Sí, me atrasé unos días. De acuerdo, muchos días. ¡DEMASIADOS DÍAS! Lo siento. Intenté terminar pero la tarea consumió mi vida. Y estuve/estoy en exámenes. Y me enfermé. Y me estaba muriendo. Y no sé cómo carajo terminé esto. Además, siempre se puede revivir el día del amor y la amistad, ¿no?
(SPOILER 322. Esto fue demasiado predecible. Bueno, lo de Sting no .-. Pero en fin, Fairy Tail ganó y el manga me sigue gustando. Ahora se viene lo peor/mejor. [Sabía que Lector no estaba muerto -.-]. ¡Oh por Dios Max y la escoba! D:
[No me importa, pero el 319 seguirá siendo mi favorito por el resto de la eternidad. Pero Trollshima no admite que Gajeel y Levy son canon. ¡Max y la escoba son más canon! TAT].
Disclaimer: Todo lo relacionado a Fairy Tail es propiedad del COMPLETO TROLL Hiro Mashima.
Antes de empezar:
1. Ubicación: Después de los Grandes Juegos Mágicos.
2. —Diálogos—
3. Pensamientos.
4. Palabras o frases en cursiva fuera de pensamientos; resaltadas en la historia.
5. Separador de escenas: -o-o-o-
Por favor, por favor un one-shot.
Fairy Valentine
13 de Febrero. Aún no era San Valentín pero la ciudad de Magnolia se encontraba en un constante ajetreo. Rosas, globos, chocolates y demás artículos de aquel día en forma de corazón pasaban de mano en mano. Las calles se vestían de los rojos más intensos y los rosados más vistosos.
Mavis se dirigía con paso firme hacia su gremio, sonriendo a las personas que pasaban a su lado sin detectar su presencia. Observó el cielo azul, repleto de nubes blancas y extensas que cubrían levemente los rayos del Sol. Parpadeó con alegría, comenzando a tararear una melodía olvidada hace mucho. Con pies descalzos, se detuvo frente a las puertas del reconstruido Fairy Tail, el ahora gremio número uno de Fiore. Hacía un par de semanas que habían vuelto de Crocus y la Primera Maestra no tenía la intención de regresar a la Isla Tenrou en un buen rato.
Mostrando una sonrisa aún más amplia, entró. Se quedó boquiabierta al ver el cambio del lugar. Corazones de varios colores colgaban desde el techo y casi todo en el gremio tenía algo rojo. Como si se tratara de una niña pequeña, empezó a saltar por todos lados, sorprendiéndose con cada mínimo detalle que adornaba alguna mesa o ventana. Todos los magos se hallaban yendo de un lugar para otro, trayendo cada vez más materiales del almacén trasero. Ver a su gremio tan unido siempre había sido su sueño. Y ahora lo tenía frente a sus ojos.
Distinguió a varios grupos de parejas que se ayudaban mutuamente. Juntó las manos a la altura de su pecho, enternecida porque el amor parecía haber hecho su efecto entre los magos de Fairy Tail. Suspiró con alegría, bailando en círculos sin aún ser vista por los demás, pero segundos después se detuvo en seco.
Una escena había llamado su atención. Cerca de la barra, una peli azul yacía de pie, discutiendo con otro mago de larga cabellera azabache sentado en una de las mesas. Arqueó una ceja, intrigada por la conversación. Miró con discreción a Levy. Había observado su forma de actuar cerca de Gajeel. Era obvio que ella estaba enamorada de él. Cualquiera podría notarlo a simple vista. Después se giró hacia el Redfox. Cualquiera menos él. Mavis inclinó la cabeza hacia un lado, frunciendo el entrecejo. Era una pareja extraña. Pero lo normal es aburrido, ¿no? Caminó desapercibida hasta llegar a un gran pilar y se ocultó detrás de él, intentando oír lo que decían.
—¿Por qué no, Gajeel? —habló Levy haciendo un puchero—. Todos en el gremio lo están haciendo.
—Todos excepto yo —recalcó con desinterés.
—Dame una sola razón —tomó asiento a lado de él.
El Dragon Slayer de Hierro emitió un gruñido. Levy llevaba ya unos diez minutos intentando hacer que Gajeel ayudara en la decoración para el festival. Habían decidido preparar algo similar a Fantasía. Y como cualquier gran espectáculo, Fairy Tail sería la atracción principal. Los miembros habían accedido a colaborar con el decorado a lo largo de la ciudad y el gremio mismo. Todos menos Gajeel. Y no se sentía con ánimos de dar explicaciones.
