Disclaimer: Final fantasy VIII no me pertenece.
Notas autora: Bueno, este es un fic desenfadado dedicado a todos los fans de Squall y Rinoa que andan por ahí fuera.
Este fic empezó siendo una vaga idea en mi cabeza para un fic largo hace un par de años, luego decidí que solo fuera un one shot y al final evolucionó a un a historia mucho más larga, compleja y bastante diferente a la original...
Me apetecía escribir algo más light y dejar de torturar a los pobres personajes...bueno, al menos no torturarles tanto xD, van a pasar por sus cosillas también, aunque a otro nivel. Quizá la trama argumental no guarde grandes sorpresas o grandes desgracias, me he concentrado más en la redacción que en la complejidad de la trama, pero espero que disfrutéis leyendo tanto como yo escribiendo.
...Pero como dice el summario: ¿Quién dijo que sobrevivir el día a día fuera fácil?
LOVING YOU
By: Rinoaangelo
So if she's somewhere near me
I hope to God she hears me
There's no one else
Could ever make me feel
I'm so alive
I hoped she'd never leave me
Please God you must believe me
I've searched the universe
And found myself
Within' her eyes
Capítulo 1: Sofocante
Por fin se habían acabado las preguntas sorbe batallas, guerras y enemigos. Se había terminado la rueda de prensa que se había organizado para que los llamados por los diarios y televisión los niños del destino contaran cómo había sido su gran aventura para salvar el mundo. Se estaba cansando de ser el centro de atención de todas las miradas desde que habían vuelto del tiempo comprimido, solo esperaba que pronto quedara olvidado y les dejaran seguir con sus vidas en paz.
La fiesta era en la ya bastante conocida para ella sala de graduación del Jardín de Balamb. Dónde se conocieron por primera vez, dónde se habían besado por primera vez unos días atrás. No podía evitar que ese lugar le gustase, no solo por la espectacularidad del recinto, también por lo que significaba para ella. Para ellos.
A pesar de eso, en esos instantes solo deseaba que se acabase ese circo que se había montado a su alrededor. En las últimas semanas apenas habían tenido tiempo para verse…Dios, apenas había tenido tiempo para respirar. Por suerte, este era el último y el más glamuroso de una larguísima lista de eventos públicos a los que tenían que asistir y, como tal, habían sido invitados los líderes políticos y personajes más importantes e influyentes del mundo.
Si a ella misma, acostumbrada a este tipo de eventos desde su niñez a causa de su standing familiar, ya le daba repugnancia, no podía imaginarse hasta qué punto Squall deseaba salir corriendo de esa sala y esconderse en su habitación sin salir ni tener que hablar con nadie más durante al menos los próximos dos milenios. Probablemente había hablado más durante los últimos días respondiendo a las repetitivas e insistentes preguntas de los periodistas que en el resto de sus 17 años de vida.
-Selphie.- Dijo Rinoa a su amiga, que estaba sentada a su lado en la mesa de honor.- voy al baño, ahora vuelvo.
Incluso en el baño tuvo que sonreír y agradecer ante las felicitaciones de personas que ni siquiera conocía. Al salir suspiró, distraída, mientras aún se frotaba las manos húmedas. Había salido tan rápido para no tener que volver a repetir todo lo que ya había repetido mil veces en estos días que ni siquiera se había podido secar bien las manos.
Al levantar la vista quedo congelada, al ver, delante de ella a la única persona que no esperaba encontrar ahí.
-¿Cómo no lo he visto venir? Claro que está aquí.
Era evidente que le habrían invitado, especialmente si se tenía en cuenta que había participado activamente en la misión para eliminar a Edea cuando se convirtió en embajadora de Galbadia. Claro, ellos mismos acababan de hablar de él en la rueda de prensa.
Pero deseaba tan poco verle que ni siquiera se había planteado qué hacer si se encontraban.
Era sofocante.
Era sofocante sentir-se así: abandonada, maltratada, como una simple molestia más.
Los aniversarios eran para sentirse por un día el centro del mundo, para darte cuenta de cuánto te querían los demás. Solo por un día TU eres lo más importante.
Así fueron durante los primeros años de su vida: regalos, fiestas con sus familiares y amigos, todas las atenciones, el cariño de sus padres… pero cuando su madre murió las cosas cambiaron. Era reconfortante sentirse importante para los demás aunque solo fuera por un día. Era reconfortante incluso para la niña de cinco años que era ella en su último aniversario feliz.
Ahora sentía que tenía que dar gracias a Dios si su padre recordaba qué día era el día en que nació. Al menos de momento lo recordaba. Cuando su madre murió él siguió comprándole regalos pero poco a poco parece que se fue olvidando, cada vez los regalos eran menos significativos, hasta que ya no había regalos. Al menos por ese entonces había alguna felicitación efusiva y algún gesto de cariño, pero con el paso del tiempo también se fue perdiendo eso.
Este año había tocado un "felicidades" casual durante la cena. LA CENA. Ni siquiera debía de haberse acordado antes, o si, pero lo más probable era que no le debiera parecer lo bastante importante como para felicitarla antes.
