SUPERNATURAL

Zombie Land

(Escrito por Federico H. Bravo)

1

El Amanecer de los Muertos

Cleveland, Ohio.

Interior de una iglesia.

El servicio fúnebre comenzó a aburrir a Nancy apenas el cura empezó a hablar en el atrio sobre la resurrección. Al lado del hombre, el cajón con el tío abuelo Edward yacía abierto. Todos podían ver al anciano y rendirle sus últimos respetos. Todos lloraban y se lamentaban por su muerte, ocurrida a los sesenta y cinco años de edad. No estaba casado, pero dejaba al resto de sus parientes (incluidos los padres de Nancy) una cuantiosa fortuna.

Sí. Todos lamentaban su perdida, pero secretamente se alegraban de que el viejo gruñón hubiera estirado la pata. Ahora habría dinero de sobra para todos.

A Nancy nunca le cayó bien el viejo y el disgusto era mutuo. Edward siempre le recriminaba su poco compromiso con el mundo. Para él era inconcebible que una chica de su edad todavía no tuviera pretendiente ni deseos de casarse y ser madre. Era inaudito que Nancy no se preocupara por esas cosas. En su época, las mujeres sí que sabían cual era su lugar: sabían que debían preocuparse por complacer a un buen esposo y atender a sus hijos. ¿Es que Nancy no pensaba casarse nunca? Que desperdicio.

Cosas como aquellas hacían que, en el presente y mientras el sacerdote hablaba sobre aquello de "nuestros seres queridos volverán", Nancy le prestara cero atención y sentada junto a su familia en la fila de bancos al fondo de la iglesia, decidiera ponerse los auriculares y encender su MP3 para escuchar música mientras iba el sermón.

En sus oídos, empezó a sonar Johnny Cash. El tema era: "When the Man Comes Around" (Cuando el Hombre venga por Aquí).

"Y escuché, como venia, el sonido del trueno: una de las cuatro bestias diciendo: "ven a ver". Y yo vi. Y contemplé, un caballo blanco."

Le encantaba ese tema. Desde que lo oyera como banda de apertura de una película de miedo, mientras pasaban los créditos, a Nancy le había fascinado cómo una canción tan graciosa podía ser usada por Hollywood mientras escabrosas escenas discurrían de fondo por la pantalla. Sin duda, era algo muy, muy bizarro. El que lo pergeñó debía tener como mínimo un retorcido sentido del humor.

"Hay un hombre caminando por ahí tomando nombres,

Y decide a quien liberar y a quien culpar.

No a todos se les tratara igual.

Habrá una escalera dorada hacia abajo.

Cuando el hombre venga por aquí."

Mientras la canción sonaba solo en sus oídos, el cura seguía hablando y gesticulando en el atrio…

-…Por que ya lo dicen las Sagradas Escrituras: "Él realmente se tragará a la Muerte para siempre, y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lagrimas de todo rostro". Por eso, hermanos, nada deben temer. Dios mismo ha prometido que acabara con el sufrimiento y la muerte. "Y la Muerte y el Hades fueron arrojados al Lago de Fuego", sigue diciendo el Señor en Su Palabra. Confiemos, pues, en el día en que nuestros seres más queridos regresen junto a nosotros y ya no debamos rendir cuentas nunca más a la muerte.

Imperceptible primero para todos, el cuerpo de Edward tembló. Un cambio brusco se produjo en su estado de inactividad. No tardó en abrir sus ojos.

"Los pelos de tu brazo se erizan.

Al terror en cada trago y en cada sorbo.

Para que participes en esta ultima copa ofrecida,

O desaparecer en el suelo del alfarero.

Cuando el hombre venga por aquí."

Nancy fue la primera que se dio cuenta de que algo iba mal. Desde la distancia, vio cómo el cajón con el cadáver comenzaba a sacudirse. Justo cuando iba a abrir la boca para alertar a sus padres, el anciano se incorporó, con la mirada perdida, provocando el pánico y el estupor de los presentes.

-¡Dios mío! – exclamó el cura. Se llevó una mano al pecho de la impresión, se quejó, y murió de un ataque al corazón.

La reunión degeneró en una cacofonía de gritos y lamentos; Edward comenzó a gruñir como una fiera enjaulada y salió de su ataúd de un salto imposible para alguien de su edad y condición física. Atacó al primero que se le cruzó enfrente. Con una voracidad bestial, arrancó de un mordisco el cuello de un hombre y devoró un buen bocado de carne.

