Capitulo 1- La carta
Bajo la penumbra de la noche, Ryoma caminaba por las calles de New York con destino a su casa, acababa de terminar un encuentro amistoso de tenis callejero con unos tipos qué había conocido entrenando y se sentía agotado, ansiaba llegar a casa a darse una fría ducha para sacarse el sudor.
Había pasado cerca de un año y medio desde que se había ido a América, si bien solía viajar a menudo debido al tenis, en esos momentos no se encontraba haciendo nada en particular, ya que no tenía nuevos tenistas que vencer, los encuentros en el Open habían terminado y sólo se dedicaba a entrenar en su tiempo libre. Su madre había contratado a unos profesores para que hiciera exámenes libres y no fuera necesario asistir a una nueva escuela, ya que aún no tenían claro si se quedarían en América definitivamente o si volverían a Japón, era un completo misterio.
Luego de girar la cerradura de su casa, Karupin lo sorprendió en el pasillo, dándole la bienvenida. Acarició su lomo mientras se quitaba los zapatos, si bien América no tenía la costumbre de hacerlo como en Japón, su madre solía exigirles que las siguieran, suponía que era para no traicionar sus propias tradiciones, por lo que se colocó sus pantuflas azules. Cuando se disponía a subir a la escalera, Nanako corrió hacia él impidiéndoselo.
— ¿Qué ocurre? —Suspiró, mientras bajaba otra vez.
—Ha llegado otra carta de Japón. —Sonrió entregándole un sobre. —Ten.
—Thank you. —Le agradeció sin detenerse a ver el destinatario, de seguro eran sus amigos otra vez.
Tras subir las escaleras para dejar su bolso y la carta, tomó una toalla qué había junto a su recamara y caminó rumbo a la ducha, después tendría tiempo para leer la carta, ahora su prioridad era otra. Una vez que salió de la ducha y se puso el pijama, se acomodó en su escritorio para leer la carta mientras se secaba el cabello con una toalla. El sobre era distinto a los otros que recibía, teniendo un diseño en particular que le llamaba la atención como si se tratara de una chica, quizás Momo ya no tenía de los otros sobres, pensó y se atrevió a abrirla.
"Querido Ryoma-kun
Ha pasado un tiempo desde la última vez que te vi ¿Cómo has estado? Espero qué bien. Siento curiosidad sobre cómo son los estudios en América, he leído que les exigen aprender Alemán y español ¿Es realmente así? Aunque pensándolo bien, no debe ser complejo para ti adaptarte, considerando que viviste gran parte ahí.
Aquí nada es lo mismo sin ti, todos extrañan tu presencia e…incluso yo. Me había acostumbrado a verte cada día, ya sea durante las clases de la mañana, como en las prácticas en la tarde. Además el Seigaku que conocíamos quedó en nuestros recuerdos, ya que el de ahora es muy distinto a lo que era. Como debes saber Momo y Kaoru-Sempai se han vuelto los nuevos capitanes del equipo y ha sido realmente duro para ellos, debido a la falta de liderazgo que hay entre ambos. El ex capitán ha intentado ayudarlos después de la Universidad, pero a veces no hay tiempo suficiente para ello.
Supongo que producto de esto, es más complejo que regreses a Japón ¿no? considerando que ya no podrías entrenar en el club como antes, salvo estando a cargo de ellos. Por ello, te escribo esta carta para que escuches todo lo que siento por ti, teniendo en cuenta que es posible que nos volvamos a ver nuevamente.
Ryoma-kun siempre te ha admirado por cómo eres, siempre te esfuerzas al máximo en todo, dando tu propia vida por el tenis, yo más que nadie sé lo qué harías por ese deporte. Dicen que uno no nace con dones, sino que se desarrollan en el tiempo, pero yo no creo en eso, ya que tú si naciste para jugar tenis. No te podría decir que no te veo en otro, porque también he sido testigo que tienes habilidades para muchos, como es el caso del ping-pong, derrotando incluso al chico más fuerte de Seishun. Eso también admiro de ti, cuando no sabes algo o careces de conocimientos, te gusta investigar hasta perfeccionarlo, yo en cambio creo que me rendiría sin haber persistido en ello.
