Prologo:

A Kagome, quien ya contaba con 22 años, se le hacía cada vez más difícil llevar el hecho de no tener un novio. Una vez al mes, poco antes de su periodo y sin falta, la asaltaba una oleada de deseo sexual, una necesidad meramente física en la que sentía un fuerte dolor en su intimidad que sólo podía ser saciado y calmado con caricias que, de momento, sólo ella se había proporcionado. Ella había crecido, ahora era una joven y hermosa mujer llena de necesidades no satisfechas, mientras que Inuyasha seguía teniendo la apariencia de un crío de 16 años. Él ya no le inspiraba ni el más mínimo cosquilleo, y mucho menos le servía de inspiración alguna en los momentos en que más deseaba tener a un hombre entre sus piernas. Por otro lado, su hermano mayor tenía el tino de aparecer en aquellas fechas, con una precisión que cualquier reloj suizo envidiaría.

Al principio simplemente había ignorado su presencia, poco o nada le había importado que se acercara a la aldea para visitar a Rin, quien a pesar de los años seguía siendo su protegida; de acuerdo a como los años fueron pasando, y esta nueva tortura se instalaba mensualmente en ella, tan pronto como notó que él siempre aparecía cuando ella se sentía así de "mal" comenzó a sospechar. Pero fue claro para ella que él quería torturarla cuando, durante una cena a la que Kaede lo había invitado, él no paraba de mirarla intensamente aún con su fría careta como si supiera exactamente lo que le pasaba. Fue entonces cuando no sólo se había convertido en objeto de sus pasiones solitarias, sino también principal protagonista de sus sueños más húmedos.

Ese día, al igual que muchos otros desde la primera vez que sucediera, la anciana Kaede había invitado a Sesshomaru a cenar con ellos, pero Kagome simplemente no había podido soportarlo. Él la miraba acusadoramente, pero al mismo tiempo con burla, como si le hiciera gracia su desgracia. Diciendo que se sentía mal, se excusó para poder dejar la cabaña, necesitaba aire fresco, necesitaba alejarse de Sesshomaru. Y tan pronto como la chica se alejó Inuyasha comenzó a refunfuñar al respecto.

-No sé qué le pasa. Últimamente se la pasa enferma todos los meses, y de paso se pone de mal humor-. Se quejaba pues, cada que ella se ponía así, terminaba pagándola con él.

-Si no sabes qué es lo que le pasa a tu mujer es que eres más idiota de lo que pensaba- dijo Sesshomaru para sorpresa de todos, pero sin mirar a nadie, simplemente continuó comiendo.

-Ella no es mi mujer y nunca lo será- aseguró Inuyasha sin más.

Los otros, la Taijiya Sango, el Houshi Miroku y el pequeño zorrito comenzaron a comentar al respecto. Recordando que las cosas entre sus dos amigos se habían enfriado hace ya un tiempo y que incluso habían hablado y decidido continuar siendo sólo amigos. Al principio había sido difícil, se evitaban y cuando no podían hacerlo simplemente no se hablaban, pero poco a poco habían encontrado sentirse cómodos juntos de nuevo.

Luego de haber terminado su comida, tras haber terminado su comida y agradecer a la anciana que cuidaba de su protegida, el mayor de los hermanos se despidió de Rin y se marchó. Aquello no sorprendió a nadie, siempre era lo mismo. Pero esta vez el mayor no se marchó de la aldea. Sin saber qué lo motivaba, caminó hacia donde el olor del celo de Kagome lo llamaba. De acuerdo a como se acercaba podía oler con más intensidad su excitación, su sudor, sus fluidos; así mismo podía escuchar sus suaves quejidos, que intentaba sin éxito acallar. Pero verla de aquella manera fue más de lo que podía soportar.

Kagome se encontraba recostada sobre una pila de hojas secas, aquella extraña ropa que había sustituido al uniforme verde y blanco, pantalones y remeras ajustadas, se encontraban fuera de su lugar habitual. El pantalón se encontraba a la altura de sus tobillos junto a otra prenda blanca de menor tamaño, mientras que la remera estaba subida sobre los pechos, dejándolos a la vista con toda su blancura y perfección, con aquellos pequeños botones cafés erectos. Sus piernas se encontraban dobladas con los pies apoyados en el suelo mientras ella frotaba con una de sus manos la abertura entre sus piernas con ímpetu y la otra mano se encargaba de masajear con suavidad uno de sus pechos, especialmente en aquel botón café que él tenía tantos deseos de succionar.

El Inu Youkai tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no ir allí y tomarla por la fuerza. Veía aquel cuerpo esbelto y curvilíneo arquearse ante el deseo de culminar. Sus labios, húmedos, era mordidos por ella misma con bastante frecuencia, suponía que con la finalidad de evitar que aquellos graves y quedos gemidos escaparan de su garganta. Sus ojos estaban cerrados la mayor parte del tiempo, pero en esos momentos en que los gemidos la traicionaban, también lo hacían sus ojos entreabriéndose un poco.

Cuando alcanzó el orgasmo, el cuerpo femenino convulsionó de puro placer y cayendo luego laxo sobre la hierba. Para entonces ella jadeaba, con las mejillas sonrojadas y el cuerpo perlado en sudor, haciendo que algunos mechones de su cabello se pegaran a su frente. Sesshomaru estaba tan duro que no podía moverse, el sólo pensar en hacerlo le dolía, y tras la ligera vestimenta de la época su erección era bastante obvia. No supo en qué momento Inuyasha se había acercado tanto, pero a sólo unos 10 metros dentro de la espesura del bosque llamaba el nombre de la chica, Kagome, haciendo que ella mirara en la dirección en que ambos se encontraban, uno más cerca que el otro. A partir de entonces todo sucedió demasiado rápido.

Kagome, al ver que tenía un espectador y a sabiendas de que otro se acercaba muy rápido como para que le diera tiempo de vestirse, no pudo siquiera reaccionar, estaba congelada viendo el vivo deseo en los ojos de aquel Youkai y comprobándolo al ver su enorme erección que por poco no le saca un gemido de sorpresa. Por su parte, el demonio, quien pudo adivinar los pensamientos de la chica incluso antes de que los tuviera, reaccionó mucho más rápido. Tomó a la mujer medio desnuda en brazos y, convirtiéndose en una esfera de luz, desapareció de allí antes de que pudiera delatarlos a ambos ante Inuyasha con aquel gemido.