*Los personajes pertenecen a S. Meyer. La historia es mía.
Perdido en Navidad
Dic. 17: Los planes
—¡Por fin encontré boletos, nena! —gritó feliz Edward tras completar la transacción por internet.
—¡Qué bien! ¿Cuánto tuviste que pagar? —preguntó Kate desde la cocina.
—Cien dólares adicionales —aceptó con cierto pesar—, pero no tenía opción —agregó levantándose del escritorio para estirar sus brazos, piernas y masajear su cuello, había pasado casi tres horas buscando sus pasajes.
Apenas una semana antes, el plan había sido pasar las fiestas en Londres y Francia, según se habían agendado algunas reuniones de trabajo. Estaba negociando con algunos productores el finalmente llevar a la pantalla grande uno de sus guiones originales, y cuando las fechas del calendario resultaron apretadas, no tuvo más que ajustar sus planes y aceptar viajar en lo que normalmente tomaba como vacaciones.
Sin embargo, de último momento, la situación se complicó y los productores decidieron posponer la reunión hasta principios de enero, con lo cual liberaron las fechas para Edward. Si bien la alternativa hubiera sido pasar Navidad en Londres y Año Nuevo en Francia como se tenía previsto, la familia Cullen estaba viviendo momentos que le hicieron declinar el viaje por Europa y preferir viajar al pequeño pueblo de Forks.
Su hermana, Alice, y Jasper lo habían hecho tío apenas dos meses atrás y aún no conocía a su sobrina, Lizzie. Su hermano, Emmett, finalmente se había comprometido con Rose y no había podido asistir a la cena de compromiso. Su padre, Carlisle, había inaugurado un pequeño centro de salud que apoyaba a personas de bajos recursos, y Esme… bueno, su mamá siempre aprovechaba las fechas para consentirlo.
Así que, previa negociación con su novia, sobre el límite de sobreprecio que estarían dispuestos a pagar al tratar de conseguir vuelos a días del viaje, se dispuso a buscar por cielo y tierra los pasajes.
—¡Cien dólares!
—Sí —Apenas murmuró mientras se acercaba a ella—, pero todo sea por tener una gran Navidad —dijo rodeando su cintura y dejó un beso en su mejilla.
—Bien —bufó con resignación—. Y, ¿cuándo nos vamos?
—Bueno… ehh… —La soltó lentamente y se alejó mientras respondía— Tú te vas mañana… y yo el martes.
—¿Qué? —explotó girándose hacia la barra donde Edward trataba de refugiarse—. Un momento… ¿No vamos a irnos juntos?
—Lo siento. No tenía opción.
—"No tenía opción. No tenía opción" —Lo imitó en burla—. ¡Deja de decir eso! ¡Sí teníamos opción!
—Mmm… ¿todo este tiempo me has estado ocultando que eres dueña de un avión privado? —intentó bromear sin mucho éxito.
—No es gracioso, Edward.
—Nena… solo son un par de días de diferencia.
—Un par de días. ¿Qué voy a hacer yo sola con tu familia?... ¡Es todo un fin de semana!
—Créeme que son expertos en mantener ocupada a la gente. Además, les agradas.
—Edward, no se trata de que nos agrademos o no… Es todo un fin de semana. Si no quieres ir a Europa está bien, pero no le veo problema a quedarnos aquí en lugar de atravesar por tantas molestias para viajar.
—¿Qué? ¿Estás hablando en serio? No es mucha molestia si lo ves fríamente… Además, lo vamos a pasar muy bien. De verdad. Y en enero, nos iremos a Europa, podemos no solo ir a Londres y a Francia. ¿Qué te parece Italia? ¿España?
—No es eso. Y lo sabes —Soltó aire exasperada—. Créeme que trato de entender esta parte de ti, tan… "festiva", pero no es lo mismo que esté yo sola con tu familia todo un fin de semana mientras llegas.
—Nena, lo vas a disfrutar. Te lo aseguro.
—Y dime… ¿por lo menos regresamos juntos? —preguntó con cierta resignación.
—Casi.
Gracias por leer.
