Una visita inesperada:

CAPÍTULO 1:

Era un día normal en el reino de Corona, era una mañana tranquila y soleada, perfecta para salir y disfrutar de ella.

El sol de la mañana se filtró suavemente por las cortinas, y despertó a un joven ex ladrón, de su bien y acomodado y duradero sueño.

Aún algo dormido el joven Eugene se levanta para vestirse, al tropezarse con su cómoda, dejó caer una nota junto a él.

¿Qué es esto?- se pregunta a sí mismo.

Querido Eugene:

Buenos días amor, recuerda que prometiste llevarme a cabalgar, para visitar a los chicos del patito modosito. Por favor levántate y te espero en las caballerizas. No tardes por favor.

Te ama mucho: Rapunzel.

Yo también te amo preciosa – Suspiró Eugene.

Al guardar la carta, luego de unas pequeñas risitas, no dudó un segundo más y corrió hacia las caballerizas.

Tal y como lo había dicho, la bella princesa aguardaba en las caballerizas, pero sujetando a Maximus de las riendas, para que lo ensillaran.

- Buenos Días preciosa ¿lista para nuestro paseo? –

- Oh Buenas días Eugene, si estoy más que lista, ya tengo todo preparado.

- ¿Segura que tienes todo blondi?-

- Si segura, ¿por qué lo dices?- cuestiona la princesa

- Porque aún no se me has dado mi beso de buenos días, no puedo creer que lo hayas olvidado, me hieres preciosa - Reclama el joven con fingido dolor.

Luego de unos segundos, la princesa se pone de puntillas para besar a su amado, con un beso apasionado.

- ¿Me imagino que estas satisfecho?- Pregunta coquetamente la joven.

- Por ahora sí pero, aún no ha terminado preciosa, es solo el comienzo. –

Luego de pequeñas y divertidas bromas, ambos jóvenes partieron hacía las salidas del castillo.

Al llegar, ambos jóvenes se percataron de que tres guardias y los reyes, los esperaban en medio del jardín del palacio, con una dulce mirada.

- ¿Sucede algo malo madre? - Pregunta la princesa con cierta confusión en sus ojos.

- Si hija sucede algo, pero prefiero que lo hablemos en la sala, allí podremos hablar mejor – responde la reina lanzando una dulce mirada hacía Eugene.

- Por supuesto madre- concluyó la princesa.

Dicho esto, los dos jóvenes se dirigen hacía el castillo, confundidos por todo lo sucedido.

Al llegar, una dulce joven los saluda a todos, pero Eugene no logró llegar hacía ella ya que ya todo estaba negro a su alrededor.