando… muy lejanamente al azabache le daba por articular una frase dulce para con ella y muy apartadamente dejaba relucir una sonrisa en esos tiesos labios que tenía… ella solo intentaba sonreír pero nada en ella se sacudía, estremecía o alebrestaba… lo intento muchas veces pero sus esfuerzos no tuvieron ningún éxito, jamás lograría amarlo… tan solo era ya una maldita y monótona costumbre.

En unos escasos días más… su libertad se verá en verdad encerrada bajo una jaula cubierta de un sinfín de candados y cadenas inviolables… y ella… tan solo será espectadora de esa atrocidad y nada podrá hacer…

Si tan sólo… si tan sólo… no… eso jamás pasará…

Esa noche compartió la cama con él como lo hacía todas las noches… dormir y nada más… sin ningún tipo de contacto físico, ni tacto, ni frase, ni nada.

Despertó a la mañana siguiente… siempre que despabilaba en las mañanas se encontraba sola… sola en la vasta inmensidad de esa cama, tanto espacio le estrujaba el alma. Ladeo el semblante y… nada, no había nada ni nadie, tan solo un lugar vació, una almohada sin nadie que quiera apoyarse en ella, tan solo una sábana sin nadie a quien arropar. Siempre despertaba antes que ella y se iba a la oficina… era como si no deseara toparse con sus ojos pálidos en la mañana, como si evitara su fuego por miedo a que su alma sea quemada con su fiereza y coraje.

Aturdida aún por el sueño poso la mano sobre su frente mientras retiraba los cabellos rebeldes de su sien. Miro su agenda… la fecha se aproximaba galopando hacia ella sin la conciencia del daño que aquello le provocaría. Suspiro resignada mientras ladeaba nuevamente la mirada solo para encontrar un espacio frío junto a ella.

Miró hacia la ventana… con la mirada intento buscar el cielo… ladeaba los ojos de un lado a otro, lo buscaba con mucha tenacidad pero… nada… desde hacía tiempo… a sus ojos… el cielo estaba perdido. Quizás cuando sellaba los ojos al dormir intentaba olvidar que el cielo se le había perdido de la mirada, quizás intentaba engañarse vanamente… pero ese espacio gélido junto a ella le recordaba que el cielo… estaba perdido…

Se levantó saliendo de sus quimeras de adolescente y se encamino a la oficina justo como lo había hecho su esposo. ¡Maldición! Su cabeza estallaría definitivamente si en alguno de sus papeleos volvía a ver el recuerdo de la maldita fecha… suspiraba quedante y sentía que la estaca que rozaba su pecho se clavaba más. La situación en la que se encontraba enredada era inevitable, nada podría hacer al respecto, el tiempo no cedería a sus llamados de auxilio… el tiempo no se detenía para nada ni nadie…

Prefirió no pensar en aquello y mejor se dispuso a cumplir su trabajo. El día pasó lento y fue pesado con ella. Llego a casa agotada. Miro el reloj que estaba postrado en la enorme sala. -Las diez de la noche.- Murmuró. Llevaba dos horas sentada con un libro en mano y con la chimenea encendida y no veía ni el mínimo rastro de su marido. -Ya es tarde…- Pensó en silencio. Pero no estaba preocupada, para nada, Sasuke Uchiha era un hombre de negocios y por consecuencia… era muy formal, el chico le había llamado a la Hyuga para decirle que llegaría tarde a casa debido a que cerraría trato con unos socios, ella entendió y le deseo éxito en ese negocio. -Últimamente…- Susurró. -Llega tarde muy seguido…- Bajo la mirada. -Ha de tener mucho trabajo en la oficina.- Pensó mientras apartaba el libro de su vista y lo ponía sobre su regazo. Bostezo enormemente y entendió que pretender esperarlo para darle las buenas noches era una mala idea, cansada y ya con su batón puesto se dirigió hasta su cama a conciliar el sueño. Se acurrucó, se arropó entre sus acogedoras sábanas y antes de caer completamente rendida ante el sueño miro por última vez el reloj sobre la pared de la inmensa habitación. -Doce y media…- Susurró levemente antes de sellar los ojos.

