Disclaimer: Los personajes que se mencionan a lo largo de la historia, son de Stephenie Meyer. Yo solo estoy jugando con ellos.
Capítulo beteado por Sarai GN (LBM) y Yanina Barboza, Betas de Élite Fanfiction: www facebook com/ groups/ elite. fanfiction
Sarai, Yani, mil gracias por acompañarme con ooootra locura más, peor aún porque ando hasta de exigente con la velocidad, ¿me perdonan? ya saben que algún día Dios las recompensará con rete harto lo que más quieran, las amodoro!
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Sinopsis
La vida se compone de decisiones, ¿pero qué pasa si las tuyas te guiaron a donde no quieres estar? ¿Todavía se puede arreglar una vida marcada por los malos entendidos?
Edward rebuscó entre sus bolsillos con suma dificultad las llaves de la casa. Mierda.
El sonido tintineante de aquello por fin le dijo dónde estaban, tambaleándose, sacó esa cosa en forma de corazón que su esposa le había dado, y observó solo por un momento la foto que tenía el llavero en el centro: la de su familia, los tres estaban muy sonrientes. Bufando, empujó la llave a través de la cerradura y luego entró oscilando entre las cosas, el suelo de madera crujió delatándolo en cuanto puso un pie dentro de la estancia, y como si tuviera un interruptor bajo las suelas de los zapatos, la luz se encendió, provocando que cerrara los ojos con fuerza, demonios, era tan cegadora que amenazó con traspasarle los párpados.
—Otra vez vienes tarde y borracho. —La suave voz sonó cansada.
Edward parpadeó varias veces hasta que su vista se acostumbró a la luz. La estancia de su residencia era amplia, en tonos neutros, una pequeña mesa de cristal en medio de los sillones de cuero negro y una gran pantalla situada al lado del reluciente piano negro. Isabella estaba de pie ahí, justo a un lado del piano. Su diminuta camiseta dejaba ver demasiada piel ya que no llevaba nada debajo. Su cabello revuelto, sus ojos rojos de lo que, él supuso, era producto del llanto.
—Te he dicho que no me esperes, no tienes por qué hacerlo —bufó, arrastrando las palabras.
—Sabes bien que… —desvió la mirada— no puedo dormir si no estás, ¿qué pasaría si entra algún delincuente? —susurró retorciendo sus manos en ese gesto nervioso y habitual en ella.
Y no había nada que detestara más que ese reproche. ¿Por qué no solo se dormía y ya, como muchas mujeres lo hacían?, ¿por qué mierda tenía que esperarlo, siempre? Bella debería poder dormirse sola y no estarle jodiendo con que venía tarde y borracho. Furioso y cansado, clavó sus intensos ojos sobre ella deseando traspasarla… cuando en realidad quería abalanzarse sobre ella y tomarla contra la pared. A quién mierda quería engañar.
Aun con el pasar de los años, nunca había encontrado una mujer más hermosa que ella. Al principio creyó que solo la deseaba de manera carnal, se repitió mil veces que solo deseaba su cuerpo y nada más. A estas alturas, odiaba admitir que quería todo de ella, todo. Algo que era por demás egoísta, ya que él no pensaba darle absolutamente nada a cambio, y no lo haría, salvo porque… ella hipó, sus pequeños hombros sacudiéndose. Dios, ¿por qué tenía que estar tan condenadamente hermosa?
Siempre le había gustado la pureza simple de Bella, sus ruiditos seductores cuando se estaban besando, o mientras empujaba contra ella, casi podría jurar que eran ronroneos. Sus ojos oscuros como el más rico chocolate, siempre mostrándole todo el camino a su alma, algo que definitivamente no quería ver. Siguió observándola. Parada ahí tan indefensa y delicada, sus piernas largas y cremosas, sus mejillas sonrosadas y húmedas. Todo su cuerpo respondió a sus pensamientos, endureciéndose, preparándose. Con un carraspeo se obligó a controlarse, pero cuando tomó una más que necesaria bocanada de aire, su aroma frutal le inundó los sentidos. Todo cambió en ese momento, ya no existían lógicas, no podía pensar en por qué no debería, tampoco en que estaba siendo un bárbaro, lo único que podía procesar, era ella. Se encontró caminando en su dirección.
