Space Bound.
Disclaimer: Ni Dragon Ball o sus personajes me pertenecen.
Frustación. Eso era lo que ella sentía en ese momento. No podía creer que estuviera ahí sentada como idiota mientras sus ojos miraban una y otra vez la agraciada figura —y fastidiosa— se movía de un lado a otro, dando fantásticos y delicados giros. Detrás de ella, un joven de cabellos rubios interpretaba Nocturne Op. 9 No. 2, una pieza dulce y hermosa, obra de Frédéric Chopin.
Se movió incómoda en su lugar, justo al tiempo en que desvió su mirada hasta posarla en el joven que estaba sentado a su lado...
Aquel muchacho de ojos y cabellos azabache observaba maravillado a la arpía esa, seguramente pensando que era una grandiosa bailarina, hermosa, agraciada...
Rodó los ojos y se cruzó de brazos.
Los minutos que duró aquella melodía se le hicieron verdaderamente eternos. A cada instante sólo deseaba ponerse de pie, dirigirse a la castaña y tumbarla de la nube de ensueño en la que se veía envuelta.
— Muy bien señorita Amaguri, joven Sharpner, si continúan así podrían participar y ganar en el próximo concurso escolar —habló la profesora en cuanto finalizaron mientras les aplaudía—. Bien, con esto finaliza la clase.
No pasaron ni tres segundos desde que les concedió el permiso de retirarse y Videl ya había tomado su mochila, su cuaderno de partituras, la revista de danzas y comenzado a caminar hacia la salida del aula, pasando de largo sin siquiera mirar a Gohan, quien, ante la acción, la miró confundido.
Porque efectivamente, Videl lo sabía. Ella no era buena para la música, mucho menos para bailar tan agraciadamente como Amaguri, tampoco era que sobresaliera en la escuela y mucho menos caminaba de forma galante y femenina. A pesar de saber que tenía muchas otras virtudes odiaba de sobremanera que Gohan observara con admiración a la castaña. La hacía sentirse poca cosa.
Rechinó los dientes después de gruñir por lo bajo...
¡Maldita Amaguri!
Gohan era un supernova y ella... ella era un cohete.
Uno a punto de estallar en la luna.
— ¡Videl, espera!
Tras escuchar el grito a sus espaldas —después de caminar un tramo considerable— se detuvo. Acto seguido se giró para observarlo, quien le miraba como siempre, con sus brillantes y confusas perlas azabache.
— ¿Qué?
— ¿Cómo qué?, ¿estás molesta? —Indagó. Ella simplemente negó con la cabeza, mintiéndole—. No me digas... ¿es de nuevo por Kokoa?
Kokoa, Kokoa... Kokoa Amaguri.
Empezaba a odiar ese nombre.
— Para nada.
— Pequeña celosa, ya hablamos de esto, ¿no es así? —Dijo entre susurros, acercándose más a ella para tomarla de la cintura—. Te amo, eres mi novia, ¿porqué tienes que ponerte así?
— ¿Porqué debo soportar que la admires siempre que hace algo como eso?
Gohan rió con paciencia.
— No la admiro, Videl, pero no negaré que tiene talento— respondió tranquilo—. Además para mi tú eres mejor, eres toda una justiciera. Además me encanta como cocinas sobretodo cuando es para mi...
La ojiazul se sonrojó de golpe.
— ¿Enserio? No lo sabía...
— Si— le sonrió antes de depositar un beso en sus labios—. Ahora que hemos vuelto hablar de esto, ¿cuándo cocinarás de nuevo?
— Cuando quieras— sonrió con ánimo, abrazándolo para poder besarlo nuevamente.
Curiosa manera tenía él de calmar sus celos en contra de Kokoa.
Fin.