No estaba solo en su feroz ataque caníbal. El cura, que había muerto de la impresión, volvió a la vida también y ya se arrojaba sobre la gente, mordiendo y desgarrando.

"Escucha las tromperas, escucha los gaiteros.

Cien millones de ángeles cantando.

Multitudes marchan al gran timbal.

Voces llamando, voces llorando.

Algunos nacen y otros están muriendo.

Es el Reino del Alfa y Omega."

Nancy y sus padres junto a otros, intentaron huir del horror, pero cuando abrieron las puertas de la iglesia un ejército de otros zombies venidos de las calles se coló dentro… y convirtieron el lugar en una masacre.

"Y el remolino está en el árbol de espinas.

Las vírgenes están recortando sus mechas,

El remolino está en el árbol de espinas.

Es difícil para ti patear en contra de los aguijones."

Nancy corrió desesperada hacia un rincón de la nave central. La iglesia era el escenario de una carnicería dantesca. Los muertos devoraban a los vivos y aquellos que fallecían se levantaban para seguir atacando a los que quedaban.

"Hasta el Armagedón, no hay paz contigo, no hay paz.

Luego, el gallo llamará a sus pollos a casa.

El hombre sabio se inclinara ante la lanzada.

Y sus pies que le echan sus coronas de oro.

Cuando el hombre venga por aquí."

Seis zombies rodearon a Nancy. Con estupor, la chica contempló cómo se abalanzaban encima suyo y la mordían, tironeaban de sus brazos y piernas. Su grito de atroz dolor se ahogó en un mar de sangre que salió por su garganta, mientras los muertos la despedazaban.

"Quien es injusto, sea injusto todavía.

Quien es justo, practique la justicia todavía.

Quien es inmundo, sea inmundo todavía.

Escuche las palabras de largo por escrito.

Cuando el hombre venga por aquí."

Fuera de la iglesia, la misma escena se repetía por toda la ciudad. La gente huía a las corridas perseguida por hordas de zombies hambrientos. Varios choques de vehículos se produjeron; hubo heridos y muertos. Estos últimos se levantaron y echaron a andar.

"Escucha las tromperas, escucha los gaiteros.

Cien millones de ángeles cantando.

Multitudes marchan al gran timbal.

Voces llamando, voces llorando.

Algunos nacen y otros están muriendo.

Es el Reino del Alfa y Omega."

La policía acudió en ayuda. Sus disparos efectuados eran inútiles para detener a los muertos. La horda de zombies literalmente los arrolló. Un policía pedía refuerzos por radio, justo cuando dos muertos vivientes lo atraparon: de un potente mordisco, uno de ellos le destrozó el cráneo como una nuez aplastada y junto a su compañero, procedieron a alimentarse con su cerebro.

"Y el remolino está en el árbol de espinas.

Las vírgenes están recortando sus mechas,

El remolino está en el árbol de espinas.

Es difícil para ti patear en contra de los aguijones."

El mismo hecho se repetía en cada ciudad de los Estados Unidos y del mundo. En todas partes, aquellos que habían muerto volvían a vivir y atacaban a las personas. Con una rapidez de pesadilla, la maldición se extendió por toda la faz de la Tierra…

"En la medida quintal y la libra centavo.

Cuando el hombre venga por aquí."

La canción terminó. A continuación, la voz de Johnny Cash sonaba como surgiendo de una radio mal sintonizada, recitando un pasaje de las Sagradas Escrituras. Nancy la oiría, pero no le prestaría atención. Con sus auriculares todavía puestos en las orejas y su MP3 en el bolsillo de su desgarrado traje, lo que quedaba de ella se paseaba por la calle, buscando nuevas victimas que devorar.

"Y oí una voz en medio de las cuatro bestias. Y miré, y he aquí: un caballo pálido. Y su nombre, de quien estaba sentado en él, era Muerte…Y el Infierno le seguía."1


NOTA

1 He intentado traducir lo mejor que pude la letra de esta excelente canción de Johnny Cash, la que recomiendo a todo el mundo. Es la misma que sale en los créditos de la película "Dawn of The Dead", de Zack Snyder, la remake de "Amanecer de los Muertos" de 2004. Por supuesto el original, en inglés, es mucho mejor y si escuchan el tema mientras leen esto, la cosa va cobrando sentido. Vaya este, mi homenaje, a esa gran película de acción y terror.