Desclaimer: Los personajes no me pertenecen, son del estudio MAPPA y sus respectivos autores.

La historia tiene poca o nada de relación con el anime.

Advertencias: Yuuri es un ángel. Two shote, la historia esta basada en una película con el mismo titulo.

Resumen: Yuuri es un ángel mensajero que a vivido desde siempre y que sabe que vivirá para la eternidad, lleva una vida monótona que lo ha llevado a cuestionarse su existencia, hasta la llegada de cierta persona, que lo hará desear sentirse como un humano por primera vez en su vida. Y cuando se entera que puede volverse un humano, varias ideas comienzan a pasar por su mente, siendo una de ellas: ¿Renunciar a la inmortalidad o conservarla?

¿Qué estarías dispuesto a hacer por amor?


PARTE I

.

.

.

.

.

Haber vivido por cientos de años, en algún punto crea una sensación de vació, soledad e incertidumbre. Ver a los humanos cambiar constantemente representaba un espectáculo digno de admirar. Cada nuevo invento, cada nuevo descubrimiento, y comparado con el tiempo de mi existencia, la raza humana era muy joven. Aún tenían demasiado por aprender y muchos errores más por cometer.

Algunas veces sólo los observaba en sus quehaceres diarios, intrigado del porque los hacían, otros días, simplemente vagaba por la tierra observando cada pequeñez que se cruzaba por mi camino, desde una pequeña mariposa, hasta el pasar de un tren; y algunas más, bajaba a la tierra por un alma.

Ser un mensajero nunca era una tarea sencilla, esperar al alma de un humano moribundo era triste de apreciar, ver como la vida de esa persona se drena lentamente, como su brillo jovial se va extinguiendo, crean un escenario deprimente, pero era parte del ciclo de su vida.

Una parte que jamás llegaría a experimentar yo. Era algo que a la larga había aprendido, yo no era como ellos, yo no envejecía, yo no podía morir, no tenía sueños, no sufro hambre o placer, no puedo llorar, no experimento el dolor, miedo, tristeza, desesperación... o amor. Todo eso era exclusivo de los humanos y por más que me resultara interesante todas sus facetas, solo podría observarlas y jamás llegar a experimentarlas de primera mano. Solo podía intentar entenderlas.

Cada que veía dolor, me preguntaba que se sentía, cuando observaba a las personas amar, me preguntaba como sería poder sentir ese sentimiento. Cada emoción o sentimiento que expresaban los humanos, era interesante a mis ojos, pero en medio de mi monótona vida, solo podía preguntarme, jamás experimentar.

O eso pensaba hasta que lo conocí a él.


Termine en Rusia luego de ser llamado, más específicamente en San Pettersburgo, caminando entre sus heladas calles, observando la nieve caer y acumularse en el suelo. Mis ojos vagaron por las frías avenidas, observando los escaparates o los edificios, las personas me atraviesan sin darse cuenta y yo las veo marchar. Camine durante algunos minutos antes de entrar en uno de sus hospitales, subiendo hasta la sala de maternidad cinco pisos más arriba, varios bebes dormitaban o se removían en sus lugares, los observe un momento antes de desviarme, camine unos metros más hacia la derecha, cuando la escuche, ese grito cansado y desgarrador, de una madre dando a luz.

Traspase la pared, entrando a la sala de partos, donde una chica rubia pujaba con las pocas fuerzas que quedaban en su cuerpo, ladee un poco la cabeza, sintiendo como su tiempo acababa, probablemente no le quedarían más de diez minutos. Pasados algunos instantes nació su hijo, su niño grito y la chica, agotada, se dejo caer contra la cama. La observe detenidamente mientras me le acercaba lentamente, esta sostenía su bebe, que le había sido pasado hace unos instantes, con una sonrisa cansada. Sus ojos me vieron y le sonreí tranquilizadoramente, pese a que no me conocía, no me mostró hostilidad, sólo mire tristeza en su rostro mientras dejaba de verme y pasaba a observar a su bebe.

De alguna manera ella comprendía el motivo de mi visita.

—Yuri...—pronuncio con voz seca cuando la enfermera le pregunto como se llamaría.

¿Mi nombre?