Y no precisamente para dar explicaciones.
O~O~O~O
Los ojos de Bella se ampliaron al verlo caminar hacia ella, por lo que retrocedió torpemente. La mirada de su marido la seguía atemorizando, deslumbrando, incluso seduciendo, no importaban los años. Tenía ese brillo indescifrable como el jade mientras caminaba a grandes zancadas hacia ella. Él era salvaje y hermoso, incluso con el traje completamente desarreglado, incluso aunque no fuera nada más que un borracho. Y dada su mirada predatoria, supo que si no hacía algo cuanto antes, él terminaría sobre ella… y no podría evitarlo.
Haciendo acopio de todas sus fuerzas se dio la media vuelta, corriendo apresuradamente hacia las escaleras, casi derrapando llegó a la segunda planta y entró de forma precipitada al cuarto de los niños, todavía estaba temblando al intentar poner el pestillo. Una vez que lo consiguió, jadeando deslizó la espalda contra la puerta hasta que su culo tocó el suelo, apretando los labios se abrazó las rodillas con ambos brazos, enterrando la cabeza ahí. Quería morirse, se odiaba por amarlo tanto, por desearlo con todas sus fuerzas.
O~O~O~O
De pie afuera de la puerta de la habitación de los mellizos, Edward se debatía en tocar con los nudillos o arrancar la maldita puerta. Tomó aire, sacudió la cabeza, y entonces dejó que su mano que estaba sobre la manija, resbalara hasta quedar en un puño. Apoyó la frente contra la puerta. Quería pedirle disculpas, quería meterse entre sus piernas, quería enmarcar su rostro y besar sus lágrimas. El puro pensamiento lo hizo enderezarse de forma abrupta, odiándola por hacerlo sentir de esa manera, por lo que con un gruñido, dio media vuelta pasando directo a su habitación, donde azotó la puerta con furia.
Se tumbó sobre la cama aún vestido y cerró los ojos, deseando que todo ese alcohol hiciera su magia, dejándolo inconsciente. Por el contrario, su cerebro tomó otro sendero, trayendo imágenes de la forma en la que terminó con Isabella, aquello le robó un gemido agónico, no quería ir ahí, pero no había nada que pudiera detenerlo ahora, y en aquel horrendo torbellino, en algún punto tuvo que haberse quedado dormido.
O~O~O~O
Sammy se removió inquieto en la cama, por lo que Bella se levantó para acudir a él. Su cuerpo protestó, sus huesos crujieron por haber permanecido tanto en el suelo, todavía estaba entumecida, y tenía frío mientras llegaba hasta él para acostarse a su lado. Él era hermoso, con el cabello castaño y largas pestañas adornando sus adorables ojos, su rostro en un adorable ceño fruncido, que sin pensarlo, comenzó a acariciar con la intención de desaparecer.
—¿Qué ocurre, mami? —preguntó bostezando, sus ojos verdes abriéndose perezosamente. Era tan parecido a él… la imagen la dejó sin aliento como todas las veces.
—Nada, bebé, duerme.
—¿Ya llegó papi?
—Ya, mi amor —besó su frente—, descansa.
—¿Mañana podemos desayunar waffles?
—Todos los que quieras.
—¿Él desayunará con nosotros? —Bella suspiró.
—No lo sé.
—Pero suponiendo que quiera, ¿le harías waffles? He visto que le gustan con mucha miel. —Ella suspiró antes de regalarle una sonrisa.
—Bien, lo haré, ahora descansa, amor.
El niño sonrió, acurrucándose a su lado, por lo que Bella lo abrazó besándolo tiernamente en la frente entre tanto le acariciaba el cabello. Podría estar viviendo un infierno, podría incluso detestar su vida, pero jamás, jamás se arrepentiría de ellos, de sus hijos.
Hola hola de nuevo chicas, por aquí vengo ya saben con otra de mis locas historias, muchas gracias por acompañarme en cada locura y a las personitas nuevas pues bienvenidas, quería comentarles que quizás no les dé las gracias como suelo hacerlo en cada capitulo así personalizadas pero es que quiero actualizar más seguido entonces por eso, pero igual si me doy el tiempo les contesto por inbox, ya saben que agradezco muchísimo todos sus comentarios, y bueno dicho esto, ¡empezamos!
