Historia de amor, de sueños, de penas, y de la importancia de saber aprovechar el tiempo, porque la vida es una sola y es muy corta.

Espero que les guste, es la primera historia de Sakura Card Captor que hago y es un AU.

Recibo todo tipo de críticas, no me molesta que me corrijan :)

Sin más, les dejo la historia.


Una vez más

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Si pudieras retroceder el tiempo, ¿qué harías?

Le diría que lo amo...

1

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Llegó a casa pasada las 7 de la tarde. Ya oscurecía y hacía frío, pero no importaba. Estaba de regreso en casa después de un arduo día de trabajo.

Se preparó un café cargado, se fue al living, quitó a Kero, su gato siamés, del sofá y se sentó dispuesta descansar las piernas. Alguien le había dicho que no se hiciera de gatos tan joven, porque eso era un presagio de que posiblemente fuera a quedarse solterona. No estaba muy lejos de ser cierto. Tenía 26 años y ni un solo novio a la vista.

Le dio un sorbo a su café y cerró los ojos con mucha calma. Una sensación extraña la invadió en medio del silencio de la sala. Algo raro pasaba. Abrió los ojos al mismo tiempo que el teléfono fijo comenzó a sonar. Nadie la llamaba al teléfono fijo, nadie con el que tuviera contacto frecuente.

Dejó el café a un lado y se llevó el auricular a la oreja. Una voz femenina al otro lado preguntó por ella. ¿Está Sakura?

- Soy yo, ¿quien es? - quiso saber. La voz se le hacia un poco conocida, algo en el tono era extrañamente familiar.

- Habla Tomoyo Daidouji ¿me recuerdas? - preguntaron del otro lado – Éramos amigas en el instituto.

Sakura no tenía mala memoria. La recordaba muy bien. Tomoyo fue su mejor amiga durante varios años, hasta que terminaron el instituto y ella se marchó a la universidad. De eso habían pasado varios años, probablemente no la reconocería si se la topaba en la calle, o al menos le costaría bastante reconocerla. La verdad es que a Sakura no le sería sencillo reconocer a nadie del instituto.

- Claro que me acuerdo – dijo saboreando la nostalgia – Han pasado muchos años, Tomoyo.

A Sakura le hubiera gustado preguntarle por qué razón habían dejado de verse, pero no venía al caso. La verdad es que ni siquiera imaginaba por qué, después de 8 años, Tomoyo volvía a llamarla.

- Se que es extraño que te llame – comenzó Tomoyo sonando repentinamente seria. Sakura volvió a experimentar la sensación de incomodidad que le había perturbado antes. Se llevó una mano al pecho, su corazón latía con vigor - No sabía si hacerlo, después de todo hace 8 años que dejamos el instituto – agregó.

No podía preguntar qué había pasado. Muchas cosas habían pasado de seguro. Probablemente Tomoyo estaba casada, o iba a casarse. Talvez quisiera invitarla a la boda, pero no era muy seguro que fuera algo así. A lo mejor habría una reunión de ex alumnos, aunque eso debería haber sido mucho antes. Además, Sakura se había cambiado de casa hace poco, su teléfono no lo tenía nadie salvo la familia. Si Tomoyo se había dado el trabajo de averiguarlo era porque algo importante había sucedido.

Así que lo preguntó - ¿Ha pasado algo? ¿Algo que deba saber?

- Creo que es justo que lo sepas – asintió Tomoyo. Hizo una pausa breve y luego, ante la expectación de Sakura, agregó - ¿Te acuerdas de Li Shaoran?

Los ojos de Sakura brillaron como probablemente hace varios años que no brillaban. Por supuesto que lo recordaba. Incluso tenía aún una foto de él guardado en el pequeño cajoncito de su mesita de noche. Un recorte ínfimo del anuario, nada demasiado importante. A veces lo miraba, solo cuando recordaba que había ido al instituto y que había conocido a su gran amor.

Nunca llegó a tener nada con él. Eso era lo triste, pero aún así no quería olvidarlo. Podía ser patético, lo había amado tanto tiempo en silencio y aún seguía añorando su recuerdo fantasmal. Si, por supuesto que recordaba a Shaoran...