Gracias a tu perseverancia, he sido capaz de mejorar y tener esperanza de que pueda lograrlo. Sé que no hablamos con frecuencia en comparación como lo haces con los demás, por lo que podrías estar pensando que ahora mismo sólo estoy diciendo tonterías sin fundamento alguno o creas que te estoy idealizando, pero no es así. Yo estoy enamorada de ti, Ryoma-kun. Lo he estado desde la primera vez que te vi en la estación de tren y lo hago incluso ahora. Eres el motivo por el que decidí entrar al club de tenis, aunque sabía que no era tan buena, porque tenía ganas de intentarlo y dar lo mejor de mí…como tú lo hacías. Así mismo he valorado cada consejo que me has dado y he hecho todo por perfeccionarme.
Sin embargo, no estoy esperando que correspondas mis sentimientos con esta carta, no soy igual que las otras chicas del Instituto que se te declaraban esperanzadas de que sintieras lo mismo, al contrario yo sé muy bien cuál es tu respuesta y no necesito que me la digas. Sé que no sientes nada por mí, pero aún así quería decirte lo que sentía. Lo habría hecho en persona si hubieras regresado, pero no se ha dado la oportunidad.
Espero que no te haya molestado esta carta, de lo contrario si es así, lo siento por gastar tu tiempo en este tipo de cosas.
Sigue siendo el número 1 en todo el mundo, como siempre lo has sido. Demuéstrales a todos lo que puedes conseguir lo que deseas, mientras te apasione hacerlo, no hay obstáculo alguno para no lograrlo.
Firma
Sakuno Ryuzaki.
Ryoma dobló la carta y la guardó en el cajón sin pensar en nada, tenía su mente bloqueada "¿Qué había sido eso?" fue lo único que se preguntó. Se acostó sobre la cama y miró al cielo de su habitación en silencio, reflexionando sobre los sentimientos de la castaña, si lo pensaba ella realmente estaba en todos los partidos que él tenía y también solía apoyarlo en todo momento. Además siempre se sonrojaba y no sabía por qué…su mejor amigo tenía razón, realmente era un distraído y no había asociado ese comportamiento extraño con semejante sentimiento, creía que se debía a qué era tímida solamente.
Pero más allá de lo que había ocurrido en el pasado, si se centraba en el presente ¿Por qué se sentía tan culpable por no haberse dado cuenta? No era la primera chica que se declaraba ¿Porqué ahora era diferente? Sus ojos se cerraron en medio de la oscuridad sin siquiera cubrirse con las sabanas, entregándose a los brazos de Morfeo sin poner resistencia, sin entender el motivo de sus preocupaciones por Ryuzaki.
Mientras tanto en otra parte del mundo, se encontraba la chica de ojos carmesí hablando por teléfono con su mejor amiga. Tomoka estaba sorprendida por el atrevimiento de su amiga, nunca habría pensado que Sakuno tendría el suficiente valor para expresar sus sentimientos al chico que le gustaba, en especial si ese chico era Ryoma Echizen. El chico a quien un gran porcentaje del Instituto amaba, pero siempre habían sido rechazadas. Esperaba que no fuera el caso, si le rompía el corazón no sabría qué ocurriría.
—Tomo-Chan…di algo. —Suspiró, esperando su respuesta. —Estoy realmente nerviosa por lo que él vaya a pensar de mí ahora.
—Es normal que lo estés, yo no me haría atrevido a hacer semejante cosa. Fue muy valiente de tu parte ¡Eres mi ídola!
— ¡No digas eso, Tomo-Chan! Sólo he hecho el ridículo. —Susurró avergonzada.
—No es así, tan sólo has expresado tus sentimientos. —La animó. —Además no puedes estar deprimida por esa respuesta, conociendo a Ryoma quizás ni responda la carta, él a diferencia de ti, no tiene el valor.
—Tienes razón, pero aún así no es necesario que me dé una respuesta. —Susurró triste. —Sé que no siente lo mismo por mí.
—mmm creo que no es un buen momento para decirlo, pero…Momo-Sempai y los ex integrantes de Seigaku nos han invitado al Festival de San Valentín, este domingo. —Comentó nerviosa.
—En realidad no es un buen momento…no tengo ganas de salir, ni mucho menos por San Valentín.
—No es necesario que vayas con alguien, tan sólo iremos las dos y aprovecharemos de pasar un grato momento con ellos ¿Qué te parece?
—No lo sé.
—Me iré a dormir ahora. —Bostezó. —Piénsalo ¿Sí?
—Sí, lo haré. Buenas noches, Tomo-Chan.
Cuando Sakuno colgó, Tomoka dio un largo suspiro, la conocía tan bien que sabía que aunque lo pensara, su respuesta realmente iba a ser un "no". Tendría que comunicárselo a Momo tarde o temprano, porque dudaba de que esta vez sí podría convencerla.