Esa si que era una coincidencia, pero por como lo había pronunciado, debería de al menos, escribirse diferente.

Una enfermera le retiro el bebe y ella dejo caer los brazos flácidos a sus costados, la maquina que marcaba su ritmo cardíaco comenzó a emitir un pitido llamando la atención de los médicos dentro de la sala. Mi mano derecha descanso sobre su cabeza, acariciándola con dulzura.

A lo largo de los siglos, había aprendido a imitar sus expresiones y emociones, sin sentirlas en realidad, y por experiencia, se que lo que ella necesita, es una última caricia de consuelo. Eso era lo único que podía hacer por ella.

Mire al monitor, notando como si ritmo cardíaco descendía lentamente.

—Lo has hecho bien, pero ya es tiempo—le dije en su idioma, ella solo asintió con levedad, liberando algunas lagrimas. Entonces la maquina lanzo un silbido continuo y la chica seso de respirar. La mire un momento antes de ver su alma salir, abandonando su cuerpo.

Retire mi mano al tiempo que los médicos se acercaban a atenderle, aún cuando ya no podían hacer nada.

Mis ojos se fueron a la chica que miraba a su bebe en una incubadora, me le acerque y toque su hombro, esta sollozo levemente, abrazándose a si misma. Sentí algo similar a la pena por ella, al verla en aquel estado. Nunca podría estar al lado de su hijo, verlo crecer, caerse, reír, llorar, envejecer... pero ya no se podía hacer nada, el creador había decidido que ya era su hora.

—Él estará bien, si es tan fuerte como tú, nada le faltará—le hable con lentitud, queriendo calmar su alma herida.

Ella me vio y estiro su mano hasta mi, acariciando mi mejilla derecha con cuidado, me quede quieto, mirándola atentamente. Cuando un alma era retirada de un cuerpo, actuaba de tres maneras diferentes. No lo aceptaban y se convertían en almas errantes, lo aceptaban y se marchaban en paz. Y luego estaban esas otras almas, que lo aceptaban pero no se podían marchar, y la chica que observaba, era de esas almas.

—Quédate a su lado por favor —pidió con su mirada lagrimosa y voz cansada.

Observe a la chica y luego mis ojos volaron al pequeño humano que dormitaba dentro de la incubadora. No podía aceptar tal petición, era algo que estaba prohibido, sin embargo, si me negaba, esa alma se mancharía, y eso era lo último que deseaba. Le mire una vez más y una tenue sonrisa nació en mis labios. Un ángel de la muerte, no merecía tal responsabilidad y aún así, esa dulce mujer me lo estaba pidiendo.

—Lo que me pides es algo imposible —comencé, entonces retire su mano de mi rostro, sin despegar mis ojos de los suyos, la tome con firmeza—, pero lo haré con gusto, cuidare de él—le dije no muy convencido, ella solo me sonrió en agradecimiento—. Es momento, después volveré.

Ella asintió lentamente mirando una vez más a su bebe, a Yuri.

Yo también lo hice.

Entonces ambos salimos tomados de la mano de aquella sala, la mire sollozar lentamente mientras caminábamos, ella había sido muy fuerte, no todas las almas están dispuestas a renunciar a lo que mas aman. Llegamos al final del pasillo del hospital donde todo se volvió blanco, la chica me vio una última vez antes de desaparecer. De un momento a otro, sentí que me llamaban, cerré los ojos y al abrirlos, estaba en New York, frente al cuerpo de un chico que acaba de caer de un edificio.

Lo busque entre la multitud que se había aglomerado, encontrándolo de pie, cercas de un policía, gritándole.

—No te escuchara —le dije caminando hasta él. Este al verme, se sorprendió y camino hasta mi.

—¿Me ayudaras? Tienen que saber que alguien me empujo, fui asesinado —me sostuvo de mi gabardina negra, sacudiéndome un poco.

Mis ojos volaron hasta el edifico, observándolo.

—¿Quien fue? —pregunte sin emoción alguna.

Ver un asesinato no era nada nuevo para mí.

—Mi amigo.

Pero mi mente no estaba en ese lugar.

—¿Como luce?

El chico, de forma atropellada me dio su descripción e inmediatamente mire entre la multitud al culpable.

