Capítulo 1: "Primeras impresiones"
Era un día como cualquier otro en la mansión Phantomhive. Sebastian ya había preparado el desayuno y ahora le tocaba despertar a su pequeño amo. Aunque no tan pequeño, el joven conde había crecido bastante estos últimos cinco años. Ya no tenía la altura de un niño, ahora medía cerca de los 1,80 metros, su cabello azul seguía siendo corto, y tanto su cuerpo como su rostro ya estaban más definidos. Con 17 años, dirigía los negocios que le correspondían a su familia, incluyendo los pedidos especiales de la Reina.
Sebastian sabía que aunque su amo hubiera crecido, en el fondo seguía siendo el mismo niño frágil y malcriado que siempre había sido. Con ese pensamiento en su mente, entró a la habitación del conde. Como siempre, el joven cada vez que el mayordomo abría las cortinas, rezongaba y pedía otros cinco minutos más para seguir durmiendo, ignorando lo que Sebastian le decía. Una vez se despertó, el mayor comenzó a vestirlo y a prepararlo.
Sebastian. ¿Respondiste a la carta de Elizabeth?
Sí. Le dije que podría venir con esa nueva amiga suya hoy a tomar el té.
Perfecto. Prepara todo lo necesario. Lo más probable es que ella decida quedarse hasta mañana. – Dijo con voz fría e indiferente. –
Yes, my lord.
El conde bajó las escaleras, seguido por su demonio mayordomo, hacia el comedor, donde sus otros sirvientes lo esperaban. Meyrin, Finny, Bard y Tanaka, todos seguían teniendo la misma apariencia que hace años atrás, y también (a excepción de Tanaka) seguían siendo igual de torpes.
Ciel disfrutaba su desayuno observando cómo Sebastian los regañaba por no estar haciendo nada, cuando obviamente tenían quehaceres por hacer, y ellos salían despavoridos a realizarlos sin destruir la mansión en el proceso.
Sebastian, iré a mi habitación avísame cuando lleguen Elizabeth y su invitada.
De acuerdo, bocchan.
El joven conde, volvió por donde había venido, no necesitaba ir a su oficina porque todo el papeleo ya había sido arreglado y hasta el lunes no enviarían el resto. Hoy sábado, quería descansar aunque sea un poco. Se recostó en su cama, mirando el techo y comenzó a pensar en cómo sería la nueva amiga de su prometida. "Quizá sea aún peor que Lizzie. No es que no la quiera pero a veces me saca de quicio. Seguramente es una adicta a lo tierno como ella. O tal vez es una delincuente enviada para asesinarme y sólo está utilizando a Lizzie. Bueno si eso llegara a pasar, Sebastian se hará cargo de ella."
Luego de unos minutos más de mirar el techo, se quedó profundamente dormido.
"Ciel corría por la mansión, buscando a sus padres. El lugar estaba en llamas, lo cual dificultaba ver y respirar, aun así el niño de 9 años seguía corriendo. Necesitaba encontrar a sus padres.
Cuando abrió la última puerta del pasillo, se quedó horrorizado al ver que los cuerpos de sus padres estaban cosidos mezclando partes de cada uno. No era posible. Sus padres estaban muertos. Eso era en lo único que podía pensar, mientras observaba cómo todo era envuelto por las llamas.
Como si hubiera despabilado comenzó a correr en dirección hacia la salida de la mansión, si no salía pronto iba a morir y no quería eso. Definitivamente no quería eso.
Una vez fuera, se dio cuenta de que ahora estaba solo. Completamente solo."
El conde despertó de golpe y con la respiración agitada. Trató de tranquilizarse. Aún tenía rastros de agitación cuando Sebastian entró a la habitación anunciando que su prima ya había llegado y que lo esperaban en una de las habitaciones que usaban cuando venían visitas. Silenciosamente Ciel se dirigió hacia esa sala, y una vez que abrió la puerta, se quedó momentáneamente sorprendido. La chica que estaba con su prometida era hermosa. Tenía unos rasgos muy angelicales tanto en el rostro como en su cuerpo, su cabello llegaba hasta sus codos, marrón y ondulado, sus ojos eran de un profundo gris, tan oscuro que casi podría confundirse con negro. Se obligó a volver a la realidad.
CIEL! – Lizzie se lanzó a abrazarlo- Te extrañé mucho.
La misteriosa chica se reía de la actitud de Lizzie, la cual le parecía muy adorable.
Así que usted es el conde Phantomhive. Un placer. – Le extendió la mano – Mi nombre es Angelicque Rosewater.
Un placer señorita Rosewater. Mi nombre es Ciel, puede decirme así si quiere. –Dijo mientras le estrechaba la mano, Lizzie ya se había apartado. –
Puede decirme Angelicque no se preocupe.
Luego de las presentaciones los tres se sentaron en las sillas para poder tomar el té servido en la mesa. Por primera vez en su vida el conde estaba nervioso. Necesitaba saber más de esa chica, no es que la considerara una amenaza pero nunca se sabe.
Y… ¿cómo conoció a Lizzie, Angelicque?
En un baile. Ella se acercó a hablarme y bueno ella me pareció adorable. Tiene suerte de estar comprometido con ella, Ciel. Es una muy buena persona.
Gracias. ¿El té es de su agrado?
Si, esta delicioso. He observado que la mansión es enorme, disculpe mi curiosidad, pero me gustaría saber si en algún momento podría enseñármela. – Dijo con una gran y muy atractiva sonrisa. –
Claro cuando usted guste. ¿Lizzie hasta cuando planean quedarse?
Hasta mañana ¿por qué?
Curiosidad. –Una sonrisa pícara se formó en los labios del Conde. – Sebastian. – Se voltio para ver al mayordomo. – Sígueme a mi oficina.
Claro, bocchan.
Señoritas, me retiro. Por favor disfruten de su estancia en la mansión Phantomhive.
Y salió de la habitación para dirigirse junto a Sebastian hacia su oficina. Una vez dentro y él sentado en su silla, miro a su mayordomo de forma seria y fría.
Quiero que investigues todo sobre Angelicque Rosewater y su familia. Lizzie es demasiado confiada para darse cuenta de si la están usando para llegar a mí. Si la chica resulta ser una amenaza encárgate de ella.
Los ojos de Sebastian se volvieron de un tono rojo brillante y sus pupilas tan finas como las de un gato.
Yes, my lord.
