Y bueno... Luego de tanto spam en Facebook sobre esta historia, aquí está el primer capítulo.. tendrá 4, quizás. La dinámica es "un capitulo él, otro ella" y así. no me gusta ponerle PoV o algo así, no sé bien, prefiero que se dé a entender...
Espero que les guste.
Declaración: Todos los personajes reconocibles de la Saga Harry Potter son propiedad de JKR. Sin embargo, la trama es Total y absolutamente mía y no hay permiso para publicarlo en otro lugar (Texto con Copyright) Esta historia está disponible tanto en Fanfiction. Net y Wattpad con la autoría de AliceMlfy (Firma Alice~). Di "No al plagio".
Torre de premios anuales. No lo podía creer cuando la profesora McGonagall nos llamó a su despacho, aquella tarde del 2 de septiembre. Granger lucía un simple jean y una blusa blanca. Llevaba un rebeca negra encima, cubriendo sus brazos por completo y abierta en frente. Su cabello, tan incontrolable como siempre, amarrado en una coleta alta que lo dejaba esponjoso caer hasta la un poco más abajo del cuello. Me miraba desdeñosa, como siempre. Yo, simplemente rodé los ojos. También andaba con jean. La verdad era que desde el Lord había llegado a casa, mi único escape era, extrañamente, el mundo muggle. Me mimeticé con ellos por un tiempo, usando el jean y la camiseta negra de mangas cortas que decía "My world my rules" en blanco grisaceo desgastado y mis muñequeras en cada brazo. La derecha que cubría una bracera quirúrgica, color piel, hasta la mitad de mi brazo y la izquierda que cubría hasta el codo. Había sido una gran revelación para todos en el gran comedor cuando llegué vestido así. Yo, Draco Malfoy, la personificación en vida de la sangre pura, estaba vestido como muggle.
Aquel nuevo gran comedor, simplemente miraba anonadado por mi presencia. Todos pensaban, supongo, que tendría el mismo destino de mi padre; pero no, señores… aquí estoy. Pansy sonreía. Vestía también como muggle, al igual que Theo y Blaise, simplemente porque era una vestimenta cómoda y como bien dijo Blaise, era un claro mensaje; la sangre vale mierda. Y claro que tenía razón. Por culpa de la sangre, estábamos todos rotos, por culpa de creerse superior al resto. Por eso también fue que mi padre se condenó.
Mi padre fue condenado al beso del dementor tras haber declarado que los no mágicos no eran mas que escoria. Mi madre, con su dolor y todo, la lleve al mundo muggle… mala idea. Bueno, en realidad fue buena idea, para qué voy a mentir. Resultado; adicta a la Coca-Cola. Era gracioso verla beber Coca-Cola en un vaso en la mansión mientras re decoraba el salón de dibujo. Transfiguraba los elfos domésticos como niños muggle y los enviaba a comprar Coca-Cola en cantidades industriales… seguía siendo distinguida, pero ahora tenía aquella pasión secreta; una botella de un cuarto de litro de esa cosa dulce y deliciosa.
McGonagall, mirándome con precaución, nos dirigió a nuestra torre. Ahí estaban todas nuestras cosas. No podía evitar pensar en algo más cómodo. Había una cocina, una sala de estar, una pequeña biblioteca y cuatro escaleras, semejando un cuadrado. Cada uno con el estandarte de cada casa. El de Slytherin estaba en la esquina más al fondo, al lado de la de Ravenclaw, mientras que la de Gryffindor, en la esquina más próxima, al lado de la de Hufflepuff, la cual daba en frente de la mía.
— Espero que se comporten— dijo la mujer con una fina línea en sus labios.
— No hay problema— le dije sonriendo. Granger me miró y rodó los ojos.
— Gracias profesora. No tendrá problemas, se lo aseguro— dijo la castaña a mi lado, bajita como ella sola, seria e inexpresiva.
— La guerra ha hecho mierda a esta mujer— pensé al verla.
Cuando estuvimos solos, Granger me miró. Yo simplemente sonreí, con la sonrisa más sincera que tenía. Sentí como mis ojos se achinaban al hacerlo y ella simplemente me dio una bofetada.