—No creo que debas de preocuparte, su muerte esta programada para mañana.

—¿Que?

—Es momento —le dije tomándolo de la mano —, hay que irnos.

Se vio visiblemente confundido, inclusive yo sabía que había sido un poco insensible, pero había un lugar al que quería volver.

—Pero... yo... mi vida...

—Ya estas muerto, volverás a nacer —dije para hacerlo entender— .Tenemos que irnos.

Él me miró un poco, y luego a su cuerpo que estaba siendo llevado lejos en una camilla.

—De acuerdo...

Comenzamos a caminar, y sólo unos pocos metros después, todo se volvió blanco. Le vi una última vez, entonces él desapareció con una expresión confundida. Cerré los ojos y volví a transportarme.

Al abrirlos, todo estaba oscuro, pero reconocí el lugar al instante, camine por el pasillo blanco con lentitud, hasta detenerme frene a un cristal enorme, mire a través de este, observando a los bebes dormir.

Cruce la pared, caminando hasta las dos únicas incubadoras del recinto, deteniéndome frente a la que decía Yuri. Observe al infante conectado a un respirador, se miraba tan frágil y delicado, como si la más mínima brisa pudiera herirlo. Entonces algo salto en mi interior, ¿y si de esta manera era capaz de comprender lo que los humanos llaman amor? Verlo e intentar comprender, no era lo mismo que sentirlo, y de alguna manera, este bebe, podría ser mi única oportunidad para sentir lo que los humanos llaman "amor".

Mi mano traspaso el plástico que protegía al bebe, acaricie su pequeña cabeza y sonreí de medio lado. Era suave y tibio, aún tocándolo, no pareció importarle y continuo durmiendo.

Estaba tomando una decisión muy importante, los ángeles mensajeros, no podemos y no debemos relacionarnos con los vivos, principalmente porque al hacerlo, los humanos siempre se ven perjudicados, jamás antes había roto esa regla, pero mi curiosidad era más grande que mi posible castigo. Mientras más observaba al infante, mas curiosidad sentía.

—Yuri, espero podamos llevarnos bien—murmuré, esperando que de verdad, así fuera.


Los humanos siempre están cambiando: bebe, niño, adolescente, adulto, anciano y luego, muerte. El ciclo de la vida era monótono pero era lo único que conocían, no les quedaba más que acatarlo. Sin embargo, los últimos quince años, habían resultado inquietantes de una forma que no creí poder experimentar.

El abuelo de Yuri, cumplió los roles de madre y padre, sin quejarse ni una sola vez, yo cumplí mi rol de cuidar de Yuri, pasando a ser su amigo imaginario, pues sólo a él le permitía mirarme. Mire a Yuri dar sus primeros pasos y decir sus primeras palabras.

El tiempo es irrelevante para mí, o por lo menos lo era, porque conforme los años pasaban me di cuenta de algo con mucho temor, Yuri podía morir. Y otra cosa de la cual me percate en esos quince años, fue que amaba a Yuri, más allá de lo que jamás creí posible.

Un ángel de la muerte había caído en amor por un humano.

Entonces, y solo entonces, comprendí la regla del porque no podemos relacionarnos con los humanos, no sólo nos hacen sentir, no sólo nos hacen soñar, también nos hieren. Los humanos no son eternos. Las reglas existen para protegernos, pero yo no quise hacer caso, y este era mi castigo.


—¿Por qué? —volvió a preguntar por quinta vez mientras ambos permanecíamos sentados a la entrada del colegio, ambos mirando a la calle.

—Porque es peligroso Yuri, si te vas y tu abuelo viene, se preocupara mucho. No puedes irte solo—intente con otra excusa, y supuse funcionaría, pero con Yuri suponer nunca funciona.

—Pero tu irías conmigo —mis ojos volaron hasta el niño de 6 años. Me miraba con el ceño fruncido, acción que se había vuelto característica suya desde hace dos años.

Deje de verlo y mire a las madres con sus niños, algunos maestros hablando con padres. Volví a ver a Yuri y él miraba hacia una de las madres, entonces comprendí un poco su disgusto. Sabía cuanta falta le hacia una madre, cuanto dolor le causaba, y aún cuando su abuelo nunca le había negado amor ni nada, no sería jamás lo mismo al amor de una madre.