—Porque no, enana —contestó lo más cortante que pudo.
—¡Esa no es una razón! —reclamó la maga en su defensa.
—Claro que lo es, así que ya déjame en paz.
—¡Gajeel!
El Redfox no soportaría mucho tiempo más la mirada que tenía la peli azul. Sus grandes ojos avellana exigían una justificación. Apretó la mandíbula y terminó diciendo lo primero que se le vino a la mente.
—¡Porque no me interesan esas estúpidas celebraciones! ¡¿Qué es eso de estar regalando chocolates y globos como idiotas?! ¡Todo es una completa tontería! —gritó haciendo que la McGarden se quedara estupefacta—. Además, ya tengo una misión. Saldré en unas horas con Lily y regresaré en unos días.
—¿Qué? —murmuró Levy, sintiendo que se ahogaba. Movió los labios, sin emitir ninguna palabra.
Se sintió tan desilusionada al oír las palabras del mago que pensó que se desmayaría. Reprimió algunas lágrimas de frustración. Bien ya presentía que Gajeel no sentía lo mismo por ella, pero eso no la había detenido. Había trabajado duro la última semana, haciendo un regalo que tenía sólo para él. Pero sus planes parecían haberse estropeado. Porque, ¿qué sentido tendría darle algo el día de San Valentín si ni siquiera le importaba? Y peor aún, ¿cómo dárselo, si tampoco estaría en la ciudad?
—De acuerdo —dijo por fin, con la mirada baja—. Puedo entender que el gremio no te interese —habló sin expresar ninguna emoción—. Que tengas suerte en tu misión. Te veo luego.
Se puso de pie, entristecida, y se alejó, caminando hacia donde se encontraba Lucy. Gajeel suspiró con pesadez una vez que se había ido. Puso un codo sobre la mesa y recargó una mejilla contra su mano.
—Eres un idiota, ¿lo sabías? —dijo una voz por un costado.
—Tch. Cállate.
—¿Por qué le mentiste? —preguntó Pantherlily de patas cruzadas—. No tenemos ninguna misión.
Gajeel sólo gruñó en respuesta. Veía venir lo siguiente. El Exceed negro llevaba un tiempo molestándolo con el mismo tema.
—¿Por qué no le dices lo que sientes?
—¿Otra vez con eso? —respondió el pelinegro con mal tono—. Te he dicho un millón de veces que no siento nada por ella.
—Y yo te he respondido un millón de veces que dejes de ser tan terco. Sabes que la quieres, aunque no lo admitas. A mí no me importaría, si no lastimaras a Levy.
—¿Qué quieres decir?
—Que sólo la estás lastimando. No sé si eres ciego o eres tan imbécil como para no notar que a ella le gustas —Gajeel abrió la boca para contestar pero Lily se lo impidió—. Ella fue la primera en aceptarte. Ella te perdonó. Ella te quiere. Y yo sé que tú también. Además, sólo espera que pases un buen rato con los demás.
—Tch. No digas estupideces —el Dragon Slayer se puso de pie, dispuesto a irse.
Lily suspiró.
—Siempre es lo mismo.
Detrás del pilar, Mavis observó cómo Gajeel salía por las puertas del gremio. Sonrió con amplitud.
—Vaya, vaya. Parece que alguien tiene problemas para expresar sus sentimientos —dijo para sí misma.
Como la gran estratega que era, la Primera Maestra había ideado con rapidez un plan que tenía altas probabilidades de tener éxito. Caminando con sigilo y evitando a los magos de Fairy Tail, se escabulló sin ser notada, tal como lo había hecho al entrar al gremio. Tenía mucho qué hacer.
-o-o-o-
—Vamos Levy-chan, no te pongas así.
La McGarden se hallaba sentada en una de las largas bancas de madera, sus brazos y cabeza recargados contra la mesa, con el rostro decaído y la tristeza reflejada en sus facciones. Lucy la había notado así desde hacía un par de minutos, después de enterarse en cómo había terminado su conversación con Gajeel.
—Es que no lo entiendes Lu-chan —respondió la aludida haciendo un capricho—. Estuve casi una semana trabajando en eso. Incluso me desvelé varios días para tenerlo listo para mañana.
—Pero puedes regalárselo cualquier otro día Levy-chan.
