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LOVE 101
Do you like Shakespeare?
Adiós al uniforme.
Se repite sin parar, subiéndose los vaqueros azules que con tanto orgullo podía llevar a clase por fin. Se pasa el cepillo por su cabello castaño para desenredarlo, y se calza deprisa.
Adiós al uniforme.
Una de las ventajas de ser universitaria.
—It is not in the star to hold our destiny but ourselves…
El hombre recorre con la mirada la sala medio llena de alumnos recién llegados a su universidad, examinándolos a todos y cada uno con un notable desinterés hacia ellos.
Su día no ha empezado demasiado mal. Se ha levantado como todos los días, a las seis y media en punto, ha salido a correr, y a las siete y media estaba listo y conduciendo su coche para llegar a su puesto de trabajo en la prestigiosa universidad llena de nuevos alumnos pedantes que creen que solo por haber entrado en ella deben de sentirse superiores. Por suerte, ese año tiene la posibilidad de evitar las clases obligatorias habiendo impuesto la derivada de literatura inglesa; ésta es una clase de refuerzo para mentes que quieren ir más allá, o que simplemente disfrutan de los buenos libros.
Suspira una vez ha acabado de recorrer la sala con la mirada y camina dos pasos hacia delante, su porte inglés se hace notar de forma evidente, cualquiera que le mirara sabría de dónde proviene, con su traje oscuro, su cabello bien peinado y su cuerpo recto, seguro, algunos podrían decir que dominante, pero no sabrían de lo que hablan.
—Nosotros somos dueños de nuestro destino, así que el estar en mi clase ha sido de su elección.— Continúa con voz calmada pero segura. —Espero de ustedes las básicas normas de comportamiento, si no, no se molesten en venir...
—No se molesten en venir...
Es lo último que escucha por la puerta entreabierta de la clase, su mano aún en el pomo, dudando entonces de si entrar o quedarse fuera. Total, ya la había fastidiado, y el primer día.
Maldito despertador.
Ella no era de las que se saltaban las clases, si había llegado tarde había sido por un descuido. Era buena estudiante en aquellas asignaturas que le interesaban, pero también un poco torpe, como cualquier adolescente de su edad, nerviosa por el primer día de universidad. Había estado toda la noche dándole vueltas a cómo sería o cómo debía portarse, y entre sus pensamientos se había quedado dormida más de la cuenta. Menos mal que su madre la había acercado a clase, sino más tarde habría llegado. El caso es que el daño ya estaba hecho, y la voz del profesor imponía demasiado como atreverse a hacer algún movimiento.
Al observar el silencio, el hombre se da la vuelta y comienza a escribir en la gran pizarra con su tiza convencional, concentrado, siendo el sonido de la fina barra lo único que altera el silencio de ese lugar. Una vez ha terminado deja la tiza en su sitio y se gira espolsándose las manos para mirar a la clase con una ceja levemente alzada.
—Doubt thou the stars are fire, doubt that the sun don't move, doubt truth to be a liar, but, never doubt that I love.— Recita en perfecto acento. —Este...
Mira, por la ranura que había dejado la puerta, a su compañera Ruby, que la estaba observando desde el sitio intentando no reírse demasiado alto. La había conocido hacía unos meses al echar las matrículas para la carrera y se llevaban realmente bien, aunque en aquellos momentos le daban ganas de estrangularla. Se asoma un poco, y al ver al profesor de espaldas, abre la puerta en silencio y se agacha para ir a gatas hasta un sitio libre esperando que no la viera hasta que estuviera sentada. Así, mientras él escribe en la pizarra, llega al fondo de la clase arrastrando la cartera.
Pero aquello no pasa desapercibido por el profesor. Sus ojos se fijan de inmediato en la joven que entra a escondidas, entrecierra la mirada para observar su suave sonrisa ante su compañera, y eso no puede evitar que en cierto modo le moleste. Dejando a parte el hecho de que haya llegado tarde, ni siquiera se ha dignado a presentar una disculpa como es correcto. El hombre corta la frase y se apoya en la mesa que preside el centro de la sala. Mira hacia arriba y fija los ojos en la chica, adolescente, por supuesto.
—Señorita, ¿sería tan amable de presentarse?
Ella se pone de pie rápidamente de un salto, maldiciendo en su mente por aquella mala jugada
—Sí. Ahm... Meg. Quiero decir... Megan... Masters.— Carraspea un poco y se pasa una mano por los codos de su camiseta nueva para quitarle el polvo. Se la había comprado aposta para el primer día.
Se sonroja cuando oye a su "amiga" Ruby reírse de ella, y le envía una mirada fría.
—Bueno, señorita Meg Megan Masters.— Dice con su voz calmada de siempre, seria, sin apartar la vista de ella con una ceja levantada, podría decirse que haciendo su mirada bastante más intimidante. —¿Podría compartir conmigo y con toda la clase la razón por la cuál ha llegado tarde y no se ha disculpado?