—Nadie puede verme Yuri, soy solamente tu amigo imaginario —torcí los labios al decirlo.

Hace un año, había tomado una decisión un tanto dura, dejaría de ver a Yuri a diario. Si bien, la idea del amigo imaginario me había parecido maravillosa, con el tiempo descubrí que los humanos, eventualmente dejan de creer en las cosas, y un amigo imaginario no era la excepciona. Él debía de crecer, pero yo no seguiría con él. Por lo menos no físicamente.

—No es justo, quiero que seas real —su voz sonó quebradiza. Le observe y acaricie su pequeña cabeza.

—Perdóname.

Pasaron otros quince minutos, el lugar poco a poco se iba quedando vació y de un momento a otro, solo quedaron un par de niños ademas de nosotros. Las maestras seguían cuidando, pero se les miraba un tanto molestas, probablemente por la impuntualidad de los padres.

Un auto negro llego y los otros dos niños se fueron, dejándome con Yuri al pie del colegio.

—¿Yuri? —ambos vimos a la maestra —, ¿tú abuelo esta retrasado otra vez?

Yuri no dijo nada, solo volvió a ver hacia la calle. Yo la observe suspirar en voz baja antes de marcharse escaleras arriba y permanecer ahí.

—Ya llegara —le dije para calmarlo.

—No es justo.

Mi pecho se oprimió un poco. Me dolía verle triste, sin darme cuenta, sus emociones comenzaron a ser mías, sin necesidad de imitarlas, comencé a sentirlas. Comencé a empatizar, sentir tristeza y melancolía.

Pasaron otros veinte minutos y su abuelo llego, visiblemente preocupado.

Ambos lo vimos platicar con la única maestra que quedaba y después de algunas palabras, nos dirigimos hacia el automóvil. Su abuelo se disculpo con él, una y otra vez, pero Yuri no dijo nada, permaneció en silencio total mirando sus pequeñas manos.

Llegamos a una casita modesta, Yuri entro sin decir nada y yo lo hice detrás del abuelo. Ambos vimos a Yuri encerrarse en su habitación. Observe al abuelo de Yuri, cansado y agotado, haciendo todo lo posible por cuidar de su nieto.

—Lo haces bien Nikolai —dije aunque sabía que no me escuchaba.

Camino hasta la sala-comedor y se dejo caer en una silla vieja de madera, me moví como su sombra. Entonces él se rindió y silenciosamente, comenzó a llorar.

—Se que es difícil Nikolai, pero lo haces muy bien —me senté frente a él, sintiendo su dolor y desesperación. Ser un humano era demasiado complicado.

De pronto sentí que me llamaban, ignore el llamado y me puse de pie observando al hombre frente a mi.

—Tal vez, deberías dormir un poco Nikolai, estas agotado —dije tocando su hombro —. Descansa, yo cuidare de Yuri.

El hombre se puso de pie y camino hasta su dormitorio donde se encerró. Le seguí y me asegure de que hiciera caso a mi sugerencia, y sólo cuando vi que se acostó, deje de usar mi poder sobre él. Volví sobre mis pasos, cruce el pequeño pasillo que separaba ambas habitaciones y entre en el cuarto de Yuri.

—No llores —le pedí al verlo berrear sobre su cama —. Sabes que no me gusta verte llorar.

—No lo entiendes, todos siempre se ven tan felices con ellas... siempre me recuerdan lo que yo no tengo —camine hasta él y me senté a un costado de la cama, él me observo desde la cama —, yo quiero una mamá—dijo con la voz rota.

—Se que la quieres Yuri, pero tienes a tu abuelito, que te quiere tanto o más, de lo que pudo haber hecho tu mamá —le dije acariciando su cabeza, hablándole con la voz más dulce que podía emplear —. Se que es difícil ahora, pero entiéndelo, tu eres todo lo que él tiene, te ama y te amara como no tienes una idea, no necesitas una mama para sentir ese tipo de amor. Te ama Yuri, nunca lo dudes.