- ¿Cómo olvidarlo? - preguntó con la voz quebrada por el recuerdo.

Al otro lado Tomoyo hizo una pausa inusual. Sakura le dio su tiempo. Ya no sentía la confianza de antes para incitarla a hablar.

Luego, Tomoyo se decidió.

- Soy muy amiga de su novia, ¿sabes? - aventuró

A Sakura no le gustó para nada oír eso. ¿Acaso la llamaba para contarle aquello?

Tampoco era que lo creyera imposible, ella suponía que tenía novia, el tiempo no pasaba en vano. Shaoran era un hombre guapísimo, seguro que estaba con alguien, y eso Sakura no lo dudaba. Pero no le agradó la idea de que Tomoyo se lo confirmara. Un nudo se le hizo en la garganta y su silencio bastó para que Tomoyo se diera por aludida y continuara.

- Por ella me enteré de que Shaoran... - la voz se le fue achicando, Sakura pegó más el auricular a su oreja pero no pudo escucharla.

- No te he oído – le dijo.

Tomoyo carraspeó.

- Shaoran murió ayer, Sakura – respondió clarísimo, grave, ronco. Doloroso – Tuvo un accidente en moto. Era fanático de los deportes extremos.

La voz de Tomoyo hizo eco en su oído y se metió mas adentro, en el corazón.

Sakura no lo veía hace años, no sabía nada de él hace mucho tiempo. Probablemente no iba a reconocerlo si lo veía, probablemente ya lo había visto sin reconocerlo, pero le dolió más de lo que hubiera esperado. Le dolió tanto que el teléfono se le calló de las manos y el cable se desprendió, interrumpiendo la comunicación.

Li Shaoran, el chico del que había estado enamorada toda su juventud y a quien todavía recordaba con añoranza estaba muerto. Ella ni siquiera sabía que le gustaban los deportes extremos, pero eso lo había matado.

La palabra muerto resonó en su cabeza, en toda la habitación vacía, y fue como eco insoportable que le hizo cerrar los ojos con fuerza.

Ahora era imposible que volviera a verlo, no iba a volver a verlo nunca, aunque lo deseara, ni siquiera de lejos y como una desconocida, como una mujer que añora el pasado. A través del vidrio de un auto, o desde lejos, cruzando la calle, subiendo a su auto, abordando un taxi, en cualquier parte. No iba a topárselo jamás. Aquella foto que guardaba en la mesita de noche era todo lo que tenía de él, todo lo que tendría.

De pronto sintió un vacío infinito cerca del corazón. Uno que fue succionando despacio su respiración hasta que le faltó el aire. Que patético. Que doloroso y patético.

Se lo imaginó segundos antes de su muerte, cerrando los ojos con el recuerdo de su novia, una mujer que no era ella. El último pensamiento de Shaoran no tenía nada que ver con ella, pero Sakura, a pesar de ello, deseó acompañarlo...

Si tan solo pudiera verlo una vez más. Una sola. Sakura le diría cuanto lo amó, cuanto podría seguir amándolos...


2

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Tomoyo la esperaba en el café que quedaba a unas 2 cuadras de su apartamento. Sakura no la reconoció a primera vista, llevaba el cabello negro muy largo y su rostro se había afinado. Ya no era la muchachita de 17 años.

Cuando se miraron, Tomoyo se puso de pie, luciendo una altura envidiable, y se acercó para abrazarla. Sakura recibió el abrazo sintiéndose extraña, pero luego le reconfortó. Necesitaba un abrazo.

Tomaron asiento a la brevedad, Tomoyo le preguntó si quería beber algo, que ella invitaba. Sakura quiso un café, pero no permitió que se lo pagara.

Cuando el camarero dejó las tazas sobre la mesa, Tomoyo decidió interrumpir el silencio.

- Me costó bastante ubicar tu número – le dijo con una sonrisa – Por un momento pensé que te habías marchado del país.

- No dejaría Japón por nada del mundo – negó Sakura enseguida, aunque luego pensó que no sería mala idea marcharse.

- Ni yo – corroboró Tomoyo dándole un sorbo a su café.

