Natsu no me pertenece, para mi mala suerte, FT es completa propiedad de Hiro, yo solamente juego con ese sexy pelirrosa y sus amigos.

Lucy– pensamientos o recuerdos

"Natsu"– hablando por teléfono.

Dormitorio para Chicos

Capitulo 1: Esto es lo que quiero

—Etto…— la rubia miraba horrorizada todo a su alrededor, acababa de abrir la puerta de aquella residencia, todo estaba muy desordenado, habían latas de cervezas por todos lados, una caja de pizza con dos pedazos sobre una mesa, ropa interior en el suelo. —¿En qué me metí?— dijo con rostro confuso.

Lo siento, señorita Heartfilia— se disculpaba un hombre mayor, muy pequeño y de barba blanca. —Todos los dormitorios están ocupados, solamente hay un pequeño espacio en el de unos chicos— el hombre pareció dudar al decirle esto último.

Por favor, por favor— la chica se arrodillo a los pies del hombre. Le había prácticamente suplicado a su padre que la dejara estudiar allí, a duras penas y luego de que su progenitor hubiese puesto condiciones, le había dejado estudiar allí. —Mi padre ya pagó el semestre.

Bueno…—

Y ahora, allí estaba, en su nuevo dormitorio, simplemente no esperaba aquello, ahora entendía el porqué el hombre la había observado con algo de pena.

—Pero…— un tic nervioso se adueñó de su ojo izquierdo. —¡Son unos cerdos!— gritó a la vez que sus maletas caían pesadamente en el suelo. Todo estaba patas arriba. Un escalofrió le recorrió la espina dorsal al ver como al gritar, algo empezó a moverse entre la basura. —¡Neko!— gritó, pues un gato de color azul, muy extraño, salió dentro de la roba que había tirada y corrió hacia ella, y le brincó.

La chica retrocedió, causando que callera al suelo. Era la primera vez que veía a un gato de ese color, era un azul intenso, parecía que lo habían teñido.

—Déjame, gato malo— le pidió al animal el cual la intentaba arañar, y cuando esté logró clavarle una garra en el interior del antebrazo, la rubia lo tomó y lanzó por los aires. —Genial— se quejó, mirando donde el gato le había arañado. —Estúpido gato—

—¡Eres un enfermo!— un agudo y femenino grito llamó la atención de la rubia. Veía a una chica peliblanca, envuelta en una pequeña y muy corta toalla, esta apenas le cubría hasta el trasero.

—¡Por una mierda!— el gruñido del chico que salió con una toalla cubriendo su cintura y con el cuerpo húmedo, hizo a la rubia estremecer. —Si sales por esa maldita puerta, no quiero volver a ver tu trasero, Yukino— le rugió. La chica observó al chico, éste tenía el cabello rosa, cuerpo musculoso, y…prefirió apartar la mirada.

—Ya te dije, no haré tal cosa— le dijo la peliblanda pasando de lado de la rubia.

—¡Dios!— se quejó el pelirosa. —Tengo lubricante—

—No estoy preparada— y dicho aquello, salió por la puerta, el chico solamente bufó con molestia y se acercó hasta el refrigerador donde sacó una botella de agua.

—Ahora se hace la muy santa— se quejó mientras daba un largo sorbo de agua. —Me dejó caliente— eso le pasaba por juntarse con estúpida, Yukino no era su novia, ni una amante, solamente se habían acostado un par de veces. Era difícil no mirarla, siempre usando unas falditas muy cortas, sus pechos apretándose bajo la tela de la camisa del uniforme, tenía que estar ciego para no mirarla. Se terminó la botella de agua, y la tiró al suelo, tenía que terminar de ducharse, solo.

—Oye— había estado todo aquellos minutos escuchando los susurros del chico, sus ojos lo siguieron todo el tiempo, muy sorprendida, desconcertada, no había visto a chicos desnudos, no era algo a lo que estaba acostumbrada, y a los 17 años, no se avergonzaba de ser virgen, lo que si le causaba vergüenza era que lo supieren y que notaran que ni un beso, pues no era fea, pero soñaba con su beso perfecto.