—¡Claro que no! —explotó la peli azul—. No es lo mismo Lu-chan. Tú misma insistías en que le dijera a Gajeel lo que sentía por él. Y por fin me había decidido, sin importar las consecuencias, ¡pero ni siquiera va a estar en Magnolia! ¡Es frustrante! —unas lágrimas comenzaron a acumulársele en los ojos—. De verdad llegué a pensar que podía gustarle de alguna manera —su voz se quebró—. Pero creo que es todo lo contrario.
—No digas eso Levy-chan —la Heartfilia tomó asiento a lado suyo—. Sabes que no es cierto. Es sólo que Gajeel es muy insensible. Por no decir que es un idiota. Dile lo que sientes y dale el regalo otro día. Verás que le gustará.
Levy asintió con la cabeza. La rubia le dedicó una sonrisa y dándole unas palmaditas en el hombro, se puso de pie para evitar que Natsu y Gray destruyeran una caja llena de corazones de cristal. La maga de Solid Script suspiró con pesadumbre. Lucy tenía razón. Podría dárselo cualquier otro día. Podría decírselo cualquier otro día. Pero para Levy no era lo mismo. Aún desilusionada, tomó una decisión radical: no participaría en el festival.
-o-o-o-
—¡Lo tengo!
Mavis sonrió exitosamente, sosteniendo entre sus manos un frasco con una sustancia roja oscura dentro de él. Se había deslizado a una pequeña tienda de magia cerca de Fairy Tail, invisible para todos aquellos que se hallaban presentes en ese momento. Sólo tomaría algunas cosas prestadas para crear la pócima que había ideado y nadie lo notaría. Tapando el recipiente con un corcho, salió del lugar, en dirección a la siguiente fase de su plan.
Buscando con la mirada a su futura víctima, la Primera Maestra caminó un par de minutos por una de las calles principales de la ciudad, sin resultado alguno. A juzgar por el tiempo en que se había ido del gremio y la velocidad a la que caminaba, no podía estar muy lejos. Pero no lo encontraba. La Vermillion frunció el ceño. Había muchas posibilidades de la dirección que podría haber tomado. Y la más probable era que haya ido a su casa. Haciendo varios cálculos, detectó la ubicación del lugar y sonriendo, giró en una esquina, continuando su camino.
Miraba a su alrededor, observando a personas ignotas a su presencia. Sintió nostalgia al ver la ciudad tan agitada. Suspirando, siguió avanzando pero se quedó paralizada al momento en el que su mirada se topó con una figura alta que deambulaba por el parque de Magnolia. Era Gajeel. Contuvo la respiración mientras algunas lágrimas se acumulaban en sus ojos, amenazando con mojar sus mejillas en cualquier momento. Se sorbió la nariz mientras afrontaba la verdad.
—¿M-Me equivoqué…? —murmuró con la voz quebrada.
Su labio inferior empezó a temblar. Sus cálculos habían sido erróneos. De nuevo. Tal como había sucedido durante las batallas de los Grandes Juegos Mágicos. Con las gotas saladas perfilando sus pómulos y perdiéndose al bajar por su barbilla, Mavis estalló en llanto.
Gajeel iba caminando sin rumbo fijo cuando escuchó unos sollozos no muy lejos de donde estaba. Se encontraba de mal humor y no le llamaba la atención tener que lidiar con algún mocoso que quizás estuviera perdido. Giró la cabeza a regañadientes, pero la fuente del lloriqueo ya no estaba. Confundido, arrugó el entrecejo y emitió un gruñido, reanudando su marcha.
Mavis se había ocultado con gran rapidez detrás del árbol más cercano. Mantenía su boca cubierta con una mano mientras dejaba de llorar y se asomaba un poco, comprobando que Gajeel no la había descubierto. Dejando que se alejara lo suficiente, salió de su escondite y lo siguió cuando vio que la distancia era la adecuada. Sonriendo con malicia, sacó de su largo vestido un carcaj con flechas, junto con la pócima que había preparado antes. Tendría que comenzar la siguiente fase de su plan y esperar que esta vez sus deducciones fueran cien por ciento acertadas. Era hora de que Cupido Mavis se pusiera en acción.
-o-o-o-
—Bien, ahora sólo tengo que tomar la flecha y colocarla aquí.
Mavis yacía vestida con un top blanco cubriendo su pecho y un pañal en la parte inferior de su cuerpo. Un par de alas se adherían a su espalda, con una pequeña corona saliendo desde ellas mediante un alambre y que flotaba sobre su cabeza.
