LA FLOR DE MI VIDA

De la nada, le volvió aquel recuerdo a la memoria. Ese día, caminaba de vuelta a su casa –como de costumbre- cuando, a lo lejos, le extrañó ver aquella solitaria figura, sentada en uno de los bancos de madera que había en el caminito de piedrecillas del parque. Cuando pasó junto al susodicho, se sorprendió al observar aquella mirada triste y no pudo evitar detenerse.

-¿Se encuentra bien?- preguntó temerosamente la chica, aquella tarde, siento objeto de inmediato de aquellos ojos pardos melancólicos que se posaron al instante sobre ella.

-Sólo estoy esperando las flores- sonrió débilmente el anciano, volviendo a dirigir su mirada a donde estuviera en un principio. La castaña siguió sus ojos y se encontró con una hilera de árboles de cerezo, a la otra orilla del camino, a punto de florecer.

-Pero aún falta un par de semanas, para que los árboles florezcan- acotó la joven, un poco intrigada. El anciano volvió a sonreír.

-No me importa esperar… No a estas alturas- le respondió el hombre, con una expresión un poco más cálida. Había algo en aquellos ojos pardos, que invitaban a la joven a quedarse.

-¿Y esperará solo?- el viejo la observó un instante y la chica obtuvo como única respuesta una sonrisa triste.

El viento comenzaba a soplar con un poco más fuerza en aquella época del año, meciendo con suavidad las ramas de los árboles repletos de botones blancos y rosados.

-¿Cuál es tu nombre?-.

-Sakura- respondió la chica, sentándose junto al anciano.

-Sakura…-, susurró él, -como las flores que tanto me gustan. Mi nombre es Masaki, mucho gusto- ambos sonrieron.

Desde aquel día, cada vez que Sakura pasaba por el parque a esas horas de la tarde, se encontraba con aquel hombre, con la mirada perdida en los árboles de cerezo. Se le había hecho costumbre hacerle compañía y conversar con él por largas horas, hasta que atardecía; momento en el que el viejo Masaki volvía a su hogar y Sakura continuaba su camino. Juntos, vieron florecer los cerezos y se deleitaron con la posterior lluvia de pétalos que inundó todo el parque. Y cuando los árboles se quedaron sin flores, el anciano continuó visitando aquel lugar y Sakura continuó haciéndole compañía.

Hoy, como todos los días, la castaña se dirigía al parque Pingüino, luego de la escuela. Inconcientemente, una sonrisa nació en su rostro cuando esos recuerdos invadieron su mente. Habían pasado tan sólo cuatro meses, pero le tenía tal cariño a aquel anciano, que para ella era como si lo conociera de toda la vida.

El sol del verano brillaba con mucha fuerza a esa hora, por lo que Sakura pensó que sería una buena idea conversar bajo la sombra de los tupidos follajes que ahora adornaban los cerezos.

Pero presintió que algo no andaba bien, en cuanto puso el primer pie en el parque. El viento le susurró misterioso al oído, mientras avanzaba con paso inseguro al mismo banco donde siempre se encontraba con su amigo.

Cuando llegó junto a éste, tomó con sumo cuidado lo que había sobre la superficie de madera barnizada. Suspiró.

-Buen viaje- murmuró. Y una sonrisa triste se dibujó en sus labios, al momento que liberó la flor de cerezo al viento.


Un mini-oneshot para empezar el año...

Como curiosidad (para los que lo desconozcan), Masaki es el nombre del abuelo (o bisabuelo, nunca me quedó muy claro! jaja) de Sakura en CCS...

Eso... FELIZ AÑO NUEVO!!!

Saludos...

TaKa