El pelirrosa observó sobre sus hombros al escuchar la voz femenina, giró el rostro y abrió los ojos sorprendido. ¿De dónde demonios había salido aquella rubia? La miró de arriba abajo, vestía casual, unos jeans por las rodillas un top lila de tiras y el cabello lo llevaba amarrado en dos coletas.

—Con razón esto parece pocilga de cerdo.

La miró desconcertado y con una ceja alzada al ver como ella se acercaba donde estaba la botella de agua vacía, la tomaba y luego la dejaba en el zafacón.

—¿Quién eres?— preguntó sin apartar la mirada de la rubia.

—¿No deberías ponerte ropa primero?

—Pregunté que quien eres— ignoró completamente a la chica y se acercó con pasos amenazantes, haciéndola retroceder.

Observó como de un mechón rosa se deslizaba una gota de agua y mojaba el cuello del chico, la siguió con la mirada, sonrojada.

—¿De cuál de toda la bola de imbéciles eres amiguita?

—¿Nani?— observó al chico al rostro, notan el color de sus ojos, verdes, de lejos parecían negros, sin embargo, el chico se le había acercado tanto, dejándola acorralada contra la pared, que podía apreciar el color de sus ojos.

—No recuerdo haberme acostado contigo.

Un intenso color rosa adornó las mejillas de la chica, se mordió el labio ante el atrevido comentario del chico.

—¡Pervertido!— le gritó mientras lo empujaba.

—Eres fastidiosa— su verde e intensa mirada fueron sobre la chica. —Pon tu lindo trasero por donde viniste y sal de aquí si sabes lo que es bueno—

—Resulta, que desde hoy viviré aquí— ese comentario logró que nuevamente la mirada del chico fuera sobre la rubia y luego a la puerta donde habían dos maletas.

—Es broma, no?— le preguntó.

—Oye, Salamander, ya se fue….— pero el pelinegro que en aquellos momentos salía como de un pasillo, guardó silencio al ver a la rubia y a su amigo. —Vaya, creo que en vez de Salamander, te pondré semental, no acabas con una y ya andas con otra— le dijo con burla.

—¡¿Pero qué dices, pervertido?!— y lo que pasó a continuación verdaderamente sorprendió a los chicos, pues aquella rubia le estampó tremenda patada en pleno rostro al pelinegro, pero este le agarró el pie, dejándoselo en el aire, en una muy incómoda situación.

—Diablos, siempre metiéndote con chicas difíciles— dijo el pelinegro como si nada, sin importar tener a la chica tomada de un pie. —¿De dónde sacaste a esta conejita?

—Suéltame— dijo rubia con enojo y cuando estuvo tentada a levantar el otro pie y patearlo, el chico la soltó.

—Deberías educarlas más— pero el pelirrosa solamente observaba a la chica. No tenía apariencia de chica ruda, parecía indefensa, pero era obvio que no lo era, si aquella patada hubiese golpeado a su amigo, este aún estuviese en el piso.

—Pensaba que era amiga de ustedes— habló finalmente el chico apartando la mirada de la rubia.

—Mía no es, pero…..— miró a la chica de arriba abajo con picardía. —Puedo convertirla en mi amiguita especial—

La rubia miró a ambos chicos con mirada amenazante, los acababa de conocer y ya sentía que los odiaba.

—Quizás sea de Gray.

—No, no tiene el aspecto de las chicas que Gray quisiera— hablaban mirando a la chica, como si esta no estuviese allí, algo que le hacía enojar aún más.

—Pues será de Jellal, creo que tiene debilidad por las mujeres salvajes— esto lo dijo con diversión.

—¡Par de idiotas, dejen de hablar como si no estuviera presente!— les gritó ya muy enojada.

—¿Qué haces aquí?— le preguntó el pelirrosa.

