Sentado en su habitación, el joven Will Graham se quitaba los zapatos y disfrutaba del contacto frío del suelo bajo sus pies los cuales pronto fueron abrazados por la suavidad de su perro que se contoneaban feliz de verle en casa.

Se deja caer en la cama mientras siente los músculos de su espalda aun tensos, había tenido un largo día de trabajo en la cafetería de un conocido de sus padres y lo único en lo que podía pensar en aquel momento era tomar una buena ducha caliente y dormir por muchas horas hasta que el mundo se acabase. Pero, dicho deseo no podía ser cumplido aunque si esperaba a que sus padres estuviesen ya dormidos podría abusar un poco de tiempo en la tina.

Enciende el aire acondicionado y cierra los ojos en un gesto de agrado ante el contacto frío contra su rostro y siente como Winston ladra cerca de él.

—Lo sé, ya te dejaré salir—se gira con pesadez y andando descalzo le sonríe al canino que movía la cola feliz de saber que su dueño iba a complacerle. Sin siquiera buscar una chaqueta que le proteja del frío, abre la puerta principal y ríe con ganas al ver como el perro corría con fuerza y daba vuelta por los alrededores, en verdad tenía que pensar en algún plan para poder sacarle con más frecuencia, no solo cerca de casa sino también a algún parque.

Se siente en las escaleras con las rodillas juntas en un intento vago de protegerse de una ráfaga de viento helado que le despeina el cabello mientras oye una voz que le habla desde cierta distancia.

—Si permaneces allí más tiempo podrías resfriarte—gira el rostro con rapidez y posa los ojos por momentos sobre una silueta que no lograba identificar del toso. Se trataba de un hombre con traje de tres piezas, cabello en perfecto orden aun tomando en cuenta la situación en la que se encontraban con un día lleno de viento como aquel y unos ojos marrón obscuro que le observaban fijamente con curiosidad.
—Solo espero por mi perro—habla suave y casi puede ver el vaho escapando de su boca, el otoño cerca. Ve como aquel hombre se le acerca y tiene ganas de retroceder pero realmente no tenía como, lo más probable es que terminase tropezando con los escalones.
—Aun así—contempla como el hombre se quita el sobretodo negro que llevaba puesto y lo posa con cuidado y gracia sobre sus hombros—No deberías salir sin un abrigo—el extraño le sonríe y se fija casi embelesado como las pequeñas líneas se acentuaban en su rostro.

Un ladrido le llega a los oídos y lleva la atención a Winston que se le acercaba corriendo con prisa y choca contra su pierna acurrucándose contra sí, el can ya había saciado su necesidad de libertad y estaba dispuesto a volver con aquel que le cuidaba, su dueño. Para cuando Winston dejó de demandar su atención y recupera la compostura se fija que no había nadie allí, solo él y el perro, solo él y aquel enorme sobretodo el cual le hacía parecer más pequeño de lo que era.

¿Qué demonios?

Gira sobre sí mismo buscando con la mirada pero fue en vano, lo único que podía hacer era volver a casa y rogar por encontrar a aquel hombre, aunque le decía que no debía esperar demasiado para que ello sucediese.


Semanas habían pasado desde aquel extraño encuentro con aquel extraño sujeto pero por alguna razón no había sido posible de olvidarlo; si se concentraba lo suficiente creía que era capaz de escuchar su voz, aquel tono un tanto diferente, aquel hombre debía de ser de algún lugar lejano, a Will le agradaba la idea, él mismo no había logrado visitar algún otro lugar lejos de casa; sin contar los pequeños viajes que hacía para pescar algunos fines de semana.

Sentado a las afueras del consultorio de su psiquiatra, él espera tranquilo a su cita con la doctora Alana Bloom. La mujer era agradable y fácil de tratar, le daba la impresión de que era una de las pocas personas que le veía por lo que era, un ser humano pensante y no solo un chiquillo que no sabía qué hacer con su vida.

Una vez en la seguridad de las paredes de la amplia oficina es capaz de sonreír leve y saludar a la castaña que le veía con una sonrisa igual de sutil que la suya pero llena de alegría.

