Reminiscencias
De: Tinta Roja (Valerie Sensei)
Impotencia, rabia, odio. Era todo un conjunto de sentimientos negativos los que sintió el Sr. García cuando vio que se llevaban a Candy. Inicialmente, su meta era llevarla a una hacienda en México, para que trabajara en ella; pero conforme fue conociendo el corazón de la chica, fue cautivado por su sonrisa, por su optimismo. Por primera vez, el Sr. García soñó con un futuro distinto al que tenía delante de él.
Las lágrimas rodaban incesantes por sus mejillas. Se dio cuenta que lloraba por ella. Se arrepintió de los malos tratos que le dio. Se arrodilló en el seco desierto e imploró a su Creador que la trajera de vuelta. El suelo le devolvió el vapor caliente que exhalaba y el Sr. García se resignaba una vez más a su negro porvenir.
Mientras regresaba a la carreta, escuchó la risa maquiavélica de una mujer. Miró a todos lados, buscó por todos lados a quién se reía. No vio a nadie. Pensó que era producto de su imaginación y volvió a la carreta.
Emprendió la marcha hacia la hacienda. En su mente todavía se cruzaban las imágenes de Candy y suspiraba. Nunca antes se había enamorado. Sin embargo, esta chica le provocaba una gama de nuevos sentimientos y colores en su vida. El hilo de pensamiento se vio interrumpido por las voces de dos mujeres que discutían entre ellas. Detuvo la carreta, miró a todos lados una vez más y no vio a nadie. Pensó que la ausencia de la rubia lo estaba volviendo loco. ¿De dónde podrían salir las voces de las mujeres que escuchaba?
-¿Quién está ahí? –preguntó a viva voz.
-Ja, ja, ja –la misma risa que escuchó antes volvió a escucharse.
-¿Quién eres? –la voz del Sr. García temblaba.
-Mejor dicho, ¿quiénes somos? –la voz de una mujer resonó en todo el desierto.
La piel del Sr. García se erizó.
-Somos tus creadoras.
-¿Mis creadoras? Y, ¿por qué se ríen? –preguntó no sin cierto desdén.
-Nos reímos de tu existencia fatalista. Después que trataste mal a Candy, ahora la amas. ¿No es irónica la vida?
-¿Acaso es esto motivo de burla? ¿Acaso no tengo oportunidad de reivindicarme? Sí, la traté mal. Ahora que se la han llevado me he dado cuenta de mi error. Estoy destruido…
La risa que se escuchó antes volvió una vez más a escucharse.
-Todo esto debe ser obra de ustedes –la acusación tenía un dejo de rencor.- ¡Regrésenme a Candy! –demandó firme.
-Pero, ¿quién se cree este personaje secundario? ¿Cuándo se ha visto que los personajes se rebelan en contra de sus creadores? –una de las voces preguntó.
-No, nunca había visto algo así. –Respondió la otra voz.- ¿Por qué no terminamos con él de una buena vez y por todas?
-Está bien. ¡Bórralo ya! –sentenció la primera voz femenina.
-¡No! No me eliminen. Denme una última oportunidad. Déjenme ser feliz y tener la capacidad de amar, aun sin ser correspondido. Se siente tan bien… Por primera vez, me siento con vida. –El Sr. García cayó de rodillas e imploró una nueva oportunidad.
De repente, un viento recio se sintió en el desierto. Una cosquilla invadió el cuerpo del Sr. García. Éste vio cómo sus piernas comenzaron a desaparecer; luego su torso, sus manos… Y justo antes de desaparecer, las reminiscencias de sus días junto a Candy se le cruzaron una vez más por la cabeza.