Mire como sus ojos se llenaron de lagrimas antes de asentir lentamente con la cabeza, se incorporo y estiro sus brazos hasta mi, pidiendo silenciosamente un abrazo mío. Lo tome entre mis brazos, estrechándolo mientras le palmeaba la espalda. Me senté en la cama con él entre mis brazos, entonces comencé a tararear una canción, que le cantaba siempre desde que era un bebe cuando lloraba por las noches.

.

¿Como lo digo sin romperme?...

¿Como puedo decir esto sin perder el control?...

¿Como puedo ponerlo en palabras?...

Cuando es casi demasiado para mi alma solitaria...

.

Ame..

Y ame...

Y te perdí...

.

Ame...

Y ame...

Y te perdí...

.

Ame...

Y Ame...

Y te perdí...

.

Y duele como el infierno...

Si, duele como el infierno...

.

No quiero que sepan los secretos...

No quiero que sepan la forma en que te amo...

No creo que lo entiendan, no...

No creo que lo acepten, no...

.

Ame...

Y Ame...

Y te perdí...

.

Ame...

Y ame...

Y te perdí...

.

Ame...

Y ame...

Y te perdí...

.

Y duele como el infierno...

Si, duele como el infierno...

.

Los sueños luchan con las maquinas...

Dentro de mi cabeza como adversarios...

Ven a liberarme...

Limpiame de la guerra...

.

Tu corazón encaja como una llave...

En la cerradura de la pared...

Le doy la vuelta, le doy la vuelta...

Pero no puedo escapar...

.

Le doy la vuelta...

Le doy la vuelta...

.

Ame

Y ame

Y te perdí

.

Ame

Y ame

Y te perdí

.

Ame

Y ame

Y te perdí

Y duele como el infierno...

.

Me detuve una vez sentí la acompasada respiración de Yuri, indicándome que ya se había quedado dormido. Lo mire dormir y lentamente lo baje hasta dejarlo en la cama, lo arrope con cuidado mientras le observaba detenidamente. Temía que algún día preguntara por el significado de la canción. No es que no lo supiera, es que precisamente ese era el problema.

Durante siete años, estuve día y noche con él, en sus cumpleaños, en sus enfermedades, sus frustraciones, sus rabietas, sus llantos. Durante seis años, la canción cambiaba algunas estrofas, cambiaba algunos versos y tonadas, sin embargo, no era eso lo que más cambiaba en la canción, si no su significado. Mi temor a perderle, que me dejará...

Acaricie su cálida mejillas con cuidado, entonces retire la mano como si quemara. Lo que hacia estaba mal, y lo sabía, pero no podía detenerme. En un principio, ese día hace seis años debí de haberme negado. Ahora, la idea de haber siquiera pensado en eso, me perturba. Fruncí levemente el ceño. Mis sentimientos hacia el pequeño humano, no eran correctos.

—Pronto tendrás que decirme adiós Yuri —le dije mirándolo dormir —. Incluso aunque los niños no quieran, deben dejar ir a sus amigos imaginarios —murmure, entonces sentí como me llamaban otra vez —. Pero nunca te dejare solo Yuri, siempre estaré a tú lado... aunque ya no puedas verme ni oírme. Siempre estaré ahí para ti.

Me incorpore, mirándole una última vez antes de cerrar los ojos, al abrirlos, estaba en medio de un de derecha a izquierda, entonces dos figuras comenzaron a acercarse desde la derecha. Ambos me observaban, uno con molestia y el otro con indiferencia.

—Cuanto tiempo Katsuki —mire a Chris, y mis ojos se fueron a Víctor—, tenemos un mensaje para ti.

—Déjalo —dijo sin más Víctor—, no sabes lo que tus acciones pueden provocar en el niño.

—O lo que tus "emociones" pueden ocasionar —intervino Chris —, creí que lo entendías Yuuri, que nosotros no somos como ellos. Nosotros no vivimos la misma cantidad de tiempo, no sentimos igual y no recordamos igual. Sabes lo que ocurrirá al final si decides quedarte con él, ¿no?

Apreté los puños al oírles, esas eran cosas que ya sabía. Entendía que pese a mi forma de actuar, al final, no podía quedarme con Yuri, que él seguiría con su vida y en algún punto tendría que apartarme. Pero pensar en hacer eso, era difícil. Pensar en dejarlo ir, crecer y enamorarse, casarse y formar una familia, verlo envejecer... todo eso eran cosas que debían pasar, pero que yo simplemente deseaba que no ocurrieran.