Cuando despertó no estaba el azabache en la cama y antes de dormir no lo vio llegar y mucho menos tampoco lo vio irse. Estaba acostumbrada a esa situación, suspiro mientras recordaba que esa fecha estaba próxima… y con ese mal pensamiento se fue a trabajar.

Cuando la chica volvió de nuevo a casa, la monótona rutina se repetía, se postró frente a la chimenea a leer, el Uchiha llamo otra vez para reportar que de nuevo llegaría tarde a casa. Ya era tarde… se disponía a dormir cuando repentinamente escucho el tintineo de su celular, lo miro con desgano. -¿Tenten?- argumento mientras sus ojos se dilataban, inmediatamente contesto la llamad. -¿Qué pasa Tenten?- Exclamó airosa.

-¡Necesito que vengas a la oficina en este momento!- Exclamó con un tono de voz tan serio que la Hyuga en ningún momento pensó que fuera una broma.

-¿Pasó algo malo?- Cuestionó mientras se ponía un saco enorme que la cubría por completo.

-De eso no estoy segura… pero necesito que veas algo y no puede esperar, ¡date prisa!- Gritó, luego… colgó el teléfono. La Hyuga cogió las llaves de su auto y salió de la casa tan de prisa como pudo, no sin antes comprobar que el Uchiha no se hallaba en su morada. Con el pijama puesto, y el saco color negro tapándole el cuerpo manejo hasta su oficina. La duda le carcomía el alma con dureza y vanamente intentaba imaginar el asunto por el cual Tenten le había solicitado su presencia pero nada más no se le ocurría algo coherente.

Llegó al enorme edificio, estacionó su auto y bajó de prisa mientras se cubría del frío, de pronto vio el auto negro del Uchiha, conocía su auto, vio entonces que se alejó de ahí con el polarizado de sus ventanas. Miro su reloj. -Dos en punto, ¿tan tarde acababa sus negocios?- Se cuestionó mientras ladeaba la mirada por toda la zona tratando de encontrar otros autos en el lugar, autos de los supuestos socios. No hallo nada y rendida camino hacía el edificio, entro por una puerta oculta y toco en la puertezuela con el título: Seguridad. Prohibido el paso a personal no autorizado. El pestillo cedió y ella se incursionó sin pensarlo dos veces…

Desde hacía mucho tiempo Hinata Hyuga no padecía de la visita de aquello que otros mortales disfrutaban… y justo antes de que todo ápice de su recuerdo cesara recordó su nombre: Felicidad. ¿Cuándo había sido la última vez que había sonreído con tan inmenso placer en los labios? ¿Cuándo había sido la última vez que sentía la viveza de su alma disiparse por todo su cuerpo? ¿Cuándo? ¿Cuándo había sido la última vez? Cerró entonces los ojos buscando la respuesta en sus recuerdos, en los más profundos recuerdos de su pasado, en los recuerdos que se hallaban enterrados bajo los escombros de su sufrimiento. ¡Cierto! Recordó, la última vez que una sonrisa se había posado sobre su boca fue antes… antes de perder el cielo.

Pero ahora no importaba… cierto que ese maravilloso tono azul cielo jamás volvería a iluminar sus días de penumbra pero… quizás era el momento de tener otro tono de cielo como causante de su felicidad. Emocionada se tocó el abdomen, poso su mano delicadamente y lo acarició con ternura mientras sonreía con un enorme placer.

Se levantó con ánimo, con inmensa dicha y miró sin miedo al calendario, ahora no le tenía pavor no… ahora el tiempo podía hacer y deshacer como le viniera en gana y a ella… no le iba a importar ni mucho menos a perjudicar su transcurrir tan independiente y desesperado. -Hoy es…- Sonrió. -Mi aniversario de bodas…- Y desgraciadamente no había visto al Uchiha para felicitarse mutuamente, seguro estaba en la oficina… pensó ella. Estaba lista para la celebración en conmemoración de su aniversario, nada arruinaría ese día en el cual su verdadera felicidad comenzaría sin reproches.