¿Sus amigos? Claro, la habían felicitado. Los pocos amigos que mantenía, claro. Teniendo un padre que pensaba que "los niños de hoy en día crecen sin disciplina" y que trataba de poner remedio a esto dando ejemplo en su propia casa no le permitía tener muchos amigos. Después de clases directa a casa, por la tarde estudiar encerrada en la habitación con su profesora particular. Los fines de semana clases privadas de piano, canto y ballet. Prohibido salir con los amigos (según su padre eran pérdidas de tiempo, para perder el tiempo prefiero que lo pierdas en casa que al menos no te meterás en líos), prohibido salir de fiesta (de aniversario, festivales, ferias…), prohibido salir con chicos, prohibido entretenerse por la calle después de clase, prohibido estar más de un cuarto de hora al teléfono (¿Para qué quieres hablar más con tus amigos si los ves casi cada día en clase?), horas de ordenador estrictamente controladas…y un montón más de reglas y normas que si contradecía solo conseguía que su padre endureciera aún más.
Según su padre lo hacía todo por ella. ¿Entonces, si tanto se preocupaba por su bienestar porqué apenas era capaz de felicitarla por su aniversario? Se sentía abandonada, a pesar de toda esa atención que su padre le prestaba.
No sabía por qué había recordado eso, pero era una de las memorias que más le molestaban de su pasado.
Y ahí estaba él, con su cara estoica, distante e impasible, como si ella no fuera más que otro de sus soldados. Pero ella era su hija, y ahí era dónde estaba la raíz de todos sus problemas: desde que murió su madre él había empezado a tratarla como si fuera uno de los militares que están bajo sus órdenes.
Ordenar y controlar, cumplir y callar.
Jamás intentó dialogar, escuchar o entender. A pesar de los miles de intentos infructuosos de la joven adolescente. Eso solo empeoró más las cosas. Desafiar su autoridad solo llevaba a más normas, más estrictas y más duras. A penas recordaba el hombre que había sido su padre tiempo atrás, ese que le sonreía afectuosamente mientras la cogía de la mano, camino a casa, y le preguntaba qué tal le había ido el colegio.
Pero el día en que se produjo ese fatídico accidente en el que la famosa Julia Heartilly falleció, todo se truncó. Nada volvió a ser lo mismo.
-Rinoa.- habló a modo de saludo con su voz ronca, profunda y potente.
Todo en ese hombre era imponente y autoritario y quizá fuera por ese simple hecho que con solo verle resurgía la furia que había estado acumulando durante los años de adolescencia que había vivido con él. Ese tipo de furia irracional que te empuja a discutir y gritar, a llevar la contraria a alguien por el solo hecho de molestarle. Se le hacía difícil contenerse, aunque sabía de sobra que discutir con él era una causa perdida antes de ser empezada. Él era implacable y ella sabía que había hecho muchas locuras solo por revelarse contra sus imposiciones. Tenía las de perder.
-General.- Respondió ella, imitando el tono de voz militar que él había usado.
Por un momento la joven pudo detectar un destello de ira cruzar por los ojos negros del hombre. Siempre había odiado que le tratara con el título de su cargo en el ejército. Pero si él jugaba a tratarla como a un soldado más, ella también jugaría a ese juego.
-¿Cómo estás? –fue pronunciado con el mismo tono autoritario que su saludo y apenas había sonado a interrogación, pero la pregunta cogió desprevenida a Rinoa.
Aunque… ¿Qué padre no se preocuparía mínimamente por su hija cuando ésta acaba de volver de un viaje temporal para derrotar a una bruja malvada? Sin duda, Fury Caraway no iba a abrazarla llorando como había hecho la madre adoptiva de Zell con él, pero eso no significaba que no sintiera nada.
Rinoa estaba segura que no tendría suficiente integridad emocional para responder con el mismo tono seguro y autoritario de antes. Nunca había sido buena escondiendo sus emociones y ya había gastado todos sus recursos intentando suprimir la sorpresa y la furia de su rostro al descubrir la presencia de su padre en la fiesta.
Por suerte, o por desgracia, una voz la interrumpió cuando iba a hablar. El alcalde de Dollet apareció con una falsa sonrisa estampada en la cara.
-General Caraway.- Saludó con simpatía fingida.- ¿Cómo estás?
El aludido dirigió la mirada alternativamente entre el hombre y su hija antes de responder lo más brevemente posible sin parecer mal educado. A pesar de sus claros intentos de sacárselo de encima se vio sumido en una conversación sobre la política exterior de sus respectivos países. Rinoa aprovechó la oportunidad para desaparecer de escena lo más sigilosamente que pudo. Dudaba que el alcalde de Dollet se hubiera dado cuenta siquiera, pero sabía que Caraway se habría percatado. Él, aunque hiciera como que no se daba cuenta, siempre lo hacía.
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-Ha venido el General araway.- Habló otra voz profunda y firme desde detrás de ella.
A pesar de ser una voz que también estaba acostumbraba a oír en un tono autoritario, esta era mucho, mucho, más agradable para sus oídos.
