Malas costumbres
Disclaimer: -man no me pertenece es de Katsura Hoshino.
Resumen: Allen siempre había oído que las malas costumbres se pegan y no lo creía hasta que le paso. Entonces Allen comprendió una cosa: Las malas costumbres se pegan, si, pero sólo si pasas demasiado tiempo con una mala influencia.
El sol comenzó a salir, despacio embriagando la ciudad con su calor. Los rayos se cuelan hábiles entre las cortinas para decirles a todos que ya había salido el sol.
Los rayos dieron de lleno en un joven rostro de un chico albino, como la nieve, sus inmensos ojos que se perdían entre la plata y el azul se abrieron lentamente. En su hermoso rostro aniñado tenía una marca que le cruzaba el lado izquierdo, como si presumiese de manchar tan hermoso rostro. Se froto los ojos haciendo dos pequeños puños con sus manos, en un gesto infantil y adorable. Su mano izquierda era roja, con uñas negras y una cruz en el dorso de la mano.
Allen Walker era un chico de doce años que albergaba una inocencia tipo parásito y viajaba con su maestro, Cross Marian, un general de la Orden Oscura. Eran exorcistas, o al menos lo sería si terminaba su entrenamiento.
El pequeño miro a su maestro completamente dormido, seguramente hubiese llegado a la habitación dos horas atrás. Unió sus dos cejas frunciendo el entrecejo mientras pensaba en su maestro y sus malas costumbres.
La primera vez que vio a su maestro besar a una mujer en los labios pensó que se la quería comer, él nunca había visto a Mana hacer eso con nadie. Escandalizado le pregunto a su maestro por que se comía a la chica, Cross se río y le dijo que era hora que supiese la atracción que sentía el género masculino por el femenino y viceversa.
Otra cosa rara de su maestro era su afición por el alcohol, el nunca lo entendería, pero su maestro se veía muy feliz bebiendo, así que no le importaba mucho.
También estaba esa forma sobrehumana que tenía de atraer deudas, a causa de los dos primeros vicios.
Allen recordar vagamente la frase que decían todas las madres en la ciudad: Hay que ver, todo lo malo se pega y sobre todo las malas costumbres.
Él nunca había creído eso, es más le resultaba absurdo que alguien afirmase eso, él por ejemplo llevaba ya casi dos años viajando con su maestro y no era como el, quitando tal vez el echo de que apostase, pero era por obligación no porque el quisiese.
El niño suspiro cansado. Oyó el batir de unas alas y alzo el rostro, el golem dorado de su maestro le miraba curioso.
-Buenos días Tim.- Sonrió al golem. Este fue hasta él y revoloteo a su alrededor.- ¿Te ocurre algo Tim?- El golem se poso en su cabeza feliz, moviendo la cola de un lado a otro.
Allen sentado en la cama movía sus pies hacia delante, como si le pegase al aire. El golem le observaba en silencio. Cross dormía profundamente y el pequeño sentía un hambre inmensa.
De repente Timcanpy se levanto de la cabeza del albino y fue hasta su dueño, Cross. El golem miró a Allen desde detrás de Cross. Allen ladeó la cabeza aturdido, sin duda Timcanpy se estaba comportando de forma muy rara.
-Tim, ¿Te pasa algo? Estás muy raro.
El golem salió de su escondite y fue directo a la cara del pequeño, o mejor dicho fue directo a sus labios. El golem le dio un "beso" y Allen enrojeció hasta las orejas.
-¡Timcanpy! ¡No hagas eso!- El golem enseño su fila de dientes, mostrando una sonrisa y se fue otra vez a dormir con Cross.
Entonces Allen comprendió una cosa: Las malas costumbres se pegan, si, pero sólo si pasas demasiado tiempo con una mala influencia.
El pequeño rogó mentalmente dos cosas: Que Tim no supiese más perversiones y la otra que él no se contagiase.
Fin.