Llego a la oficina con la sonrisa más desbordante que hallo en su armario. Incluso pareciera que irradiaba luz con su mirada perla iluminada. Como siempre… todo el mundo la saludaba al cruzar el umbral del elevador.

-Señora Uchiha.- Exclamó Matsuri al ver que se acercaba a ella con tremenda alegría y quedo aún más sorprendida cuando noto que al pronunciar el apellido: Uchiha después del: Señora no causó en ella un gesto de discordia como normalmente lo hacía.

-Muy buenos días Matsuri.- Exclamó la Hyuga. La muchacha de ojos marrones quedo petrificada, nunca en el tiempo que llevaba trabajando ahí la había visto tan feliz, claro que siempre tenía una amable sonrisa pero nunca tanta alegría. La Hyuga entonces procedió a entrar a su oficina. Con esa preciosa sonrisa comenzó a atender sus asuntos.

-Buenos días, oficina de Sasuke Uchiha.- Contestó la secretaria.

-Hola Sakura muy buenos días, soy yo Hinata, ¿podrías comunicarme al señor Uchiha?- Pidió amablemente.

-Por… por supuesto Señora…- Exclamó mientras le pasaba la llamada a su jefe.

-Bueno.- Contestó el hombre con esa voz seria que tanto lo caracterizaba.

-¡Querido!- Exclamó Hinata. -Buenos días, espero que hallas amanecido bien hoy en este día tan especial porque… te tengo una inmensa noticia que dar.- Sonrió con sus labios pintados en carmín.

El Uchiha se sintió desconcertado al escuchar ese precioso tono de voz en ella, emocionado sonrió levemente, porque después de todo Uchiha Sasuke no era del tipo de personas que expresaban tan abiertamente su sentir. -Amanecí perfectamente y con ansias esperare lo que tienes que decirme.-

-Excelente, porque no puedo esperar más, cite a tu familia y a la mía, estarán en la sala de juntas a las seis de la tarde, te espero ahí querido…- Se tocó el vientre nuevamente antes de colgarle.

-Hasta entonces…- Contestó el Uchiha al colgar el teléfono. Hinata sonrió, se sentía tan inmensamente feliz que aparentemente nada podría borrar la sonrisa de sus labios.

-Hasta entonces… querido…- Fue lo único que su boca pronunció.

Todos se hallaban reunidos en la sala de juntas, en la enorme y muy lujosa sala de juntas de la empresa, mientras charlaban de la inmensa noticia que Hinata anunció con alegría darles. Fugaku Uchiha se veía sereno, guardando la compostura pero con una leve sonrisa entre sus labios, por su parte Hiashi Hyuga no confería ni el menor ruido, estaba absorto en sus pensamientos y Neji, Neji estaba en completo shock, no sabía que tramaba su pequeña prima, si hacía unos días antes estaba devastada y de pronto ahora se encontraba completamente diferente. ¿Qué había pasado? Ese era el misterio que no podía resolver y lo tenía terriblemente ansioso. Sasuke Uchiha compartía el estado de Neji, no sabía que hacer o pensar, el drástico comportamiento de Hinata era demasiado súbito y repentino.

El tiempo transcurría su rumbo y no había ni el menor rastro de la Hyuga, todos comenzaban a impacientarse, mientras se preguntaban por el paradero de la muchacha, intentaban llamarle al celular pero estaba apagado, solo les restaba… esperar.

-¿Estás segura de esto?- Cuestionó Tenten en un leve susurro.

-Absolutamente.- Contestó la Hyuga. -Y necesito de tu apoyo…- Le pidió.

-Lo tienes amiga mía…- Le contestó mientras posaba la mano sobre su hombro. Hinata solo alcanzo a sonreír.