Habían pasado alrededor de cuatro días desde que Ryoma había recibido la carta y aún estaba pensativo sobre ella ¿Porqué le importaba tanto lo que había dicho? ¿O más bien que sentía él por ella? Negó con la cabeza, las chicas no le importaban, su única pasión era el tenis y lo demás sólo estorbaba en su vida. Por ello, en lugar de detenerse a reflexionar nuevamente en lo qué había leído, decidió concentrarse en lo que si era relevante para su vida. No obstante, pese a que se esforzaba mucho en su práctica contra la pared, Sakuno seguía ocupando gran parte de su mente, ya sea llamándolo, como recordando sus sonrojos. ¿Qué le estaba pasando? Por más que buscaba responder a sus preguntas, sólo obtenía más interrogantes.
Su mente viajó al pasado mientras se detenía a descansar sobre sus rodillas, recordando el día que había tenido que enseñarles a jugar tenis a Osakada y Ryuzaki, quizás si no hubiera sido por Tomoka, él se habría encontrado sólo con ella. Acto seguido, recordó como ese mismo día tuvo que protegerla de unos cretinos que se burlaban de ella cuando no encontraba la pelota, sus emociones retornaron a él de manera inconsciente, podría no haber hecho nada y haber fingido que no había visto esa escena, pero no fue así, sintió deseos de defenderla en cuanto la vio en estado vulnerable y su mano sólo se movió sin poder evitarlo, dándole en la cara con la pelota.
"¿Porqué recuerdo estas cosas ahora?" Pensó presionando su puño, sentía odio contra sí mismo por no poder concentrarse, incluso su cuerpo estaba adusto ante lo que estaba sintiendo. Entonces otro vago recuerdo llegó a su memoria, cuando ella estaba practicando tenis en el Instituto, se movía bastante bien y parecía ensimismada en su entrenamiento, pero en cuanto lo vio…toda esa concentración pareció haberse desdibujado en su presencia, como si se tratara de un agua nieve desintegrándose. Recogió su pelota pensando entregársela, no obstante en el momento en que sus ojos se encontraron con un retrato suyo en la pelota, de pronto se sintió nostálgico.
— ¿Puedo quedarme con ella?
—Claro… ¿Porqué? —Preguntó dudosa.
—Es sólo que…tengo nostalgia. —Confesó conteniendo una sonrisa.
Aquella reminiscencia resonaba en sus oídos con ímpetu, invadiendo su mente como el sonido molesto de una abeja. Rendido, guardó su equipo en el bolso para regresar a su casa, ya no tenía sentido continuar ahí sin poder jugar tenis.
Al regresar a casa, se percató que se encontraba solo, su madre había ido al mercado, su prima estaba en la biblioteca y su padre había aprovechado la ocasión para ir al centro a comprar revistas de mujeres que le fascinaba tener. De pronto se sintió aliviado de estar solo, ansiaba distraerse viendo la televisión y bebiendo una ponta en lugar de pensar en datos infundados.
Sacó una ponta del refrigerador y se preparó un emparedado. Encendió la televisión mientras comía su sándwich, afortunadamente se encontró con el programa de deportes transmitiendo un partido de tenis repetido, sabía que si veía eso no tendría por qué pensar en el pasado. Iban 15/30, eran canadienses, sabía bien quien ganaba y perdía. Se recostó en el sofá, disfrutando de él, pero entonces el canal de noticias se apoderó de la televisión, transmitiendo en vivo lo que estaba ocurriendo en Japón.
—Buenas tardes, nos encontramos en vivo en Japón, transmitiendo los preparativos que se están realizando para el Festival de San Valentín, tan sólo queda unos días para que comience.
—Qué aburrido. —Susurró cambiando de canal, al parecer estaban transmitiendo una película, donde un chico de su edad caminaba por un parque tranquilo. —Bueno, cualquier cosa es mejor que los preparativos de San Valentín. —Entonces el chico se encontró con una chica y esta se le declaró. —Oh no, otra vez…—Cambió de canal nuevamente y siguió teniendo encuentros con más películas de ese tipo.
Tras terminar de comer, apagó su televisión y subió a su cuarto sin saber qué hacer, la televisión conspiraba contra él, todo era aburrido. Karupín se acercó a él maullando y el ambarino sólo se limitó a acariciarlo, aunque él deseaba jugar y lo observaba expectante. De súbito, el sonido de su teléfono lo obligó a levantarse, ahora cualquier llamada le serviría para distraerse:
— ¿Sí?