—Ya te dije, desde hoy me quedaré en este dormitorio.

El pelinegro al escucharla, no pudo evitar explotar en una carcajada.

—Muy buena— le dijo riendo.

—No es ninguna broma— les dijo, juraba que los iba a patear en cualquier momento, les señaló sus maletas. —Soy Lucy Heartfilia, desde hoy seré su nueva compañera de dormitorio— se presentó finalmente.

—¿Hablas en serio?— preguntó sorprendido el pelinegro.

—Sí— dijo sonriendo la rubia. Corrió hacia sus maletas y las tomó, como pudo las arrastró. —No les haría daño limpiar un poco.

Ambos chicos se observaron cuando la chica desapareció por un pasillo el cual conducía a las escaleras y luego a la única habitación desocupada, sin embargo, estaban seguros que cuando ella viese la habitación, saldría corriendo.

—Eres un pervertido— fue el chico de cabellos negros el cual habló, pues observó el atuendo de su amigo, y bajo la toalla de este, se veía un bulto. —¿Te calentó la conejita?—

—Claro que no, ya estaba en ese estado, la estúpida de Yukino me dejó caliente— gruñó con molestia.

—Pobre, ha quedado en tu lista negra— se burló y el pelirrosa sonrió con malicia. —Creo que hay que decirle a esa conejita que esa habitación es un peligro—

—Neh! Cuando la vea saldrá corriendo— su tono fue divertido. Justo cuando el pelirrosa terminó de decir aquello, un gritó femenino se dejó escuchar por todo el dormitorio.

—Apuesto mil que no dura una semana.

—¿Estás seguro?

—Mil, Salamander.

—Si así lo quieres. Apuesta aceptada, yo apuesto a que se queda.

—¿Te gustó?

—No, solamente está buena— sonrió con perversidad.

—Bonito rostro, buenos pechos...— habló para sí.

—Hay que darle una buena bienvenida— una sonrisa maliciosa y un tanto perversa cubrió los labios del ojiverde.

—Lucy Heartfilia..— de repente el pelinegro observó con asombro al otro chico. —¿No es ese el apellido del primer ministro?—

Ambos chicos se miraron sorprendidos.

—Diablos— y dicho esto el pelirrosa corrió hacia las escaleras.

.000…

Allí estaba parada, frente a una puerta con varias cosas escritas en ella, aguantando la respiración, tomó el pomo de la puerta y lo giró, para abrirla, mas al hacerlo, quedó aterrada.

—¡Kyaaaaaa!— gritó cuando vio como desde todo aquello salía una cucaracha, haciéndola caer al suelo por el susto. —¡Que asco, que asco!— gritaba la rubia. —No, no, yo no me puedo quedar en esta pocilga—

¿Estás segura de ir a estudiar allí?— le preguntaba un hombre mayor de bigotes a la rubia. —Fairy Tail quizás es el instituto más costoso y albergue los hijos de las personas más importantes, pero no deja de ser el colegio con los peores estudiantes— le decía el hombre.

Por favor, papá— le pidió. —Siempre quise estudiar allí, como mamá—

Pero tu madre era la excepción de esa bola de idiotas— dijo el hombre no muy convencido.

Prometo que no te defraudaré— le prometió.

Bueno, si eso es lo que quieres, estará allí, pero con una condición— miró a su padre a la espera. —No dudaré en enviar a por ti si escucho rumores, no me gustaría que mi hija se viere involucrada en los problemas que causan esos jóvenes—

La chica sonrió, entendía a su padre, todo el país sabía lo desastroso que era ese colegio a pesar de estar en la posición número uno de la educación del país.

Lo prometo, si te llamo pidiendo que me saques de allí, no dudes en enviar a por mí— le dijo sonriendo.

No, no podía echarse ahora para atrás, estuvo días intentando que su padre la dejara estudiar allí, no se podía echar para atrás, no ahora que ya estaba allí.