Tomó la perilla de la puerta, trago saliva fuerte, y sin vacilar un instante más tiro de ella con fuerza y procurando no caer en el miedo. Todos los ojos ahí presentes dirigieron su atención a la esbelta figura que se encontraba cruzando el umbral de la puerta con esa radiante sonrisa y con la mano en el vientre. Fugaku Uchiha y Hiashi Hyuga sonrieron gustosos al ver esa señal, Neji y Hanabi por su parte tan sólo se sorprendieron fervientemente.

-Para empezar…- Exclamó la chica llamando la atención de todos. -Quiero agradecerles el que estén aquí, eso es muy importante para mí y estoy segura que para Sasuke también.- Hizo un ademan llamando a Sasuke para que se colocara junto a ella mientras hablaba, el Uchiha sin dudar hizo lo solicitado. De pronto el azabache sintió que Hinata entrelazo sus dedos con los de él, el muchacho sintió una descarga eléctrica recorrerle la espalda y gustoso tan solo accedió sin reproches. La otra mano… la tenía sobre el abdomen. Todos ya se imaginaban lo que la chica iba a anunciarles por la mano que tenía sobre el vientre.

-Hoy es un día muy especial… hoy celebramos tres años de matrimonio. ¿No es así Sasuke?- Le cuestionó mientras ladeaba la mirada para mirarlo a los ojos.

-Así es.- Exclamó con un gesto semejante a una sonrisa.

-Bueno y casualmente… tengo una maravillosa noticia que darles…- Sonrió tratando de contener su emoción. -Una noticia que dará un giro inesperado a nuestras vidas.- Apretó más la mano de Sasuke, el Uchiha se encontraba rotundamente extasiado y feliz.

Todos los ojos de: Hiashi Hyuga, de Fugaku Uchiha, de Itachi Uchiha, de Hanabi y Neji Hyuga, de Shikamaru (el abogado de la empresa) los ojos de Tenten y entre otras personas que ahí se hallaban, todos esos ojos de diferentes tonalidades se posaron sobre la pareja y en especial sobre la muchacha.

Hinata miró a Tenten y recordó aquella noche cuando la ojos marrones la obligo a salir de su lecho en bata para darle una noticia de un acontecimiento que había descubierto…

Tocó en la puertezuela con el título: "Seguridad. Prohibido el paso a personal no autorizado". El pestillo cedió y ella se incursionó sin pensarlo dos veces… pocas veces había estado ahí… en ese lugar lleno de televisiones, lleno de cámaras de seguridad y paneles.

-¿Qué pasa Tenten? ¿Qué es tan urgente decirme?-

Tenten era mi mejor amiga en todo el mundo, a ella nada podía ocultarle, me conocía bien, muy bien, me conocía de pies a cabeza, de adentro a fuera, pero… una cosa quise ocultarle… cosa que termine contándole sin poder soportar ni un minuto más la fuerza con la que aplastaba a mi corazón al respirar.

Aún recuerdo esa fría tarde… Tenten me veía deprimida y triste y me decía enojada:

-¡Maldición no amas a Sasuke Uchiha! ¡¿Por qué no le pides el divorció Hinata!? ¡Él no es el hombre que tú amas!- Yo solo me encontraba callada y silenciosa mientras escuchaba lo que me decía. -¡Hinata! ¡Hazme caso!- Me gritaba furiosa.

-¡No puedo!- Exclamé frustrada mientras mis ojos se llenaban de una delicada capa cristalina que anunciaba mis próximas lágrimas.

-¡Claro que puedes! ¡Al diablo la empresa, al diablo tu padre y Fugaku Uchiha! ¡Al diablo todo!- Me gritaba tratando de darme fuerzas y mucho pero mucho valor.

-¡No puedo Tenten!- Le grité mientras rompía en un irremediable llanto. -No puedo…- Le aseguré. -Estoy condenada… este es mi destino y nada puedo hacer para cambiarlo.- Le comuniqué. Ella me miraba sin entender, sus enormes ojos me miraban sin comprender ni la más mínima palabra que yo trataba de decirle.