Se tira del borde de las mangas nerviosa por ser el centro de atención, su petición con tono firme y sin alterar, no ayuda.
—Eh... Me... dormí...— Balbucea, haciendo que todos sus compañeros se rieran levemente, causando el rubor de sus mejillas.
El hombre se dirige al resto de alumnos con una mirada fría, y éstos se callan al instante. Luego su vista de ojos azules vuelven fijos a los castaños de Megan, aún estando tan alejados.
—¿Tiene por costumbre quedarse dormida? Porque en tal caso le pido que no vuelva a mis clases, no me gusta la impuntualidad.
—¡Yo no...— Cierra la boca decidiendo que una excusa la pondría en peor posición de la que ya se encontraba, y agacha la cabeza mirando al suelo. —Lo lamento, profesor...
Él entrecierra los ojos levemente y luego vuelve a su posición erguida y recta.
—Siéntese.— Le indica mientras camina un poco solo para darle unos segundos a la joven.
En cuanto le da la orden se sienta con una rapidez sobrehumana, y empieza a sacar los libros en la mesa. Abre un cuaderno y comienza a escribir en la primera página todo lo que el profesor comenta.
—Como iba diciendo, este año la asignatura será algo diferente, más dinámica. Empezaremos con Shakespeare y todas sus obras, las leeremos, ustedes tendrán como tarea diferentes ejercicios y resúmenes, y separándoles por grupos representaran la obra.— Afirma volviendo su vista a la clase. —Bien, ¿quién tiene una mínima noción de este autor?
Cuando les pregunta en general, Megan siente ganas de alzar la mano, pero a la vez siente tanta vergüenza por la escenita que ha causado que no se atreve.
¿No?— Niega con la cabeza, resignado ante la clase de la que va a tener que ocuparse. —Bien, tomen nota de lo que diga. Nuestro primer libro será Romeo y Julieta. Quiero que todo el mundo lo tenga el próximo día.— Dice dándose la vuelta para seguir explicando. –Continuemos.
La chica sonríe ligeramente al oír aquello. Al menos podría hacer un buen trabajo de esa asignatura, al fin y al cabo Shakespeare era uno de sus escritores favoritos. Aunque aparece una mueca en su rostro por un par de segundos. ¿Representar la obra? Ahí sí que tenía más problemas. Niega con la cabeza intentando aclarar sus ideas y empieza a escribir su lección.
Tras toda la hora explicando procesos y temas que van a tratar, mencionando también la introducción a lo que es la literatura, la campana suena a su hora, y el profesor les indica con la mano que pueden irse, no teniendo en mente romper su horario, aunque lo cierto es que siendo principio de curso y teniendo solo esa clase, lo más probable es que el profesor se retire a su casa.
El timbre parece sonar demasiado pronto para Megan, estaba pasándoselo bien en aquella clase a pesar de todo. Ruby es la primera en salir, como ya se esperaba, la chica tenía poca paciencia.
—¡Espérame!— Le chilla mientras recoge su multitud de libretas y materiales. Para cuando consigue cerrar la cartera, todo el mundo había desaparecido, así que corre hacia la puerta para no quedarse sola más tiempo en aquella clase, pero decide volver a disculparse con el profesor. —Siento lo de antes...
Éste ya tiene su maletín negro en la mano y se encuentra en la puerta, esperando que todos los alumnos salgan, cuando se le acerca, la mira manteniendo su rostro tranquilo e impasible.
—Procure que no vuelva a ocurrir. Con respecto a mis clases, no suelo tener ninguna paciencia.— Le informa en tono serio, pero no tan serio como el que ha utilizado en clase.
—Lo siento, no volverá a pasar…— Pasa a su lado, rozándole ligeramente con el brazo sin querer, y corre pasillo arriba desde donde Ruby le llamaba con la mano alzada.
El profesor mueve ligeramente la nariz cuando ésta le toca, pero no hace ningún comentario, simplemente observa a la joven marchar con sus amigos. Se queda parado unos momentos, fijo en aquella imagen, antes de salir del aula y recorrer el camino hasta salir del edificio, dirección al aparcamiento.
Su amiga continuaba riéndose de ella, y de la que había liado en la primera clase. Aquello se lo había estado recordando durante toda la mañana, y parecía que en ese camino de vuelta a casa, tampoco se le había olvidado.
—Vale ya... Lo he pasado fatal. Y el profesor me odia, podría habernos tocado uno menos serio...
—¿Qué más da? Está bueno.— Ruby se encogió de hombros diciendo esa frase de forma increíblemente segura, lo que causó una risa en la otra chica.
Se dieron un par de empujoncitos, compartiendo unas sonrisas de confidencialidad, antes de que se despidieran y cada una se fuera por su camino.