— ¡Pero qué diablos, Granger!
— Cállate— susurró inexpresiva— cada vez que te vea, te llevarás uno de estos… así que no se te ocurra volver a mirarme o a… intentar sonreírme o hablarme, o algo.
Se dio media vuelta y subió a su cuarto. Me quedé con la mano en mi mejilla.
— Pero que mierda le pasa a esta mujer— murmuré caminando hacia mi puerta.
Una habitación simple; una cama, un armario, un escritorio para estudiar, y… ¡OH DIOS MIO! ¡UNA VENTANA! Esto era el paraíso. La mazmorra no tenía ni una puta ventana, porque, como saben, estábamos bajo el estúpido lago negro… no quería volver ahí. Había vivido en las mazmorras de la mansión Malfoy recibiendo crucius de parte de todos por cualquier cosa, desde que Potter y sus amigos escaparon de la mansión. Esto provocaba que cada vez que entraba a una sala oscura, tenía pesadillas… bueno, seamos sinceros, de nuevo… siempre tengo pesadillas.
Mi día por ese 2 de septiembre siguió tranquila. Me dediqué a mirar por la ventana. Era hermoso.
¿Saben?, de la guerra se pueden aprender varias cosas:
Uno, jamás permitan que te obliguen a pelear por un bando: mantenerse neutral te mantiene también con la cabeza al 100%. Es eso o te vuelves loco.
Dos, nunca, pero nunca contradigas a tu jefe: estando en cualquier bando o neutral, jamás contradigas a tus superiores… los crucios duelen.
Y 3… jamás intentes, por nada del mundo huir, porque cuando te encuentren, no podrás ver nunca más la luz del sol.
Y ahí estaba yo, mirando el cielo después de tanto tiempo encerrado, sintiendo el sol en mi cara
Otra cosa que aprendes después de vivir una guerra es disfrutar de las pequeñas cosas… como el sol, el aroma a césped recién costado, las aceitunas…
Decidí entonces ir a mi mochila. Ahí estaba; mi Toshiba Satellite 4000. La laptop último modelo… La arreglé para que funcionara con magia y esperaba que el procesador de texto (por supuesto de último modelo, office 98 y Windows del mismo año) funcionara.
Me senté en mi cama y lo encendí, cruzando mentalmente los dedos… ¡bingo! Funcionaba. La barra de la batería marcaba una varita mágica al 100%. Mi modificación funcionó.
Busqué en mi mochila un frasco ahí estaba, mis exquisitas Aceitunas… u olivas, como quieran llamarles. Me fui entonces con mi laptop y mis aceitunas al salón principal. Ahí estaba una hermosa vista hacia un pequeño jardín, así que me senté en el suelo, coloqué mi laptop en la mesa y comencé a teclear.
Comencé a comer mis aceitunas directo desde el frasco medio acuoso que tenía al lado, con cuidado de no derramar.
— ¡Malfoy!—escuché la voz de ella, quien me miraba, lívida— ¿qué haces?
— Escribo— dije aun masticando. Cuando trague, le hablé de nuevo—, y como aceitunas.
— ¿aceitunas?—preguntó extrañada, caminando hacia mí.
— Sí… ¿las conoces? Las compré en el mercado que está cerca de…— no pude continuar, pues me había cruzado, nuevamente, la cara con una bofetada.
Me molesta que no me expliquen qué hice, así que me levanté rápido, con el frasco de aceitunas en la mano, lo dejé en la mesa y la miré.
— ¿Qué te hice, he? Qué te hice para que me golpees— vuelta… otro golpe
— ¿De verdad me haces esa pregunta, Malfoy?
— ¡Sí!—dije ya perdiendo la paciencia… un efecto secundario de estar mal de la cabeza—... no he hecho más que tratar de hacer algo bueno desde que pisé este castillo y solo he recibido golpes… ¿qué hice?