-¿Por qué Hinata, por qué no puedes?- Me preguntó mientras me miraba fijamente a los ojos como si deseara poner al descubierto a mi alma.

-Porque…- Ladee la mirada. -Hay algo Tenten que yo jamás te he contado… no te he sido completamente sincera…- Baje la mirada llorosa.

-¿Qué es Hinata? ¡Dime!- Exclamó impaciente mientras me veía sollozar en silencio.

-Mi matrimonio con Uchiha Sasuke es más bien un contrato…- Musité con ese tono de voz bajo.

-¿¡Qué?!- Esas fueron las palabras que no me dijo pero que podía leer sobre las pupilas de sus ojos, estaba completamente confundida. -¿De qué hablas?- Me preguntó al fin con los ojos petrificados.

-Hay un arreglo detrás de este falso matrimonio.- Le comuniqué. -No hay manera de expedir un divorcio, nuestros padres fueron muy cuidadosos al comprometernos.- Conté. -Este matrimonio era para unir las empresas Hyuga y Uchiha en una sola y poderosa empresa.- Comencé a llorar.

-Maldición, ese par, Fugaku Uchiha y tu padre son unos monstruos que se comunican con el mismo lenguaje.- Me dijo Tenten y yo sentía su furia brotar de su cuerpo.

-¿Entiendes Tenten? No se trata de que yo no quiera es solo que no puedo…- Baje la mirada y Tenten me acompaño. -Solo… hay una manera.- Continúe diciendo. -Nuestra acta de matrimonio expone una cláusula…-

-¿Cuál?- Me preguntó Tenten.

-Dice que la única forma de anular nuestro matrimonio es por una infidelidad cometida entre los primeros tres años de nuestro matrimonio.-

-¡Entonces Hinata! ¡Ve a América y "búscalo"… engaña a Sasuke y haz que te pida el divorcio!- Gritó eufórica como si fuera la cosa más sencilla del mundo.

-Yo también pensaba que podía ser tan fácil Tenten, pero… también hay trampa en esa cláusula.-

-¿Cuál?-

-Si yo engaño a Sasuke y se me descubre, la empresa de mi padre automáticamente le pertenecerá a los Uchiha y lo mismo sucede si Sasuke me engaña… la empresa y su divorcio serían míos, no puedo Tenten, jamás haría algo para perder la empresa de mi padre, la empresa que tanto esfuerzo le ha costado levantar y Sasuke… es muy cuidadoso, tampoco haría lo mismo, nunca.- Susurró. -En mi tercer aniversario de bodas… el contrato se hará eterno… no habrá manera de pedir el divorcio al otro, estaremos amarrados por siempre…- Tenten solo compartía mi dolor mientras intentaba vanamente no llorar frente a mí.

Y hoy era el día tan ansiado… mi tercer aniversario de bodas y pensar… que un día como hoy hace tres años cave mi propia tumba. Yo ahora estuviera mal, estuviera triste y deshecha si no hubiera sido por ese maravilloso descubrimiento de Tenten aquella noche en la que escape de casa en pijama…

Tenten era la jefa de seguridad del edificio… ella estaba a cargo de las cámaras y de la seguridad en todo el lugar, era la única con el acceso a los videos y grabaciones hechas por las cámaras…

Me mareaba estar en ese lugar lleno de la luz de esas computadoras y televisiones que desplegaban cada rincón de la empresa.

-He descubierto algo Hinata.- Sonreía con locura. -Algo que podría ayudarte…- Me exclamó con ese extraño brillo en su sonrisa, yo la mire sin comprender del todo, tan solo opté por prestarle atención.

Y ahí estaba ella, con esa radiante sonrisa mientras sujetaba a Sasuke Uchiha con la mano que la condenaba… con la mano que tenía ensamblado el anillo de matrimonio que él le había dado un día como hoy hace tres años… la otra mano… sobre el bultillo de su vientre.

Sasuke se encontraba feliz y Hiashi y Fugaku también.