—Lo entiendo, no deberían de preocuparse tanto por mi, él dejara de verme a partir de mañana. Ya había tomado esta decisión desde hace un tiempo—comunique con voz neutra.

Víctor se cruzo de brazos.

—¿Como sabremos que es cierto? Yuuri, estamos preocupados—me dijo y en su rostro, pude ver que efectivamente, estaba preocupado.

—No deberían, no soy un mensajero novato.

—Lo pareces—hablo Chris. Le mire y fruncí levemente el ceño.

Sin decir otra palabra, cerré los ojos transportándome de nuevo a la habitación de Yuri. Le vi dormir, entonces me acerque hasta su cama, acuclillandome delante de él, comencé a acariciar con lentitud su cabello. Quería grabarme el tacto de su cabello, la calidez de su cuerpo.

Con el tacto, comencé a arrancarle algunas memorias.

—Yuri, a partir de mañana, tendrás que ser fuerte por ambos —Yuri se removió un poco, entonces sus orbes verdes me observaron somnoliento —, Yuri—no había esperado que despertara, retire mi mano, dejando fragmentos vagos en su mente.

No había podido retirar todo.

—Katsudon —le sonreí un poco —, ¿porque me despiertas?

—Tengo que decirte adiós —de un momento a otro el sueño en su rostro desapareció por completo —, mañana no podre estar aquí—le dije. Si me reconocía y sabía "mi nombre", entonces debía de volver a tocarlo.

—¿Y cuando volverás entonces? —me pregunto sentándose sobre la cama, en medio de la oscuridad de la noche, pude ver miedo en su joven rostro.

Muchas veces antes, ya le había dicho adiós, me iba por algunos días pero siempre volvía, ¿como le diría que en esta ocasión no iba a volver nunca más?

—No podre hacerlo, Yuri—al decirlo, sus ojitos me vieron confundido.

—Ah, entonces te tomaras algo así como vacaciones, ¿no?

Apreté un poco los labios, me incorpore y lo abrace con algo de fuerza. Era la primera vez que yo le abrazaba a él.

—Nunca regresare Yuri, los amigos imaginarios desaparecemos cuando los niños cumplen seis años, sin embargo quise quedarme contigo un poco más, porque te quiero mucho —sentí como su respiración acompasada paso rápidamente a una mucho más rápida, sus manos comenzaron a apretar mi ropa —. Nada me haría más feliz que quedarme a tu lado, pero no puedo, debo de irme. Lo siento Yuri, de verdad lo siento—absorbí otras memorias y por un momento le sentí desorientado.

Me separe de él, poniéndome de pie.

Mire como las lagrimas caían lentamente por sus mejillas sonrojadas, estaba reteniendo el llanto. Lo mire incorporarse sobre la cama y verme con temor, miedo e ira.

—¡No te vayas !—me grito con la voz rota.

Retrocedí un paso, sintiendo el propio latido de mi corazón desembocado. Nunca había hecho algo similar, jamás había tenido que decir adiós a nadie, y ahora, estaba dejando a la cosa más importante que había tenido desde hace siglos.

—Por favor, Katsudon... —sollozo bajándose de la cama, estirando sus brazos hasta mí, para que lo abrazara.

Sentí mi propio rostro contraerse en una mueca de tristeza.

—Perdón Yuri—levante un poco mi mano, borrando mi rostro de sus memorias.

Me di la vuelta y atravesé la pared, camine por el pasillo escuchando sus gritos de fondo. Apreté los puños cuando escuche a Nikolai tomarlo y pedirle que se calmara. Cerré los ojos y respire profundo.

—¡KATSUDON!...—su grito atravesó mi cuerpo de forma demoledora, poniendo en mi limite mi resistencia. Pronto los gritos se silenciaron.

Al abrir mis ojos, sentí inmediatamente mi cuerpo empaparse, estaba lloviendo.

Suspire con pesadez mirando al cielo.

Nunca en todo el tiempo que llevaba vivo, había experimentado algo como eso, el dolor de la separación.

