Tus labios sobre los de ella, sintiendo el tirón de su mutación pero no te importa. Solo importa sentir esos labios, tu lengua en esa dulce cavidad húmeda. Y por un segundo, uno nada más, piensas que Bobby es un idiota por no intentar besarla. Luego no piensas porque toda tu atención esta centrada en esos dulces labios que causan una peculiar mezcla de dolor y placer. Esos tentadores labios halan tu esencia, absorben todo tu ser y no te importa. Porque sentirla así entre tus brazos, tu boca en la suya, saboreando toda esa miel que proveen valen más que mil muertes.
Nada importa, solo seguir besando esos labios. Y por primera vez en tu vida sientes que no eres la basura humana que siempre habías sentido ser. La escoria, los residuos de desperdicio; ella y sus labios parecen limpiar todo tu ser dejando tu alma liviana, libre de toda ira, rabia y dolor. Apenas puedes sostenerte de pie pero continúas. Porque besarla es todo lo que siempre habías soñado y más. Pero ella se percata de lo que sucede y te empuja.
-Estás loco, John. – La escuchas sisear furiosa.
Tú solo te limitas a mirarla luego de caer al suelo sentado sin fuerza alguna. Esos marrones ojos chispeando por la rabia… y por algo más. Tu insufrible arrogancia te hace ver que ella también quería conocer que era besar tus labios.
-Nunca vuelvas a hacer algo así. Pude haberte matado. –
La ves dar media vuelta con brusquedad para alejarse de ti. Y por tu vida y todo lo que es sagrado, no entiendes como dejas escapar lo que tienes escondido en lo más profundo de tu alma, lo que juraste nunca dejar al descubierto. –Besar tus labios valen más que mil muertes. –
Ella se detiene y notas que sus hombros se tensan. Ella te replica, su voz casi con una extraña cualidad tierna, -No vuelvas a decir algo así, Johnny. Bobby es mi novio. –
Te quedas solo. Te enfureces. Tú no vas a tolerar a la 'oh correcta señorita del sur' y sus tontos modales. Por ti podía morirse y descomponerse en el infierno. ¿Quién se creía ella que era?
Te colocas de pie al sentir que regresan tus fuerzas. Y antes de percatarte de ello, en tu cabeza comienzas a formular posibles maneras para volver a tomarla desprevenida y besar esos deliciosos labios una vez más.