-Les tengo un precioso video…- Exclamó mientras le hacía un ademan a Tenten con la cabeza para que corriera la cinta. La Hyuga se puso aún más renuente en el tacto de su abdomen, la Hyuga ladeó la mirada y vio a un Sasuke estupendamente feliz… lo tomó de la barbilla mientras lo miraba a los ojos, el azabache se embelesó en su mirada, en sus preciosos ojos perlas, la chica lo notó y siendo cuidadosa lo sujeto del mentón y atrajo sus labios hacía sí, Sasuke se sorprendió al sentir la boca de Hinata rozarle la suya, pero no es que no quisiera… entonces… se dejó manipular por la chica mientras sentía la puerta de la felicidad ser abierta. -Gracias querido… por este regalo…- Fue lo único que ella le dijo. El gustoso sonrió como nunca lo había hecho. La Hyuga lo tenía donde quería… completamente a su merced.

Hinata le guiño el ojo a Neji quien no entendía nada de sus repentinas actitudes y después de eso… el video corrió…

-¿Qué es esto?- había preguntado la Hyuga cuando vio a Tenten ponerle el video la primera vez.

-Guarda silencio y pon atención… pronto entenderás…- Le aseguró.

Los protagonistas… Sasuke Uchiha y una mujer alta, delgada, de ojos jade y pelo rosa que corría con el nombre de: Sakura. Y ahí estaba el Uchiha… sentado sobre su enorme silla giratoria mientras tomaba whisky tras whisky, bebía sin medida, sin control, sin cuidado. ¿Su único propósito? Quedar completamente ebrio como para llegar a imaginar que la mujer que se comenzaba a desnudar frente a él era en realidad la Hyuga, Hinata Hyuga y solo el alcohol… podía hundirlo en esa quimera de locura.

Bajo la luz de la habitación para no ver su rostro… lo único que deseaba es que esa mujer se transformara en Hinata Hyuga… la única mujer a la que realmente amaba, a su esposa, su esposa que lo despreciaba y que no le regalaba ni una sola de sus noches…

Era evidente… la infidelidad, el adulterio, el engaño era evidente en ese video… el Uchiha estaba tan ebrio que realmente pensaba que esa mujer era Hinata Hyuga… era obvio que eso pensaba y se los confirmaba las cientos de veces que de su boca de ebrio salía el mismo nombre: Hinata… a cada momento decía su nombre: Hinata…

Todos los presentes estaban en un irremediable shock.

-¡Basta!- Gritó el Uchiha enfurecido, Tenten de prisa paro el video.

-¡Supongo que sabes lo que sigue! Aparentemente estas consciente de lo que sigue… estás consciente de la manera en la que la tocabas y besabas…- Exclamó la Hyuga. -Y tú bien sabes porque has parado el video.- Sonrió.

-¡¿Qué pretendes Hinata al mostrarnos este insulto?! ¡¿Es por eso que nos has citado?! ¡¿Para burlarte de nuestra familia y de mi hijo?!- Gritó furioso Fugaku Uchiha.

-¡Esa nunca fue mi intención! ¡Pero mi matrimonio es un maldito contrato!- Gritó mientras sacaba ese libro viejo donde lo tenía oculto y luego procedía a lanzarlo sobre la mesa con ese aire de repudio en sus acciones. -¡Eso es ¿No es así?! ¡Un maldito contrato! ¡Mi única intención es demostrarles que una de las partes no cumplió con su parte del contrato! ¡Y esa no fui yo! ¡Ese fue su intachable hijo!- Le gritó a Fugaku Uchiha quien se mordió el labio enojado y furioso.

