Harry no es mío.


El perro callejero y el hombre que parecía una montaña.

Justo ahora me encuentro en otra travesía peligrosa, de ésas que hace que mi orina se salga sola sin yo haber levantado la pata. Esto me mata, es bastante frustrante, pero me excita en alguna parte de mí ser. Debe ser el instinto ése del que me había hablado mi hermano cuando era pequeño, decía que se llama instinto perruno, aunque sinceramente no creo que en mí exista ése instinto de una manera tan potente como en los demás perros.

Quizá sea porque soy un perro mágico vagamente diferente... o algo así. No puedo volar, pero soy más grande que cualquier otro canino y eso, creo, me autocalifica como perro mágico vagamente diferente.

No tengo nombre, y creo que nunca lo tendré, ya soy un perro bastante viejo y por mi tamaño no creo que ningún mago me recoja como lo hizo una vez un brujo que se llevó a mi hermano. Una vez una bruja intentó darme su mano, pero le babeé sin querer y se apartó asqueada, pensando que tal vez tenía rabia.

En fin, ahora soy un perro callejero, un perro callejero que está a punto de morir.

Sí, sé que moriré porque no creo ser capaz de sobrevivir por más perro mágico y grande y fuerte que sea a un techo grande de roca volcánica. Me paso la pata derecha delantera sobre los ojos, intentando al menos cubrirlos para que aquello pase sin yo haberlo visto. Esperé unos cuantos minutos, pero nada ocurrió. ¿Habré ido ya al cielo de los perros?

Retiro mi pata y me noto vivo. No entendía qué sucedía hasta que me volví y me encontré con un macizo hombre que sostenía un paraguas y apuntaba a una dirección que no me interesaba ver, después el hombre se me acercó y me tomó con una sola mano, como si fuera yo una cría.

Mis ojos volaron hasta arriba, hacia donde apuntaba el objeto, y me di cuenta, sorprendido, de que el techo se encontraba flotando sobre nuestros cuerpos. Babeé.

Miré al hombre y luego al techo, después me desmayé.

Cuando desperté me encontré en un lugar cálido, parecía bastante amplio, muy anticuado y bastante extraño, supuse que era una cabaña. Había objetos que no conocía y bastantes calderos sobre la mesa de madera rústica. Seguía babeando, lo sabía.

Un golpe fuerte llamó mi atención, y me sorprendí bastante, tanto que di un aullido.

-¡Ay! -escuché a alguien quejarse en la jerga humana. Me volví asustado.

Y me encontré con el hombre que parecía una montaña, el mismo que me salvó de una muerte segura. Y entonces, no supe por qué pero sentí que había encontrado un hogar.


Fang es un buen perro XD aunque es un poco cobarde y como me gustan los perros decidí poner un pequeño corto sobre él.