Resumen: UA. Seiya acaba de caer en el bosque del destino, un plano en medio del cielo y la tierra, ahí llegaban los que estaban listos para conocer a su alma gemela, según lo predicho por su contador gemelar, pero el libre albedrio de las personas, aún en ese lugar, podría ser un obstáculo.

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Seiya analizo una vez más la carta, se tomo su tiempo, sentado en el pasto, con su espalda recargada en el tronco de un cerezo.

-Kakkyu, hasta la perfumo, que curiosas con las chicas- pensó, mientras metía la carta doblada en su uniforme escolar.

A sus catorce años era ya un rompecorazones, cartas de amor le llovían, pero lejos de ser altanero por tener demasiada atención del sexo opuesto, era un chico sencillo, aún no tenía novia, creía que eso era una pérdida de tiempo y dinero, él contaba con escasos recursos, además que estaba muy concentrado escribiendo música, asunto que para sus padres, era la verdadera pérdida de tiempo. Si llegaba una chica a su vida, tenía que ser realmente especial, para que valiera la pena el esfuerzo.

Un pétalo rosado cayó en su hombro, de pronto miro extrañado a su alrededor.

-¿Donde está la gente? Tampoco escucho ruido, ni siquiera a los pájaros.

El ruido de una alarma, vino desde su brazo derecho.

-¿Un reloj? ¡Pero si yo no tengo!

Miro hacia la copa del árbol, regreso su mirada hacia el reloj, viéndolo bien no era normal, ¿Qué fecha era aquella? Porque estaba seguro que le decía una fecha ¿año cero, del mes cero, del día cero? Analizándolo detenidamente se dio cuenta que era un contador descendente ¿A seis horas de que suceso?

Escucho el fuerte crujido de la madera al romperse, el árbol se lo trago por completo. Todo era oscuridad, sintió como bajaba, la misma sensación de un tobogán, grito asustado, vio un círculo de luz en el fondo, salió disparado, cayó encima de un montón de hojas secas.

-¿Dónde estoy?

Se levanto mientras sobaba sus caderas.

-Has llegado al bosque del destino.

Seiya miro hacia atrás, una hermosa mujer de cabello aguamarina le sonrió, sus grandes alas se estiraron y voló hacia él.

-Mi nombre es Michiru, soy la Guardiana de la Entrada.

Seiya se froto los ojos, incluso se pellizco, tenía que despertar de ese sueño, Michiru buscaba algo entre sus ropas plateadas.

-Es muy traviesa, pero ya la encontré, estira la mano por favor.

Seiya dudo un segundo, pero si estaba soñando no le podía pasar nada, ¿o si? Obedeció, sin quitar la vista de Michiru, sintió algo cálido, y cosquillas en su palma, cuando vio lo que tenía en su mano, se asombro bastante, un pequeño ángel, de coletas rosadas le sonrió.

-Cuando llegues a la salida, me saludas al Guardián- Michiru le guiño un ojo, y se fue volando.

-¿Qué demonios pasa aquí?-pregunto Seiya.

El diminuto ángel, ahogo un grito voló hacia su cabeza y le dio un coscorrón, con su diminuta mano.

-¡No digas malas palabras, no ves que soy un ángel!

-Más bien pareces un hada.

-Ustedes los humanos, no saben nada de tamaños de ángeles.

-En este momento, creo que no sé nada de nada.

El ángel, voló hasta quedar frente a la cara de Seiya.

-Permíteme presentarme, soy Rini, tu Ángel Guía.

-Si fuera drogadicto, estaría realmente preocupado por lo que hubiera ingerido- Seiya se rasco la cabeza- no recuerdo haber visto alguna película fantasiosa, ya me pellizque y no estoy soñando, no querrás llevarme más bien al cielo.

-Ya quisieras muchachito, pero no, mejor te explico las reglas.

Apareció un diminuto libro en sus manos y se aclaro la garganta, Seiya comenzó a reír.

-¡No te las sabes!

-¡Silencioooooo!

El grito de Rini fue tan fuerte que lo tiro al suelo, asunto muy curioso por su tamaño, voló hacia él, y con ambas manos estiro uno de sus parpados, asintiendo varias veces y afirmando cosas para ella misma.

-¿Qué haces?

-Se me olvidaba ver tu historial- dijo apenada- ¿que no sabes que tus ojos son la ventana del alma?, algunas veces los humanos le atinan a las cosas, haber, te llamas Seiya, hijo único…

-Por el momento.

-Bueno si, tú ya sabes todo de ti, lo que no sabes es que has caído aquí para encontrarte con tu alma gemela, enséñame tu contador – Seiya estiro su brazo- aja, tienes cinco horas y media para encontrarla, excelente tiempo.