-¡Mi hijo no hubiera recurrido a estar con esa mujer si tú le dieras lo que él necesita: Una esposa!-

-¡Ese es el pretexto más estúpido y machista que he escuchado!- Gritó la Hyuga. -¡No quiera justificarlo solo porque se vea en aprietos!- Exclamó Hinata. -¿Es claro no padre?, ¡Sasuke Uchiha me engaño, me fue infiel! Y mi contrato dice que si una de las partes es infiel entonces el otro tendrá todo el derecho de reclamar: el divorció sin la oportunidad de negársele y…- Todos la miraron. -Y… el poderío de la otra empresa.-

-Niña insolente…- Murmuró el jefe de la familia Uchiha. -Seguro tú le tendiste una trampa a mi hijo.-

-¡De ninguna manera! ¡Yo incluso… pensaba a Sasuke incapaz de serme infiel!- Exclamó. -Pero creo querido…- Dijo mientras miraba al Uchiha azabache petrificado junto a ella. -Creo… que descubrí que hacías en las noches que me asegurabas llegar tarde por cerrar tratos con tus supuestos "socios", te descubrí Sasuke…- Murmuró sonriente.

-¿Qué es lo que deseas entonces Hinata Hyuga?- Habló el calculador Itachi.

Ella sonrió…. No creyó llegar tan lejos, no creyó conseguirlo, no creyó tenerlo entre sus manos…

-¡Itachi!- Gritó enojado Fugaku. -¡¿Cómo te atreves?!-

-¡Padre! Es evidente que como dice Hinata, Sasuke no cumplió con su parte del "contrato" y… tiene pruebas… así que… estamos a su merced.- Dijo Itachi, ese hombre en ningún momento había estado de acuerdo con ese forzado matrimonio y sabía que esa muchacha tenía buen corazón…

-Supongo que puedo reclamar la empresa Uchiha.- Sonrió mientras veía a Fugaku palidecer.

-Estúpida niña…- Fue lo único que murmuró Fugaku.

-¡Pero… no lo haré! ¿Qué quiero? ¿No es evidente? ¡Lo único que quiero de Sasuke Uchiha es… el divorcio! ¡Sencillo!- Grito. -¡Tranquilo padre, tranquilo Sasuke, tranquilo Fugaku, yo solo quiero el divorcio! ¡Nada más! ¡El trabajo de ambas empresas puede transcurrir como lo ha hecho hasta ahora! ¡Nada cambiará, nadie se irá, ni un solo trabajador! ¡Nadie! ¡Yo solo quiero mi libertad! ¡Es todo!- Itachi Uchiha sonrió, era una chica poco ambiciosa, no le llenaba el dinero, ni las propiedades, solo deseaba su libertad. Fugaku respiró con tranquilidad… por un momento estuvo a punto de quebrarse al enterarse que por la estupidez de su hijo menor perdería por lo que llevaba años trabajando y Hiashi Hyuga… tan solo mirada espectador aquella bochornosa situación. -¡Aquí tienes los papeles del divorció cariño… ya los he firmado! ¡Haz tú lo mismo!- Exclamó mientras extendía el papeleo sobre la mesa, le acercó una pluma.

-¡Jamás!- Gritó Sasuke. -¡Jamás te daré el divorció Hinata!- Le gritó y ella solo se exaltó.

-¡¿Por qué!?- Exclamó ella sin entender.

-¿No es obvio?- Sonrió. -¡Porque te amo!- Gritó y todos quedaron en shock. Sobre todo la Hyuga quedó en shock. -¿No te esperabas eso, cierto?- Le cuestionó mientras la veía con las pupilas dilatadas. -Jamás te daré el divorció.- La amenazó.

Ella sonrió -¡Haz lo que quieras!- Le anunció mientras tomaba su acta de matrimonio y la rompía en pedazos, entonces… sujeto el anillo de plomo que se hallaba sobre su dedo anular y con gusto se lo quito, tomó la mano de Sasuke y lo puso sobre ella. -¡Aquí tienes tu estúpido anillo, no quiero nada de ti!- Le gritó mientras caminaba hacía la entrada.