—Perdón Yuri... —murmure llevándome las dos manos a la boca —, lo siento tanto...

Entonces algo cálido comenzó a resbalar por mis mejillas, sorprendido, me di cuenta de que no era la lluvia que caía, eran lagrimas mías. Estaba llorando. Me deje caer de rodillas, aún con las manos en mi boca.

Al final, Yuri me había enseñado el significado de las emociones humanas, y lo que más deseaba averiguar... amor.

Al final había caído en el amor por él.


Lloro durante dos días enteros, me busco durante tres semanas y durante cinco meses no quiso hablar con nadie, ni siquiera con su abuelo. Cada noche le acompañe en su soledad, cada día le hable con dulzura, cada minuto desee volver a tocarle.

Yuri, se volvió un niño muy estoico, agresivo y muy cerrado. No había rastro del niño que yo vi crecer.

Y era mi culpa.

Un año después de que le abandonara, comenzó a practicar Ballet, y poco después patinaje artístico, igual que su madre. Pronto todos descubrimos que era un prodigio para eso.

Me sentí muy feliz por él, pues cuando estaba en la pista, era como un libro abierto, expresando sus emociones como si las estuviera diciendo. A sus 10 años, ya era un prodigio reconocido, y a sus doce años, ganaba competencias con puntuaciones perfectas. Y para cuando cumplió los quince años, se volvió el primero en ganar el Gran Prix Final en su debut como senior.

Pero a pesar de todas sus victorias, a pesar de todos los reconocimientos, durante las noches y en los momentos en los que nadie le veía, se sumía en una tristeza absoluta.

Durante quince años le vi crecer, forme parte de su vida durante seis años y los otros nueve años, solo pude ser un espectador de su crecimiento, y conforme el tiempo transcurría, dejo de pensar en mi, de recordarme y eventualmente me olvido, pero su corazón no. Aún cuando me lleve sus memorias -o parte de ellas- sus emociones hacia mi quedaron intactas.

Y es por ello que la tristeza hacia estragos sobre él.

Por mi culpa.

—Oye —me llamaron mientras observaba a Yuri moverse entre los asistentes al banquete que se celebraba después de el GPF. Me gire encontrándome con una persona que nunca en mi vida había visto —. ¡Ah! —exclamo para luego taparse la boca —, sabía que no me había equivocado al verte, ¿eres un mensajero verdad?

Mis ojos se abrieron como platos al percatarme de que él, era un humano. Instintivamente retrocedí un paso.

—Espera... —dijo disimulando mientras sacaba su celular y se lo ponía en el oído —, yo también fui un mensajero.

Fruncí un poco el ceño.

¿Eso era posible?

—¿Un mensajero? Pero eres un humano... —dije sin comprender, el chico moreno me sonrió un poco.

—Si quieres saber porque soy un humano, ven a buscarme más tarde —me dijo con una sonrisa, ahora genuina —, me llamo Pichit, por cierto.

—Yuuri.

—Ah, como Plisetsky.

—Si, como Plisetsky.


—¿De verdad puedo hacer eso? —dije incrédulo. Nunca había escuchado de algo así.

—Yo "caí" hace cuatro años. Llevaba teniendo la idea desde hace décadas, que la inmortalidad no lo es todo y que en realidad, vivir lo mismo una y otra vez para la eternidad, sería algo horrible. Por ello, decidí volverme un humano, para vivir una vida como ellos, para amar realmente, para formar una familia, para vivir en realidad. Yo quería todo eso y por ello renuncie al cielo—dijo con una sonrisa en sus labios.

Le observe detenidamente, incapaz de creer en lo que me decía.

—Simplemente no puedo creerlo —murmure con serenidad —. ¿Y a valido la pena? —pregunte por fin sin dejar de ver su sonrisa sincera.

—Cada minuto lo a valido, es cierto que la vida humana no es sencilla, que hay altos y bajos, pero ese es el objetivo, disfrutarla. Vivirla al máximo porque es única. Además, si hubiera seguido siendo como era, jamás podría estar con él—en su voz, por un momento escuche melancolía, dando paso a una felicidad triste.

