El misterio del caballo robado
Advertencia: Los personajes de Detective Conan no nos pertenecen, son propiedad de Gosho Aoyama.
Capítulo 1
Un caballo salvaje y un muerto
Hacía mucho tiempo que Shinichi había recuperado su aspecto normal, los Hombres de Negro estaban en la cárcel, le había contado a Ran lo sucedido, se casaron y poco después tuvieron un hijo, Conan. Ya habían pasado 7 años después de todo eso, y aunque la pareja sufrió mucho, valió la pena esperar.
La familia se encontraba en una cabaña de madera, en el monte. Era verano y pensaron que ese lugar apartado del bullicio de la ciudad era lo mejor para relajarse después de tantos casos asesinato y robo. Mientras Shinichi y Ran charlaban en la cocina, el pequeño Conan jugaba con su balón de fútbol, el niño era idéntico a su padre, salvo por el color del pelo y su fuerte carácter, heredado de su madre. Su inteligencia sobrepasaba a todos los de su clase e incluso había intentado ayudar a su padre en alguno de sus casos, aunque su madre le decía que no.
De repente, Conan pateó la pelota demasiado fuerte y salió despedida hacia el bosque. El niño la persiguió hasta que ésta se detuvo cerca de unos arbustos, Conan cogió el balón y se dispuso a irse cuando tropezó con lo que parecían las piernas de alguien. Cuando Conan se incorporó, vio algo que hizo que el pánico recorriera todo su cuerpo: ¡Un cadáver! El cuerpo era de un hombre medianamente joven, de cabellos negros y largos atados por dos trenzas, su piel era de un tono rojizo y en su pecho había una herida redonda de la que salía sangre abundante.
Conan: ¡AAHHHHHHHHHHHH!0-0
El pequeño no se veía capaz de moverse del sitio, muerto de miedo. En ese momento, escuchó un sonido que parecía un relincho. Conan, curioso, pronto abandonó su miedo y se acercó al lugar del que venía el ruido. Detrás de unos arbustos, Conan vio lo más maravilloso que había visto en su vida: ¡Un magnífico caballo pinto! Sus ojos eran de un color azul celeste; el hocico rosado; la cara blanca como la nieve; su cuerpo completamente castaño, estampado por manchas irregulares de color blanco; sus crines y su cola eran de color marrón brillante; una de sus patas tenía una mancha blanca que le llegaba hasta la rodilla y tenía un cabestro verde del que colgaba una cuerda rota. El animal pateaba la tierra, resoplando a la vez que arqueaba su cuello, dándole una estampa hermosa. Conan decidió acercarse al semental, pero al hacerlo, éste se levantó de manos y agachó las orejas, asustado.
Conan: Tranquilo, caballito. No voy a hacerte daño.
El caballo comenzó a calmarse, le gustaba la voz de aquel niño. Poco a poco, Conan se fue aproximando al animal, hasta que estuvo a escasos centímetros de él y vio que tenía una preciosa mancha blanca con la forma de un trébol de cuatro hojas en el pecho. Después, empezó a acariciarle la barriga suavemente, el niño estaba encantado con aquel caballo, nunca había tocado uno. Cuando dejó de acariciarle el vientre, intentó tocarle el hocico, pero no llegaba. El semental pinto adivinó lo que pretendía y bajó la cabeza, permitiendo que le acariciara la cara. De pronto, el caballo le resopló en la cara a Conan, empañándole las gafas, el pequeño soltó una carcajada y se limpió los cristales con la camiseta.
Conan: Eres muy gracioso. ¿Dónde está tu dueño? ¿O eres salvaje como los caballos de las pelis de vaqueros?
En ese momento, se escucharon pasos y gritos. Conan reconoció las voces, eran sus padres.
Shinichi: ¡Conan!
Ran: ¿Dónde estás, hijo?
Conan: ¡Estoy aquí!
La pareja llegó a donde estaba el niño y se quedaron de piedra al verle con el caballo.
Ran: Conan, aléjate del caballo. Te puede hacer daño.
Conan: No, mamá. Es bueno, mira.
Conan acarició otra vez el vientre del animal, que se había puesto nervioso al ver a los recién llegados. Shinichi dio un paso hacia ellos, pero el pinto resopló agitadamente y se puso delante de Conan para defenderle de los que creía mala gente.
Conan: Tranquilo, son mis papás.
El caballo volvió a tranquilizarse, gracias a la voz del niño.
Shinichi: Es increíble, ¿acaso hablas caballo, hijo?