—No, Lucy, no te puedes echar para atrás por algo que has luchado tanto—sí, porque enfrentar a su padre no había sido fácil, si bien este nunca le negó nada, nunca aceptó que ella estudiara en aquel instituto, siempre diciendo que estaba lleno de delincuentes. —Muy bien— abrió un bolsillo de unas de sus maletas, sacó una mascarilla y unos guantes, iba a limpiar el lugar, siempre le gustó limpiar ella misma sus cosas, nunca dejaba que la limpieza de la casa le hicieran sus deberes.

—Por un momento pensé que Gajeel ganaría— escuchó tras su espalda y cuando giró, allí estaba el pelirrosa, cruzado de brazos. Los músculos de los brazos masculinos, se marcaban con fuerza, en aquella posición, parecía mucho más musculoso de lo que hubo visto anteriormente. —Necesitarás mucha suerte para limpiar ese lugar, y aunque lo hagas, los muebles están hechos una mierda— sonrió burlón.

—No necesito opiniones tuyas— le dijo con desagrado.

—Buena suerte, Luce— le dijo siguiendo su camino, pues tenía que terminar de ducharse y ponerse ropa para salir.

—Es Lucy, L-U-C-Y— hizo un puchero, ese sujeto le caía súper mal.

—Ajá, lo que digas.

Suspiró enojada mientras veía como el chico entraba por una puerta la cual no estaba muy lejos de la suya. Se colocó la mascarilla y observando aquello que supuestamente era una habitación, entró. Había ropa sucia por doquier, comida podrida, manchas en el suelo, mal olor, todo un basurero.

.000…

—¿Una chica?— preguntaba un peli azul con una ceja alzada.

—Sí, una conejita, pensaba que era amiguita tuya, me lanzó una patada que si me hubiese golpeado, seguramente estuviera ahora mismo en la enfermería con la marca de sus zapatos en todo el rostro.

—Por lo salvaje— se rio otro chico de cabellos negros. —Tenemos que recordar que el gran Jellal tiene historia con la salvaje de las salvajes—

—¿Qué diría Erza si te escucha hablar así de ella, Gray?— al peli azul decir aquello, se observó el rostro pálido del pelinegro.

—No te atreverías— le dijo con duda.

—Soy un malvado— dijo con malicia.

—Cuando usa ese tono hasta a mi me da miedo— dijo el segundo pelinegro.

—¿Sabes de quien es hija, Gajeel?— le preguntó Gray.

—Pues tiene el mismo apellido que el primer ministro.

—Heartfilia, ehh— dijo Jellal. —Entonces hay que darle una cálida bienvenida.

—¿A quién hay que darle una cálida bienvenida?— un chico rubio tomó una silla y volteándola, para sentarse con las piernas separadas, se sentó junto a los chicos.

—Vamos a pelear, Laxus— al decir aquello, los presente lo miraron con cara de póker.

—Ni siquiera le puedes ganar a Natsu— habló el rubio con burla.

—No perderé mi tiempo con Salamander.

—Y aquí vamos de nuevo— un chico peli azul se acercó, justamente con el mismo rostro que Jellal. Mystogan, su hermano gemelo.

—Si tanto quieres pelear, porqué no peleas con Jellal o Mystogan— sonrió el rubio.

—Eso es cruel, Laxus, aún viniendo de ti— le dijo Gray.

—Pelea conmigo, Mystogan.

—¿Pelear?— preguntó Mystogan. —Ni siquiera puedes con mi hermanito.

—Pensaba que el cruel era Laxus— seguía diciendo Gray.

—Cuando quieras te pateo, Gajeel— dijo Jellal sonriendo.

—Bueno, las peleas para después, me enteré por mi abuelo que la hija del primer ministro acaba de llegar.

—Sí, Salamander y yo ya hicimos una apuesta. Yo digo que no durará ni una semana en nuestras instalaciones.