—Aún contestas así de serio. —Se burló uno de sus Sempai en el teléfono.
—Momo-Sempai.
—Echizen ¿Cómo has estado?
—B-Bien. —Mintió, él no lo entendería.
— ¿Por qué has dudado? ¿Acaso has terminado con tu novia o algo así? —Rió.
—No tengo novia.
—Ya lo sé. —Siguió riendo.
—No has cambiado nada, Momo-Sempai.
— ¡No te enfades! —Rió y luego se puso sereno. —Te llamaba porque queríamos invitar a un festival.
—No me digas, el de San Valentín ¿Verdad?
— ¿Eh? N-No, ese no…es otro. —Respondió nervioso.
—Sí, claro. —Respondió enfadado. —No me engañaran tan fácilmente nuevamente…y la respuesta es "no", no pienso ir.
—Pero Echizen, si es tan sólo una pequeña fiesta. Además no es necesario que vayas en pareja, como sabes no todos estamos comprometidos.
—Tú estás con Tachibana ¿no?
—E-Ella es sólo una amiga. —Su voz tembló. —Vamos Echizen, di que vendrás.
—No lo haré.
— ¿Porqué no quieres ir? Estaremos sólo los de Seigaku y por supuesto Osakada con Ryuzaki. —Habló convincente. —Es verdad… ¿No quieres ver a Ryuzaki? hace mucho que no se ven.
—No me interesa.
— ¿Estás seguro? —Habló con la malicia.
—Lo estoy. —Suspiró. —Si es todo, adiós.
—Espera…Te dejaré en paz sólo si me prometes que lo pensarás ¿De acuerdo? —Esperó su respuesta y sólo hubo silencio. —Bien, quedamos en eso.
— ¡No tengo nada que pensar, Momo-Sempai! —Gruñó, pero él ya se había ido. Todo era su culpa porque había dudado cuando le había dicho que lo pensaría, pero no lo iba a convencer aunque llamara los últimos tres días, no se subiría a un avión sólo por un evento anual, ni menos si se trataba de San Valentín.
A la mañana siguiente, Ryoma bajó las escaleras tras ser llamado por su prima para comer, sentándose en la mesa junto a los demás. Tomó los palillos chinos y comenzó a comer un tazón de arroz sin advertir que todos lo miraban, esperando dar un anuncio importante.
—Ryoma tenemos algo que decirte. —Sonrió Rinko.
— ¿Qué es?
—Como se acerca San Valentín y hace tiempo que no hacemos algo con tu madre. —Habló Nanjiro mirando a su esposa. —Hemos decidido viajar a Japón para el Festival de San Valentín para pasar un grato momento.
—Así es, yo he quedado con unas amigas también.
—Por ello, ya compramos los pasajes para todos. Nos iremos esta noche.
— ¿Cuándo pensaban decírmelo? —Gruñó.
—Íbamos a decírtelo ayer, pero estabas dormido. —Habló Rinko triste.
—Bueno, si creían que los iba a acompañar están muy equivocados, no pienso ir. —Se cruzó de brazos.
—Pero hijo no podemos dejarte solo.
—Ya tengo 16 años, no necesito que me cuiden.
—Aún así, no puedes estar solo. —Suspiró Rinko. —Querido, creo que no podremos ir.
— ¡¿Eh?! ¿Por qué? ¿Sólo por culpa de este niño? —Gruñó Nanjiro.
—Madre ve, no me necesitas.
—Con eso no me convences. —Bufó su madre.
—Vamos, Ryoma-kun. No seas malo. —Lo regañó Nanako. —Di que irás con ellos, tus padres no salen hace meses solos y esta es la oportunidad.
— ¿Y qué tiene que ver eso conmigo? —Se encogió de hombros.
"¡Ya me cansaste!" Gruñó Nanako y se lo llevó al pasillo, dejando al ambarino impactado, debía estar muy enojada para llevarlo de ese modo lejos.
—Si no les dices a tus padres que irás, les diré que te escribió una chica.
— ¿Cómo te enteraste?
—Leí el destinatario antes de verlo. —Se encogió de hombros. —Así que no podrás salir de esta.
— Si estás intentando manipularme, no lo conseguirás.
—Bien, como digas. —Sonrió Nanako con malicia. — ¡Adivinen quien tiene novia! —Gritó.