Conan cogió la cuerda del cabestro y guió al semental hasta sus padres, aunque éste se mostraba algo asustado aún. Ran acercó su mano al hocico del animal, pero la alejó cuando éste agachó las orejas. Shinichi observó el estado del caballo, sus patas y sus hombros estaban manchados de barro, tenía marcas de golpes en los costados y le faltaba una herradura.
Shinichi(pensando): Parece que este fue robado o se escapó, el barro que tiene adherido demuestra que llegó aquí yendo monte arriba, porque sus patas y cuartos traseros no están tan manchados. Las marcas de los costados parecen hechas por una fusta o un látigo y perdió una herradura no hace mucho, porque el casco no está muy crecido en comparación con los otros.
Conan: ¿Nos lo podemos quedar?
Ran: No, cielo. Debe de pertenecer a alguien.
Shinichi: Mamá tiene razón, Conan. Este caballo fue robado o se escapó de su casa.
De repente, Ran vio el cadáver que anteriormente había encontrado Conan.
Ran: Sh... Shinichi, mira.
El chico se fijó a donde señalaba su mujer y se acercó al cuerpo.
Shinichi: Ran, llama a la policía. Este hombre fue asesinado de un tiro.
Ran obedeció y la policía del inspector Megure no tardó en llegar.
Megure: ¡Vaya, Shinichi! No te he visto desde el caso ese en mayo. ¿Veraneas aquí con tu familia?
Shinichi: Sí. Mi hijo encontró el cadáver antes de que fuéramos a buscarlo, y también encontró a ese caballo.
Megure: Ya veo, es normal que lo encontrase tan cerca del cuerpo. La víctima es Jonh Wind, 35 años, indio perteneciente a una tribu india americana de Montana, estaba en busca y captura por robar a King Arthur III, uno de los caballos de Paolo Echegarachi. Que casualmente es ese caballo pinto de ahí.
Shinchi dirigió su mirada hacia el caballo, que forcejeaba contra el policía que lo sujetaba.
Megure: No entiendo cómo es que tu hijo pudo acercarse y tocar a ese animal, es uno de los caballos más salvajes que he visto.
Shinichi: Yo tampoco lo entiendo, tal vez sea que Conan tenga talento para los caballos.
Megure: Puede ser. Bueno, nos llevaremos el cuerpo a que le hagan la autopsia y devolveremos el caballo al señor Echegarachi. Hasta la vista, Shinichi.
Shinichi: Adiós, inspector.
Cuando metieron al caballo en el tráiler, Conan comenzó a llorar.
Conan: ¿A dónde se lo llevan, mamá?
Ran: Lo llevan a su casa, cariño. Seguro que se pondrá muy contento de volver a su hogar.
Conan: Yo quería que se quedase con nosotros.
Ran: Pero no tenemos lo que necesita. No tenemos un prado, no tenemos cuadra, ni silla de montar...
Conan se dirigió a su habitación y miró por la ventana como se llevaban a su amigo. Por la noche, Shinichi y Ran hablaron sobre lo ocurrido.
Ran: Me apena verlo así. Quería mucho a ese caballo, si vieras como lloraba.
Shinichi: Entiendo, pero ya sabes que no tenemos lo que hace falta para cuidar un caballo. Y aunque pudiéramos, no sabríamos como atender sus necesidades.
La pareja se quedó un rato en silencio, hasta que Shinichi rompió el hielo.
Shinichi: ¡Ya sé! ¿Y si llevamos a Conan a ver al caballo? Preguntaré la dirección del dueño al inspector Megure y mañana le haremos una visita al caballo.
Ran: Excelente idea. Voy a decírselo.
Ran subió las escaleras y entró en el cuarto de Conan, que estaba triste en la cama.
Ran: Conan, cielo.
Conan: ¿Qué?
Ran: Mañana vamos a visitar al caballo, ¿qué te parece?
El niño, loco de contento, saltó de la cama y corrió a abrazar a su madre.
Conan: Muchas gracias, mamá.
Ran: dáselas a tu padre, él tuvo la idea.
Conan bajó rápidamente las escaleras y saltó al regazo de Shinichi, que estaba sentado en el sofá.
Conan: Gracias por dejarme ir a visitar al caballito, papá.
Shinichi: De nada, hijo. Vete a la cama, mañana tienes que estar despejado para ir allí.
El pequeño obedeció sin rechistar, se puso el pijama y se metió en la cama. Esa noche, soñó que montaba sobre el caballo pinto, cruzando una gran pradera al galope(la típica escena de las películas XD). No sabía por qué, pero se sentía el niño más feliz del mundo junto con aquel magnífico animal.