Rinoa sonrío ante el apunte a lo obvio de Squall. Esa era su peculiar forma de abordar el tema, estaría preocupado por ella. Él sabía que no se llevaba bien con su padre (era algo que había quedado bastante claro en su primera visita a Deling juntos, durante la misión), y sin duda, debía haberlos visto hablando hacía unos minutos.
El joven comandante esperó a que ella diera alguna respuesta. Rinoa nunca le había contado qué había ocurrido entre ella y su padre. Debía de ser algo grave si provocó su fuga a los 16 años y que se enrolara a los Búhos del bosque, un grupo de resistencia que luchaba precisamente contra el ejército que comandaba Caraway.
Se cuestionaba si siguiéndola hasta allí estaba invadiendo un territorio en el que no estaba seguro de si era bienvenido, de modo que si no veía algún signo de aceptación por parte de ella iba a dejarla sola. Era extraño, ella, que siempre había sido un libro abierto y buscado el apoyo de los demás en los momentos difíciles, había decidido pasar un rato sola en la terraza. Esa era más bien en la línea de Squall, no en la de Rinoa. Era por eso que él había decidido seguirla, preocupado.
La chica se giró, su cara lucía un extraño semblante serio que solo le había visto en contadas ocasiones. Y esas ocasiones no habían sido de sus mejores momentos.
-Hola.- susurró la chica.
Squall tuvo que esperar unos segundos para recuperar la compostura, analizando la respuesta de ella. Al fin decidió acercarse y ponerse frente a ella colocando una mano en el hombro de la muchacha.
-¿Tan malo es?
Rinoa le miró sorprendida. ¿Se refería a Fury Caraway como persona, o al simple encuentro de hacía unos minutos? Es más, ¿Cómo sabía que tan mal estaba si solo le había dicho hola? Por previsible que fuera en algunas ocasiones Squall Leonhart, había algunos campos en los que no dejaba de sorprenderla.
La chica se colocó de nuevo cara al exterior, y Squall siguió sus movimientos, poniéndose a su lado. Rinoa apoyó su cabeza en el hombro del chico y notó inmediatamente como su cuerpo se tensaba bajo el contacto físico inesperado. Las muestras de cariño en público no le gustaban mucho, o como lo diría él, no estaba acostumbrado. Por Dios, ni siquiera estaba acostumbrado aún a las muestras de cariño en privado...Aun así, él no se quejó, ni se movió, si Rinoa necesitaba ese apoyo, ahí estaría él. Justo cuando oyó la potente voz de Squall detrás de ella estaba empezando a notar ese familiar escozor en los ojos que precede las lágrimas, y ni siquiera sabía por qué tenía esas ganas de llorar. Pero con él a su lado se le habían pasado, como era posible que su simple presencia consiguiera surgir ese efecto en ella era algo de lo que no estaba segura.
-Solo recordaba…
-El pasado pisado.- Respondió él, con una especie de deje reservado en la voz.
Rinoa se separó casi abruptamente mirándole entre sorprendida y divertida.
-¿El pasado pisado? – repitió con una sonrisa graciosa en la cara.
-Es lo que siempre dice Selphie.- Fue la explicación que Squall se limitó a darle, con un movimiento de hombros que expresaba indiferencia.
La chica no pudo evitar explotar en carcajadas, cosa que hizo que el cuerpo de Squall se separara un poco del suyo. No esperaba que Squall dijera algo cómo eso, ni siquiera esperaba que recordara esa característica expresión de Selphie. Pero de nuevo, había campos en los que no paraba de sorprenderle.
-Cierto.- afirmó Rinoa, con la voz algo más calmada.- Es solo que…estoy cansada de todos estos días, solo quiero irme a descansar y no tener que preocuparme más por entrevistas, conferencias, periodistas, gente, fiestas…
-Sí, a mi también me cansa. Pero esta es la última, mañana recuperarás tu vida. –Decidió que sería mejor que no tirar más leña al fuego contándole lo cansado que estaba él de toda esa basura.
La joven lo miró, sonriendo, esta vez sincera y abiertamente.
-Tienes razón.- dijo, acompañándolo con un asentamiento efusivo de cabeza.
Le encantaba, esa peculiar forma silenciosa de apoyarla en los momentos difíciles. No pedía que le contara nada, siempre haciéndola sonreír, aunque probablemente muchas de las veces fuera de manera no intencionada. Ahí estaba él, para lo que le necesitara, y ella lo sabía. De momento, no necesitaba nada más que eso para ser feliz el resto de la noche.
Nota autora: En fin, espero que os haya gustado. Querría decir que tengo varios capítulos escritos de varios fics, así que intentaré ir subiéndolos más o menos cada dos semanas o cada semana, dependiendo de las ganas que tenga y del ritmo con el que siga escribiendo.
Algunos me pedisteis el próximo capítulo de "¿un gran error?" en los reviews, este será el próximo que subiré (en una o dos semanas) ¡estad atentos!
Por último quiero dar las gracias a todas las personas que me han animado a seguir escribiendo y me han dejado reviews y PM. Si no fuera por vosotros me hubiera rendido hace muchísimo tiempo...¡Gracias, de verdad!
