AUN QUE PAREZCA QUE ALGO NO TIENE ARREGLO,
NO SIGNIFICA QUE ESTE ROTO.
El hecho de firmar el divorcio el mismo día que me enteré que estaba de nuevo embarazada me hizo tener sentimientos contradictorios. Por un lado estaba el hecho de terminar con lo que para mí era una de las cosas más importantes de mi vida, mi matrimonio con Jackson. Pero por otro lado estaba lo que tanto había deseado en mi vida, un bebé, mi bebé. Cuando el test de embarazo me dio positivo, lo primero que pensé fue en Samuel. Un hermanito o hermanita para él, si la vida no nos hubiese jugado así de sucio. Lo segundo que pensé fue en Jackson, en que ojala él estuviese ahí conmigo para poder compartir esa felicidad, pero la realidad me trajo de vuelta al recordarme la cita tan importante que tenía esa mañana: Firmar los papeles del divorcio.
Salí de mi casa hacia el despacho de los abogados donde nos habían citado. Quería ver a Jackson lo antes posible para hacerlo participe de mi alegría, de la que estaba segura también sería suya. Llegué algo más tarde que todos debido al mal trafico de ese día y cuando llegué ya estaban sentados, Jackson junto a su abogado y justo enfrente me esperaba sentada mi abogada.
-Buenos días- dije, mirando a Jackson.
-Buenos días- contestaron los abogados al unísono, pero no obtuve respuesta de Jackson, solo una mirada de lo que interpreté como furia.
-April, te estábamos esperando, toma asiento- me dijo mi abogada.
Me senté mirando a Jackson pero él no mostraba intención de cruzar su mirada conmigo. En ese momento pensé lo mala idea que era contarle la buena noticia, ya que eso haría que se quedará a mi lado por compromiso con mi bebe pero no porque quisiera estar conmigo de verdad. El ya no sentía lo mismo por mí pero yo me había estado engañando a mí misma. Los abogados empezaron a hablar por lo que parece bastante tiempo, pero yo no preste atención a sus palabras, ya que mi mente se fue a todos los buenos momentos que había compartido con el que dentro de pocos minutos sería mi ex marido.
La primera vez que lo vi y supe que era nada más y nada menos que el hijo de Catherine Avery no pude aguantar en preguntarle por ella. Era un ejemplo a seguir como médico y tenía la esperanza de llegar a conocerla. Con el paso del tiempo se convirtió en mi mejor amigo, mi mayor apoyo en el hospital. Cuando todos se burlaban de mí por mis creencias religiosas o mi forma de ser, él era el único que me comprendía y me defendía. Nunca lo miré con otros ojos que no fueran de amistad, hasta aquella noche en el hotel, la noche antes de nuestros exámenes. Esa noche rompí mi promesa con Jesús de llegar virgen al altar para el hombre con el cual me casaría, pero jamás me arrepentí de ello. Para mí marcó un antes y un después en mí vida. Por mucho que me quise convencer a mi misma que aquello no fue nada más que sexo, mi corazón me decía otra cosa. Me fui enamorando de Jackson y cuando me quise dar cuenta ya era demasiado tarde, lo había lastimado haciéndole creer que él para mí no significaba nada, cuando yo para él lo era todo. Cuando decidimos tomar caminos separados y empezó a salir con Stephany, sentí como si se me rompiera el corazón en mil pedazos, pero era lo mejor. Jackson no tenía los mismos pensamientos que yo de casarnos y formar una familia, por lo menos no ahora y eso era lo que yo quería en un hombre. Cuando apareció Mathew en mi vida vi un rayo de esperanza en volver a ser la chica que yo siempre había querido ser. Él pensaba como yo, creía en Dios como yo, era todo lo que yo había querido siempre, solo le faltaba algo: ¡No era Jackson!
Cuando Mathew me propuso matrimonio y le dije que sí, en ese momento estaba segura de ello, pero luego veía a Jackson y me atormentaban las dudas. El día de la boda estaba feliz, por fin iba a cumplir mi sueño de niña, casarme con un buen hombre y formar la familia que tanto deseaba, pero jamás imaginé que eso no era lo que Dios tenía para mí, por lo menos no ese día y no con Mathew.