Sakura no supo muy bien como continuar. La conversación no era fluida, Tomoyo era casi una desconocida para ella. No podía encontrar en ella a la muchacha que sabía todos sus secretos de niña y que, por supuesto, conocía perfectamente el amor que sintió- y sentía, porque eso no había terminado para nada - por Li Shaoran.

Tomoyo, en cambio, parecía un poco más segura de lo que debía decir.

- Es una lástima que una noticia tan lamentable nos haya puesto en contacto.

Sakura asintió. Se apretó más el abrigo porque un frío helado se le metió en el cuerpo. Cuando tomó la taza de café las manos le temblaban. Se sintió melodramática ante los ojos curiosos de Tomoyo. Ella esperaba ansiosa su reacción, y Sakura solo podía reaccionar de la peor manera.

- Tenía la esperanza de volver a verlo...- susurró y una lágrima se deslizó por su mejilla fría hasta colársele por los labios. Le supo muy salada.

Tomoyo deslizó su blanquecina mano sobre la mesa y tomó una de las manos de Sakura. La apretó con fuerza, tratando de traspasarle algo que, por los años, se había extinguido.

Tomoyo ya no la comprendía como antes, eso era muy evidente.

- Lo siento mucho, Sakura – le dijo y Sakura deseó creerle, pero no lo hizo. En los ojos de Tomoyo se veía que no entendía por qué ella estaba tan triste por la muerte de Shaoran, que después de 8 años se había convertido en algo parecido a un desconocido.

Además, Tomoyo era muy amiga de la novia de Shaoran, la mujer que tenía el verdadero derecho de llorar como una magdalena, para sufrir por la muerte de su novio. Sakura no lo tenía, y lo que le iba quedando era penoso. Era un recuerdo, un amor congelado e impregnado de recuerdos pasados. No era un amor real, y eso pensaba Tomoyo seguramente. No era nada. Pero a Sakura le dolían hasta los huesos y no quería, no podía, creer que realmente Shaoran se hubiera ido para siempre.

- Tú no lo entiendes – le dijo a Tomoyo antes de ponerse a llorar. Nadie lo entendía...

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3

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Tomoyo no podía conciliar el sueño, y ya llevaba varios minutos dandose vuelta sin encontrar una posición que le permitiera dormir. Cuando estaba por lograrlo, Sakura volvía a su mente y su llanto la desvelaba de nuevo. No podía olvidar esa pena, esos lindos ojos llenos de lágrimas y esa increible belleza opacada por una tristeza mucho más grande de lo que ella era capaz de comprender. Sakura se había convertido en una mujer hermosa, pero no era feliz, y después de la noticia que Tomoyo le había revelado probablemente sería aún más infeliz.

- Tal ves no debí decirle nada - se dijo en voz alta.

- ¿Qué fue lo que dijiste y a quien? - preguntó una voz haciendo que se incorporara de un brinco, pese a que ya sabía quien era. Eriol se deslizó dentro de la cama aún con la ropa puesta y la sujetó de la nuca para que Tomoyo lo besara. Después de un largo beso, Eriol volvió a hacerle la misma pregunta.

- Le conté a Kinotomo Sakura que Shaoran está muerto - dijo en un susurro. Eriol hizo una mueca de desgrado al escuchar la palabra muerto, y Tomoyo se maldijo por haber tenido tan poco tacto. A todos les dolía mucho la muerte de Shaoran, pero a Eriol seguramente le dolía aún más.

Lo sintió tensarse y las manos que sujetaban su espalda se desprendieron. Eriol se acomodó boca arriba en la cama, alejándose un poco de ella.

- ¿Para qué? - preguntó con la voz ronca, a pesar de que él tenía en realidad un tono muy suave.

- Creí que merecía saberlo - respondió Tomoyo. Aún no entendía por qué Sakura se había alejado tanto de todos, pero pese a la distancia estaba segura de que ella deseaba saber acerca de los demás, sobre todo de Shaoran. No podía privarla de enterarse de que el hombre que más había amado, si es que no se había enamorado de otro después, estaba muerto.

