Bueno, este es el primer fic realizado por mi cabeza. Yo solo escribo y no me hago responsable de lo que salga.
Este fic es un intento de ShikaIno, así que, ya saben, al que no le guste la pareja, no le recomiendo que lo lea, y al que no le simpatice mi escritura tampoco. Aún así, el favor de dejar comentarios será muy apreciado, ya que son el alimento de cualquier artista.
Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen.
"Un sueño"
El moreno se hallaba en una planicie adornada de verde hierba, que trastornaba sus matices gracias a la luz levemente anaranjada del atardecer. No recordaba haber llegado ahí, pero ahora no le importaba. Siempre le gustó apreciar paisajes.
De repente, una brisa leve, pero constante, lo golpeó desde atrás y se vio hundido en una sensación tibia y envolvente que sólo disfrutó sin oponer resistencia.
Una ola de pétalos blancos fueron empujados junto con la brisa y lo atravesaron rozando la piel de sus brazos, causándole leves cosquillas y acrecentando la sensación de tibieza.
De un momento a otro, el suelo había desaparecido y los pétalos comenzaron a arremolinarse alrededor suyo. Podía sentir el dulce aroma de las flores en ellos, y éste poco a poco se tornaba ligeramente alcalino, ligeramente humano.
Tic...
Entre los pétalos, logró vislumbrar la silueta de medio perfil de Ino. Quizá nunca dijera esto, pero la situación le encantaba. Ahora la veía claramente, la rubia flotaba junto a él con la mirada perdida en el horizonte, y el aroma de los pétalos y el de ella, tan inconfundible para él, comenzaban a mezclarse.
Tic... ¡Tic!
Ella se encontraba cada vez mas cerca, incluso sentía el leve, pero agradable, cosquilleo en su rostro producto del roce del dorado cabello de la muchacha con su mejilla.
Súbitamente, él perdió los sentidos, quedándole sólo el tacto de su mano derecha. A partir de ahí, comenzó a sentir un calor ajeno a él que lo acariciaba con suavidad. No tardó en reconocer aquella sensación: era Ino. La mano de ella produjo su usual efecto, haciendo que él perdiera el control de la suya. El joven ninja sólo dejó que su mano se moviera por sí sola, para que describiese junto a su amada esa extraña y bella danza que sólo las manos de los enamorados pueden realizar.
Tic… tic… ¡TOC!
— ¡SHIKA, IDIOTA! ¡LEVÁNTATE!
— ¿Mhn...?—se despereza el Nara con lentitud—. Problemático...
— ¡¿Cómo te atreves a dormirte, sabiendo que hoy es nuestra cita?!
— ¡Ahí voy, ahí voy!—espeta al tiempo que se incorpora de un salto, disponiéndose a salir por la ventana de su cuarto.