-¡Tú eres mía Hinata Hyuga y de nadie más! ¡No creas que me rendiré, ni mucho menos que te has deshecho de mí! ¡Te seguiré hasta que regreses a mí!- Le anunció. Ella camino sin dirigirle ni una pizca de su atención. La Hyuga salió de ahí y tan solo escucho el griterío, el desastre, la discordia, ¡todo! Lo que dejo tras esa puerta: Sasuke jurándole amor… Fugaku gritándole a Sasuke por su estupidez, Hiashi reclamándole a Sasuke y a Fugaku, Neji peleándose con Sasuke, Hanabi en shock, los demás socios ahí presentes gritándose entre ellos y gritándole a Sasuke.

-¿Cómo te sientes?- Le preguntó Tenten.

-¡Estupendamente!- Exclamó mientras miraba su mano sin esa maldita sortija costosa. -Se creyeron lo del embarazo…- Murmuró mientras sonreía.

Sasuke Uchiha amaba con locura a esa mujer peliazul y de ojos perla, la amaba, tanto, que le frustraba saber que no la podía hacer suya cada noche como cualquier hombre enamorado lo hacía con la mujer que amaba, pero ella… había sido la única mujer que jamás había caído en sus encantos y ella misma… había sido la única mujer que él verdaderamente amaba… y era tan idiota que antes de engañarla con Sakura tenía que quedar ebrio para poder caer en la ilusión de pensar que con la mujer que estaba era Hinata y no la chica rosada… Hinata uso eso a su favor, en los videos que Tenten le enseño se dio cuenta de que él estaba borracho y de que pronunciaba su nombre a cada suspiro, a cada acción, seguro esa pobre mujer rosada se la había pasado muy mal escuchando que ese hombre la llamaba por otro nombre que no era el suyo, fuera de eso el Uchiha de verdad llego a pensar que cada noche juntos era real y cuando vio a Hinata con la mano sobre el vientre el idiota en verdad cayó… no recordó que Hinata Hyuga… sólo una vez se había entregado a él…

-Gracias Tenten.- Sonrió la Hyuga. -Gracias por haber puesto esa cámara oculta en la oficina de Sasuke… su oficina y la mía son las únicas sin cámara en todo el edificio… él estaba seguro de eso… por eso utilizaba su oficina como el lugar perfecto para encontrarse con esa mujer, jamás pensó que habría una cámara oculta.- Se rió.

-De nada Hinata.- Exclamó al recordar el día que entro de puntillas a la oficina del Uchiha a colocar esa cámara, había sido cuidadosa y muy valiente, ya que el Uchiha pudo haberla descubierto y no se la iba a acabar… Pero Tenten sabía que había algo muy sospechoso cuando Hinata le decía: "Sasuke está en la oficina con unos socios". La Hyuga era inocente y dulce y evidentemente había creído en sus palabras, pero ella… no se tragaba del todo el cuento del Uchiha, por eso decidió tomar medidas drásticas y descubrir su mentira. –Ahora, ¿qué harás? ¡Ya eres libre! ¿Lo buscaras a "él"?- Cuestionó una curiosa Tenten.

-¡Cierto! ¡Soy libre! ¿Qué hare? Lo que yo quiera. ¿Qué si lo buscare?- Bajó la mirada, de pronto la alzó. -No, no lo buscaré.- Sonrió. -Él no me busco en todos estos años… lo más probable… es que ya tiene otro amor.-

-¿A dónde vas?- Cuestionó Tenten al verla caminar con prisa.

-A un bar.- Exclamó al subir a su auto.

-Neji…- Llamó Hinata esa misma mañana a su primo.

-¿Qué pasa Hinata?- Contesto él.

-Necesito un favor…- Argumentó ella.

-¿De qué se trata?- Cuestionó él.

-Lo más probable es que me ausente de la empresa un tiempo, ¿podrías ocupar mi lugar en mi ausencia?- Cuestionó.


¿Les gusto mis niños? esta fue la primera parte de nuestro extenso viaje sin escalas... espero... que haya sido de su agrado y por favor... déjennos un hermoso review, por favor. Nos vemos en el siguiente capítulo. Los amamos, con todo nuestro corazón.

Atte: Sunako y Hammi.