- No lo sé - dijo Eriol luego, llevandose una mano a la frente como si repentinamente le hubiera atacado un dolor de cabeza - ¿Hace cuanto que Kinomoto desapareció, eh?

- Hace 8 años - respondió Tomoyo haciendo como que sacaba la cuenta, pero la verdad es que no había un solo día que no pensara en eso - Después de que nos graduamos se la tragó la tierra.

Eriol asintió y se giró un poco para mirarla.

- Entonces, ¿para qué se lo dijiste? - le preguntó con algo de enojo en los ojos.

Tomoyo se cargó sobre su codo izquierdo para mirarlo mejor.

- Ella estaba enamorada de Shaoran - le recordó, pero enseguida Eriol soltó un bufido que no le gustó para nada - Sabes perfectamente que lo amaba - recalcó siendo más dura.

- ¡No, Shaoran la amaba! - respondió él incorporándose de golpe, apartando las sabanas para salir de la cama. Se giró para mirarla y Tomoyo vio mucha rabia en sus ojos - Se moría por volver a verla, Tomoyo. Estaba loco por ella - agregó apretando los puños como si quisiera contener las lágrimas. Ella prefería que llorara de una vez, pero Eriol aún no derramaba una sola lágrima.

Se bajó de la cama y se acercó con calma a él. Eriol bajó la cabeza y ella lo envolvió en sus brazos, rogando porque al fin descargara toda esa frustración, todo ese dolor por la muerte de su mejor amigo. Quería que llorara, como había llorado Sakura. Tanto dolor no podía ser un engaño. Aunque Eriol no lo creyera porque Shaoran había sufrido mucho lejos de Sakura, Tomoyo estaba convencida de que Sakura había sufrido exactamente lo mismo.

- Sakura se echó a llorar como una niña pequeña... - le susurró en el oído. Las manos de Eriol la apretaron en la cintura y sus dedos se clavaron en la tierna carne. Tomoyo no dijo nada, pero se dio cuenta de que había vuelto a enfadarse.

- ¿Porqué desapareció, entonces? - preguntó - ¿Por qué no le dijo nunca a Shaoran lo que sentía por él?

Tomoyo buscó su rostro y lo sujetó con manos firmes.

- Shaoran tampoco hizo nada por...

- Shaoran era un tío orgulloso - interrumpió él - Pero él salió a buscarla, Tomoyo. La buscó por todas partes y ella no hizo más que arrancarse!

- Sakura tenía el corazón roto! - repusó Tomoyo separandose de él y llevandose una mano al pecho. Le dolía mucho, como si quisiera llorar, pero no sabía si era por Shaoran o por Sakura. Sentía pena por la cobardía de su amiga durante el instituto, por no tener el valor de decirle a Shaoran que lo amaba, pero también sentía rabía por como habían terminado las cosas. - Si tan solo Shaoran la hubiese invitado al baile de graduación en lugar de llevar a otra chica... - comenzó.

- Esa no era razón para que mandara todo al demonio y se largara - se apresuró Eriol pasándose de nuevo la mano por la cabeza, enredando los dedos entre las hebras azulinas como si quisiera reconfortarse de algún modo - Shaoran estaba celoso, frustrado, pero quería buscarla. Iba a hacerlo, me lo dijo. Incluso llegó hasta su departamento, pero Sakura ya no estaba.

- ¿Por qué nunca me dijiste eso? - preguntó Tomoyo sorprendida de lo que acababa de confesarle Eriol. Después de tantos años creyendo que Shaoran simplemente había decidido olvidarse de Sakura, se enteraba que en realidad nunca la había olvidado realmente.

- Hace unos meses me dijo que iba a buscarla de nuevo, que ya tenía una pista de donde podía estar - continuó Eriol ignorando la pregunta de Tomoyo. Una sonrisa infima adornó sus labios por breves segundos. Acababa de recordar que Shaoran le dijo hace una semana que Sakura estaba de cumpleaños, que aquello nunca se le había olvidado y que probablemente lo recordaría siempre.

Tomoyo miró el calendario marcado en el 10 de abril. Efectivamente hace una semana y unos días, Sakura Kinomoto había estado de cumpleaños. 1 de abril.