-No creo en el alma gemela, que pasa si me siento aquí y decido no buscarla.

-¡Por favor!- suplico Rini- ¡no hagas eso!- comenzó a llorar- el mundo se cae a pedazos, serias el número x que decide eso, ya perdí la cuenta, cada vez los humanos tienen menos fe, eres muy joven para no creer en algo.

Rini siguió llorando.

-Tranquila, por favor, me haces sentir mal, no quiero hacer llorar a una niña.

-¡Angeeeel!

-Es peor, no quiero hacer llorar a un ángel, haber dime las reglas y decidiré.

Rini sonrió ampliamente, Seiya se levanto, sacudiéndose el polvo.

-Estupendo.

-Espera, mejor no me las digas, no me gustan las reglas, mejor si necesito saber algo me informas.

-Como quieras.

Rini desapareció su librito.

-Entonces ¿para donde camino?

-Tú debes decidir.

-¿Qué clase de guía turístico eres?

-¡Ángel Guía! Y la primera regla si me la sé, debes seguir tu corazón, solo intervendré para evitarte rodeos y almas no deseadas.

-Mejor así, sería horrible correr tras un hadita.

-¡Ángel Guíaaaaaa!

Seiya cayó de golpe, el grito de Rini, provocaba un viento poderoso.

-Sera mejor no hacerla enojar, ya estoy muy magullado- pensó - caminare al frente y ya.

Después de un tiempo miro su reloj, preocupado, pensaba que habían pasado horas, pero para su sorpresa solo eran unos minutos, lo golpeo con los dedos.

-No está descompuesto- comento Rini- el tiempo aquí es muy diferente al tiempo real.

-Si tú lo dices.

-Hace rato mencionaste algo sobre almas no deseadas.

-No eres el único aquí, muchos adolescentes llegan en busca de su alma gemela, existen muchos escenarios del destino, la Torre del destino por ejemplo es un lugar donde llega la gente adulta.

Llego hasta lo alto de una colina, al mirar hacia abajo, vio la espalda de una chica, de largas coletas doradas, llamo mucho su atención, parecía que se escondía detrás de ese árbol, vestía de blanco, una blusa tipo kimono y una falda diminuta.

-Lindas piernas- pensó.

Descendió con mucha cautela, se detuvo entre unos arbustos, hizo un leve ruido y la chica volteo, Seiya se escondió, pudo ver sus hermosos ojos azules, su rostro era de ensueño.

-Ella debe ser- susurro Seiya.

-No lo creo- comento Rini.

-¿Sabes quién es mi alma gemela?

-No, solo tú lo sabrás, cuando tu contador gemelar, llegue a cero.

-Entonces, no puedes asegurar que ella no lo es.

-¡Pero ella no puede ser!, es un caso especial.

-No hagas ruido o nos vera.

La rubia de odangos giro al lado contrario, recargo sus palmas en el tronco del árbol, Seiya la siguió espiando, y se dio cuenta que ella hacía lo mismo, se movió un poco para ver lo que llamaba la atención de la chica, curioso fue ver a un chico de coleta platinada, vestía una camisa blanca y unos jeans, veía un papel, se recordó a sí mismo.

-Podría ser que Rini tenga razón, la chica se ve interesada ese joven- pensó.

La rubia al mover un pie hizo crujir las hojas secas, el platinado rápidamente se levanto, con el papel arrugado en la mano.

-¿Quién anda ahí?- pregunto furioso, camino en dirección de la chica.

Seiya salió de su escondite, temiendo que le hiciera daño a la joven, ambos muchachos caminaron hacia ella.

-Otra vez tú- dijo el platinado, miro a Seiya- y tú eres nuevo aquí, ¿acaso trajiste ayuda? Oxigenada

-Mejor no hables de oxigenación, platinado- contesto Seiya molesto, no eran formas de hablar a una hermosa mujer.

-Me llamo Yaten, si no te molesta.

-Yo soy Seiya, ¿y tú cómo te llamas?

La rubia de odangos, se ruborizo por ser descubierta.

-Bueno yo, no recuerdo, me llaman de muchas maneras, aun no tengo un nombre fijo.

-Por eso la llamo Oxigenada o Sonrisas.

-No me molesta, pero ya te había dicho que Sonrisas estaba bien- dijo la rubia sonriendo.

-Ya veo- dijo Seiya- Yo te diré Bombom.

Y Bombon, sonrió aún más.

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:.:::.:.:::Comentario:::.:::.:.:

¿Qué les pareció?

Sera una historia corta porque estoy de lleno en la historia de Renacimiento Lunar, pero cuando leí sobre el reto de Paola di Roccanera, se me ocurrió esta idea.

Escribir es mi placer, anhelo se convierta en mi virtud.

EstrellaBlanca