Disclaimer: Saint Seiya no me pertenece
Hola, Tenma. ¿Qué tal te va todo? Veo que sigues brillando con fuerza ahí arriba. Me alegro por ti.
Aquí abajo no ha cambiado mucho desde la última vez que hablamos. Las noticias que llegan aquí a Rozan desde el Santuario son siempre las mismas. Los chicos trabajan duro para conseguir sus armaduras y los que ya son caballeros entrenan día y noche para estar listos para combatir cuando llegue la siguiente Guerra Santa.
Me han dicho que un niño de siete años viste la armadura de Virgo. Siete años, ¿puedes creerlo? ¿Qué diría Regulus, nuestro pequeño genio, de esto? Por lo que he oído, es una copia casi exacta de Asmita; se podría decir que es su reencarnación. También le relacionan con Buda y tiene la costumbre de ir siempre con los ojos cerrados. Pero, ¿a que no sabes qué? Shaka, así se llama, puede ver. Aun así elige no hacerlo. A Asmita nunca le molestó combatir con los ojos cerrados, no creo que a su sucesor le cause problemas. Recuerdo que hace mucho me dijiste que nuestro caballero de Virgo fue capaz de ver el mundo tal y como era a través de sus ojos ciegos en sus últimos momentos. ¿Crees que por eso su reencarnación puede ver? ¿Crees que podría ser un premio por su lucha en la anterior Guerra Santa? Ay, este viejo tiene demasiado tiempo para pensar en estas cosas.
Por lo que me dicen, el Santuario parece ser el vivo retrato del lugar que conociste hace dos siglos. Me gustaría poder ir a verlo, pero no puedo con este cuerpo inútil. Además, tengo que estar atento al cielo, ahora más que nunca. Siento que la próxima Guerra Santa está cerca. Aún quedan unos cuantos años, puesto que todavía no he oído nada que la aparición de un caballero que vista tu vieja armadura. Espero poder conocerle cuando llegue el momento. ¿Crees que tendrá tu carácter, Tenma? Que tiemblen sus enemigos si es así.
Cada vez que miro el cielo y veo la constelación de Pegaso me acuerdo de ti. Sé que siempre te lo digo, pero verte ahí arriba me da seguridad. Vivir aquí solo es duro, pero es la tarea que Atenea me encomendó y debo llevarla a cabo. Por eso necesito tenerte ahí en lo alto, para sentir una presencia conocida. Y así no te libras de las charlas y las divagaciones de este viejo tigre.
Veo que ya amanece, así que llegó tu momento de partir. Nos veremos a la noche, hermanito. Que descanses.