— ¡Cállate! —Gruñó. —Y no es mi novia. —Susurró.
—No me callaré si no prometes que vendrás con nosotros.
—Juegas sucio. —Bufó.
—Es mi especialidad. —Le cerró un ojo.
—Está bien…
— ¿En serio? ¡Gracias, Ryoma! —Lo abrazó y corrió hacia sus tíos para darle la noticia.
Eran las seis de la tarde en Japón, Sakuno se encontraba en una tienda de ropa junto a su mejor amiga, aún no lograba convencerla de que fuera con ella, pero aún así la estaba acompañando a escoger un hermoso kimono que lucir. Habían muchos lindos, incluso de distintos colores y listones para el cabello. Tomoka gritaba de emoción de lugar en lugar señalando las variedades que había, quizás buscando obtener su aprobación o tal vez esperando otra cosa.
—Mira este. —Sonrió Tomoka. — ¡Es muy adorable! ¡Te quedará perfecto!
—No lo creo, cuesta demasiado.
—No importa, yo te lo compraré. —Sonrió. —Mi madre me ha dado dinero suficiente para las dos.
— ¿Eh? ¿Para las dos? Te he dicho que no quiero ir al Festival.
—Lo sé, pero nunca está demás tener un kimono.
—Aún así…
—Y este es perfecto para ti, Sakuno. —Sonrió. —Deberías probártelo, mientras yo busco otro para mí.
—Pero…
—Sólo hazlo, sin compromiso ¿De acuerdo?
—Está bien. —Suspiró.
Sakuno entró al probador nerviosa, debía admitir que era un lindo kimono de color celeste con diseños florales, quizás Tomoka tenía razón y nunca estaba demás un kimono. Cuando se lo colocó, se detuvo a mirarse en el espejo curiosa, realmente le quedaba bien. Sin embargo, eso no significaba que asistiría al festival de San Valentín, a menos que estuviera él y ese día malo se volviera uno bueno. "No seas tonta, eso nunca pasará" Pensó deprimida.
— ¡Sakuno-Chan, sal! Quiero verte. —Le gritó Tomoka.
—N-No puedo. —Susurró tras el vestidor.
—Vamos, Sakuno. De seguro te ves muy bien. —Sonrió.
—No estoy segura de salir…
— ¡Deja ver! —Abrió la cortina y sonrió de oreja a oreja al verla con el kimono. — ¡Te queda muy bien! ¡Te lo dije!
— ¡Tomo-Chan, no lo grites!
—Y no te lo digo porque eres mi amiga. —Le cerró un ojo— Te lo puedo probar, ven. —Le dijo tomándola de la mano. — ¡Hey, chicos! —Le llamó la atención a unos chicos que se encontraban en el pasillo.
— ¡Baja la voz, Tomo-Chan! —Le susurró.
— ¿Cómo creen que luce? —Sonrió apartándose de ella para que la vieran.
— ¡Hermosa! —Dijeron los tres, sonrojando a la castaña.
—Te lo dije. —Le susurró pegándole un codazo. — ¡Gracias, chicos! —Les dijo cuando se marchaban.
—De hecho, tan bella como para invitarla al festival. —Le comentó uno de ellos acercándose. — ¿Quieres hacerlo?
—Siempre puedes tener opciones. —Se le unió otro de cabello rubio. —También estoy yo ¿O tienes con quien ir?
—E-Esto…no. —Se sonrojó, sintiendo deseos de matar a Tomoka. —Pero no deseo ir con nadie, lo siento.
—Qué lamentable, la habríamos pasado bien. —Hizo una mueca el primero. —Vamos, Kei.
—Sí, es verdad. Muy lamentable. —Dijo el rubio.
Cuando los chicos se marcharon, Sakuno corrió al probador a cambiarse de ropa, le avergonzaba seguir luciendo de ese modo, su rostro ardía y sentía deseos de escabullirse. Para su mala fortuna, una vez que salió de él, Tomoka le quitó el kimono de las manos y fue a pagarlo sin siquiera preguntarle. Como resultado ambas salieron con hermosos kimonos de la tienda.
Era un nuevo día, la familia Echizen ya se encontraba de regreso en Japón y en esos momentos bajaban las maletas del avión. Todos sonreían felices, diciendo "Hogar, dulce hogar", salvo por el ambarino que protestaba por irse pronto a casa, pero su familia hacía todo un alboroto comprando incluso cosas innecesarias allí. Además mientras más se tardaran en llegar a casa, más probabilidades habían de que Momo y los demás se enteraran de su llegada, teniendo en cuenta que el mismo Eiji trabajaba en el aeropuerto, vendiendo pasteles.
