A pesar de la violencia de la lucha, todo el interior de aquel templo quedó marcado con los sentimientos del León. Allí, ante tres cuerpos sin vida, el incrédulo Mu pudo escuchar las palabras que le rompieron por dentro.

Todo ocurrió mientras el Estallido de Fotones se preparaba…

Por nuestro amor

No temo a ese infernal espectro de armadura negra. Ni los colmillos de este león extinto han dejado de brillar, ni tú, fuente de mi cosmos, has caído aún. Mientras uno sólo de los pilares que sustentan mi corazón esté en pie, él no es más que un juego de demencia de esta noche abenuz.

¿Qué más da el sufrimiento y el dolor? Una sola gota de tu sangre lo purificará todo. Mientras tu cielo apagado brille con todo el resplandor de mi cosmos no habrá algo que él pueda hacer para mermar mi sed de amor. ¡Todavía te siento!

Puedes ser cruel si quieres. Puedes bailar sobre ese charco de sangre que hay bajo tu cuerpo. Puedes quedarte ahí, tendida, como esperando la bendición de una de mis lágrimas; de una última sonrisa de frustración frustrada. ¿Pero a él qué más le da si te amaba? Nuca pudo sentirte…

¿Dios, dices? No llega ni a ser un demonio. Se enfrentará a su némesis mortal. ¡Se enfrentará a un sueño de amor embadurnado en la tristeza de la fría muerte!

No me importa su nombre. No me importa un ápice. ¡No está ya ahí! Tan sólo siento la llamada de tu corazón, ¡por eso el cosmos que me precede arde! Tú has de sufrirlo: debes sentir la confesión de las palabras que siempre deseé regalarte.

Pagaré purificando este sagrado suelo de recuerdos ineludibles. Él, que ha acabado con una vida mortal; tú, que no sabes bien cómo te amé. ¡La pura vía láctea era tu piel! ¿Cómo se ha atrevido?

No tengo miedo a ese hijo de Cronos. Aquí estamos ambos, desnudos, frente a frente. Le diré con mi sinceridad que no es tan distinto como piensa: tan sólo su perversa mente llena de ideales sangrientos y esas ansias de matar y destruir son sus acordes negros.

Ya debe sentir la tormenta que, iracunda, se forma sobre él. Tú debes verla, criatura amada. Este duelo debe llegar a su fin y ya no le salvará ni su espada, ni su vórtice, ni la malicia que se le regaló en la noche de los tiempos.

¡Yo destruiré lo eterno! ¡Yo destruiré lo inmutable! Su palacio de cristal se quebrará y será ceniza por y para siempre. Mi vida corresponde a tu final. ¡Es hora de que este estruendo demencial devore toda tópica alma de maldad!

Pero… ¿de veras es necesaria tanta destrucción? El ruido es insoportable y mi corazón casi ni lo aguanta. Ya de rodillas no puedo aguantar más. ¡Las lágrimas se me escapan! Dulce Litos, te he fallado. He incumplido todas y cada una de las promesas que te hice. Sólo puedo decirte lo mucho que te amo mientras tu verdugo se consume en los últimos rayos de mi cosmos. Sin embargo, tú y yo pereceremos juntos y lucharemos esta batalla, tú desde el Elíseo, yo desde el Infierno.

¿Lo sientes ya? El abrazo de mi sangre sobre tu túnica, el abrazo de la tuya sobre mi rostro, mis lágrimas y tu carmesí, mi cabello y el tuyo. Tu cielo y mi cosmos, quebrado… por siempre unidos en un sueño. ¡Tú nunca me fallarás!

Gasto mis últimos segundos en sentir tu perfume más orgánico y tu último calor. Siento cómo quien te privó de tu vida yace ante mí.

Puede que pensándolo bien sí que haya cumplido al menos una de las promesas que te hice. Desde lo más egoísta de mi corazón he muerto por ti… por la criatura más perfecta que me amó jamás.

Ojos… labios… olor… besos… todo se desvanece. El oxígeno es ya un bien codiciado… tan sólo permíteme levantar mi mano y… darte una última caricia.