Bueno, he estado con Dissidia 012 y al ver algunos reportes no pude detenerme. La pequeña adaptación no es 100% canónica, pero al menos puedo decir que los drabbles están inspirados en los reportes.
Disclaimer: Dissidia Final Fantasy y sus personajes son propiedad de Square Enix, sólo me pertenece la idea y no pretendo lucrarme con ella, sólo satisfacer mis deseos de ver otras perspectivas.
"Hubo un tiempo… ¿recuerdas? su memoria
Vivirá en nuestro pecho eternamente…
Ambos sentimos un cariño ardiente;
El mismo, ¡oh virgen! que me arrastra a ti."
Lord Byron, Hubo un tiempo… ¿recuerdas?
Redención
By Zahaki
Primera expiación - Reconocimiento
Dícese que las cosas más hermosas relucen en la adversidad. Que el momento más oscuro es justo antes de que la aurora despliegue sus alas hacia el nuevo día. Que cuando las tinieblas amenazan con devorar todo a su paso, es cuando la estrella refulge amainando el desamparo.
Zidane fue capaz de reconocer al viejo enemigo y no le fue difícil intuir que aquella figura ataviada de un baño de plata no implicaba amenaza.
De la gesta barbárica que habían protagonizado no había más que fragmentos gastados de recuerdos de un pasado que se erigía inalcanzablemente lejano. Fue capaz de reconocer lo perfilado de su rostro, sus azules ojos enmarcados en un argento dosel, y en su expresión, en su profundo malva, la familiaridad de saberse reconocido pues una breve dilatación reveló el anhelo correspondido.
Kuja, sea por capricho o por genuina sorpresa, no pudo disimular el haberle recordado, de eso no quedaba duda alguna. Qué tanto pasaba por su cabeza en ese momento, sería un indescifrable dilema. Nada importaba. Bastábale con saber que ambos provenían del mismo sitio, confirmándole su existencia.
Su voz, cual trino, pronunció su nombre. Zidane ahogó un sonido de impresión junto a un ligero sobresalto que delató su estupefacción. Su nombre, de nuevo, rompió el hechizo del desconcierto, recordándole como respirar de nuevo antes de que sus labios temblaran murmurando como única posible contestación el de Kuja.
Ambos eran reales, y el calor de los titubeantes dedos entrelazándose así se lo hizo saber.
Kuja entonaba dulces palabras. Quizá había visto dentro de él, pues parecía saber exactamente lo que quería escuchar incluso antes de que él mismo supiera lo que quería en realidad.
Volver, casa, ellos.
Quimera, ensueños, idilios maltrechos en jornadas interminables… ese día se convirtieron con ridícula facilidad en posibilidades.