Para su buena suerte, no se encontraron con él ni nadie conocido, así que pudieron tomar el taxi tranquilos. Rinko era la más feliz, hace un buen tiempo que no salía sola con su marido, ni menos para San Valentín.
Luego de que desempacaran todo y guardaran su ropa en sus respectivos cajones, Karupin corrió a su árbol favorito sin prestar atención a los gruñidos de su amo, quien se encontraba enfadado con Nanako por no sólo presionarlo a ir, sino también porque le pedía explicaciones de por qué no le había avisado a sus amigos que regresaría ¿Qué se creía? ¿Su madre? Pero bueno tarde o temprano todos se darían cuenta con o sin su ayuda.
Como no tenían que comer, Nanako se ofreció a ir al mercado para comprar algunos ingredientes para la cena. Por ello, una vez que se encontró en él, tomó un carrito de compras y comenzó a llenarlo de productos, incluso considerando su fanatismo de su primo por Pontas, decidió llevarlas aunque no tenía mucho presupuesto, ya que ese modo esperaba que se le quitara su mal humor.
—Oh Nanako-Chan. —Sonrió un pelirrojo a su lado.
— ¡Oh Eiji! Tanto tiempo ¿Cómo has estado? —Sonrió.
—Bien, he estado trabajando en el aeropuerto. Ha sido duro, pero he podido sobrevivir.
—Qué bueno, me alegro. Hoy pasamos por ahí, no tenía idea que trabajabas en ese sitio, si lo hubiera sabido te habríamos pasado a ver.
—"¿Pasamos?" significa que no estás sola en Japón ¿Ha venido también el Ochibi?
—Sí, hemos venido todos. —Esbozó una sonrisa. —De hecho, hemos llegado hace unos minutos a casa.
— ¿De verdad? ¡Entonces el pequeño estará obligado a salir con nosotros!
— ¿Obligado? ¿A qué? ¿De qué hablas?
—Al festival de San Valentín. —Rió. —Lo habíamos invitado, pero se había negado a venir.
—Ah ya veo, él no nos había comentado nada como siempre. —Rió nerviosa. —Pero debí imaginarlo, porque estaba en contra de venir a Japón. He tenido que obligarlo.
— ¡Lo has hecho bien!
—Sí, por cierto ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Claro, Nanako-Chan.
—Pues…es sólo curiosidad, pero ¿Quién es Sakuno Ryuzaki?
— ¿Eh? Ella es la nieta de la entrenadora. —Murmuró. — ¿Porqué lo preguntas?
—Pues…hace unos días recibió una carta de Japón, cuando leí el destinatario se trataba de ella. —Sonrió. —Y cuando le pregunté qué decía, no me quiso decir. Eso no me sorprendió, él nunca cuenta nada, pero lo que me llamó la atención es que comenzó a actuar extraño desde ese momento, como mas distraído de lo normal, incluso entrenando.
—Oh quizás ella…se lo dijo—Susurró pensativo.
— ¿Decirle qué?
—Es sólo una hipótesis, pues verás…ella siempre ha estado enamorada de él. Pero el pequeño es tan distraído que nunca lo había notado. —Razonó. —Es posible que le haya dicho eso y no se lo esperaba. Ahora que lo pienso, una amiga del club también nos mencionó que ella estaba actuando extraño y no quería ir al festival de ninguna manera. Pero ahora que me dices esto, creo que tengo el plan perfecto para juntarlos. —Sonrió.
—Ojalá tu plan resulte.
—Eso espero, bueno debo irme. ¡Nos vemos, Nanako-Chan!
Dicho esto, Eiji corrió a la caja más cercana a pagar por los productos que había comprado para después hacer una llamada a Momo, él tenía que enterarse de lo que estaba pasando, porque si sus hipótesis eran ciertas, entonces debían reunirlos costara lo que costara.
Continuará….
Hola! Este mini fic lo hice en Febrero del 2010, pero pensé que sería buena idea re-editarlo y subirlo aquí : ) aprovechando que pronto será 14 de Febrero. Espero que les guste y comenten.
Pdt: Más tarde pienso subir el capítulo 2 y el miércoles subiré el último.
Saludos! (Mi página de facebook es Hinata-Sakuno fanfiction)