— Esto— dijo ella estirando su brazo izquierdo… la letra de mi tía rezando "Sangre Sucia" se veía aún rojiza, como recién cicatrizando—. Estabas ahí, no hiciste nada… lo único que hacía en ese momento era suplicarte que me ayudaras, y no hiciste nada— susurró con voz de ultra tumba.
— ¿A no?—dije algo ido. Claro que recordaba sus ojos pedirme ayuda.
— ¡No!—me volvió a abofetear, esta vez más fuerte— No sabes que es sufrir, ¡no sabes nada! Nunca has amado a nadie más que a ti mismo y jamás entenderás lo que es el sufrimiento de una guerra, maldito niño mimado— dijo abofeteandome otra vez.
— ¿A no?— repetí. Y dicho esto, me saqué mi bracera izquierda, mostrando mi marca tenebrosa, y las marcas en ella—. ¡Esto fue lo que me gané por gritarle a Bella por lo que te hizo!— dije mostrándole las marcas de quemadura en todo mi antebrazo. Desde el codo a la muñeca. Mi piel media amarillenta y arrugada por culpa de la quemadura.
¿Se acuerdan cuando les dije que si estabas en un bando te volvías loco? Pues… algo así estoy yo.
— La puta bruja me arrojó una poción corrosiva a la cara, que pude cubrirme con el brazo… cuando ustedes se fueron, nos encerraron… y nos castigaron— dije mirándola y sacando la muñequera negra de mi brazo derecho—. Lo único que quería era morirme— dije y levanté mi muñeca hasta sus castaños furiosos—. ¿ves esta preciosidad?—dije mostrándole de cerca la gran cicatriz, casi como un gusano, que cubría mi muñeca desde la base de mi mano hasta casi la mitad de mi antebrazo—. Esto fue el cúlmine de mi… ¿Cómo lo llamaste? Ah sí, niñería mimada—. Vi como ella se impresionó mas no hizo un ápice por demostrarlo—, solo quería morirme, Granger, y salir de esa oscuridad. Esta la curó mi madre, y las otras las hice para poder abrir la primera, ¡que sabía que me matarían!—le grité en la cara— Todos sufrimos en la maldita guerra, Granger, ¡no solo tú estás rota!—grité sintiendo que mis ojos se aguaban—, ahora, si ya dejaste de escupirme en la cara lo estúpido que fui y de restregarme que soy un maldito mortífago que merecía la muerte y el beso del dementor, te pido de la manera más atenta que te largues y me dejes con mi laptop y mis aceitunas muggle…— a ese maldito punto sentía que mi voz se quebraba.
Sentí como ella se daba media vuelta y salía. Yo simplemente me agarré la cabeza y comencé a colocarme mis muñequeras. Primero la bracera. Esa cosa se colocaba todos los días, por un año, y no se podía sacar a menos que fuese para bañarse o la cicatriz podría abrirse, o eso dijo el medimago, así que me apresuré en colocarla con cuidado. La marca tenebrosa se veía grisácea y desfigurada. Esto era lo único que agradecía de aquel acido que Bella me había lanzado en la mazmorra. Un temblor involuntario al recordar todo me recorrió el cuerpo, mientras escuchaba el grito de esa loca, que había salido por la puerta hacían unos minutos, mientras mi tía la torturaba.
— ¡NO POR FAVOR, YO NO SÉ NADA! POR FAVOR— me miró— ¡ayúdame Malfoy!
— ¡NO LE HABLES A UN SANGRE PURA, MALDITA SANGRE SUCIA!—gritó bella a tiempo que comenzaba a marcaba como tal.
— Por Merlín— dije mientras dejaba que un par de lágrimas salieran de mí.
Qué horrible sensación.
¿Saben? Si hubiese podido volver a nacer, y elegir a mi familia, hubiese pedido ser una familia de Muggle… o mejor aún… ser sangre sucia… tendría magia, Coca-Cola y aceitunas.
La noche llegó rápida. Me acosté en la cama y comencé a escribir de nuevo. No dormía más que 4 horas desde hacía meses. No era porque no tuviera sueño (me estaba muriendo, de hecho), eran las pesadillas: tenía miedo de dormir.