—¿Tienes pareja?—la pregunta salio de mis labios antes de siquiera pensar en ella.

—Y un hijo también—jadee en sorpresa tras oírle—, ¿que piensas, Yuuri? Por algo me lo has preguntado y no creo que sea simple curiosidad—me dijo con curiosidad.

En él pude ver lo que yo tanto había estado buscando.

—Yo tengo alguien a quien he estado cuidando desde hace quince años-

—¡Wou! Debes de amarla mucho si te quedaste todo ese tiempo a su lado—tanto en su rostro como en su voz note la sorpresa y alegría que le había causado escucharme.

—Lo quiero mucho...—dije por fin, coincidiendo totalmente con él.

Al verlo, me pregunte si el fue un ángel guardián, un ángel mensajero o un ángel del paraíso. No podía verlo sin evitar pensar que él definitivamente debió de haber amado su trabajo, pero por lo visto amo aún más al humano.

Pichit me observo con curiosidad al igual que yo hacia con él.

—Sinceramente nunca había visto a un mensajero tan expresivo...—dijo después de un momento—, eres un ángel muy especial Yuuri—concluyo con la mirada inquisitiva puesta sobre mi.

—Pase seis años de mi vida con él, naturalmente me familiarice con las emociones humanas.

—No, lo tuyo es diferente —me dijo observándome —, siento como si realmente tú... sintieras emociones, no solo las aparentaras. Tú no necesitas ser un humano para sentir Yuuri, sin embargo, no quieres perderle, ¿cierto?

Recordé la noche que le deje, los días que le vi llorar y todo el dolor que sufrió, y que yo mismo sentí.

—Quiero estar con él...

—¿Y él quiere estar contigo? —me preguntó —. Yo lo arriesgue todo por Seung Lee, di un salto de fe por él, y al final lo conseguí... pero tienes que estar 100% seguro con tu decisión, una vez lo hayas hecho, ya no existe marcha atrás—me advirtió borrando su sonrisa por un momento—. Vivirás una sola vida, esta vez podrás enfermar, envejecer y morir, no será lo mismo que antes, ¿estas dispuesto a renunciar a tu inmortalidad por él?

Sabía porque era tan serio conmigo, estaba preocupado. Inclusive yo lo estaba. Los corazones humanos eran muy frágiles al igual que sus mentes, que me hiciera humano, no me garantizaba que Yuri quisiera quedarse conmigo, o que en el caso de que ocurriera, viviéramos toda la vida juntos. En una vida, pueden ocurrir millones de cosas.

Le mire detenidamente y le sonreí con levedad.

—Quiero estar a su lado. Tengo una promesa que cumplir.

Sin importar el resultado de las cosas, seguiría deseando permanecer a su lado, como un conocido, como un amigo, como un amante. Aún si nuestro destinos eran estar separados, lo seguiría intentado por él.

Porque estaba enamorado de él.


Y he aquí la primera parte del especial.

En esta parte, Yuuri nos narra desde su punto de vista las cosas, sus emociones y como es que estas nacieron. Trate de hacer ver que inicialmente le quería, como el amor que puedes profesar hacia un familiar, pero que al pasar los años, Yuuri dejo de querer a Yurio para dar paso al amor real.

Recuerden que existen muchos tipos de amor.

Así mismo, quise poner en primer plano, lo que el amor puede lograr, los sacrificios que se pueden hacer por él y lo que estas dispuesto a hacer por el.

¿Se imaginan no poder sentir y que de pronto, todas las emociones lleguen a ti? Sería algo muy abrumador, sin embargo, para Yuuri, fue algo normal, tanto así que ni siquiera se dio cuenta de ello, para el fue normal comenzar a amar, comenzar a sentir. Lo que para otros de su clase sería impensable.

Además tenemos el hecho de que Yuuri se llevo a la mama de Yurio, siendo su trabajo ese, él sintió un poco de culpa por eso, pero más que culpa, sintió curiosidad. Porque recordemos, nosotros no pensamos como ellos. ¿Como reaccionara Yurio al enterarse de que Yuuri se llevo a la mujer que tanto quiso tener durante su infancia?

Como Yuuri dijo, millones de cosas pueden ocurrir.

Nos leemos en la siguiente parte.