—Sabes que el estúpido de Natsu siempre gana en esas cosas, el cabrón tiene mucha suerte— le recordó Laxus.

—Creo que Gajeel ganará, nuestro dormitorio solamente tiene una habitación desocupada— dijo con tranquilidad el peli azul.

—¿No me digas que ella se quedará en esa cosa?— le preguntó su hermano, de repente un escalofrío bajó por su espina dorsal.

—Creo que yo también apostaré con el cabeza de lava.

—¿A si?— se escuchó una voz a la espaldas de Gray. —¿Cuántos, calzoncillos hentai?— no les diría que había dejado a la rubia limpiando, la mirada que le dedicó antes de entrar a aquel lugar, era lleno de determinación.

—Mil— dijo Gray.

—Yo también— habló Laxus. —Disfrutaré tu dinero.

—Yo también— dijo Jellal. —Creo que finalmente recuperaré todo el dinero que me has quitado.

El pelirrosa se sentó junto a los chicos.

—Que puedo decir, son malos apostando— se burló. —Bueno, son 5, mil para cada uno si pierdo, serán 5 mil.

—Bueno chicos, yo estaré del lado de Natsu, entonces, la apuesta aumenta, yo 4 mil igual que Natsu, cada uno 2 mil para estar a la par.

—Con su dinero, llevaré a comer a alguien— se burló Gajeel.

—Es una pena, ustedes perderán— dijo muy seguro el pelirrosa.

—Jellal, se me olvidó— dijo Mystogan. —Arregla los problemas con Erza, me ve y rápido me ataca pensando que soy tu.

Todos en la mesa explotaron en risas.

—No le he hecho nada— se encogió de hombros.

—Sí, claro, será que no le dejas de hacer— dijo Laxus.

—¿Perdón, habla el chico que se metió con Cana?

Y nuevamente todos explotaron en carcajadas.

—Están locos, meterse con mujeres que les puede patear el trasero— dijo el ojiverde.

—Vamos, Cana no es violenta— dijo Gray.

—Pero su padre— en el rostro de Gajeel se formó una mueca de miedo. —Gildarts, de verdad, yo no quiero un suegro como ese—

—No es mi suegro.

—Claro, eso porque no se ha enterado de lo que le has hecho a su adorada hijita— se burló Jellal.

—Están todos jodidos.

—¿Quieres que te recuerde que te metiste con la hermanita de un hombre?— y nuevamente todos rieron tras escuchar a Gray. —Mystogan, tú también, no te rías—

—Mira y yo terminamos— todos lo observaron con cara de sorpresa.

—¡¿Qué?!— preguntó Gajeel.

—Diablos, eras mi modelo a seguir— se quejó Gray.

—¿No aguantó tus tratos?— le preguntó Natsu con diversión.

—Lo que no aguantó fue lo de Erza, demasiado insegura— se quejó echando la cabeza hacia atrás.

—¿Le dijiste que entre tú y Erza nunca sucedió nada, no?— le preguntó Laxus.

—Claro que se lo dije, pero como mi hermanito tiene el mismo rostro que yo, anda metiéndose con Erza y con cuantas más, Erza me confunde con él, pues ya es un problema.

—Es sorprendente que Mira pueda diferenciarlos y Erza no— fue Gajeel quien habló.

—Bueno, bienvenido a la soltería, es mejor— lo felicitó Natsu con una sonrisa.

—Oye, Natsu— un grupo de tres chicos se acercaban corriendo. —Algo sucede en su dormitorio— los chicos presentes se miraron confundido.

El pelirrosa se puso de pie, la única que estaba allí era la chica nueva, esperaba que no hubiese hecho una estupidez, conocería a Natsu Dragneel.

Continuará

Mi segundo fic de esta pareja que tanto me gusta. Esta historia la empecé ayer, sin embargo, cuando vi el capítulo 175 del anime, no pude dejar de escribir *-*

Espero no tardarme en actualizar, y si les gustó, dejen review que son la motivación para una rápida actualización.