Un gritó me sacó de mi ensimismamiento… era su grito. Malditos recuerdos que no me dejaban vivir, me dije, pero este grito era distinto. Saqué mi computador de mi regazo y caminé hacia la puerta. Ella estaba gritando.
Tomé mi varita y corrí escaleras abajo para poder ir a su cuarto. ¿La estaban dañando? Abrí y la vi gritar… gritaba en la penumbra de su habitación, con las manos agarrando la colcha. Era lógico lo que pasaba. Me acerqué tranquilamente a su lado guardando la varita en mi pantalón y toqué su cara. Estaba fría.
— Granger… Granger despierta…
— ¡SUÉLTAME MALDITO BASTARDO!—y volvió a gritar.
— Granger, soy yo, Malfoy.
— ¡DEJAME!
— Hermione!
— ¡MALFOY AYÚDAME!—gritó con dolor. Ahí me desesperé. Estaba escuchándome y le estaban haciendo mucho daño.
— HERMIONE POR FAVOR, ABRE LOS OJOS, BONITA, ABRE LOS OJOS, ESTÁS SOÑANDO!—grité ya entrando en pánico, sentándome en su cama.
La muchacha abrió sus ojos, respirando por la boca, agitada y sentándose en la cama. Estaba cubierta de lágrimas y apenas me vio ahí, comenzó a llorar, cubriéndose los ojos con el brazo izquierdo mientras hipaba tras su pesadilla.
Tomé sus hombros y la abracé, en un instinto de cuidarla. No pude aquella vez. Mi valor no llegó a tanto, pero ahora si iba a cuidarle, me dije.
— Shhh— susurré—, yo estoy aquí, nadie te hará daño— dije de la misma forma, tratando de consolar a la llorosa niña—. Tranquila… sácalo, no hay problema, sácalo.
Miré el reloj de la mesa de noche… las 3 de la mañana. Esa hora siempre había sido horrible para dormir. Cuando se calmó me quedó mirando.
— Antes de que me vuelvas a golpear, prometo que tuve que hacer esto porque estabas gritando y tenía miedo de que…
— Lo sé— dijo suavemente—. Lamento eso, no he estado bien.
— Nade ha estado bien desde que la guerra acabó— concedí.
— Es que… tengo muchísima rabia contigo y con todos y…
— Yo la merezco, pero dame chance… golpeas fuerte, tengo las mejillas más infladas que antes— ella se rio y yo con ella.
— Me iré a acostar.
— ¡No!—dijo tomando mi brazo derecho. Lo soltó de inmediato. Al parecer recordó mis cortes—. Lo siento.
— Ese ya no duele… este aún está sanando— dije levantando mi brazo izquierdo—, ¿quieres que me quede?
— Solo hasta que me duerma, por favor— pidió.
— ¿Sabes? Me golpeaste duro, no te lo mereces… pero solo porque estás hablando conmigo, te lo concederé… aunque no te lo mereces, Granger— repetí bromeando. Ella lo notó, asintiendo y haciéndome un lado para que me recostara.
Me acosté a su lado, de lado, mirándola fijamente. Estaba tapado solo con la primera colcha mientras que ella se mantenía caliente bajo el tapado; Ella, me miraba también. Una ventana también estaba en su cuarto. Esta, sin embargo reflejaba la Luna creciente. Pensé entonces que la Luna llena pronto estaría en mi ventana, si es que tenía suerte.
— Perdóname— dijo la chica, dulcemente.
— Perdonada… perdóname por ser tan grosero en la tarde— murmuré—, no debí mostrarte mis bellezas de esa forma… fue rudo.
— No… está bien. A demás, tus bellezas, como le dices, te hacen ver más humano— dijo con los ojos entre cerrados. Yo sonreí y también entrecerré los ojos.
— Al menos subí de categoría; de niño mimado a humano— ella rio suave.
— ¿Me contarás algún día cómo fue?—me preguntó, yo sonreí.
— Siempre y cuando me cuentes tus aventuras con Potter y Weasley.
— Hecho… Buenas noches, Malfoy.