No supo si echarse a llorar desesperadamente o reír por lo absurdo de aquella situación. El destino había sido muy cruel con los dos...


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4

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Sakura se sintió incomoda en aquel lugar. No conocía a nadie, salvo algunos compañeros de la escuela, a quienes por poco no reconoce. Sabía que ella no tenía nada que hacer allí, pero no fue capaz de perdérselo. No fue capaz de seguir con su vida e ignorar que Shaoran había muerto sin que ella tuviera la oportunidad de decirle cuanto lo había querido y con cuanta añoranza lo recordaba del instituto, aún cuando fuera desde lejos, sin poder acercarse al cuerpo.

Se mantuvo a prudente distancia mientras el sacerdote despedía el cuerpo de Shaoran. A su lado una hermosa muchacha se limpiaba con un pañuelo los rastrojos de lágrimas del rostro y con la otra mano se acariciaba el vientre algo abultado.

Sakura no tuvo dificultades para deducir que era la novia de Shaoran y que además, para agregarle conmoción a su vida, estaba esperando un hijo de él.

Siempre imaginó una vida al lado de Shaoran. Una en la que ella le diera hijos y amor de familia pero, además de ser un hermoso sueño, nunca esperó que se concretara. A pesar de ello, experimentó una horrible sensación al comprender que él había hecho una vida con otra mujer, y que durante todos esos años jamás se acordó de ella.

Era probable que Shaoran la hubiera olvidado a penas abandonó el instituto. La pura idea le dio nauseas y bajó la cabeza para no tener que torturarse más con la imagen de aquella hermosa muchacha.

Si era completamente honesta consigo misma, tenía que reconocer que nunca le había gustado el curso que dio su vida cuando abandonó el instituto, y la única razón por la cual lo había aguantado durante todo ese tiempo era porque no se le ocurría el modo – o no tenía el valor – de mejorar su situación. Pero ahora que se encontraba casi la borde de un poso sin fondo, sintió un deseo imperioso de retroceder el tiempo y darle un vuelco definitivo a ese terrible destino.

No podía creer que realmente todo eso estuviera pasando, y que la vida miserable y solitaria que llevaba le estuviera golpeando en la cara de forma dolorosa y lenta. Todo se ponía ante sus ojos revelándole que 8 años de su vida habían sido una completa basura, porque a diferencia de todos los demás, ella no se sentía orgullosa de nada de lo que hasta ahora tenía.

Nunca persiguió sus sueños, y la idea que tenía en mente de una vida feliz se había ido con Shaoran. Apretó los puños con fuerza y aguantó las ganas de llorar.

Comenzaron a cubrir el ataúd de Shaoran justo cuando se puso a llover. La gotas cayeron sobre el traje negro de Sakura, calándole los huesos, pero no le dio importancia. De pronto se daba cuenta de cuan vacía había estado siempre, de cuanto frío infinito tenía en el corazón desde hace muchos años.

Se dio cuenta de lo que había perdido por su obstinada cobardía, por el afán de simplificarse las cosas. Lo había perdido todo. No solo a Shaoran, sino que también su vida, y esa mucho antes de la muerte de él.


- Vamos, ¡ve a felicitarlo! - susurró Tomoyo en su oído. Sakura se paralizó. Shaoran la miraba desde la cancha, todas las chicas lo rodeaban diciéndole cuan bien había jugado, pero él casi no les hacia caso. La miraba a ella, y ella lo miraba a él con las mejillas sonrosadas.

Quería correr a abrazarlo. Besarlo en los labios y decirle lo bien que había jugado, pero sus pies no se movieron. Tomoyo la cogió del brazo y la empujo, pero nada. No se atrevió. Pronto los amigos de Shaoran lo cogieron y lo elevaron en el aire, gritando y cantando. Sakura permaneció en el mismo lugar viendo como se lo llevaban entre gritos de alegría.


Continuará.

Espero que les haya gustado, a pesar de ser un poco trágica. A veces nos dejamos vencer por la vergüenza, el orgullo, y la vida se consume en eso. Sakura necesita aprender a vivir de nuevo... ¿pero tendrá una segunda oportunidad?

Espero sus reviews!