—Es bueno verte Will—la mujer deja sus notas y se posa frente suyo en un amplio sillón. —Me extrañó que no llegaras hace algunas semanas.
—Lo sé—hace contacto con los ojos por segundos y luego esquiva la mirada un poco avergonzado. No había sido capaz de salir de su habitación por mucho tiempo luego de aquella noche y lo único que lograba era deambular por los alrededores del vecindario en busca del misterioso ser del que no se podía olvidar. —Lo siento.
—No tienes porque—la castaña sonríe de nuevo—Estoy casi segura que tenías alguna razón para faltar—asiente levemente y sus ojos deambulan por la estancia sin posarse sobre la mayor. — ¿Quieres contarme sobre ello?—estuvo en silencio por varios momentos mientras que la doctora observaba meticulosa como el chico se debatía internamente sobre que hacer; parecía querer decir el porqué mas no estaba seguro de cómo hacer o de cómo ella tomaría la noticia. — ¿Will?—ladea el rostro despacio mientras le llama suave para traerle de regreso.
— ¡Oh, lo siento!—parpadea veces seguidas e intenta sonreír como disculpa, suspira sonoro y clava los ojos en el suelo decidido a contarle a la psiquiatra aquel suceso que no le dejaba en paz.

Bloom escucha con atención y hasta con un dejo de curiosidad personal; si bien era cierto que se sentía tan intrigada como Will por la actitud de este misterioso ser, en el fondo, le interesaba más el descubrir la verdadera razón por la que el chico parecía sobre pensar las cosas.

— ¿Haz intentado buscarle?—cruza las piernas y deja las manos en su regazo a lo que el muchacho asiente de nuevo con rapidez.
—Cuando saco a pasear a Winston por las tardes, me veo revisando por encima del hombro, como si presintiera que alguien me estuviese siguiendo pero al final no hay nadie. Nunca hay nadie.
— ¿Y qué piensas de eso?
—No sé qué pensar, quizás es que pienso demasiado—Will se remueve en su asiente comenzando a sentir incomodidad ante la conversación aunque él mismo haya dado inicio a la misma.
— ¿Sobre qué piensas?
—Tengo la prenda guindaba con cuidado en el closet, levemente separada del resto de mi ropa—ignora la pregunta pero le entrega a la doctora lo que estaba esperando. —No sé quien es esta persona, no sé por qué decidió dejarme una prenda como esa—Will le mira a los ojos con seguridad desde que había iniciado la sesión—No sé por qué decidió ayudarme aun cuando realmente no lo necesitaba—podía ver que Will estaba realmente conmocionado y confundido por tal acción que lo único que indicaba era amabilidad; sabía que el chico no estaba acostumbrado a tales tratos y quizás esa era la principal razón de su preocupación pero no había mucho que ella pudiese hacer sobre eso. Ella tampoco sabía quién era la persona por la que Will se estaba preocupando y tampoco era su lugar ir a buscarle en ayuda al chico, esta situación de ansiedad era algo que el más pequeño debía averiguar por sí mismo.

Se despide de la doctora con una sonrisa y la vaga promesa de no faltar a las citas venideras.

El camino a casa se le hace un tanto largo, quizá más largo que de costumbre pero mantener el tiempo era algo que a él no le interesaba demasiado; ya no distinguía con claridad cuando pasaban horas o minutos.

Dentro de su habitación, siente los ojos pesados; el cansancio que pareció olvidar las últimas horas, regresaba para cobrar factura por sus noches sin descanso y se siente tentado de olvidarse de la caminata nocturna que Winston conocía y requería diariamente.
El perro se le acerca con paso lento y le lame los dedos en una súplica silenciosa de que el chico cumpla sus deseos aunque sea capaz de ver que algo le perturba. Se gira y le sonríe al canino mientras le rasca tras las orejas.

—En verdad eres bueno Winston. Vamos afuera—siente ganas de reír al ver como su amigo mueve la cola feliz y abre la puerta de la habitación dispuesto a esperarle justo en la puerta.
Will busca sus zapatos y queda unos segundos congelado frente al ropero, contemplaba fijo aquella vestimenta que no le pertenecía pero que seguía cuidadosamente guindada entre sus cosas. Siente como el color sube a sus mejillas recordando ese rostro particular y en un arrebato aniñado, toma el sobretodo y lo posa sobre sus hombros para ir con paso decidido hasta donde le esperaban con urgencia.


¡Bien! ¡Mi primer Hannigram! Es bastante AU, un poco Fluff y casi que inconcluso o lagunas mentales pero creo que necesitaba algo de esto luego de tanto dolor porque nadie ayuda a Will Graham..