— Buenas noches, Granger.
Abrí los ojos al mismo tiempo que ella. Nos quedamos mirando un largo tiempo.
— No tuve pesadillas— murmuré extrañado.
— ¿También las tienes?
— Todas las noches.
— Yo a veces… pero me da miedo dormir a oscuras
— Somos dos.
— Gracias por quedarte.
— ¿Ya no me golpearás?—pregunté con voz ronca.
— No… ya no.
Sonreí y salí de la cama. Le dije al aire que fuésemos a desayunar y ella simplemente asintió.
Los días pasaron tranquilos. Las pesadillas la seguían azotando, así que el día 10 decidí mudarme.
— ¿Qué mierda haces, Malfoy?
— Me quedaré esta noche aquí… y el nombre es Draco, te lo he dicho— acoté.
— ¿Por qué?—preguntó, obviando mi acotación.
— Qué más da, Granger, duermo aquí casi todas las noches, cuando tienes pesadillas. Al menos estaré más cerca para despertarte.
— El nombre es Mione, te lo he dicho— me lo devolvió. Sonreí ante esto.
Ella, con un pijama rosado de corazones y el cabello como un arbusto me quedó mirando. Sus mejillas se tornaron rojas y se acostó. Eran las 10, recuerdo.
Estaba con mi pijama, que en realidad era un pantalón largo y una camiseta de "The Doors". Apagamos la luz y nos recostamos, de lado, como siempre.
— Gracias por estar conmigo, Draco— murmuró la castaña, entrecerrando los ojos.
— No hay problemas— murmuré—, es un placer— dije juguetón tocando mi pie frío con el suyo
— Draco, no— dijo riendo ante mis cosquillas.
Ambos nos quedamos mirando a tiempo que sentía que el sueño me invadía.
Abrí los ojos y estaba en una mesa, junto con Potter y Weasley, bebiendo una cerveza de mantequilla.
— ¿Qué balas, Potter?
— Las de Micky mouse— dijo el cara rajada bebiendo
— ¿Estas borracho?
— No, tú lo estas— dijo Weasley riendo.
Yo reí con ellos a tiempo que abría de nuevo los ojos… Hermione dormía a mi lado. La luz se colaba por la ventana, mermada por el cortinaje color rojo pastel.
Ella dormía. Y no pude parar de mirarla.
Nunca me había fijado en las pecas que tenía. Tampoco en aquel flequillo que, curiosamente, estaba ordenado. Me pregunté cuál era su ritual para ordenar ese flequillo o si era natural. Me pregunté qué olor tendría su cuello. Ahí me detuve, pues ya estaba haciéndome preguntas tontas. ¿qué me importaba lo que esa muggle hacía? Ella me quedó mirando por un momento. Sentí mi cara arder al sentirme descubierto.
Tenía 18 años… ya era adulto… y seguía ruborizándome como quinceañero.
— Tienes calor?—susurró
— Si— mentí sin problemas—. Me levantaré. Duerme un poco más, es temprano— mentira de nuevo; eran las 10.
— No tuve pesadillas.
— Yo soñé con Weasley y Potter, así que podría decirse que sí tuve pesadillas— ella rio
— ¿Qué soñaste?
— Que bebíamos cerveza de mantequilla... y algo con las balas de Micky mouse— dije extrañado.
Ella rio. Era clara su risa, no había risa más cara que eso… diablos, y ahí me di cuenta.
Primera regla después de una guerra… Trata de relajarte y divertirte.
Segunda regla después de una guerra… ¡NO TE ENAMORES! Puedes sufrir.
¡Ay! Le he dado muchísima vuelta a estos capítulos. Se que a muchos no les gusta esto de la torre de los premios anuales, pero es necesario mostrar a una Hermione completamente rota o, más bien, desequilibrada. La guerra nunca dejan a la gente bien, más si la viviste en primera fila como estos dos personajes.
En el próximo capítulo vamos a ver la visión de Hermione. Ya está escrito, así que según los Reviews y la aceptación que tenga este capítulo, subiré el proximo.
Besos a todos!
Alice~
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