*Kunai*
Terminaron exitosamente su misión asignada, apenas estaban terminando de arreglarse para irse.
El albino se levanto del duro suelo, donde estaba recostado sobre el signo de su tan afamado Dios.
-Vámonos ya, Hidan – el tesorero agarra un cuerpo.- Hay que ir a por la recompensa.
-Joder Kakuzu, tú y tu maldito dinero, espero te mueras castrado.
-Si, lo que digas Hidan. Vamos ya – se aleja un par de metros, al no escuchar los pasos de su compañero se detuvo a reprocharle su lentitud, pero lo que vio lo dejo congelado; Con total normalidad, el albino lamia la punta de un kunai con la punta de su lengua, lamiendo tan sensualmente la sangre que manchaba el arma.
-Hidan, ven un momento – el menor camina donde el avaro, tira el kunai y cierra los orbes violetas.
-¿Qué, joder? – Abre los ojos al sentir como el tesorero lo ponía de rodillas.- ¿Qué mierda quieres?
-Has lo mismo que hiciste con el kunai, pero conmigo – le empuja la albina cabellera.- Hazlo.
-Joder Kakuzu.
Ni idea… vi una imagen en deviantart y se me le ocurrió (Anni, ya me contagiaste)
En fin, espero mal piensen mis queridas lectoras.
Bye