Posada sobre la rama de uno de los grandes árboles del parque de Magnolia, Mavis sacó una flecha dorada del carcaj de cuero. Abriendo el frasco que tenía la pócima que había preparado, mojó la punta de la flecha en ella. Tomó el otro extremo y lo colocó sobre la cuerda del arco, jalándola con firmeza con una mano mientras cerraba un ojo y apuntaba hacia su objetivo. Gajeel, inconsciente a lo que ocurría, se encontraba recostado boca arriba sobre el pasto con los brazos cruzados debajo de su nuca y las piernas flexionadas, descansando una de ellas sobre la rodilla de la otra.
Tratando de apuntar sin error con la ropa y los accesorios que llevaba en ese momento, la Primera Maestra descubrió que el trabajo de Cupido no era para nada fácil.
—Ahora veo por qué se queja tanto —murmuró con dificultad.
Apuntó hacia donde estaba Gajeel, pero cuando disparó, perdió el equilibrio y la flecha salió disparada hacia otro lugar, terminando en la cola de una ardilla al otro extremo del parque.
—Y también ahora entiendo por qué a veces terminan flechadas las personas equivocadas —se dijo mientras oía gritillos de quejas por parte del pequeño animal, que terminó abrazando a una gran nuez que tenía por un lado.
Suspirando, tomó otra de las flechas y repitió el proceso, bañando la punta en el líquido rojo y ubicándola de nuevo sobre la cuerda. Esta vez apuntó a uno de los brazos del Redfox. Aguantando la respiración, procuró que su pulso no se moviera tanto para permitirse disparar correctamente esta vez. Estirando el brazo por completo, soltó la flecha después de unos momentos, haciendo un sonido sordo de rebote al salir disparada del arco e impulsándose en línea recta. Sonrió. No podía fallar. Pero su sonrisa se borró un segundo después. Había olvidado un pequeño detalle. Gajeel era un Dragon Slayer. Y el mínimo ruido que había provocado era suficiente para sus sentidos altamente desarrollados.
Un instante después, justo como Mavis previó después de lanzar la flecha, el pelinegro abrió los ojos de golpe y se hizo a un lado de un salto con una rapidez sorprendente, evitando el proyectil.
—¿Qué demonios? —murmuró al ver la flecha que terminó clavada sobre el césped.
Gajeel miró hacia todos lados, tratando de distinguir el punto de origen. Viró hacia el árbol de donde parecía más factible, pero Mavis fue veloz y había huido a otro. Oculta detrás del tronco y con una mano sobre su boca, se asomó con ligereza para encontrar al Redfox olfateando el ambiente. Agradecía que no estuviera familiarizado con su olor y no podría distinguirla con facilidad.
—¡Oi, maldito bastardo! ¿Quieres pelear? ¡Sal de donde quiera que estés y enfréntame, cobarde!
La gente que pasaba por esos rumbos veía con confusión cómo el chico le gritaba al aire y continuaban sus caminos, asustados por la mirada de pocos amigos que les dirigía el mago.
—Tengo que ser más cuidadosa —pensó la Vermillion mirando de reojo al pelinegro.
Gruñendo, Gajeel empezó a caminar con las manos en sus bolsillos, alejándose con grandes zancadas.
—Bien hecho Mavis —se reprochó internamente.
Lo que la rubia no había notado al estar tan ensimismada en su presa, era que un par de ojos la observaban desde el otro extremo del parque.
—¿Qué hace la Primera Maestra aquí? ¿Y qué rayos trae puesto?
-o-o-o-
Terminando con los arreglos del gremio, Levy había salido con prisa hacia Fairy Hills, donde permanecería el resto del día sumergida entre varios de sus libros, intentando disipar al Dragon Slayer de Hierro de sus pensamientos. Pero por más que Levy lo intentara, no conseguía sacarlo de su cabeza. Había pasado en vano más de una hora leyendo la misma página del texto que tenía en sus manos. Emitió un grito de frustración, ocultando su rostro entre las almohadas. Se giró y paseó la mirada por su habitación, hasta que sus ojos se toparon con un objeto metálico que estaba sobre uno de los burós a lado de su cama.
Y no pudo evitar volver a pensar en él. Exhaló amargamente mientras cerraba los ojos, dispuesta a dormir un poco, tratando de olvidarse de todo. Pero lo que no sabía eran los acontecimientos que se estaban llevando a cabo en otra parte de Magnolia en ese momento…
Y como siempre, no fue one-shot ;A; ¡MÁTENME! ¡¿CUÁNDO VOY A TERMINAR ESTO?! ¡¿Hasta Navidad?! Ay, sólo díganme, lo quito y lo publico hasta el año entrante :C
Tengo sueño, así que me retiro.
